Política
Amadeu Recasens: “La izquierda no tiene un discurso en materia de seguridad”
Entrevista a Amadeu Recasens, Doctor en Derecho, criminólogo, exdirector de la Escuela de Policía y excomisionado de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona
Esta entrevista se ha publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerla en catalán aquí.
Amadeu Recasens (66) es uno de los mayores expertos en materia de seguridad de todo el Estado. Se muestra crítico con las formaciones políticas de izquierdas cuando abordan los debates y problemas en materia de seguridad, pues considera que “cuando les toca gobernar, prefieren externalizar la seguridad para no asumir los debates internos”. En 2015, aceptó el encargo de Ada Colau para ser el Comisionado de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona. Explica que la profesión policial a día de hoy «está acabada», y cree que es necesario un cambio en el modelo de los cuerpos policiales. Preguntado sobre si Barcelona es o no una ciudad segura, responde con claridad: “Barcelona es una ciudad segura, muy segura”.
Es diplomado en criminología, doctor en derecho, fue Comisionado por el Centro de Estudios de Seguridad, director de la Escuela de Policía, experto del Consejo de Europa en materia de seguridad, miembro del Comité de Ética de la Organización Internacional de Policía Criminal – INTERPOL y Comisionado del Ayuntamiento de Barcelona durante el primer mandato de Ada Colau. No se me ocurre, pues, una mejor persona a la que preguntarle: ¿Qué es la seguridad?
La seguridad es un concepto bastante indeterminado. De hecho, seguridad lo acaba representando todo. Hablamos de seguridad urbana, seguridad pública, alimentaria, ecológica, militar… A nivel político o de medios, a veces pensamos que sabemos de qué estamos hablando cuando hablamos de seguridad, pero es necesario profundizar en el concepto para comprenderlo.
Profundicemos, pues.
Podemos entender la seguridad desde dos perspectivas, una más estructural y otra más coyuntural.
Vamos por la primera.
Desde el punto de vista primero, cada momento social tiene su seguridad, y cada seguridad tiene sus umbrales. Un ejemplo: cuando yo era pequeño y vivía en Roses, la gente no cerraba las puertas de las casas. Todo el mundo se conocía, y no era necesario hacerlo. Es más, cerrar la puerta era señal de que algo no acababa de ir bien. Ahora, en Roses, todo el mundo cierra la puerta, pone rejas y alarmas. Seguridad, en Roses, había antes y ahora, pero ha cambiado el concepto de seguridad. Los umbrales de tolerancia de la seguridad han cambiado. U otro ejemplo: un muerto por navajazo en la ciudad de Barcelona genera un escándalo, mientras que en la ciudad de Chicago son necesarios varios asesinatos para generarlo.
Vale, la seguridad entendida como percepción subjetiva. ¿Y la segunda?
La segunda concepción sería la instrumental. Por ejemplo: si hay más turismo en Barcelona, ??habrá más hurtos y robos. Si llegan millones de turistas a la ciudad, vendrán otros cientos de carteristas. Digo carteristas, que no asesinos: es importante no confundir delincuencia con criminalidad.
Es decir, que no existe relación, según lo que me explica, entre la evidencia empírica y la sensación de seguridad.
Exactamente. En absoluto.
Entonces, si la seguridad o la inseguridad es una percepción, ¿qué elementos la conforman?
Por un lado, hay intereses políticos, que yo creo que son ilegítimos porque no ayudan a la gobernanza. Es un problema recurrente, no es algo nuevo. Luego existe un tema mucho más profundo, que es la capacidad de expresar contrariedad por parte de la ciudadanía. Por ejemplo, si tomamos los datos de antes y después de la crisis económica vemos que no había cambiado radicalmente la criminalidad. Pero antes de la crisis la inseguridad era el principal problema de la ciudadanía, mientras que después descendía hasta la sexta o séptima posición. ¿Qué significa esto? Pues que cuando existe un problema real la gente lo identifica y lo describe en las encuestas. Cuando no está, a falta de otra cosa, la inseguridad es una especie de sustitutivo.
Hablaba del concepto de seguridad como un concepto bastante indeterminado o polisémico, pero me gustaría preguntarle por la seguridad con relación a la policía, que quizá sea una de las identificaciones más directas.
La seguridad tal y como la conocemos a día de hoy, ese concepto indeterminado que le comentaba, debe deconstruirse. No sirve para nada. O si sirve, es para hacer algo absolutamente retrógrado que es hacer más de lo mismo con una fórmula que se ha demostrado que nunca funciona ni han funcionado: represión, policía, prisiones. La policía en determinadas construcciones sociales es necesaria, yo de esto no tengo ninguna duda. Lo que no es necesario es que sea esa policía. Si queremos realmente que la gente se corresponsabilice de la seguridad, que se la sienta suya, debe haber co-producción de políticas de seguridad. Y precisamente lo que hemos hecho es desresponsabilizar a la seguridad.
¿Y la relación entre la izquierda y los cuerpos policiales? Usted que ha tenido trato: ¿existe dentro de los cuerpos policiales un recelo hacia el pensamiento que llamamos vagamente como de izquierdas?
Sin duda que existe. Se ve claramente porque, cuando gobierna la derecha, esa problemática no existe. En parte esto se debe a que cuando gobierna la derecha no hay altavoces atacándote, puesto que los medios de comunicación están todos prácticamente gestionados por los partidos de derechas. Pero esto no quita que, por otra parte, la relación entre la izquierda y la policía es una relación lamentable.
¿Por qué?
De entrada, porque la policía es conservadora por naturaleza y por definición. Es, como diría Walter Benjamin, violencia conservadora de derecho. La policía la han formado y preparado para hacer cumplir la normativa existente. No es culpa de la policía, es que se trata de un instrumento de conservación de derecho. Por otra parte, la izquierda que no está acostumbrada a hacer normas y menos todavía a gobernar, entiende la policía como el elemento de sospecha, cuando en realidad lo que está reflejando es un mal gobierno. Por lo tanto: ponte a gobernar y transforma la policía, porque la policía por sí sola no está predispuesta a cambios radicales.
Pero esto podría pensarse casi de todas las instituciones, en el sentido de que la resistencia al cambio parece ser un denominador común.
Efectivamente, efectivamente.
Sin embargo, por lo que me dice interpreto que sí ha constatado que, más allá de las resistencias al cambio, sí que hay un componente ideológico más marcado asociado al conservadurismo de derechas.
Sí, por supuesto. Forma parte de la cultura policial, y esto debe tenerse en cuenta porque éste es un cambio en el que se debe trabajar. Por decirlo de otra manera: el corporativismo policial. Siempre que ha gobernado la derecha el discurso ha sido «haga lo que quiera mientras me resuelva problemas y no me dé problemas». Este es un mensaje claro para los cuerpos policiales, que refuerza el corporativismo negativo de esconder los problemas bajo la alfombra, etc. Si se quiere una policía adecuada a tus políticas, transfórmala. Pero esto no se hace con una legislatura.
La derecha, en cambio, —y pienso también en términos de urbanismo—, es capaz de vehicular un discurso híbrido del concepto de seguridad en el que se otorga toda la potestad a la policía, pero al mismo tiempo potencia un modelo de urbanismo más de frontera que de membrana, que diría Richard Sennet, en el sentido de que priorizan estructuras físicas que pueden propiciar escenarios potencialmente más inseguros. Pero lo hace externalizando toda seguridad a la policía como fuerza capaz de resolver los problemas de orden público. Y ese relato funciona.
Funciona, efectivamente, fabricando lo que llamamos gated communities (comunidades cerradas) en el sentido de que quien se las puede pagar se las paga, y quien no queda al albor de lo que le pueda ocurrir.
Similar con el tema de las okupaciones y alarmas, por ejemplo.
Y con las calles de determinados países y ciudades en las que los ricos tienen cerrado el barrio entero, y los pobres, como decían, olvidados por la administración. Es un modelo en el que tú sabes que te diriges a tus votantes, que son los que tienen el dinero para encerrarse. Pero esto no es un modelo de corresponsabilización de la ciudadanía.
El negocio de la seguridad…
Sí. Hay una parte economicista importante. Es decir: si tú quieres seguridad, te la pagas. Entonces ya participas de la seguridad poniéndote rejas y cerrando la casa, pero no determinando las políticas públicas, que esto ya lo hará el Estado. ¿Este es el modelo que queremos desde la izquierda? Si no queremos este modelo y queremos corresponsabilidad y coproducción, es necesario pensar qué modelo queremos.
Volviendo el tema de la relación entre la policía y la izquierda: ¿entiende, sin embargo, que genere rechazo en cierta gente cuando, por ejemplo, los policías rechazan identificarse o se oponen a ser grabados?
Sí, por supuesto. No tienen la cultura de la transparencia. Si la tuvieran todos ganaríamos, incluidos los policías. Porque en el fondo, los policías que quieren la opacidad para que no se vea lo que hacen son los que sobran. La inmensa mayoría de policías que yo conozco lo que quieren es que la gente les aprecie, no que la gente les odie.
¿Notó cambios en este sentido durante su período como Comisionado del Ayuntamiento de Barcelona?
Intentamos realizar cambios. Intentamos cambiar la cultura policial a través de un nuevo Plan Director que modificaba las iniciativas y prioridades. Y se hizo con la policía, porque no puedes hacerlo sin ellos. Es necesario un cambio profesional, porque si no la policía está acabada. También se diseñaron unas políticas públicas claras y orientadas hacia unos objetivos, como la co-producción de políticas de seguridad y la policía de proximidad, entendida esta como un referente de barrio para detectar problemas. Uno de los referentes, no el único, porque deben trabajar conjuntamente con servicios sociales, limpieza, etc.
Hay una relación entre seguridad y limpieza.
Sí, al final terminan siendo el mismo problema, porque la gente lo identifica como tal.
Cuénteme porqué la policía está acabada.
Yo en la policía creo, pero con una nueva profesionalidad. Hoy en día es una profesión que ya no se necesita en ese modelo de sociedad. Contamos con sociedades muy abiertas y globales, transversales y horizontales. Y tenemos policías encerradas, verticales y encapsuladas en un Estado y unas fronteras. Esto es un modelo del siglo XIX. Si queremos una policía del siglo XXI, debe tener las características sociales del siglo XXI.
¿Por ejemplo?
La policía en la calle debe tomar decisiones en el momento inmediato; deben rehacerse de nuevo los protocolos de actuación. El policía debe ser una persona muy polivalente y con autoridad. Debe saber dar los primeros auxilios en caso de un accidente, debe poder realizar una primera mediación en un conflicto. Es un estabilizador de conflictos, porque no se le puede pedir al policía que resuelva todo tipo de conflictos en el contexto de las sociedades globales complejas. Y la policía, de global y compleja, no lo es. Por tanto hay que buscar e incorporar a otros actores y ofrecer otras capacidades de resolución, tener mucha más autonomía y, al mismo tiempo, estar más controlada.
¿Cuáles son las principales amenazas que tiene Barcelona en términos de seguridad?
Barcelona es una ciudad segura, muy segura. Yo he viajado bastante como para saberlo. Tiene principalmente los problemas derivados de la percepción de inseguridad que tienen que ver con limpieza e iluminación, donde hay importantes carencias que deberían arreglarse. Y, después, otra serie de problemas asociados a que Barcelona es una de las capitales turísticas mundiales, lo que propicia casi inevitablemente un porcentaje de casos de hurtos, robos, etc.
Para acabar: ¿la incapacidad de la izquierda de articular un discurso sobre seguridad hace que esta sea más susceptible a comprar el marco ideológico de la derecha?
Sí. Yo creo que sí. Es más, la izquierda carece de discurso en materia de seguridad. Cuando gobierna, suele externalizar la seguridad a jueces y personas independientes. A menudo no quieren asumir los debates internos que les supone. Y esto es un problema.
Para empezar no somos independientes. Estamos vendidos a la Europa del capital, a EEUU y al ejército terrorista nº 1 mundial, la OTAN.
Si hemos permitido que nos vendan, si ya no somos dueños de nosotros mismos, antes que la seguridad tendríamos que recuperar la libertad, la independencia ¿no?
A nivel nacional no se hicieron los deberes: la Transición española fué una pantomima dirigida por los verdugos para que todo siguiera bien atado, y bien atado sigue, tanto, que España sigue siendo sociológicamente franquista. Aún no se ha hecho la Verdad, la Justicia y la Reparación.
Catalunya siempre ha sido más despierta y abierta por éso es más segura.
ALGUNAS «COSILLAS» ACERCA DE LA OTAN QUE NADIE LE HABÍA CONTADO HASTA AHORA
https://canarias-semanal.org/art/33388/el-cielo-de-canarias-se-convierte-en-campo-de-entramiento-para-la-guerra-entre-potencias-por-el-control-de-africa