Análisis | Opinión
Por qué no somos 100% independientes. ¿Qué falla en ‘La Marea’?
"Cumplir los nueve primeros puntos del decálogo de independencia es la principal razón por la que incumplimos el décimo y, demasiado a menudo, se retrasa el pago de las nóminas y de las colaboraciones", escribe la directora de 'La Marea'.
«¿Por qué La Marea no es 100% independiente?». Sí,el titular de portada de LaMarea90 es un clickbait de manual. También una pregunta retórica. Si sueles leer esta revista, seguro que has adivinado nuestras respuestas al test que plantea diez claves para medir la independencia de un medio de comunicación. El punto 10, ahí fallamos: «Las/los periodistas del medio trabajan en unas condiciones laborales dignas«.
En este apartado incluimos a nuestros colaboradores y colaboradoras, compañeros y cómplices necesarios para sostener un proyecto como este durante una década. Pero lo hemos explicado ya demasiadas veces y no queremos aburrir ni llorar. Cumplir los nueve primeros puntos del test es la principal razón por la que incumplimos el décimo y, demasiado a menudo, se retrasa el pago de las nóminas y de las colaboraciones. Para ser consecuentes, deberíamos cerrar La Marea. Sin embargo, contra todo pronóstico, insistimos en seguir aquí a pesar de la precariedad.
La dignidad –las “condiciones laborales dignas”– es un concepto complejo. Algunos de los que trabajamos en este medio lo hemos hecho antes, con buenos salarios, en grandes redacciones en las que, en ocasiones, algún periodista retiraba su firma de un artículo porque no lo reconocía después de las correcciones de su jefe. También sabemos de colegas que deben redactar piezas a ritmos inhumanos o sufren presiones de distinta índole. Supongo que haber vivido algunas de esas situaciones explica que –“si me dan a elegir”, como dice la canción– prefiramos mejorar La Marea.
Para lograrlo, debemos mirarnos al espejo. Al hacerlo, la primera conclusión a la que llegamos es que somos libres, pero nuestra libertad es la propia de las democracias liberales. En teoría, podemos hablar de todo, informar sobre todo; en la práctica podemos hacer mucho menos de lo que deseamos y hallamos cada vez más dificultades para difundir nuestro trabajo. De nuevo, la falta de recursos nos impide tener especialistas en SEO que se dediquen a posicionar nuestras piezas en los buscadores y conseguir más lecturas. Otro día hablaremos de la tiranía del algoritmo, aunque no sea nada nuevo; es el mercado, amigo.
Decidir a qué dedicamos nuestras fuerzas tiene consecuencias indeseadas para quienes creemos que el periodismo debe fiscalizar al poder, el económico y el político. Si solo podemos publicar 20 artículos a la semana, intentamos que estos sean lo más marea posible. Es decir, que tengan enfoques propios y cubran aspectos poco tratados en otros medios. Quizá por ello no publicamos todas las piezas que deberíamos sobre el gobierno de coalición. Hay muchos haciéndolo, podríamos consolarnos. Pero esa excusa no nos satisface, más bien resulta frustrante. Tanto como no contar con más manos para analizar los audios de Villarejo que muestran la mala praxis periodística de Ferreras y su jefe en Atresmedia, Mauricio Casals, en la guerra sucia contra Podemos. O para actualizar el dossier que dedicamos a Florentino Pérez en 2015. O para poner bajo la lupa los negocios del magnate Jaume Roures, de nuevo en el punto de mira este verano tras comer con Villarejo y salir al rescate del Barça en una polémica operación.
No publicar un tema en un momento concreto levanta suspicacias. Pero nos defendemos bastante bien en ese terreno –el punto 9 del test–. Aun así, como decíamos en el editorial de este número, este verano ha sido «asfixiante». Se creó un clima que, entre otros, hizo que Antonio Maestre dimitiera como subdirector de La Marea porque quería evitar que usaran su figura para perjudicar al medio. Su caso sirve para recordar las palabras del profesor Mario Crespo, quien en el dossier afirma que la audiencia cada vez «critica más pero es menos crítica».
Por suerte, la comunidad suscrita a La Marea vive bastante ajena a esas consignas que lanzan quienes no valoran –quizá sí lo hagan, y eso sería muy preocupante– lo dañinas que son las campañas que animan a cancelar la suscripción de un medio porque les disgusta un reportaje o una periodista. A veces, mientras preparamos una cobertura, comentamos «vamos a tener pollo, se va a liar». Pero seguimos adelante. Podría poner varios ejemplos de cómo nos la jugamos.
Sin embargo, si soy honesta, también debo admitir que en alguna ocasión pensamos «este deberíamos darlo solo en la revista y no liberarlo». Liberar es el verbo que usamos. El motivo es que sabemos cómo se tergiversan titulares y frases sacadas de contexto en las redes sociales. En esos casos preferimos liberar revistas completas.
Nuestra independencia no es absoluta. Tiene límites, por supuesto, pero no los marca nadie en ningún despacho, en ningún restaurante. Eso sí puedo asegurarlo al 100%. Desde hace casi diez años.
La UE faculta a los gigantes de internet para censurar información en crisis como la guerra de Ucrania.
No exageres Lola, que no es ningún Losantos, ni Ferreras, ni Inda, ni Herrera o ¿los preferirías?
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Cerca de diez mil personas se congregaron el pasado sábado 8 de octubre frente al Parlamento británico para crear una cadena humana que rodeara el edificio como protesta contra la extradición de Julian Assange a EE.UU. decretada por los tribunales de Gran Bretaña.
Bajo el grito de “Free Assange” (Libertad para Julian Assange) los manifestantes rodearon con una cadena humana el Parlamento para exigir la inmediata libertad del periodista australiano Julian Assange. Considerado como preso político, son muchas las asociaciones de periodistas de todo el mundo que se oponen a las pretensiones del gobierno norteamericano de juzgar a Julian Assange por alta traición. Su delito consistió en informar al mundo de las actuaciones criminales del gobierno norteamericano a través de la agencia informativa WikiLeaks, de la que fue fundador. Gracias a WikiLeaks salieron a la luz escalofriantes detalles de todas operaciones terroristas, invasiones y asesinatos selectivos que Estados Unidos ha llevado a cabo contra cualquier nación o dirigente político que denuncien o se opongan a sus pretensiones.
Julian Assange, que estuvo refugiado en la embajada ecuatoriana de Londres durante siete años, se vio finalmente traicionado por su propia empresa de seguridad (la empresa Undercover Global que dirigía el mercenario español David Morales, protegido por la ministra de defensa Margarita Robles).
El ilegítimo presidente de Ecuador, Lenin Moreno, como parte de su trato con Estados Unidos para acabar con el presidente democráticamente elegido Rafael Correa, entregó en abril de 2019 a Julián Assange a la justicia británica, que desde entonces lo tiene en prisión a la espera de su extradición a EE.UU.
Entre otros dirigentes políticos y sindicales que han hecho oír su voz este sábado contra la extradición de Assange, se encuentra el memorable dirigente del partido laborista británico Jeremy Corbyn, que tras la traición que sufrió por parte de sus propios compañeros para expulsarlo del partido, se había alejado completamente de la vida política. Corbyn ha advertido a los jueces del Tribunal Supremo británico -en cuyas manos está la decisión de extraditar al periodista- que acceder a las pretensiones del gobierno norteamericano y entregarles a Julian Assange supondría, por una parte, someterse a las criminales maniobras de EE.UU. con respecto a la libertad de prensa y, por otra, transgredir los derechos internacionales de libertad de información en los que se basa cualquier sistema democrático.
Magnífico!!!
Esto sí que es un verdadero»streap tease» intelectual.
Por eso soy «fan» de vuestra publicación.
Y no solo por la información que me aporta, del uno al otro confín del país, sino por el punto de mira que coincide con el mío. Es mi suerte.
! Larga vida al medio( i a todos vosotro(a)s¡.Hoy hago otra pequeña aportación.
Roger Caballé (viejo jubilado de Catalunya).
EDITORIAL. Cuando los corresponsales y Agencias se ponen al servicio de la OTAN y mienten sin vergüenza.
La maquinaria de propaganda de la OTAN está servida. Desde hace semanas no hay corresponsal ni Agencia de noticias que no tilde al ejército ucraniano (los batallones nazis y los mercenarios extranjeros contratados por empresas privadas han sido olvidados) de valientes luchadores que avanzan y avanzan. No se explica que bombardean a los que ellos consideran su propio territorio (las regiones del sur) y se esconden las matanzas y crímenes de guerra para que el público USA/UE no se atreva ni a dudar que los malos son los rusos. El sabotaje al gaseoducto Nord Stream ha pasado a segundo término antes de que se sepa la verdad porque las pruebas empezaban a ser sospechosas. En este contexto, contrastar la información se convierte en una causa prohibida y hacerlo es estar a sueldo de Putin. Es un desafío casi imposible. Observen este ejemplo: en las últimas horas ningun medio occidental (de esos libres y democráticos) se ha hecho eco de esta otra campana porque dicen que es propaganda. La de ellos, no….
https://insurgente.org/cuando-los-corresponsales-y-agencias-se-ponen-al-servicio-de-la-otan-y-mienten-sin-verguenza/
Haber tenido a Antonio Maestre de subdirector de vuestro medio ha hecho mucho daño. No haberlo quitado vosotros os está pasando factura. Asumid las consecuencias de mantener a semejante personaje en nómina hasta que a él le ha convenido irse a medios cloaqueros,de los que formaba parte cuando era subdirector
Tal vez debieran preguntar a Miguel Lacambra porque no son independientes. A ese tipo le encanta perseguir datos.