Sociedad

El miedo de la juventud: dejar de ser ciudadano para ser superviviente

Un informe de Cruz Roja destaca el aumento de la juventud que pide ayuda y sitúa sus mayores problemas en la cronificación de la pobreza, la falta de escucha y la necesidad de empleos no precarios.

Dos jóvenes miraN los anuncios de una inmobiliaria de Madrid. ÁLVARO MINGUITO

Casi es imposible acceder a una oferta laboral sin herramientas y conocimiento digital de cara a la postulación. Tampoco, claro, sin apenas formación, aunque para todo ello primero haya que haberse desenvuelto en un entorno que pueda ir más allá de la supervivencia del día a día. En pocas palabras: que tu familia no necesite que dejes de estudiar pronto porque hace falta un salario más en casa.

La cronificación de la pobreza y abandono escolar temprano, al igual que la discriminación por no poseer los recursos económicos suficientes para la obtención de una formación adecuada y un trabajo posterior, son algunos factores destacados por Cruz Roja en su último informe focalizado en la juventud. Sobre todo, alerta de que casi la mitad de las personas que han formado parte del estudio tienen miedo al futuro: se trata de una rueda en la que se retroalimenta el entorno empobrecido.

La directora estatal de Cruz Roja Juventud, Paula Rivarés, recalca que, tras la pandemia, atendieron a un 97% más de jóvenes. “Se da una transmisión intergeneracional de la pobreza. Si tu entorno es pobre, tendrás dificultades y sufrirás cierta discriminación. De hecho, muchos de ellos no pueden comprar un móvil, algo esencial en la forma de relacionarse entre jóvenes, así que pierden la oportunidad de desenvolverse entre sus iguales”, explica. 

En resumen: la pobreza se hereda y, junto a ella, el aumento del abandono y fracaso escolar: “Porque si tu familia se encuentra en una situación vulnerable, lo más normal es que con 16 años dejes de estudiar y te pongas a trabajar”, añade Rivarés. El 41% de la juventud encuestada afirma tener miedo al futuro debido a la incertidumbre que le provoca el no saber de qué va a trabajar o qué ocurrirá en el corto plazo. Este dato tan impactante, indican desde Cruz Roja, se conjuga con lo sufrido por parte de este grupo social durante la pandemia.

La COVID 19 hizo grandes estragos en la juventud: “Fue uno de los colectivos que más solo se sintió y que más dificultades tuvo para adaptarse. Con el confinamiento, muchos de ellos no tenían las herramientas digitales adecuadas para seguir con las formaciones en las que estaban inmersos”, afirma la directora estatal de Juventud. Muchos de los que sí poseían dispositivos digitales ni siquiera pudieron acceder a Internet al no poseer Wi-Fi en sus domicilios.

En 2019, Cruz Roja atendió a 99.591 usuarios y usuarias de entre 16 y 30 años, una cifra que aumentó considerablemente hasta los 196.897 registros del año siguiente, con la eclosión de la pandemia.

De ciudadano a superviviente

Toni Bruel, coordinador general de Cruz Roja en España, enfatiza la frase «dejar de ser ciudadano para ser superviviente«. Desde su punto de vista, “llega un momento en el que las cosas se tuercen tanto que no puedes participar de la vida social porque solo estás preocupado por comer, acceder a la universidad o a un trabajo, aunque sea precario”. En esas condiciones, parece imposible no caer en cierta desaceleración a nivel mental, pensar que no hay nada que te interese.

Cerca del 42% de los jóvenes no tiene interés por la política, se desconecta de la participación social porque, simplemente, están ocupados en intentar sobrevivir un día más, apuntan en el informe. “Hay otro aspecto muy gráfico, que llamamos mendigar Wi-Fi, y es que la mitad de las personas que atendemos tienen que buscar una conexión a la red, de la que carecen, para realizar cualquier tipo de gestión”, añade el propio Bruel.

El informe deja otros porcentajes a tener en cuenta: el 36% no se siente representado por ningún partido político; un 24% siente que no disfruta plenamente del ejercicio de sus derechos; el 21% no se siente identificado con su entorno habitual y un 12% tiene falta de interés por las actividades sociales a las que tiene acceso.

Exposición a la cultura de la inmediatez

No es difícil saber qué consecuencias conlleva esta realidad, como una gran limitación en la búsqueda de empleo. A todo ello se suman ciertas dificultades que no por repetidas son menos importantes. Según el coordinador general, muchas personas no pueden comer proteínas tres veces a la semana y más del 36% sufre pobreza energética, es decir, no tienen asegurado el pago de la factura de la luz. Así lo recalca Bruel: “Son supervivientes, solo se buscan la vida, y es muy difícil que así y al mismo tiempo te puedas formar o buscar un trabajo”.

La juventud, además, se enfrenta a algunos miedos que sus generaciones predecesoras no sufrieron. Así lo atestigua el programa de soledad de Cruz Roja, al que muchos y muchas jóvenes llaman. “A lo mejor se sienten angustiados porque alguien no le ha dado un like a una foto suya, y quizá si hablaran de ello con sus tutores legales no lo verían importante, pero para los chavales sí que lo es”, continua Rivarés. Según recoge el informe, “los chicos y chicas en situación de vulnerabilidad social se ven todavía más expuestos a la cultura de la inmediatez”.

Ilustra la realidad como un laberinto del que no saben salir sin refuerzo y acompañamiento. Para ello, resulta primordial una fase de escucha en la que la persona afectada pueda mostrar su realidad sin temor para, después, esbozar un plan integral e individualizado. Cruz Roja posee convenios con empresas en las que aquel estudiantado formado en la organización puede ir a hacer prácticas y así quedar abierta la puerta a una posible contratación.

“Es imprescindible dar una segunda oportunidad a toda esa gente que, por un motivo u otro, tuvo que ponerse a trabajar sin apenas haber terminado sus estudios, porque muchas veces lo hicieron por la sencilla razón de que su entorno familiar necesitaba ese dinero para salir adelante”, prosigue Rivarés. En este punto, las competencias digitales es uno de los aspectos que más hay que tener en cuenta. Según la directora de Cruz Roja Juventud, la juventud es nativa digital pero nadie les ha explicado las múltiples funciones que hay en un Word.

De esa forma, intentan cortar la pescadilla que se muerde la cola una y otra vez tal y como los datos confirman: “El 31% de los menores de 19 años no encuentra trabajo por falta de experiencia laboral, pero no tiene experiencia porque no les contratan”, reflexiona la responsable de Cruz Roja. Por otro lado, el perfil mayoritario de personas que se encuentran en esta rueda que es difícil frenar son mujeres de 19 a 30 años. “Para terminar con esta dinámica, entendemos que primero todo el mundo debería tener cubiertos los servicios básicos para que dejaran de ser supervivientes y así puedan aprender competencias. Mientras aprenden a pescar, darles de comer”, determina Bruel. 

Desequilibrio mundial de la riqueza

Así pues, él objetiva tres ámbitos en los que trabajar: primero, activar a las personas a través de la formación; después, facilitarles el acercamiento a un entorno laboral seguro y no precario o de subsistencia; y por último, incentivar su participación social. “Nos enfrentamos a un fenómeno mundial de desequilibrio de la riqueza y que tendrá que tener elementos correctores. No está en nuestras manos cambiar eso, pero sí el tener conciencia de que ese desequilibrio siempre va a afectar más a las personas más débiles”, concluye el coordinador general de Cruz Roja en España.

La muestra del estudio estuvo conformada por 45 personas, 26 mujeres y 19 hombres, repartidos en grupos focales entre personal laboral y voluntario de la organización y jóvenes atendidos por la misma. Entre las conclusiones que destaca la entidad se encuentra el malestar emocional y psíquico que puede provenir del fracaso en la búsqueda de empleo que les lleva a pensar que la responsabilidad es totalmente de los jóvenes, y reafirman que “la precariedad laboral está directamente relacionada con la precariedad de la vida, con las dificultades de los y las jóvenes para emanciparse de sus familias, la desmotivación y la frustración, la desigualdad social y, en algunos casos, el abuso de sustancias legales o ilegales o las adicciones comportamentales”.

Este artículo fue publicado originalmente en La fàbrica digital

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Comentarios
  1. DERECHOS SI, CARIDAD NO.
    NO SE LLAMA DESEQUILIBRIO DE LA RIQUEZA, SE LLAMA CAPITALISMO.
    Interesante informe.
    No niego la buena labor de la mayoría de las Ongs. (sobre todo Intermón, que al tiempo que cumple sus funciones denuncia con abundantes datos los estragos e injusticias del capitalismo); pero al fín y al cabo las ongs. son parches que ayudan a seguir sosteniendo un sistema insostenible. Para el ser humano y para el Planeta.
    Tengo entendido que Cáritas, no se si tambien Cruz Roja, ámbas ongs. derechistas, recibe una importante subvención de Bruselas para paliar la precariedad. Esa subvención en todo caso le correspondería al gobierno; pero en todo caso que la Europa del capital se meta esas subvenciones donde le quepan, exijamos leyes sociales justas y luchemos para que se cumplan.

  2. Elegir a Cesar Vidal como el intelectual de referencia que ha de servir de modelo a una juventud provocadora que se rebele contra el inmovilismo y que defienda el derecho y la libertad y en contra del “establishment” y las jerarquías dominantea, es ponerse el horizonte un espejo.
    Es verdad que la población europea, acomodada, ha perdido de vista las muchas dificultades que se han tenido que pasar para llegar a alcanzar el un mundo de derechos que lleva demasiado tiempo estancado –desde la revolución conservadora que freno los derechos y las libertades además de organizar el reparto incrementando las diferencias a favor de unos pocos, pero que conste que la hegemonía dominante desde entonces es la neoliberal (conservadores en lo social y ultra-liberales en lo económico).
    Ahora solo nos queda volver a caer en el mismo error que nos llevo a la crisis de 1929, de la que 2008 es, mutatis mutandis, una repetición: facilitarle al fascismo a través del fracaso económico y la degeneración del sistema, la posibilidad de vender soluciones mágicas y profetas del odio.

  3. El miedo de la juventud europea a ser ciudadana no es sino un fiel reflejo del miedo de la población europea a portarse como ciudadana, con derechos y obligaciones substanciales. O, lo qué es lo mismo, el miedo a dejar de comportarse como súbdito incondicional de la iinstitución a la qué un conocido intelectual español: el Dr. Cesar Vidal llama » la chusma de Bruselas». En efecto, esa gente, a la cual no ha elegido nadie – con su sumisión enfermiza frente a la inmoral y psicopatico- esquizofrenica dirigencia politica de USA- se ha convertido en la mayor peste qué ha asolado a Europa jamás. Porqué esa «chusma» , prarafraseando a Vidal, está llevando a Europa entera a su completa disolución. Y lo está haciendo de todas las maneras posibles: por medio la destrucción de sus industrias, del paro y la miseria, del enriquecimiento sin limites de banqueros y algunos industriales y politicos, proceso qué terminara finalmente en una guerra de extinción con Rusia. Lo trágico de esto es qué mientras esas barbaridades ocurren, la población europea parece un zombie qué no se entera, pues, no protesta enérgicamente y en masa, se ven pocos signos de que es consciente de la tragedia y menos de qué es la unica qué puede detener la apocalipsis provocadas por una banda de psicopatas inservibles: la Reserva Federal y sus «think tanks», Biden, Zelenski y Putin.
    La unica noticia esperanzadora de los ultimos tiempos: ayer, en Praga, hubo una manifestación gigantesca en la cual los checos exigían tres cosas: la salida de Chequia de la UE , el fin de la guerra y el regreso a la minima normalidad. No lo decian, pero esto último es imposible con von der Leyen, Borrell y Stoltemberg en el poder.

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