Opinión

Europa en la encrucijada: un invierno de protestas

"Sea por la falta de pan [...] o sea por la probable escalada de grupos extremistas, lo que va quedando claro es la debilidad de una democracia que habrá que defender con uñas y dientes", argumenta Azahara Palomeque en este artículo.

Protesta junto a la Federación Belga de Empresas contra el aumento del coste de la vida y los precios de la energía. REUTERS / VALERIA MONGELLI / HANS LUCAS

Todavía se nota el calor en buena parte de la península. El sol sigue abrasando insistente, las terrazas hierven de comensales, y mucha gente continúa aferrándose a un verano que ya termina y ha supuesto la celebración, por vez primera desde el comienzo de la pandemia, de multitud de fiestas populares y vacaciones pospuestas. Sin embargo, los síntomas de un invierno sobre el que pesan un gran número de alertas no se están haciendo esperar y, más allá de las temperaturas, vienen en forma de protestas debido a una crisis energética que está amenazando tanto el equilibrio democrático de Europa como la supervivencia de los más vulnerables.

Junto a la multiplicación del precio de las facturas en los hogares, las empresas de varios países están lanzando misivas de socorro ante una ruina casi segura, algunas tan importantes como las de fertilizantes, cuya capacidad productiva ha caído un 70% a causa, especialmente, del precio del gas. La emergencia alimentaria en ciernes se suma así a un malestar instigado por la carestía de prácticamente todo, conforme la inflación en la eurozona supera el 9% y, dependiendo de la nación, alcanza números mayores –en España es del 10,4%; en Estonia, Letonia y Lituania ya sobrepasa el 20%–. 

El compendio de estas circunstancias, tras un estío plagado de anomalías climáticas en que se ha normalizado la palabra ‘ecoansiedad’, está produciendo una tensión social generalizada que, si bien cristaliza de manera distinta según las particularidades de cada territorio, muestra signos análogos, legibles como una serie de “señales que precederán al fin del mundo”, citando el título de la sobrecogedora novela de Yuri Herrera.

Francia: una huelga de controladores aéreos ha obligado a cancelar cientos de vuelos; Grecia: los sindicatos se manifiestan para lograr una subida de sueldos, mientras los estudiantes se ponen en pie de guerra por la contratación de policía universitaria. Reino Unido: aún bajo los efectos del boato en torno al funeral de Isabel II, la primera ministra Liz Truss recibe avisos de una posible ristra de empresas condenadas a la bancarrota si el gobierno no actúa. En este país, los trabajadores del puerto de Liverpool, uno de los más grandes, ya han anunciado una huelga de dos semanas que causará disrupciones severas en la cadena de suministros, y la plataforma ciudadana Don’t Pay se está organizando para no pagar las facturas energéticas a partir del 1 de octubre si alcanzan el millón de miembros (por ahora, se han unido unas 190.000 personas).

En Austria, la subida de los precios impulsó a las calles el pasado sábado a más de 30.000 ciudadanos que, convocados por los sindicatos, reclamaban medidas para reducir el coste de la vida y un incremento del salario mínimo. Por su parte, la ultraderecha alemana está rentabilizando un descontento social masivo a pocos días de que Rusia interrumpiera el caudal de gas que les llegaba por el Nord Stream 1. Según informa El País, a la manifestación que se produjo recientemente en Leipzig acudieron 4.000 personas, entre las que también había representantes del grupo izquierdista Die Linke, y ya se habla del “invierno de la ira” en referencia a futuras protestas.

Aunque, sin duda, la concentración más multitudinaria de las últimas semanas sobre suelo europeo ha sido la sucedida en Praga y otros enclaves de la República Checa; aquí, más de 70.000 personas, principalmente de orientación ultraderechista, pero también comunista, se dieron cita para exigir que se ponga freno a la carestía de la energía, así como una reconsideración de la pertenencia del país a la Unión Europea y la OTAN.  

Este muestrario del malestar continental es significativo del daño que está infligiendo la guerra y, sobre todo, el posicionamiento de los diferentes gobiernos frente a las acciones de Putin, pero no tiene en cuenta otros efectos colaterales que podrían agravar aún más la crisis en Europa. Según un estudio, el riesgo de agitación social está creciendo de cara al invierno en países como Egipto y Argelia, lo cual podría desencadenar consecuencias devastadoras también en España, teniendo en cuenta que este último es uno de nuestros principales proveedores de gas.

Por otra parte, se prevé una escasez de gas procedente de Estados Unidos debido, entre otros factores, al incremento de la demanda a este lado del Atlántico. A pesar de que la mayoría de las naciones europeas están poniendo en marcha medidas de corte intervencionista que van desde la revisión del mercado marginalista a la nacionalización de compañías energéticas, además de ayudas sociales y subvenciones al combustible, todo indica que son insuficientes para mitigar la gravedad de la situación y aplacar la rabia de la gente que ha visto mermado su poder adquisitivo hasta no saber si podrán hacer frente a los gastos de luz, calefacción o alimentos.

Así, junto a las iniciativas que persiguen contener ese descontento popular desde las políticas públicas, es de esperar un aumento de la represión en las calles. Sea por la falta de pan, empleo, la libertad de ejercer el derecho a la protesta pacífica, o sea por la probable escalada de grupos y partidos extremistas, lo que va quedando claro es la debilidad de una democracia que habrá que defender con uñas y dientes. 

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Comentarios
  1. Mientras el sistema productivo evolucionaba gracias al avance tecnológico y del conocimiento facilitando el enriqueciendo de las oligarquías que lo aprovechan gracias a su posición de privilegio desde la revolución conservadora, que en los 80 decidió dinamitar el Estado del Bienestar, el mundo ha estado girando a la derecha hasta mostrar irreconocible la realidad y su relato. Nos cuentan que el esquilmado, que ha llenado los bolsillos de la minoría; “deslocalizando” el trabajo hacia países con semi-esclavitud que les facilitan el incremento de márgenes presentes en la supresión de derechos y costos de producción del trabajo desplazado, pero también introduciendo pobreza y escasez, reduciendo la demanda, de los países del trabajo desplazado; es, en realidad, la única forma posible de hacer avanzar el mundo, que no existe otra posibilidad de que las cosas mejoren que asumir este mecanismo que expropiación que se maneja desde el cambio de valor que los mercados, manipulados por la elite de la elite, que, además, usa los precios para incrementar las diferencias: transferir hacia el trabajo la carga de los desastres de su propia economía y de las limitaciones que expropiar a la mayoría los beneficios de su esfuerzo –su trabajo y su saber- conlleva.

  2. Que bonito panorama, es tan lindo y prometedor, que deberíamos sacar la guillotina para festejarlo, a ver si así vemos algo democracia

  3. La Unión Europea va de comparsa.
    Sus mandamases confunden la velocidad con el tocino, otra cosa son los Estados Unidos, con pillería propia y estulticia ajena. Entre todos han creado un gran problema: el enfrentamiento con Rusia, que los Estados Unidos han ideado y preparado con Ucrania.
    Sólo la miseria intelectiva de los políticos y burócratas europeos pueden considerar a Rusia como una amenaza para los países de la UE, pues no han sido atacados ni amenazados por Rusia, que pretende situar sus fronteras dando cabida en ellas a las repúblicas de Donetsk y de Lugansk, mediante referéndum de los ciudadanos que las habitan, alejando así un poco la capacidad de ataque inmediato de la OTAN. Rusia no ha amenazado ni siquiera a los países del Báltico, por lo que pretender que amenaza a Alemania, Francia, Italia, Austria o España (no digamos ya Portugal), es de una inteligencia esmirriada o vana excusa.
    La confrontación entre Rusia y Estados Unidos no la padecen lo más mínimo los norteamericanos en sus carnes, aunque económicamente la inflación o las dificultades de abastecimiento de algún producto les cause malestar. En cambio, los ciudadanos europeos que hemos vivido pacíficamente con Rusia y hemos establecido acuerdos de mutuo interés y teníamos en el mercado ruso unas buenas expectativas para nuestras empresas, o sea, para el empleo y los salarios de muchos ciudadanos, nos hemos de sacrificar por los intereses de una potencia que ha iniciado su decadencia y se resiste a admitir la conveniencia de negociar en lugar de imponer sus criterios en el orden mundial.
    No debemos demorar más el abandonar los intereses de los Estados Unidos a su suerte y defender los intereses propios, sin que los burócratas y políticos de las instituciones de la UE vengan a medrar en favor de los Estados Unidos.
    (Ferran Jaén Coll, profesor Departº Economía y Empresa – Universitat de Vic. El peligro proviene más de EEUU que de Rusia, – Rebelión, org)

  4. Le llamais democracia y no lo es.
    Llamarle por su nombre: la siniestra dictadura del capital.
    El bienestar de Occidente a costa de empobrecer, invadir, masacrar si es necesario, saquear los recursos de otros pueblos.
    A esta falaz «democracia» lo que debemos hacer es tumbarla.
    Revolución o extinción.
    En el reino de España los súbditos somos obedientes y educados. Ya no protestamos por nada, hemos comprendido que es de mal gusto, es de gente «inculta».

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