Crónicas | Cultura
Otra lección de Labordeta: nadie ha entendido nada
Un documental recorre la vida de José Antonio Labordeta desde el prisma personal: un hombre que sufrió mucho por el mundo que tenía alrededor.
El documental comienza con una capilla ardiente. Colas de personas para dar un último adiós. El visionado coincide con el funeral de la reina de Inglaterra, que lleva más de una semana por todas las televisiones, por todos las redes, por todos los medios de comunicación. A quien despiden en esta otra pantalla, sin embargo, no es un rey, ni lo velan en un palacio, ni murió estos días. Es Labordeta, un hombre sin más, como se titula la cinta que se estrena este viernes en cines, doce años después de su muerte por un cáncer.
“Es la letra de papá”, dicen sus hijas en un momento del documental a su madre, Juana de Grandes, con ese pellizco de incredulidad y a la vez mágico que se te coge por dentro al pensar que quien hizo esos garabatos fue él, una persona que estaba viva y que ya no está, que fue tu padre o tu marido o tu amigo.
Labordeta, el cantautor, el poeta, el profesor, el político, el hombre que puso el alma a Un país en la mochila, el que mandó a la mierda a los diputados del PP en el Congreso, y el que no ha visto toda la podredumbre que se está cociendo ahora, es alguien a quien, con mucha más razón, doce años después de su muerte, se le sigue echando de menos.
Cuando una ve el documental –codirigido por Paula Labordeta y Gaizka Urresti– concluye, además, que es alguien, un hombre –no un rey, no un político, no un gurú– que debería estar siempre, también en esta época, en la que podemos tararear su Canto a la libertad a veces con alegría, a veces con tristeza, a veces con esperanza –como cuenta Juana que hacía él– ante la situación de desigualdad, polarización y pobreza que estamos viviendo ahora –como hacía él cuando murió Franco–. “Habrá un día en que todos / al levantar la vista / veremos una tierra que ponga libertad”. Es prácticamente imposible no emocionarse en este pasaje.
Él mismo se lo dice a su amigo Eloy Fernández, con quien se embarca en el camino para reivindicar que Aragón existe, que los aragoneses existen, que están ahí: no hemos hecho bien las cosas, tenemos que seguir trabajando. Y eso es lo que, a través del testimonio de su mujer y de sus tres hijas, Paula, Ana y Ángela, muestra también la cinta: un hombre que sufrió mucho por el mundo que tenía alrededor, al que le afectaba todo, las injusticias, las desigualdades, que se sintió completamente solo y pasó por muchos momentos de desasosiego, en constante desazón. “Desearía volver a hablar de mi mujer y de mi hija. Gracias a las dos vivo y supero esas crisis producidas por mi melancolía, ambas me hacen olvidar todo”, dejó escrito en el diario el 9 de octubre de 1966.
En ese recorrido hacia atrás, descubres a un hombre que no sabía bien qué hacer con su vida, que no quería estudiar oposiciones, que quería escribir siempre… Piensas, tal vez, en cualquier hombre de hoy en día, en cualquier mujer, en cualquier joven. Descubres a un hombre que cantó porque sabía que la canción llegaba, que era útil, pero que lo que quería de verdad era hacer poesía. “Asesinaos si así lo deseáis… Asesinaos, pero vosotros”, le leyó a Aznar en el Congreso, los versos de su hermano Miguel, cuando no había manera de que todo un presidente del Gobierno entendiera que las guerras son guerras, que no hay vencedores ni vencidos, que lo que hay son pérdidas por doquier.
Estamos hablando de un hombre al que también escupieron por la calle en los años de la mayoría absoluta de la derecha, al que le dibujaron una cruz gamada en el ascensor. Un hombre intimista, melancólico, que se fue una temporada solo con un dinero que le tocó en la lotería para leerse el Ulises de Joyce y decidir si seguía adelante con su noviazgo. Así, con la alegría de sentirse de nuevo, por unos instantes, en aquel momento ya pasado, se lo cuenta Juana a sus dos nietas en el documental, la mujer que estuvo siempre a su lado y que, de alguna manera, sentía que se lo habían robado, que tenía que reconstruir su vida para poder estar en paz. “Cuando lo dejó todo, fue para morir”.
La última página de su diario, escrita el 3 de julio de 1978, fue un aviso entonces, pero también lo es hoy para ese individualismo que campa cada vez más a sus anchas: es lamentable comprobar, cómo después de tanto trabajo, nadie ha entendido nada. Una nueva lección de un hombre, que, como dice su familia, siempre dio lecciones sin querer darlas.
Cancion Homenaje al Abuelo «Jose Antonio Labordeta» de la Ronda de Boltaña.
https://www.youtube.com/watch?v=H-FUBApi_DU
Dicen que el fuego se ha apagado,
sólo hay ceniza en el hogar,
sólo ausencia y frío en las cadieras
y el adiós del sol mientras se va.
Se consumió la vieja tronca,
árbol de luz y eternidad,
dándole calor, ¡ay, tierra ingrata!
a tu corazón de pedernal.
MI PAÍS NIÑO SE HA PERDIDO
DE LA MANO DEL ABUELO, Y LLORA Y LLORA.
PATRIA PEQUEÑITA, CUÉNTAME:
¿LLORAS POR TI, O LLORAS POR ÉL?
NO LLORES MÁS, QUE YA NO ES HORA.
VEN A HUNDIR LA MANO EN EL HOGAR.
¡SIEMBRA EN EL VIENTO SUS CENIZAS!…
Y VERÁS QUE AÚN HAY BRASAS DETRÁS.
Quedará la llama de un recuerdo,
un rescoldo tibio en el hogar;
el sagrado fuego que ni el tiempo
ni la muerte pueden apagar.
Versos que arden tan adentro,
chispas que un día prenderán.
La canción que te quema en la boca
como un beso que no olvidarás.
MI PAÍS NIÑO SE HA PERDIDO
DE LA MANO DEL ABUELO, Y LLORA Y LLORA.
PATRIA PEQUEÑITA, CUÉNTAME:
¿LLORAS POR TI, O LLORAS POR ÉL?
NO LLORES MÁS, QUE YA NO ES HORA.
ENTRE TODOS HAY QUE LEVANTAR.
¡VAMOS, CON LOS SUEÑOS EN ASCUAS,
A UN LUGAR QUE PONGA: LIBERTAD!
Dicen que ya nunca llegaremos,
que la antorcha dejará de arder;
que aquél sueño, suyo y nuestro, nació muerto,
y que siempre giró el mundo así, al revés.
Que aquella tierra no ha existido,
que hay que olvidar y obedecer.
Se murió el abuelo, ¡fin del cuento!…
¡Ay, país, que es hora de crecer!.
¡CRECE, PUES, HONRANDO SU RECUERDO!
Y A LOS QUE AHORA DUDAN GRÍTALES:
¡VAMOS, QUE NOS TRAZÓ EL CAMINO.
ÉSA TIERRA EXISTE, Y LA VERÉIS!
¡CUENTALES QUE UN DÍA TÚ LO HICISTE!
¡QUE SE ENTEREN TODOS DE UNA VEZ
DE QUE UN NIÑO A HOMBROS DE SU ABUELO
PUEDE VER… TAN LEJOS COMO ÉL.!
Todo Aragón lloraba su muerte. Interminables colas en el Palacio de la Aljafería dónde se instaló la capilla ardiente para despedirle. Creo que por allí desfiló todo Zaragoza.
La mayoría de los zaragozanos ya se olvidó de Labordeta. La gente somos como la veleta.
Cuanta falta nos hace, con su personalidad, sus ideas claras, su sabiduría, su determinación. Era como un faro que orientaba en medio del algarabio y de la calculada confusión que se encargan de sembrar las derechas.
Se fué Labordeta y Aragón echó a recular a «aquellos años de extraordinaria placidez» que tanto añora la derecha española.
Hoy Zaragoza está gobernada por un retrógrado y caciquil PP., los balcones llenos de banderas españolas y muy muy pocas de nuestra tierra, 6 chavales antifascistas, «los 6 de Zaragoza» fueron condenados a seis años de cárcel por acudir a una manifestación contra un mitin de Vox en Zaragoza en 2019 y Alberto Cubero, concejal comunista de ZenC está siendo juzgado estos días por una denuncia de Vox que le acusa de apología del comunismo. El juez que lleva ámbos casos, Carlos Lasala, está vinculado a un sistema judicial que persigue y condena la movilización social.
Ante un panorama desesperanzador me agarro al párrafo del «Canto a la libertad» que dice: «Tambien será posible que esa hermosa mañana ni tú ni yo ni el otro la lleguemos a ver; pero habrá que empujarla para que pueda ser»