Opinión

¿Fin de la era de la abundancia?, pero no del cinismo

"Hablar en términos de “todos somos responsables” no tiene otro propósito que lanzar una cortina de humo para ocultar los intereses de los de arriba", escribe el economista Fernando Luengo

Macron, tras conocer la victoria en la segunda vuelta de las presidenciales francesas. REUTERS

El presidente francés Emmanuel Macron lo ha proclamado, con la solemnidad de las declaraciones destinadas a pasar a la historia, a que abran un nuevo rumbo que oriente la actuación de ciudadanía y gobiernos, instituciones locales, estatales y globales. ¿Y cuál es el mensaje? Que, por lo visto, la edad de la abundancia ha terminado y que irrumpe otra que estará marcada por la austeridad, el ahorro. A Francia, a los franceses, al mundo entero; se acabó el periodo de las vacas gordas.

Pero, por poner el foco en una minucia, me pregunto: ¿quiénes son los franceses? ¿Qué es eso que denominamos Francia? Unas preguntas que, por supuesto, también nos podríamos formular nosotros, que todos nos deberíamos hacer. Y, para contestarlas, acudo a las estadísticas con la intención de recabar información sobre esa abundancia a la que alude el clarividente presidente galo.

Encuentro en los datos proporcionados por la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) -que, ya lo sabemos, son estimaciones, aproximaciones a una realidad compleja que no siempre es fácil traducir en datos concluyentes-. En este caso nos ofrecen una interesante y necesaria aproximación. Resulta que eso que, convencionalmente, se denomina “Francia” o “los franceses” no existe como entidad homogénea, es una pura invención. 

Veamos de cerca algunos datos. El indicador de pobreza o exclusión social, AROPE -que mide la parte de la población que se encuentra en riesgo de pobreza o tiene carencias materiales o acredita baja intensidad de trabajo- alcanzaba en 2020 al 18,9% de la población, casi uno de cada cinco franceses, cerca de 12 millones de personas; Eurostat no ofrece información más reciente, pero, sin duda, la pandemia y la guerra es posible que hayan empeorado la situación.

¿Y la concerniente con los trabajadores pobres? Sí, soy muy consciente de que la teoría económica convencional rechaza la posibilidad, por contradictoria, de disponer de un empleo y permanecer en la pobreza, pues se nos ha contado ese cuento de que trabajar era casi condición necesaria y suficiente para dejar de ser pobre. Pues no, los datos apuntan en una dirección muy distinta. También los correspondientes a 2020 (y, ya lo he señalado antes, las cosas en los dos últimos años han ido a mucho peor) nos informan de que el 7,5% de la población asalariada francesa permanece en la pobreza (lo que significa que su ingreso está por debajo del 60% del salario mediano).

Me pregunto cómo recibirán estos millones de personas el mensaje de Macron; ¿pensarán que, quizá, sin ser conscientes de ello, han estado instalados en los placeres de la abundancia? 

Este es un retrato, sin duda tosco e insuficiente, de las condiciones en las que malviven los de abajo. La vida que realmente tienen, la que consiste en llegar con el agua al cuello a fin de mes, la de no poder cubrir necesidades muy básicas, como la calefacción, la educación o la vivienda, la de la angustia de tener que trabajar cada día en un empleo por el que reciben un salario miserable, padeciendo unas condiciones laborales cada vez más exigentes, la de ver cómo los precios de los bienes y servicios de primera necesidad suben sin tregua… La vida dura y difícil de esas personas no la puede reflejar ningún indicador estadístico.

¿Y los de arriba? Si miramos en esa dirección, ¿qué nos encontramos? El Global Wealth Databook 2021 elaborado por el Research Institute del Credit Suisse ofrece al respecto información interesante, también relativa a 2020. El 3,7% de los cerca de 68 millones de habitantes que tiene ese país, dispone de una riqueza superior al millón de dólares. El 10% de la población adulta atesora el 54,8% de la riqueza total, mientras que el 1% de esa población se embolsa el 22,1% de la misma. Solo 2611 personas acreditan disponer entre 50 y 100 millones de dólares y 74 de ellas contabilizan más de 500 millones de dólares; dados los numerosos agujeros de la regulación tributaria para los grandes patrimonios y fortunas y el muy generoso trato dispensado a los paraísos fiscales es seguro que la concentración de la riqueza es muy superior a lo mostrado por estas cifras

Pero, no nos despistemos, esta minoría de privilegiados, que viven en un mundo de privilegios, que nada sabe sobre las miserias de la gente de a pie, aunque continuamente imparte doctrina e impone políticas, esta gente, de la que Macron forma parte, ¿integra el grupo de los franceses al que hace referencia el presidente a los que pide comedimiento?

Pero no mezclemos churras y merinas, no confundamos las cosas. Es verdad, y este el único punto de partida aceptable, que el planeta vive una situación de emergencia que nos ha llevado a un escenario catastrófico; es necesario tomar medidas drásticas que no admiten demora. Pero, hay que ser conscientes de dos cosas y obrar en consecuencia. La primera es que los verdaderos responsables de los excesos, que ahora hay que corregir, han sido las oligarquías y las elites empresariales, la economía basada en la deuda, la colonización y descapitalización de lo público, la quema de combustibles como modelo de negocio y la obtención de beneficios extraordinarios. La segunda, estrechamente relacionada con la anterior, es que aceptar esa premisa significa que las políticas que se apliquen deben estar presididas por un criterio de solidaridad. Ni rastro de estas premisas en el discurso de Macron.

Una última consideración sobre el lenguaje tramposo. Hablar en términos de “todos somos responsables”, “fin de la era de la abundancia”, “necesidad de apretarse el cinturón”, también de “austeridad presupuestaria”, “disciplina salarial” y otros lemas de similar tono, no tienen otro propósito que lanzar una cortina de humo destinada a ocultar los intereses de los de arriba, que en realidad tan solo quieren mantener el actual estado de cosas y, sobre todo, los obscenos privilegios de los que disfrutan.

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Comentarios
  1. La codicia de los gigantes petroleros nunca ha sido mayor. Las cinco compañías petroleras más grandes del mundo han anunciado ganancias récord para el segundo trimestre de 2022. ¡Juntos, han ganado DKK 430 mil millones en tres meses!
    Ese dinero ha sido sacado directamente de los bolsillos de la gente común de todo el mundo cuyas facturas de gasolina, calefacción y energía se están disparando. Mientras que las compañías petroleras están obteniendo ganancias, millones de personas están siendo golpeadas por la pobreza, y se avecina una crisis económica mundial.
    Aunque las ganancias en este momento son aterradoramente grandes, no es nada nuevo que la industria de los combustibles fósiles esté recaudando dinero. En los últimos 50 años, la industria ha obtenido un beneficio de 22.000 millones de coronas danesas. Todos los días.
    Sobre la base de estas cifras, debería ser un asunto pequeño para la industria del petróleo y el gas poder permitirse el lujo de convertirse a la producción y venta de energía renovable.
    Pero en lugar de invertir en esa transición, han gastado dinero buscando aún más petróleo y gas, y bloqueando la acción climática.
    Sin embargo, la narrativa dominante en los anuncios con los que la industria del petróleo y el gas nos está bombardeando es que la industria está haciendo todo lo posible para ayudar a detener la crisis climática y ser parte de la solución.
    Seguiremos encontrando esta falsa narrativa en todas partes mientras los gigantes fósiles tengan libre acceso a la publicidad.
    Es necesario prohibir los anuncios más dañinos para el clima. Apoya con tu firma esta Iniciativa Ciudadana Europea.
    https://www.greenpeace.org/denmark/vaer-med/stop-fossilreklamer/?utm_medium=email&utm_source=smc&utm_campaign=dk_pg_fossil-fuels&utm_content=dk_pg_eci_fab_oil_profit&utm_term=none_nosi_none

  2. Macron habla del “fin de la abundancia”. ¿De dónde saca la frase? Del libro de Pierre Charbonnier (2020) Abondance et Liberté. La hipótesis principal de Charbonnier es que, desde el siglo XVII hasta nuestros tiempos, en la filosofía política y la economía política de Grotius, Locke, los Fisiócratas, los liberales (Adam Smith), Marx y los socialistas, Karl Polanyi, los keynesianos y los neoliberales, todos, de alguna manera entendieron que la abundancia económica dependía del acceso a la tierra, a las colonias y a la mano de obra esclava, de la energía hidráulica, de la máquina de vapor y, posteriormente, del carbón, el petróleo y el gas, pero no pusieron el estudio del metabolismo social (el flujo de energía y de materiales) en el centro del análisis político y económico. La abundancia trajo consigo la libertad (de algunos), y quienes aún no eran libres lo serían en un futuro de abundancia. Los filósofos políticos y los economistas relegaron las realidades físicas a un segundo plano, en lugar de ponerlas en el primer plano de la política. Tanto es así que el cambio climático causado por la combustión de carbón, bien conocido ya desde 1896 de la mano de Svante Arrhenius, no condujo a ninguna reacción política hasta la década de 1980. Es decir, pasaron casi cien años sin que hubiese ninguna reacción política. Durante el siglo XX, la combustión de carbón se multiplicó por siete, y la de petróleo y gas aumentó mucho más En incluso ahora, en 2022, las emisiones de CO2 aumentan.

  3. Por cierto, muy acertado e interesante el artículo de Fernando Luengo, estoy totalmente de acuerdo con lo que plantea. ¡Gracias!

  4. Lo que ha de terminar es la Era del Despilfarro: de la abundancia de contaminación y residuos, del exceso de trabajo inútil y perjudicial, el trasporte de acá para allá y viceversa, el ruido y el deslumbre luminoso de las noches…
    ¡Ay, qué descanso y qué alegría si tenemos más silencio y menos aviones, si nos fijamos más en lo cercano y decidimos no depender tanto del sistema!

  5. «ALEMANIA NO NOS ESTÁ PIDIENDO «SOLIDARIDAD» ENERGÉTICA… NOS PIDE VASALLAJE»
    Solidaridad fue la que Alemania no nos prestó durante «crisis de 2008» a los países del sur de Europa, obligándonos a recortar drásticamente la sanidad, la educación, las pensiones, los servicios públicos…
    El exteniente Luis Gonzalo Segura, ante demanda alemana de «solidaridad» energética a España y Portugal, formula algunos interrogantes a sus lectores: «¿No habría sido solidaridad que los países más poderosos de Europa, con Alemania a la cabeza, hubieran ayudado en la crisis de 2008 a los países del sur de Europa cuando lo necesitaron en lugar de obligar a recortar drásticamente en Sanidad o educación y mofarse de ellos llamándolos PIGS?.
    La pasada semana, el Gobierno de coalición socialdemócrata alemán se acordaba de España y Portugal para sugerir la posibilidad de que a través de estos dos países se extraiga gas o se construya un gasoducto que pueda ser utilizado para intentar aliviar las catastróficas dificultades por las que atravesará Alemania, si no logra solucionar el grave problema de su abastecimiento energético.
    En un reciente artículo titulado «Alemania no pide solidaridad energética, sino vasallaje», publicado en el digital ruso RT, prohibido en la Europa occidental y en los Estados Unidos, el ex teniente del Ejército español Luis Gonzalo Segura, se pregunta así mismo y a sus lectores, cuáles son realmente los motivos de la alharaca promovida en los medios de comunicación occidentales, que ahora demandan la «solidaridad» europea para con las dificultades por las que está atravesando la hasta hace poco ultrapotente economía alemana..
    https://canarias-semanal.org/art/33135/alemania-no-nos-esta-pidiendo-solidaridad-energetica-nos-pide-vasallaje

  6. EL CINISMO. RUSHDIE Y ASSANGE.
    [EEUU] Aquellos enojados por el apuñalamiento de Rushdie han estado desaparecidos en acción por una amenaza mucho mayor a nuestra libertad.
    El primer ministro británico, Boris Johnson, dijo que estaba “horrorizado de que Sir Salman Rushdie haya sido apuñalado mientras ejercía un derecho que nunca debemos dejar de defender”. Su canciller, Rishi Sunak, uno de los dos últimos aspirantes a la corona de Johnson, estuvo de acuerdo y describió al novelista como “un campeón de la libertad de expresión y la libertad artística”. Al otro lado del Atlántico, el presidente Joe Biden destacó las cualidades de Rushdie: “Verdad. Coraje. Resiliencia. La capacidad de compartir ideas sin miedo… Reafirmamos nuestro compromiso con esos valores profundamente estadounidenses en solidaridad con Rushdie y todos aquellos que defienden la libertad de expresión”. La verdad es que la gran mayoría de los que afirman esto como un ataque no solo a un escritor destacado, sino también a la sociedad occidental y sus libertades, han estado desaparecidos en acción durante los últimos años mientras se desarrollaba la mayor amenaza a esas libertades.
    O, en el caso de los líderes gubernamentales occidentales, han conspirado activamente para socavar esas libertades. Figuras y organizaciones prominentes que ahora expresan su solidaridad con Rushdie han mantenido la cabeza gacha, o hablado en voz baja en contra, o peor aún, se han convertido en porristas de este ataque mucho más grave: a nuestro derecho a saber contra qué crímenes masivos se han cometido. otros en nuestro nombre. Rushdie se ha ganado el apoyo de los liberales y conservadores occidentales por igual, no por ser un valiente articulador de verdades difíciles, sino por quiénes son sus enemigos.
    Si eso suena poco caritativo o sin sentido, considere esto. Julian Assange ha pasado más de tres años en confinamiento solitario en una prisión de alta seguridad en Londres (y antes de eso, siete años confinado en una pequeña habitación en la embajada de Ecuador), en condiciones que Nils Melzer, el ex experto en tortura de las Naciones Unidas, ha descrito como tortura psicológica extrema. Melzer y muchos otros temen por la vida de Assange si las autoridades británicas y estadounidenses logran alargar mucho más la detención del fundador de Wikileaks por lo que equivale a cargos puramente políticos. Assange ya sufrió un derrame cerebral, como señala Melzer, una de las muchas posibles reacciones físicas que sufren quienes soportan un confinamiento prolongado.
    Y todo esto le sucede a él, recordemos, por una sola razón: porque publicó documentos que prueban que, al amparo de un falso humanitarismo, los gobiernos occidentales estaban cometiendo crímenes contra los pueblos en tierras lejanas. Assange enfrenta cargos bajo la draconiana Ley de Espionaje solo porque hizo pública la espantosa verdad sobre las acciones militares occidentales en lugares como Irak y Afganistán. Sí, hay diferencias entre los casos respectivos de Rushdie y Assange, pero esas diferencias deberían suscitar más preocupación por la difícil situación de Assange que por la de Rushdie. En la práctica, ha sucedido exactamente lo contrario. El derecho de Rushdie a la libertad de expresión ha sido defendido porque lo ejerció para imaginar una historia formativa alternativa del Islam y cuestionar implícitamente la autoridad de los clérigos y gobiernos en tierras lejanas. El derecho de Assange a la libertad de expresión ha sido ridiculizado, ignorado o, en el mejor de los casos, apoyado débil y equívocamente porque lo ejerció para mostrar un espejo a Occidente, mostrando exactamente lo que nuestros gobiernos están haciendo, en secreto, en muchas de esas mismas tierras lejanas. . El derecho a la vida de Rushdie fue amenazado por clérigos y gobiernos distantes por cuestionar la base moral de su poder. El derecho a la vida de Assange se ve amenazado por los gobiernos occidentales porque cuestiona la base moral de su poder…
    https://mintpressnews.es/salman-rushdie-stabbing-julian-assange-freedom/281757/

  7. Puede qué este sea el fin de la abundacia de gas, petroleo y derivados. Pero, es esto será el comienzo, el catalizador, del grandísimo » quilombo» qué se les viene a Macron y a los franceses. Este problema se origina en las enormes tensiones entre la población francesa y la masa de emigrantes africanos, los musulmanes fanaticos, qué no los de raza negra. Los jeques del Golfo están inyectando grandes sumas a sus fundamentalistas establecidos en Europa. En Belgica ya hay barrios donde impera la Sharia y eso lo quieren extender los jeques.

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