Valdecañas, “un charco putrefacto y maloliente” un año después de los desembalses de Iberdrola

Belvís de Monroy es un pueblo tranquilo un lunes de agosto al mediodía. Sus calles están prácticamente vacías y en ellas todavía se aprecian restos de las fiestas locales que han tenido lugar durante el fin de semana. Dos vecinos charlan sentados en la puerta de sus casas y, preguntados por la falta de agua que asola a una gran parte del país, se muestran tranquilos: “Nunca hemos tenido cortes de agua porque estamos en una zona del pantano que no se suele quedar sin agua”, explica uno de ellos.

Se refieren al embalse de Valdecañas, una enorme masa de agua situada al norte de la provincia de Cáceres con capacidad para albergar 1.446 hectómetros cúbicos que, sin embargo, en este momento apenas supera el 28%. A pesar de la sequía generalizada que vive el continente europeo, el pantano está en estos momentos algo que mejor que hace un año por estas mismas fechas, cuando el alcalde de la localidad, Marcos Pascasio, acusó a Iberdrola de “negligencia” por dejar a tres pueblos sin agua tras varios días de desembalses masivos para la producción de energía eléctrica. En aquellas fechas, el embalse se hallaba al 21% de su capacidad.

Aunque la situación actual es mejor -la cota mínima se ha subido-, Pascasio denuncia que “todo sigue igual” y señala -además de a la eléctrica- a la Confederación Hidrográfica del Tajo, al Ministerio de Transición Ecológica y la Junta de Extremadura por no haber hecho nada desde que el año pasado se produjeran los primeros problemas para evitar que se repitieran este año: “Ahora mismo no hemos sufrido cortes porque alargamos la bomba de extracción dos metros más hace un año, pero no sabemos qué pasará en los próximos meses”. El edil de la localidad asegura que desde Iberdrola le comunicaron a principios de agosto que iban a empezar a desembalsar agua para producir energía a pesar de la sequía.

Desde Iberdrola, la Confederación Hidrográfica del Tajo y la Junta de Extremadura no han respondido a las preguntas enviadas por este medio.

Un agua potable que nadie bebe

Mientras el alcalde Belvís de Monroy atiende a lamarea.com en la plaza del pueblo, una familia descarga la compra de su coche a pocos metros. “Pregúntales a ellos por el agua”, dice Marcos Pascasio. “Nosotros no bebemos agua de grifo y la mayoría de vecinos tampoco. Sabe mucho a cloro”, cuenta Julio. Según explican desde el Ayuntamiento, al estar el embalse en niveles tan bajos, el agua que se extrae en la actualidad es muy “fangosa”. Para contrarrestar este problema, es necesario añadir más químicos en la depuradora.

“El agua huele a lejía. Yo lo noto cuando me lavo los dientes, que huele muchísimo a cloro”, corrobora otra vecina que se ha unido a la conversación y que asegura no haber visto nunca Valdecañas a unos niveles tan bajos como en los últimos años. Ante esto, parte del vecindario cree que es posible que la falta de lluvias que se prevé para los próximos meses, sumada a los desembalses de Iberdrola, el consumo y la propia evaporación, pueda desembocar en cortes dentro del núcleo urbano como ya sufren numerosas poblaciones en la región y en el país.

En Saucedilla y Almaraz, los otros dos pueblos que el pasado año también sufrieron las consecuencias del desembalse, en la actualidad no tienen problemas de agua. “Hoy por hoy, los pueblos están salvados de la falta de agua. Lo que pasa es que la calidad del agua es muy mala porque es la del fondo y hay que meter muchos productos. Yo lo que creo es que no se debería permitir que turbinasen tanto para evitar que el agua fuese de tan mala calidad”, explica por teléfono el alcalde de Almaraz, José Antonio Díaz.

Apenas 48 horas después de conceder esta entrevista en lamarea.com, Pascasio aseguraba en su muro de Facebook vivir en “el día de la marmota”: “Un año después del desembalse del pantano de Valdecañas que nos quedó sin suministro de agua para consumo humano se repite como no podía ser de otra manera la misma circunstancia”. En el escrito, el alcalde de Belvís de Monroy denunciaba que tras los “aspavientos”, “revuelos”, “asombro”, “indignación” y “declaraciones de no volverá a pasar”, poco ha cambiado.

El político da por “perdido” el embalse, al que define como “un charco putrefacto y maloliente”: “Era un recurso fantástico para el mundo rural y estábamos planeando la construcción de zonas de recreo y un embarcadero deportivo. Esos proyectos ya los damos por desechados y no pensamos invertir un euro si no tenemos ninguna potestad sobre las aguas que inundan nuestro término municipal”, se queja.

La escasez de agua también la sufren los regantes de Peraleda de la Mata que, por segundo año consecutivo, no han podido regar durante varias semanas. “La gente ha optado por abandonar los cultivos y esto se ha convertido en un regadío de secano porque no es rentable. Ya no hay ni ilusión ni futuro”, asegura José Antonio Pérez, uno de los agricultores de la zona. En su caso, ha optado por no regar este año ante la previsión de que volviesen a tener problemas como ya sucedió en 2021 y en 2019.