Crónicas | Sociedad

Mirando a la dignidad de los animales

La constatación de que los animales sienten y tienen emociones está en la base de las leyes que protegen su bienestar. El reto está en que los seres humanos lo comprendan.

Foto: Elvira Megías

Apesar de sus pupilas horizontales, notamos la curiosidad en su mirada. Sus ocho brazos repletos de ventosas y neuronas nos resultan extrañamente familiares. Quien ha tenido la suerte de ver un pulpo en libertad lo sabe. Parece un ser de otro planeta, demasiado alejado de los humanos en el árbol evolutivo, y pese a ello hay algo que atrae a ambas especies entre sí, un sentimiento de comprensión mutua. Hay algo de inteligencia y consciencia compartida.

La mayoría de los 500 millones de neuronas de un pulpo (algo menos que en el cerebro de un perro) se reparten en sus tentáculos. Se cree que cada ventosa tiene una especie de pensamiento independiente y a la vez conectado con el resto del cerebro, como explica el filósofo de la ciencia Peter Godfrey-Smith en su libro Otras mentes. Son seres capaces de abrirse camino en laberintos complejos, comunicarse entre sí y con otras especies, adaptarse a entornos cambiantes o convertir casi cualquier objeto en una herramienta que sirva a sus propósitos.

Además de inteligentes, habitualmente son seres solitarios y territoriales, con vidas cortas e intensas. Son curiosos y exploradores por naturaleza y prefieren no estar demasiado expuestos, camuflándose con los cambios de color de su piel, con sus nubes de tinta o escondiéndose en los agujeros de su entorno. Por eso, su cría en cautividad ha traído siempre complicaciones y ha motivado las quejas de científicos y asociaciones animalistas por igual. Si todo sigue según lo planeado, Nueva Pescanova abrirá este verano la primera planta de acuicultura de pulpo del mundo. 

Lo hará en Gran Canaria, desde donde producirá algo más de 3.000 toneladas de este animal al año. Hasta ahora, la cría en cautividad de este cefalópodo se había resistido. No parecía un animal hecho para estar encerrado en tanques masificados en los que sentirse expuesto continuamente. «Los cefalópodos son inteligentes y curiosos, les gusta explorar. También son solitarios y territoriales, no les gusta estar en grupo. Y si están en situaciones de conflicto o se sienten vulnerables, con otros animales cerca, buscan refugio, sueltan tinta, se camuflan. En las granjas, suelen estar en tanques abiertos o transparentes y llenos de otros animales. Son entornos muy poco favorables para los pulpos, entornos que les causan estrés”, explica Heather Browning.

Esta investigadora del proyecto Foundations of Animal Sentience de la London School of Economics es una de las autoras de un informe detallado sobre la capacidad de sentir de los cefalópodos y los crustáceos publicado el año pasado. Tras revisar más de 300 artículos científicos, los autores concluyeron que estos animales son seres sintientes. Su impacto en Reino Unido fue tal que a las pocas semanas fueron catalogados como especies cuyo bienestar debe ser protegido por ley.

La constatación de que los animales sienten y tienen emociones está en la base de las leyes que protegen su bienestar, como la ley de protección, derechos y bienestar de los animales que acaba de aprobarse en España. Desde el punto de vista científico, no hay dudas, pero la sociedad está todavía lejos de admitir que los animales sufren o son felices al igual que las personas. Hacerlo nos pondría frente al espejo. Nos haría plantearnos desde la ganadería intensiva hasta la experimentación, pasando por todos los usos lúdicos y culturales que hacemos de los animales.

Foto: Marcelo del Pozo / Reuters

Los cuervos y el sentido de la justicia

Un hombre en plena crisis existencial inicia una especie de historia de amor correspondida con un ser de ocho tentáculos. La línea argumental del premiado documental Lo que el pulpo me enseñó parece que nos habla de los cefalópodos, pero en realidad nos plantea preguntas que tienen que ver más con nosotros que con ellos. ¿Siente el pulpo como sentimos nosotros? ¿O es el humano el que quiere ver sus sentimientos reflejados en el animal? “Es muy difícil demostrar que un animal tiene sentimientos, porque no los comunica como nosotros”, añade Browning. “No creo que vayamos a ser capaces de demostrarlo por completo. Pero en lugar de intentar alcanzar una demostración definitiva, deberíamos tener en cuenta todas las pruebas que tenemos sobre su comportamiento complejo, sus habilidades, su inteligencia y, a partir de ahí, decidir hasta qué punto muestran ser sintientes”.

A lo largo de la historia se han desarrollado múltiples pruebas para intentar definir la sensibilidad, la consciencia o la subjetividad en los animales. Mirando a los ojos a un perro o a un simio, es difícil dudar de su pensamiento emotivo. Pero sus casos no son únicos. Los cetáceos, los elefantes, las urracas, los cerdos, los cangrejos, las palomas, los calamares, las vacas o los caballos también sienten. De hecho, la lista es enorme y casi parece que cualquier animal que estudiemos acaba por tener sentimientos.
«Desde un punto de vista evolutivo, me cuesta creer que haya animales que no gestionen emociones, animales que no sean sensibles en cierto grado a su entorno. Bajo una perspectiva legal, tendemos a crear límites. Pero es difícil pensar que haya animales que puedan haber evolucionado sin sintiencia. ¿Cómo no va a sentir dolor un insecto?», explica Claudia Wascher, investigadora de la Universidad de Cambridge especializada en ecología del comportamiento.

Su trabajo con córvidos ha resuelto muchas dudas sobre la inteligencia y la sensibilidad animal, y también nos ha hecho replantearnos nuestra propia subjetividad. Los cuervos, por ejemplo, tienen un sentido de la justicia muy arraigado. Si se reparten recompensas de forma desigual en un grupo, protestan. Quieren que todos reciban la cantidad que consideran como justa.

“El sentimiento de injusticia está muy presente en los humanos, pero también lo comparten otros animales que viven en grupos sociales. Creemos que desde el punto de vista evolutivo esta habría sido una habilidad muy importante para gestionar las expectativas y las frustraciones dentro del grupo”, señala Wascher. “Lo hemos observado en cuervos, perros y simios, pero es probable que esté presente en más especies”. añade.

La investigadora cuenta también que, con los cuervos, sucede algo que todo el que ha tenido un animal de compañía reconocerá. Estas aves no solo tienen sentimientos, sino que los comunican y son capaces de entender los de los demás, incluyendo miembros de otra especie: “El día que se han levantado gruñones te lo hacen saber. Y responden de diferente manera si tú estás alegre o triste. Expresar y entender emociones es muy importante en seres sociales y en los animales domésticos es más que evidente”.

La palabra dignidad está presente en muchas de nuestras reclamaciones. Queremos un trato digno para todos, una vivienda digna, un sistema de salud digno, una educación digna. Sin embargo, el concepto no está tan definido como podríamos pensar. Ha variado a lo largo de la historia y cambia en función de las ideas filosóficas con las que lo fundamentamos. La dignidad humana está muy relacionada con la comprensión de nuestra propia naturaleza y el trato que merecen las personas que posean dicha naturaleza. Es decir, la dignidad va de ser tratado como lo que uno es. Entonces, si extendemos el concepto hacia los animales, todo lo que sea tratarlos en perjuicio de lo que son iría contra su dignidad.

«En las civilizaciones clásicas, la dignidad estaba relacionada con la virtud. Más adelante, la dignidad pasó a ser medida en función de la sumisión a Dios. Y con el despertar del humanismo empieza a valorarse la dignidad de la persona en sí misma», explica Francisco Capacete, abogado especialista en derecho animal. “Ahora estamos haciendo lo mismo con los animales”.
Para el jurista, la dignidad animal venía definida hasta ahora por nuestra relación con ellos, en función de la ayuda que nos prestasen. “Como si nosotros fuésemos los dioses y ellos los antiguos hombres”, añade. “Ahora nos estamos dando cuenta de que los animales viven sus vidas por sí mismos y ahí está su valor. No es cuestión de que un animal sea más o menos inteligente, más o menos bonito, o más o menos comprensible según la conducta humana. La dignidad humana está en cualquier persona y con los animales pasa lo mismo”, prosigue.

Aunque estos debates puedan parecer demasiado filosóficos, la realidad es que la dignidad es la vara de medir principal a la hora de definir los derechos. Sucede con los derechos humanos y también con los animales. Reconocer la dignidad de todos los seres vivos significa que no es el ser humano el que les da derechos a los animales, sino que ellos los tienen por su propia naturaleza. “Si lo pensamos con amplitud de miras, un animal tiene familia porque tiene un clan, tiene historia, tiene futuro, tiene emociones. Qué derecho tenemos a romper cualquiera de estos vínculos”, explica Capacete. Para el abogado, la lista de derechos animales es larga: el derecho a la vida, al desarrollo de su propia animalidad, al desarrollo de su personalidad, a disfrutar de un medioambiente adecuado, a respetar su cultura…

«Aunque no entendamos todos sus sentimientos, podemos saber cuáles son positivos y cuáles son negativos. El bienestar animal, físico y psicológico, va de evitar causar sentimientos negativos a los animales. ¿Por qué tenemos que someterlos a cosas que ellos, en un entorno natural, tratarían de evitar?», reflexiona Heather Browning. “Tenemos que empezar a tener en cuenta sus sentimientos cuando tomamos decisiones, cuando decidimos destruir su entorno o construir barreras en su hábitat”. “Bajo un punto de vista evolutivo, entender la importancia de las emociones en los animales nos puede ayudar a entender nuestras propias emociones y a derribar muchos mitos que tenemos”, añade Claudia Wascher. “Y entender las emociones de los animales influye en cómo los tratamos. Si somos conscientes de que tienen sentimientos, los trataremos de otra manera”.

La amistad de las ovejas

Cuando un miembro del grupo muere, las ballenas piloto, las orcas y los chimpancés muestran duelo. Los elefantes lloran cuando algo les hace daño y los bonobos comparten la comida para mantener la paz social. Las urracas, los loros o las ratas se ríen para mostrar que hay confianza en el ambiente. Y las ovejas recuerdan las caras de sus amigos aunque pasen varios años separadas del rebaño.

Todos estos comportamientos han sido probados en diferentes investigaciones y nos han mostrado un mundo en el que los animales no son solo componentes inconscientes de una especie, sino que son individuos. “Tienen una percepción diferente de la humana, cada especie con sus matices, y una capacidad de decisión individual”, explica Capacete. “Por lo tanto, los parlamentos y las leyes deben tomarse más en serio el reconocimiento de la dignidad de los animales y el reconocimiento de los animales en sí”.

Pongamos que lo hacen. Pongamos que una ley llega a proteger el derecho de una oveja a no ser separada de su mejor amiga. ¿Cómo hacer que se cumpla? ¿Cómo habilitar cauces para que la oveja, que desconoce las leyes y el funcionamiento del sistema legal, haga valer sus derechos? Ahí entramos, como señala el jurista, en el terreno del derecho ficción.

“Dentro de la teoría del derecho se está trabajando con la idea de que los animales, igual que los niños pequeños, puedan contar con un representante legal, alguien obligado a ser responsable de su seguridad, su bienestar y su salud. Si el responsable no protege estos derechos, debe actuar el Estado. Igual que hay padres que maltratan a sus hijos y hay quien vela por los derechos de esos niños, con los animales podría hacerse lo mismo si el representante legal no cumple con sus obligaciones. Jurídicamente tiene sentido”.

Por ahora, esto se queda en el mundo de la teoría. No hay ningún país en el mundo que haya dado pasos en este sentido, si bien los derechos de los animales han ido ganando protección legal en algunos lugares. “Hay mucha resistencia. Si a los animales los consideramos como personas biológicas no humanas, no se podría experimentar con ellos, no se podría cazar, no se les podría explotar en granjas intensivas…”, dice el abogado.

En el mundo clásico, no todos los seres humanos tenían dignidad por el simple hecho de nacer. La dignidad tenía que ver con el honor y el buen nombre, con el prestigio. Un esclavo no la tenía. Un gladiador tampoco. Hoy nos parece algo impensable. Quizá llegue un día en que veamos la caza, la tauromaquia o la vida en cautividad de los pulpos como algo tan lejano como las peleas de un circo romano.

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Comentarios
  1. En numerosas pistas de pádel de entornos urbanos y rurales de nuestros país, son numerosas las aves que, al no ser capaces de identificar que hay un obstáculo por la transparencia de los cristales, mueren estrelladas por el impacto.
    Las colisiones con cristales representan un problema gravísimo que provoca la muerte de miles de aves cada año y que se agrava durante las migraciones pre y postnupciales. Una amenaza terrible que, sin embargo, tiene una muy fácil solución: pintando murales en los cristales o instalando algún elemento para que las aves sean capaces de distinguir el cristal.
    ¿Y por qué no se introducen las soluciones si son tan sencillas? Tristemente, porque la conservación de las aves y de la biodiversidad no está entre las prioridades de la mayoría de los proyectos urbanísticos.
    Es una realidad cuando nuestra biodiversidad está más amenazada que nunca.
    Desde SEO/BirdLife llevamos años proponiendo soluciones a las administraciones que eviten la muerte de aves que conviven con nosotros o que, en su proceso migratorio, cruzan nuestros pueblos y ciudades. En toda España, detectamos los puntos negros y hacemos seguimiento de los espacios más peligrosos para encontrar cuanto antes una solución.

  2. LUZ VERDE A LA PRIMERA LEY DE DERECHOS ANIMALES DE ESPAÑA
    La ley de Derechos Animales ha sido aprobada este lunes en segunda vuelta por el Consejo de Ministros, lo que establecerá un marco legal pionero en España que mejorará el bienestar animal y velará por sus derechos.
    Los tres pilares que prioriza la ley son la erradicación del abandono, que en España ronda los 300.000 casos cada año, el maltrato, y la implantación definitiva en todas las comunidades del sacrificio cero. Entre otras medidas, se exigirá la identificación obligatoria de animales y criadores para lograr mayores garantías de trazabilidad en cada caso, además de vetar la cría entre particulares sin autorización. (AnimaNaturalis)
    ¿Los toros? ¿el «deporte» de la caza como entretenimiento? ¿No son animales?

  3. Fiestas navarras en honor de San Fermín de Amians, un “santo” cristiano que no parece tener mucho poder a la hora de controlar al personal que supuestamente le honra. Unas fiestas que, como tantas otras, se sustentan en la tortura animal, como si los humanos no pudieran divertirse de otro modo más que torturando y asesinando a seres indefensos. De eso, de maltrato y de tortura animal el cristianismo sabe mucho. El colombiano Fernando Vallejo lo cuenta muy bien en sus libros. Y Schopenhauer escribió que “la moral cristiana dejó a los animales sin derechos”, lo cual es algo obvio.
    Durante años, de la mano del Partido Popular, se ha intensificado la presencia de la religión, o sea, la irracionalidad en la escuela, se han creado “cátedras” de tauromaquia, se han resucitado prácticas crueles contra los animales, se han dado cursos de toreo en las escuelas, se ha aumentado la financiación de las corridas de toros, se han resucitado esquemas machistas y misóginos; es decir, se han normalizado en la conciencia colectiva el salvajismo y la bestialidad.
    Decía Thomas Edison que la ternura, la no violencia conducen a la más alta ética, lo cual es el fin de la evolución. Porque, aunque nos adoctrinan muy bien en lo contrario, en hacernos identificar bondad con debilidad, como dicen los grandes maestros de las grandes tradiciones espirituales (es decir, no religiosas, porque, como decía Gandhi, nada menos espiritual que la religión), la verdadera inteligencia es compasión, y la verdadera sabiduría es bondad.
    (Coral Bravo – La incultura de la violencia)
    https://www.elplural.com/politica/la-incultura-de-la-violencia_131087102

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