Cultura
‘Mali Twist’: socialismo y libertad
La última película de Robert Guédiguian se basa en el viejo y atribulado combate entre felicidad y compromiso político.
«Tenemos una imagen desastrosa. La izquierda está del lado de la tristeza, del castigo, del trabajo duro, de la culpa, del sacrificio. Mientras que la derecha es la euforia, la fiesta, la movida, la ficción de que todos vamos a triunfar. Hay que acabar con eso. Yo llevo muchos años diciéndolo: la revolución es festiva, es un carnaval, es divertida”, afirmaba Robert Guédiguian. Su última película, Mali Twist, se basa precisamente en el viejo y atribulado combate, ya expresado por Emma Goldman, entre felicidad y compromiso político.
El director marsellés narra el idilio de Samba y Lara en los albores de la independencia de Malí. El país trataba de reconstruirse, en la década de 1960, sin la tutela francesa y obedeciendo a los principios del socialismo. También es la época en la que una juventud ansiosa de libertad movía las caderas al ritmo de Chubby Checker y The Supremes en los clubes de Bamako. El fotógrafo Malick Sidibé fue el cronista de aquellas noches. Su obra impresiona porque es el summum del estilo. Mucho trapero habla hoy de tener flow. Aquella gente, simplemente, lo inventó.
Guédiguian ha confesado que fueron esas imágenes las que lo empujaron fuera del barrio de L’Estaque, donde suele situar sus películas, para rodar en África este drama romántico y político.
Samba es un voluntario del gobierno que recorre los pueblos construyendo escuelas y tratando de reorganizar un sistema agrícola ancestral estructurado en castas. Lara es una muchacha casada a la fuerza que huye con él de uno de esos pueblos. Su amor se enfrenta a dos poderes con una inmensa fuerza histórica: la burguesía y el patriarcado. Y también a una forma antinatural de entender el socialismo: la del puritanismo nacionalista y la censura. En aquellos mismos años, los Beatles, por ejemplo, estaban prohibidos en Cuba. Craso error.
Los protagonistas del cine de Guédiguian suelen exhibir una conmovedora resistencia a la derrota y el cinismo. Los de Mali Twist no son una excepción. Samba está empeñado en cambiar su país, su continente y el mundo. Quiere repartir la riqueza para mejorar la vida de los más pobres. Quiere que la burguesía local no acumule capital especulando con los precios y con las condiciones laborales. Quiere que la educación llegue hasta la aldea más apartada. Quiere reformar las leyes de familia para igualar en derechos a hombres y mujeres. Y, por supuesto, quiere bailar el twist. Todo eso en un país musulmán.
“Tú sueñas”, le dice Lara. “Es verdad. Yo sueño andando”, responde Samba, erigiéndose en portavoz de todos los idealistas del mundo.
Malí es hoy un país desangrado por los golpes de Estado y la violencia yihadista, pero los sueños rotos de Samba se pueden recomponer. Y es una obligación hacerlo, esta vez sí, desde la alegría. Como dice Guédiguian, “el socialismo y el twist hacen buena pareja”.
SOCIALISMO O BARBARIE…
El fruto del capital:
Más de 160 millones de mujeres no tienen acceso a los anticonceptivos que necesitan.
El 60% de las que no pudieron usar métodos de planificación familiar viven en el África subsahariana y el sur de Asia, según un estudio de la revista ‘The Lancet’. Una cuarta parte tienen entre 15 y 24 años.
MAÑANA SERA DEMASIADO TARDE, advierte Fidel en 1992.
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