Opinión

Pan de coño

En España tenemos ejemplos de cómo se alimenta la rueda victimización-precarización que atropella a las trabajadoras sexuales con el pretexto de salvarlas

prostitución trans Ilustración: Klari Moreno.

“Comer pan de coño” es una expresión popular que tiene tantos años como el hablar. Solía utilizarse cuando en una relación heterosexual era la mujer la que ganaba el sueldo, la que llevaba los pantalones. Más específicamente, también se refiere a cuando ese dinero procede del ejercicio de la prostitución. Cuando lo que paga la cesta de la compra es el canjeo del servicio sexual. Sacudida de caspa y con mucho desparpajo, yo me familiaricé con todo lo que implica la expresión “comer pan de coño” escuchando a María José Barrera, fundadora del Colectivo de Prostitutas de Sevilla

El pasado 7 de junio, la proposición de ley abolicionista del PSOE recibía luz verde y era aceptada a trámite. Su contenido criminaliza directa e indirectamente a las personas que ejercen el trabajo sexual bajo el paraguas de la persecución de proxenetismo en todas sus formas. Los colectivos de trabajadoras denuncian que, con la modificación del artículo 182.7 del Código Penal, se abre la posibilidad de que los familiares que dependen de los ingresos de la prostituta o las mismas mujeres autoorganizadas que comparten piso puedan ser encarcelados. El señalamiento del cliente y del llamado proxenetismo no coactivo elimina de un plumazo el consentimiento y la agencia de las trabajadoras sexuales. Enfatizar el lucro de la prostitución ajena como eje discursivo, y colocar al proxeneta o la mafia como chivos, facilita la concreción del mal en ese “otro” extranjerizado y permite simplificar la realidad para dormir un poco más tranquilos por la noche. El coco está a buen recaudo. El proxeneta come pan de coño pero, ¿quién más asiste al banquete del lucro de la pobreza ajena?

Hace unos días tuvo lugar en Xixón la III Escuela Feminista organizada por la Asamblea Moza d’Asturies. Una de las mesas del programa estuvo dedicada a la prostitución y las realidades que la atraviesan en primera persona. En ella participaron Lucía Fernández, Kenia García y Beyoncé, trabajadoras sexuales organizadas. Analizando falacias y reduccionismos del abolicionismo, las alternativas laborales a la prostitución fueron uno de los temas de la conversación. Porque cuando se habla de comer pan de coño, pocas veces se nombra la industria del rescate. En su libro Sex at the Margins. Labour, Market and the Rescue Industry, la antropóloga Laura Agustín desgrana los entresijos de los recursos asistenciales a mujeres migrantes que venden sexo en Madrid a partir de los discursos de los propios agentes sociales. Las raíces de este fenómeno que denomina “el auge de lo social” se remontan siglos atrás, cuando una burguesía que recién ascendía llegó a creer que su alto nivel de evolución y sensibilidad le permitía rehabilitar a aquellos considerados como inferiores. 

En España tenemos ejemplos de cómo se alimenta la rueda victimización-precarización que atropella a las trabajadoras sexuales con el pretexto de salvarlas. Para Kenia García, del Colectivo de Prostitutas de Sevilla, APRAMP (Asociación Para la Rehabilitación, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida) y CLECE, empresa de limpieza y mantenimiento propiedad de Florentino Pérez, son ejemplos de cómo funcionan y se relacionan este tipo de recursos en suelo nacional. Para acceder a los beneficios del asistencialismo, las mujeres tienen que abandonar el ejercicio de la prostitución, en lo que supone un control sobre los cuerpos moral y poco realista, ya que la compatibilización del trabajo sexual con otros empleos es algo normalizado en el sector.

Además, las alternativas laborales que se ofrecen siempre corresponden a empleos feminizados y precarizados, con contratos temporales que terminan y en convenio con empresas denunciadas por colectivos como Las Kellys o las trabajadoras de atención a domicilio del SAD. Así es cómo la industria del rescate firma proyectos, justifica subvenciones y facilita mano de obra barata para filiales multimillonarias que violan derechos laborales diariamente.

Florentino Pérez come pan de coño. Muchas ONG también lo hacen. Mientras se pone el foco en el lucro de la prostitución ajena señalando el proxenetismo con el Código Penal en la mano, otros sacan tajada salvando a las prostitutas de sí mismas y perpetuando la explotación. Sin embargo, la propia autoorganización de las trabajadoras sexuales, en su papel como sujetos no víctimas, es la que hace temblar los resortes del rescate y las subcontratas. Por ahí arriba se están enterando, lo que explica el afán por acallar las voces de aquellas que habían construido como problema social negándoles la palabra. Para su sorpresa, resulta que sabían hablar y que tenían cosas que decir. Se hacen los sordos, pero cada vez se escucha de manera más nítida. Se acabó el banquete

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Comentarios
  1. Porque no prohiben tambien el trabajo en cambio de dormir? AAA, esto no, esto es normal, trabajar en cambio de dormir. A mi por ejemplo un ONG quierria enviarme a una mujer para trabajar como interna, en cambio de dormir. Eso no se puede llamar trabajo, porque no quieria pagarme absolutamente nada, es solamente esclavitud. Y tampoco se puede considerar que te da habitacion gratis, porque tenia que estar todas las noches con ella porque ella no quieria dormir sola. Tu no puedes salir cuando quieres, tener una vida personal, porque ofreces tu tiempo a la otra persona. Esto me ha ofrecido un ONG hace años cuando vino a España. Esto no lo prohibe el Ministerio de Igualdad?

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