Escribir sobre Asia

¿Cómo contar la diversidad asiática solo desde la objetividad? Como reportero, esta pregunta me persiguió desde que inicié mis viajes por ese continente, hace una década. Pronto fui consciente de que dicha cuestión entraña un oximoron. 

Asia-Pacífico es la región con más variedad de comunidades creyentes del planeta. Esto quiere decir que todos los dogmas del mundo tienen seguidores allí y que cualquiera de sus mayorías religiosas son menos hegemónicas a nivel nacional que en ningún otro lugar. Pero esto también significa que los fieles celebran su fe con el frenesí de quienes viven en sociedades que fomentan la religiosidad y, aún más importante, que estos feligreses observan el fervor de la devoción ajena con igual reverencia que el propio. Es decir, Asia no solo es una región heterogénea en el ámbito religioso, sino prolífica y fértil en la expresión cultural de su fe.

¿Cómo referirme a la independencia del subcontinente indio sin apelar a su identidad religiosa, por subjetiva que sea? ¿Cómo contar el día a día de las sociedades del sudeste asiático sin explicar el mestizaje de sus ritos y costumbres? Como las diosas vivientes de la república nepalí; la devoción de los rituales previos a la lucha Muay Thai; la magnitud del mayor monumento hindú jamás construido, sobre el suelo budista de Camboya; o la paradoja del paraíso budista de Bali dentro del país con más musulmanes del mundo.

La misma certeza que me obligaba, como periodista, a distanciarme emocionalmente respecto al objeto y a los sujetos de estudio es la que me condujo a la gran encrucijada asiática: toda objetividad es poca para crear un relato imparcial de la realidad de estas sociedades, pero no hay nada más parcial que contar esta región sin la impresión subjetiva propia y ajena.

India, Nepal, Sri Lanka, Tailandia, Camboya, Vietnam, Filipinas e Indonesia se alimentan del sabor de las comidas callejeras, del color de las vestimentas y ajuares de sus etnias, del olor de las especias al florecer, del ruido de las calles desbordadas de vecinos, y del tacto de los pies descalzos de aquellos. Una plétora de experiencias sensoriales que en Asia resulta incompleta si no se las envuelve con el sentido místico que cada una de ellas tiene en la vida de sus gentes ni de la huella emocional que todas las vivencias dejan en uno.

Así pues, la reseña periodística debe completarse con un enfoque más íntimo que permita contar esta región desde las sensaciones propias y ajenas. En este punto, las alternativas narrativas son escasas. El formato del blog es una opción legítima, pero su naturaleza implica cierta continuidad. Esta periodicidad puede empujar al contador de historias a caer en la trampa de poner el foco en su rutina diaria, cuando el objetivo de todo viajero es siempre comprender al otro. 

Por esa razón elegí llevar mis crónicas asiáticas a las páginas de un libro. Porque solo una narración personal pero objetiva, y un relato lógico pero emocional, podían dar sentido y poner sentimiento a una década vivida Al sur del Himalaya.