Análisis | Opinión
Crisis alimentaria, no pierdan de vista a los bancos
"La fórmula no falla nunca, por eso los bancos venden estos productos financieros como gran inversión, ya que son anticíclicos: a más crisis más ganancias", explica el director de Justicia Alimentaria.
Nos enfrentamos a una nueva crisis alimentaria que amenaza con ser devastadora, quizá la peor de la historia. Una crisis alimentaria derivada del aumento de precios de los alimentos básicos para la humanidad como es el trigo y el maíz, lo que se traduce en que millones de personas empiezan a tener dificultades para pagar el alimento más básico. Recuerden que en muchos países del mundo se dedica más del 60% de la renta a la alimentación.
La guerra de Ucrania en realidad no ha creado esta crisis, la está alimentando, pero, la subida de precios ya había empezado un año antes por la saturación de las cadenas de suministro tras la pandemia y el aumento del precio del fertilizante químico, cuyo principal coste es el gas que utiliza para su fabricación. Los cálculos de la ONU son que el aumento de personas que pasan hambre será de 13 millones por efecto de la guerra, que se sumarán a los 800 millones que ya existen.
Cada crisis alimentaria tiene su propio detonante y manera de explotar, pero podemos decir que las causas y el patrón de desarrollo de ahora es el mismo que el de las dos últimas que hemos sufrido desde 2008. Vivimos sentados en una bomba de relojería, un sistema basado en la concentración del grano básico, de apenas unas cuantas variedades, en manos de un puñado de multinacionales que comercializan a medio mundo, bajo un modelo de producción basada en el consumo intensivo de combustibles fósiles. Un sistema concentrado y privado, sin transparencia y control público de stocks.
Un sistema extremadamente vulnerable, con muy pocos nodos, donde si falla algo toda la red se viene abajo. Todo va bien mientras todo va bien, pero en momentos de dificultades pierden su estabilidad, fiabilidad y amenazan la seguridad alimentaria en el mundo, sobre todo de la población más vulnerable. Y a esto han de sumarle que una de las características comunes de las crisis es que siempre, antes o después, aparece el fenómeno de la especulación alimentaria, que ahonda y alarga las crisis, cuando no, simplemente las generan.
De manera muy simple la cosa funciona así, cuando hay eventos, crisis, huracanes, guerras, es el momento donde se produce mayor presión para el movimiento de precios, aparece la volatilidad que llaman, y es ahí, en esas variaciones de precios, expectativas de futuro, donde los grandes operadores entran y apuestan como si de un gran casino se tratara.
La fórmula no falla nunca, por eso los bancos venden estos productos financieros como como gran inversión, ya que son anticíclicos, que, traducido, es: a más crisis más ganancias. Vean un ejemplo, el mercado de trigo de París, uno de los más importantes de Europa, la participación de los especuladores en los contratos de futuros de trigo ha aumentado del 23% en mayo de 2018 al 72% en abril de 2022.
Después de la crisis alimentaria de 2008 y 2011, los gobiernos de los países ricos y la propia UE se comprometieron a luchar contra este tipo de prácticas especuladoras, pero la realidad es que seguimos igual, no se ha mejorado la regulación de los mercados regulados, no se han perseguido los offshore, y ahora vemos cómo un chorro de dinero de nuevo aparece en los fondos de inversión ligados al trigo y maíz, de tal manera que la propia Jennifer Clapp, vicepresidenta del panel de expertos de alto nivel de la ONU sobre seguridad alimentaria, ha dicho que los gobiernos han fallado en frenar la «especulación excesiva» en las existencias de alimentos y los mercados de productos básicos.
Follow the money.
Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria.
Las crisis alimentarias casi nunca se deben a la falta de alimentos, sino a qué los banqueros, qué, través de las Bolsas de New York y Londres, controlan los precios. Ellos, y solo ellos, los aumentan tanto que la gente muere de hambre no por falta de alimentos, sino por no tener dinero para comprarlos. Y quienes producen está situación monstruosa ni se inmutan. Ellos justifican su maldad, con tres argumentos: uno, dicen que ellos tienen » derecho» a hacer lo qué
les salga del forro con el mundo, pues SU Dios les permite hacerlo, ya qué ellos son los hijos preferidos de ése Dios. Dos, cómo consecuencia de ése
» hecho divino» , todos los demás seres no somos humanos, sólo somos
» cerdos» y por tanto sin derechos. Un tercer argumento que esgrimen, estos tipos, y sus banqueros, es qué SUS » economistas» han montado una » Economica». Esto es, una » Ciencia» de los procesos economicos mundiales tan rigurosa cómo
La Fisica ( y, por tanto, infalible). Esta Economica nos dice qué los » mercados» , » las manos invisibles» del mercado, siempre lo controlan todo, son bondadosas y, sobretodo, infalibles. Como, además, estas manos invisibles tienen origen divino, son infalibles y por tanto frente a ellas no hay nada que hacer.
No hay que olvidar qué quienes han montado la Economica y sus leyes divinas, de las cuales no podemos escapar – no importa qué por ellas millones de niños mueran de hambre, sed y agotamiento – tienen nombres, se llaman Friedman, von Mises, von Hayeck, Samuelson, Hicks, Stiglitz y otros de esa calaña. No hay que olvidar tampoco qué, todos estos anormales recibieron sendos Premios Nobel de Economía por Suecia. Por su gran corazón no puede ser ¿ por sus aportes a la Economica y a qué los banqueros que controlan las bolsas de New York y London se llenen de plata por cada niño muerto de hambre? Seguro.