Cultura

La revolución popular de 1009 o la ‘Revolución Francesa’ de Córdoba

Antonio Manuel presenta 'La luz que fuimos', una novela centrada en la revolución popular de 1009 en Córdoba: "Es un hecho que tendría la misma trascendencia que la Revolución Francesa si nos lo creyésemos".

Antonio Manuel Rodríguez, acompañado de Manuel Pimentel, Pura Sánchez y la Banda morisca, en la Fundación Blas Infante en Sevilla. O. C.

No es frecuente ver a un exministro, al menos públicamente, repartiendo dulces en una bandeja, sobre todo entre un concurrido auditorio. Lo frecuente, claro, es que haya una azafata para tales menesteres, también en el siglo XXI. Pero sí, ocurrió ayer en Sevilla. Manuel Pimentel, editor del Grupo Almuzara –y como él mismo reconoce, «haga lo que haga» exministro de Trabajo–, pasó con una batea en la mano hasta que se acabaron los pastelitos. “Cuidado, que estos tienen miel”, iba advirtiendo a los asistentes. No era un dulce cualquiera. No era un acto cualquiera. Y no era, tampoco, la presentación de un libro cualquiera

La artífice de aquella estampa, con el reflejo de la luz natural sobre el patio de la Fundación Blas Infante, fue la investigadora y escritora Pura Sánchez, que, por sorpresa, llevó al lugar unas almojábanas, el dulce de queso y canela que come la protagonista de la novela que allí se iba a presentar: La luz que fuimos, del profesor Antonio Manuel, cuyo título, con él presente y aun en los momentos en los que la tarde fue dando lugar a la noche, resultaba imposible leer en pasado. La luz que somos. “Que se quede para siempre”, escribió en una de las múltiples dedicatorias que firmó al final. 

En un acto pensando desde el diálogo, la palabra y la música –la Banda morisca arrancó las palmas de un público que mostró, como expresó Pimentel en memoria de Blas Infante, que nosotros también somos Al Ándalus–, el profesor de Derecho Civil de la Universidad de Córdoba agradeció a Pura Sánchez su gesto: “Detrás de esas almojábanas hay cariño, hay dedicación, hay tiempo, hay cuidado, que es lo que han hecho históricamente las mujeres”. Y ese es el resumen de uno de los pilares que sostienen su obra: el poder de las mujeres revolucionarias y, más en concreto, de las mujeres de Al Ándalus: “Si la historia de Al Ándalus está en el desván de los desvanes, si todavía hoy en pleno siglo XXI le cuesta trabajo a un estudiante de universidad o catedrático, a cualquier andaluz o andaluza, saber qué sucedió en 1009, si embutes ochos siglos políticos en una caja de zapatos, y además lo estereotipas, pues entonces las mujeres están en el desván del desván del desván”. 

Las almojábanas preparadas por Pura Sánchez.

Lo que cuenta Antonio Manuel en esta novela calificada como histórica, escrita en femenino plural, en un nosotras amplio, inclusivo, es que la utopía es posible. Que la utopía, dice él, es una forma de estar en la vida, que –a diferencia del poder– nunca se corrompe. Y que, como en aquel poema de Cohen –“cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado”–, a quien cita entre otras personalidades en su libro, hay margen para derrotar y cambiar la historia.

Y aquí llega el otro pilar, la revolución de 1009, la primera revolución popular de Occidente, una revuelta que desembocó en una larga guerra civil que acabó con la grandiosidad de Medina Azahira, de Medina Azahara y del mismo califato de Córdoba. “De la noche a la mañana, ese gran imperio político, económico y cultural se deshace. Nadie podía imaginar que esa potencia era tan débil. La historia nos demuestra que siempre está por escribir”, dijo Pimentel.

Y puede que entonces, alguien en el auditorio, pensara en si ahora, de la noche a la mañana, podría suceder lo mismo. Ahora que es impensable que todo cambie, ahora que se habla más de distopías que de utopías, ahora que los ánimos están por los suelos, que Alicante pasa por Salobreña, y que vienen elecciones. 

“Desgraciadamente, los andaluces y las andaluzas no conocemos la revolución del 1009, cuando fue un punto de inflexión en la historia de Andalucía y de la península, cuando fue un antes y un después, un hecho que tendría la misma trascendencia que la Revolución Francesa si nos lo creyésemos, y que además supuso la autodestrucción del Al Ándalus que se conocía hasta ese momento”, explica Antonio Manuel sobre aquella Córdoba del siglo XI, la Nueva York de entonces. 

Porque si aquello sucedió, añade el autor, fue porque el pueblo se levantó contra los descendientes de la tiranía de los hijos de Almanzor: “Y lo hizo el pueblo, lo hicieron panaderos, carniceros, zapateros… y se unieron, salvando las distancias y sin caer en el presentismo, en una una especie de partido político o asamblea popular, con más de 40.000 personas. Se organizaron por barrios y fueron capaces de derrocar al califa, formar un ejército, entrar en el gobierno, ordenar que los ulemas pasaran a una segunda fila y que los sabios religiosos fuesen sabios populares, que los soldados no llevasen armas por las calles”.

«Y claro, por un instante, como si fuese un fogonazo, como si fuese un cohete de artificio, se vivió la utopía. Pero ya sabéis que la utopía existe mientras se vive y que las utopías mueren cuando se consiguen o cuando se convierten en inasequibles porque alguien entiende que eso no puede ocurrir, y eso fue lo que pasó”, concluye el escritor, que señala la coincidencia de que el libro haya sido publicado cuando se cumplen mil años de El collar de la paloma, de Ibn Hazm, «la obra de amor más hermosa jamás escrita en la península y una de las más bellas de la historia universal”. 

Puede –es solo otra posibilidad– que también entonces alguien en el auditorio pensara en el 19-J, en la ultraderecha, en ese vodevil político con el que se estrenaron las izquierdas al inicio de lo que, fuera de formalidades, es la campaña electoral y que no sabemos si habrá terminado. No hubo mención explícita en este acto bello a todas esas cuestiones que flotaban en el ambiente y que a la vez hizo que olvidáramos por un rato.

Antonio Manuel, con ese tono sentenciador tan característico –decir mucho en pocas palabras– y que Sánchez destacó también de la novela, recordó lo que, en el fondo, seguimos sufriendo: “Hay una escena que no olvidaré jamás del programa Tengo una pregunta para usted. Una señora se dirigió a Josep-Lluís Carod-Rovira como José Luis. El exdirigente de Esquerra le dijo que no, que se llamaba Josep-Lluís. La señora lo volvió a llamar José Luis y le dijo que no le salía decir eso. Y Carod-Rovira le respondió: ‘Pues usted tiene un problema y no es mi nombre’. Hemos extranjerizado nuestro pasado. Decimos Schwarzenegger perfectamente, pero no decimos Averroes. Es la colonización cultural que extranjeriza todo lo que no es el nacionacatolicismo”. 

Cuando acabó el acto, ya con la luz de las farolas, la gente se levantó y se puso en fila, como cuando llega el momento de comulgar. Aquí, al final del pasillo, lo que había era un escritor, un bolígrafo y alguna que otra exquisita almojábana guardada en la recámara. “Decía Borges que no se puede obligar a nadie a ser feliz –finalizó Pura Sánchez–. Pero cuando lean este libro van a ser felices”. 

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Comentarios
  1. Llega a cines «Pico Reja. La verdad que la tierra esconde» de Remedios Malvárez y Arturo Andújar, una obra que documenta los trabajos de excavación de la fosa común de Pico Reja, localizada en el cementerio municipal de San Fernando de Sevilla; por su extensión y por el número de víctimas que alberga, una de las más grandes de Europa. Considerada el Mejor Documental Andaluz de 2021 en la pasada edición de los Premios Asecan, y que llega a las salas de cine el próximo 17 de junio.
    Andalucía fue uno de los territorios más castigados por la represión franquista. Se produjeron más de 50.000 fusilamientos, un tercio del total de las víctimas españolas, y hubo más desaparecidos que los que sufrió Argentina y Chile juntos durante su dictadura militar. Las fosas del Cementerio Municipal de Sevilla alojan a más de 14.000 cuerpos de los que hay documentados más de 4.500 represaliados.
    Se estima que Pico Reja puede albergar a más de 2.000 víctimas civiles de la represión franquista, pero el documental no es un relato histórico, sino una reconstrucción del recuerdo que trata de crear un espacio para la reflexión, que analiza los dramas y traumas del pasado como claves para comprender el presente, no solo de España en su historia, sino de cualquier territorio en cualquier parte del mundo y en cualquier momento, especialmente en la actualidad.
    La fosa es la auténtica protagonista de esta película, y desarrolla su propio relato, incluso descubriendo nuevos hechos que no estaban documentados.A través de entrevistas a familiares de represaliados, muchos de ellos testigos en primera persona de los hechos, la película explica cómo y por qué ocurrieron tales acontecimientos abordando cuestiones de una época que perduran en la actualidad.
    Como parte de este relato la cantaora Rocío Márquez y el poeta y compositor Antonio Manuel Rodríguez se unen para componer una obra musical sobre la fosa: “La nana a medias”. Ambos artistas, a través de sus encuentros, irán dando forma a la canción original de la película, que no solo aporta un valor estético a la narración, sino de la que emanarán, a modo de hilo conductor, reflexiones, opiniones y debates sobre los temas principales que trata el documental.
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    Como Carmen, yo también comparto mi admiración por Antonio Manuel Rodriguez, una de las personas más auténticas que he conocido en mi vida.

  2. Gracias, desde Córdoba, a Pura Sánchez y a cuantas personas hicieron posible este acto.
    He sido feliz sintiéndome mujer cordobesa.
    Gracias Antonio Manuel, siempre que te escucho o te leo se me aviva la esperanza.

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