Internacional
Miguel Vázquez Liñán: “Para combatir el imperialismo estadounidense, el Kremlin nos ofrece más imperio”
El profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla Miguel Vázquez Liñán, experto en los estudios de teoría e historia de la propaganda en la antigua Unión Soviética, responde algunas cuestiones sobre lo que la guerra de Ucrania no está enseñando. Puedes leer el dossier completo en el nuevo número de La Marea.
¿Por qué Rusia ha invadido Ucrania? ¿Cómo lo explicaría a alguien que no entiende de geopolítica?
Desde que cae la URSS en 1991, de la que Ucrania era parte, la influencia rusa en la política ucraniana ha sido constante, así como la occidental. Dentro del país, al mismo tiempo, las tensiones territoriales, políticas, culturales y lingüísticas se han ido agravando. Por otra parte, el acercamiento a la UE, la OTAN y EEUU por parte de diversos gobiernos ucranianos fue considerado “intolerable” por el Kremlin, que optó por la invasión militar.
La primera etapa de esa invasión ocurrió en 2014, cuando Rusia ocupó Crimea y parte del Donbás a las bravas, demostrando ya entonces el tipo de solución a los conflictos con Ucrania que proponía el Kremlin. No debe extrañar que, tras la invasión, la política ucraniana no se volviese, precisamente, más ‘prorrusa’…
Putin, por su parte, ha dejado claro que quiere controlar lo que considera su área de influencia en el espacio de la antigua Unión Soviética, de ahí también la guerra con Georgia, en 2008, que también vio invadido parte de su territorio. La política imperial y militarista de Putin, que no parece tomarse en serio la mera existencia de Ucrania como Estado y prioriza la “ley del más fuerte” en las relaciones internacionales, ha llevado al Gobierno ruso a esta injustificable invasión.
¿Por qué esta guerra es diferente? ¿O está resultando diferente?
No creo que haya dos guerras iguales, así como tampoco dos completamente diferentes. Hay lugares comunes y diferencias en todas ellas. Por otra parte, el doble rasero es la norma, y no la excepción, en las relaciones internacionales, también en lo que respecta a la cobertura de las guerras. Hay otros conflictos de los que poco se habla, eso es evidente, entre otras cosas por cómo funciona el sistema de medios internacional, muy concentrado en pocas manos y con una agenda política que privilegia ciertos temas.
Pero también es cierto que en este conflicto nos jugamos mucho en Europa. El resultado de esta guerra influirá directamente en la vida cotidiana de los europeos y ojalá sirva para replantearnos nuestras formas de convivencia, lo que incluye nuestro modelo de defensa, la relación con la OTAN y, desde luego, con Rusia. No soy, sin embargo, especialmente optimista en esto: la guerra no es buena consejera y tendemos a olvidar pronto.
¿Qué temas ha hecho aflorar que antes no veíamos?
Muchos. De entrada, los más evidentes, como la dependencia energética y el propio modelo capitalista y de consumo en el que vivimos, que nos lleva, por ejemplo, a depender energéticamente de gobiernos como el de Putin con el que, dicho sea de paso, llevamos haciendo negocios sin interrupción desde hace 22 años.
Además, la guerra nos pone a todos ante nuestras propias contradicciones, que no son pocas, tanto en lo personal como en lo que respecta a las relaciones internacionales. Queremos el gas ruso, pero también que Rusia se porte como nos gustaría, y eso no parece fácil. Nos parece bien ayudar a Ucrania, pero a cambio le pedimos a Zelenski que sea el adalid de la democracia y que no se permita excesos nacionalistas mientras las bombas siguen cayendo en su país… La guerra no es el mejor marco para la discusión sosegada y la moderación: ¿no camparía a sus anchas el nacionalismo extremo en España si nos invadiera otro país?
¿Qué responsabilidad tiene la OTAN? ¿Cómo influye el discurso militarista en una guerra?
Es evidente que en esta guerra, como en todas, las responsabilidades son compartidas. Putin se queja de la agresividad de la OTAN, y está claro que esta no es una organización dedicada precisamente a la beneficencia, pero la respuesta del Kremlin es ofrecer, multiplicado, exactamente lo mismo que critica a la OTAN: imperio y agresión militar; la ley del más fuerte. Las carencias de la propuesta occidental son evidentes, pero una victoria rusa en Ucrania nos llevaría a un escenario mucho peor.
Por otro lado, el discurso militarista es en sí deplorable, pero cuando se convierte en el centro de las políticas (incluso identitarias) de un país, acaba siempre llevando a la guerra, que glorifica y defiende como “solución” privilegiada de los conflictos internacionales. Es lo que ha ocurrido en Rusia en los últimos años.
¿Y el periodismo? ¿Qué responsabilidad tiene a la hora de contar la guerra? ¿Cómo considera que lo está haciendo?
Durante el primer mes de guerra, Ucrania acaparó la atención de los grandes medios casi en solitario. Eso nos pudo llevar a pensar que sabíamos con claridad y detalle lo que estaba pasando sobre el terreno, pero es claramente una ilusión. Hay muchas más incertidumbres que certezas sobre lo que ocurre sobre el terreno. No tenemos claro, por ejemplo, el número de víctimas y prisioneros o la calidad del control que tiene el ejército ruso sobre las zonas ocupadas, así como las posibilidades de resistencia de Ucrania. De hecho, aunque parece claro que la guerra no está yendo como le hubiese gustado a Putin, hay muchas dudas sobre los objetivos actuales del presidente ruso. Tampoco es fácil entender con nitidez lo que ocurre dentro de Rusia, desde donde ya es imposible informar con rigor. Todos los medios que no compartían la visión oficial han sido cerrados y buena parte de los periodistas críticos han huido del país. Quienes se oponen a la guerra en Rusia no lo tienen nada fácil.
En países como España, por ejemplo, a las dificultades de la información en tiempos de guerra se une la precariedad en la que vive la profesión desde hace ya demasiado tiempo. Con las penosas condiciones laborales de los periodistas, la obsesión por la actualización permanente (que no deja tiempo para muchas comprobaciones) y la tendencia a los formatos espectaculares de la información, es complicado que se pueda cubrir con rigor no ya una guerra, sino cualquier tema. No obstante, para ser justos, yo he leído también muy buenos análisis sobre lo que está ocurriendo en los medios españoles. De todo hay, pero prima quizás el ruido y la repetición de unos cuantos titulares que nos puede dar la impresión errónea de que sabemos casi todo lo que ocurre en esta guerra.
¿Cómo está jugando la propaganda y la desinformación en esta guerra?
Como casi siempre. No hay guerra sin propaganda. Por un lado, los bandos en conflicto intentan crear confusión para que seamos incapaces de diferenciar las informaciones falsas de las que no lo son. Por otro, cada cual intenta justificar la guerra como puede. Aquí, claro, Putin lo tiene más difícil: es más complicado explicar por qué estás bombardeando y masacrando que por qué te estás defendiendo del bombardeo y la masacre.
La propaganda de Putin al interior de Rusia muestra una guerra entre nazis ucranianos, representados como marionetas de EEUU, y el glorioso y heroico ejército ruso que libera poblaciones, proporciona ayuda humanitaria y reconstruye las ciudades arrasadas por los propios ucranianos. Y lo hace en un tono militarista de una agresividad que sobrecoge. Al exterior, Rusia está intentando dividir a las “audiencias” extranjeras y liderar el “antiamericanismo” existente a nivel internacional y fundamentado en la agresividad de la política internacional de EEUU. Putin sabe que su modelo político no se vende demasiado bien fuera de sus fronteras, así que su propuesta es presentarse como el defensor mundial de los descontentos con esas políticas. En otras palabras: para combatir el imperialismo estadounidense, el Kremlin nos ofrece más imperio.
¿Por qué la mayoría de la ciudadanía no esperaba una guerra en Europa?
El inicio de la agresión fue una sorpresa, al menos lo fue para mí. Otra cosa es que lo haya sido la extrema tensión que se vive desde hace años en la frontera europea con Rusia y, en general, en buena parte de la Europa del este. Esto sí era bien sabido, simplemente en España la información internacional en los grandes medios es muy pobre, con lo que este y muchos otros temas nos son desconocidos.
En resumen, ¿cuál es el mensaje que nos está enviando esta guerra?
Yo llevo ya tiempo estudiando sobre Rusia y te puedo asegurar que tengo muchas más dudas que certezas en relación con lo que está ocurriendo y, por supuesto, sobre lo que va a pasar en el futuro. Igual que nos indignó en 2003 la invasión estadounidense de Iraq, nos debería indignar la de Ucrania desde 2014: es un crimen que hay que ayudar a detener. Eso sí, el mensaje que nos envía esta guerra es el de todas las demás: que no hay que empezarlas, porque siempre pierden los pueblos.
SCOTT RITTER. EEUU traiciona la memoria de sus caídos contra Hitler
EEUU respalda a los ucranazis
…En su día, Estados Unidos y la Unión Soviética lucharon juntos contra la amenaza que suponía la Alemania nazi y su ideología.
Ahora que Rusia está luchando contra los sucesores de la Alemania de Hitler, representados por los seguidores ideológicos del nacionalista ucraniano Stepan Bandera, sería lógico esperar que Estados Unidos se pusiera del lado de Moscú.
Los seguidores de Bandera lucharon del lado de los nazis alemanes como parte de las fuerzas de la SS, masacrando a decenas de miles de civiles inocentes, muchos de los cuales eran judíos. Parece que Washington debería hacer todo lo necesario para que esta odiosa idea, por cuya erradicación muchos en Europa dieron su vida y su sustento, no vuelva a levantar sus viles banderas en suelo europeo.
En cambio, Estados Unidos está ayudando a los actuales partidarios de Bandera y, por extensión, también de Hitler, cuya ideología de odio se disfraza de nacionalismo ucraniano. El ejército de Estados Unidos, cuya tradición nació de los heroicos sacrificios de cientos de miles de esos soldados, marineros y aviadores que dieron su vida para derrotar a la Alemania nazi, proporciona hoy armas y entrenamiento militar a ucranianos cuyos cuerpos y estandartes llevan los símbolos del Tercer Reich de Hitler.
El 9 de mayo, Rusia celebró el Día de la Victoria para conmemorar el 77º aniversario de la derrota de la Alemania nazi. Lamentablemente, la lucha contra la ideología nazi continúa hasta el día de hoy y, tristemente, Estados Unidos se encuentra en el lado equivocado de la historia, apoyando a aquellos que una vez juramos aplastar mientras simultáneamente luchamos contra aquellos que una vez llamamos aliados.
No puedo evitar pensar que las personas a las que Tom Brokaw llamó “la mejor generación” se avergonzarían de las acciones de aquellos por los que lo sacrificaron todo y que todavía no han demostrado ser capaces de honrar su memoria con sus acciones….
El analista político EDUARDO LUQUE: «UNOS 400 OFICIALES DE LA OTAN ESTÁN EN LA ACERÍA DE MARIÚPOL CON LOS UCRANIANOS (VÍDEO)
«El sector armamentístico de la burguesía europea está haciendo un gran negocio con esta guerra»
«El montaje de supuestas matanzas como la de Bucha es habitual en estos conflictos»
«La supuesta izquierda europea se ha manifestado como más belicista que los conservadores»
«Yolanda Díaz aplaude que se envíen armas a una guerra que no es nuestra y que nos pone en peligro»
«Unidas Podemos apoya el belicismo de Sánchez porque sólo les importa preservar sus propios puestos»
«Si la guerra de Ucrania se prolonga tendremos un grave problema mundial de falta de alimentos»
https://canarias-semanal.org/art/32646/eduardo-luque-unos-400-oficiales-de-la-otan-estan-en-la-aceria-de-mariupol-con-los-ucranianos-video
Bergoglio, jefe de la iglesia católica:
Los ladridos de la OTAN en las puertas de Rusia han provocado la guerra y condena el comercio de armas.
La OTAN según se acordó cuando se disolvió la URSS., o mejor dicho la empujó USA con sus juegos sucios y su peón Yeltsin, debía haberse disuelto; pero no sólo no se disolvió sino que ha ido rodeando la frontera rusa.
¿Acaso va Rusia, sin ser unos santos, a provocar a las puertas USA y a rodear sus fronteras?.
No manipulen, por favor.