Internacional
Cuando el exilio no es suficiente
El servicio secreto sueco y varias organizaciones de derechos humanos sospechan que algunos regímenes autoritarios podrían estar tras los ataques a periodistas y comunicadores exiliados en Suecia, el país que inventó la libertad de prensa
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Uno se muestra dubitativo sobre la entrevista. Otro se muestra dispuesto, pero no en un cara a cara sino a través de Internet. Ambos viven en Suecia, un país por lo general seguro, pero aun así se muestran cautos, y no es precisamente por miedo al coronavirus. La experiencia les dice que este territorio, uno de los últimos neutrales en Europa Occidental, es permeable a la irrupción de gentes enviadas por aquellos gobiernos que motivaron su exilio. El tercer afectado no puede responder a ninguna pregunta porque está muerto.
Pakistán
Sajid Hussain, un ciudadano paquistaní editor del medio digital Balochistan Times, desapareció tras tomar un tren de Estocolmo a Upsala el 2 de marzo del año pasado. Llegó a Suecia buscando ayuda en 2017 y disfrutaba de asilo político desde 2019. A la lógica inquietud que desató su desaparición entre sus familiares y la prensa, se sumó la paradoja de que fueron precisamente sus denuncias de desapariciones forzadas –atribuidas a militares paquistaníes– las que le convirtieron en blanco de amenazas en su país de origen.
Hussain, que se integró de forma meteórica en el país escandinavo (fue profesor adjunto en la Universidad de Upsala), se esfumó sin dejar rastro en un tiempo de zozobra para los refugiados del país asiático. Pocas semanas antes, el blogger paquistaní Waqass Goraya fue agredido por dos compatriotas a la puerta de su casa en Países Bajos, país que le concedió asilo.
Tras casi dos meses de ausencia, el cadáver de Hussain apareció el 30 de abril de 2020 a orillas de un río en la ciudad de Upsala. Lo que en principio se investigó como secuestro y asesinato terminó con una autopsia que hablaba de ahogamiento, sin poder determinar las circunstancias que rodearon su muerte. Sin embargo, según nos relata Wasif, hermano menor de Hussain, la hipótesis del suicidio no tiene sentido: “Estaba feliz y no sufría. Era un periodista honesto. Su esposa e hijos se iban a encontrar con él, así que estaba contento”.
No obstante, y aunque durante unos meses la familia de Hussain se resignó ante la falta de pruebas que demostraría su posible asesinato, todo dio un giro de 180 grados el pasado mes de diciembre, cuando su amiga, la activista baluchi –e igualmente exiliada– Karima Baloch, apareció muerta de la misma forma en un lago de Canadá. Dos perfiles de baluchis críticos con el régimen paquistaní que tras recibir amenazas y exiliarse mueren casi en idénticas circunstancias tras buscar amparo en países del hemisferio norte.
Para el hermano de Hussain no cabe duda de que las hipótesis de los suicidios o accidentes se tambalean. “No se puede descartar el juego sucio. Lo que obtuve de las autoridades suecas no es satisfactorio”, manifiesta apesadumbrado.
Chechenia
El caso del youtuber checheno, Tumso Abdurakhmanov y las pruebas que corroboran la sentencia de un ataque fríamente calculado son de una contundencia abrumadora. Por haber, hay hasta una grabación del momento en el que pelea a muerte con el hombre que lo trata de asesinar a martillazos en su apartamento de Gävle.
Todo lo que el servicio secreto de Suecia ha estado investigando comenzó cuando Abdurakhmanov llegó al país buscando asilo tras haber sido acusado de nexos con el Estado Islámico por los subalternos del presidente checheno, Ramzán Kadyrov. Dadas las circunstancias, Abdurakhmanov huyó a la Unión Europea en 2018. Antes pasó con su mujer e hijos por Georgia, país que no los quiso acoger de ninguna manera; luego llegó a Polonia, donde su solicitud de asilo fue rechazada, y más tarde recaló él solo en Suecia, donde aún se sigue estudiando su solicitud de asilo (con gran detenimiento, pues su presencia en Escandinavia ha coincidido en el tiempo con otros dos asesinatos de exiliados chechenos, uno acaecido en Francia y otro en Alemania).
En febrero del pasado año, y mientras esperaba la evolución de su petición humanitaria, continuó publicando vídeos en Internet, extremo que ya le había valido la condena pública pero no oficial (una llamada al chin, que en el “código de honor” checheno, significa algo así como “enemistad mortal”) de Magomed Daudov, mano derecha del presidente Ramzán Kadyrov en el Parlamento de la República caucásica.
Pasaban los días en la fría ciudad de Gävle y el youtuber entabló relaciones con una mujer de nacionalidad rusa. Sería esta quien el día en el que se encontraba acostado con ella abrió la puerta del apartamento, dejando pasar al atacante, quien golpeó al checheno en la cabeza con un martillo. De forma inesperada, los resbaladizos guantes de lana del atacante le hicieron perder el martillo, que fue inmediatamente recogido y usado contra él por el propio Abdurakhmanov. Los papeles se intercambiaron, y el asaltante terminó tendido en el suelo sobre un gran charco de sangre. Antes de que el intruso perdiera la consciencia, el youtuber checheno tuvo tiempo de tomar su teléfono y grabar un interrogatorio en el que a la pregunta de, “¿quién te envía?”, el asaltante respondió, en ruso, “Moscú”. Y acto seguido parece que esgrime lo que sería una justificación: “Tienen a mi madre”. Cuando la policía llegó al apartamento, atendió a los dos heridos y se los llevó arrestados.
Tras tres días de interrogatorios, la policía sueca entendió que la víctima era el comunicador checheno y no al contrario. Su asaltante resultó ser un ciudadano ruso de 30 años. Abrumado por un montón de pequeñas deudas, la inteligencia sueca sospecha que fue captado por quienes pretendían terminar con la vida de Abdurakhmanov porque de otra manera no se explicarían la multitud de gastos en viajes y varias visitas no justificadas a Suecia.
Finalmente, él y su compinche han sido condenados a 10 y 8 años de prisión respectivamente. A lo largo del proceso, Daniel Stenling, portavoz de la unidad de contrainteligencia del servicio secreto sueco, declaró que, “en los últimos cinco años se han incrementado las operaciones y actividades de otros países dentro de Suecia”.
Turquía
El periodista Abdullah Bozkurt camina por Estocolmo echando la vista atrás cada pocos metros. Es un hábito que tiene desde que llegara a Suecia como refugiado político en 2016. No transcurrieron ni 24 horas desde que se instaló en el barrio de Rinkeby para recibir las primeras intimidaciones de unos vecinos seguidores del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Desde aquel día, él y su familia no han dejado de recibir amenazas de muerte. No obstante, todo adquirió un cariz más grave el pasado 24 de septiembre, cuando a plena luz del día tres desconocidos le propinaron una paliza a la puerta de su casa.
La policía acudió al lugar de los hechos, Bozkurt fue llevado al hospital y su rostro magullado fue noticia en la prensa sueca. Sin embargo, la investigación no ha producido ningún avance hasta la fecha. Mientras, en Turquía sigue vigente una orden de arresto contra el periodista. Le acusan de pertenecer al movimiento Gülen, un grupo religioso inspirado por el clérigo exiliado en Estados Unidos Fetullah Gülen. Tras el infructuoso golpe de Estado que –según el presidente Erdogan– este movimiento trató de dar en el año 2016, vinieron las detenciones masivas de periodistas y el cierre del diario Zaman, uno de los más influyentes del país y del que Bozkurt era director en su edición internacional.
Sentado en la redacción de Nordic Monitor, una publicación de denuncia e investigación que ha fundado en Estocolmo, el periodista traza un relato pormenorizado de lo que sería la forma de actuar de los agentes turcos en Suecia y en el resto de la Unión Europea. “Algunos miembros del MIT (servicio secreto turco) se despliegan como si fueran diplomáticos y otros como gente de negocios o profesionales de algo. Tienen informantes en la comunidad turca que espían a quienes les critican, en un flagrante desprecio a la Convención de Viena. He publicado documentos confidenciales que así lo revelan”. Según detalla, “los recursos humanos del MIT son limitados y reparten unos pocos oficiales por los países miembros de la Unión Europea. Sin embargo, estos tienen una amplia red de colaboradores. Utilizan tapaderas, como ONG, y hasta se valen de organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas y armas”.
Respecto a la incapacidad de las autoridades suecas se muestra “sorprendido” de que sus atacantes “no hayan aparecido en el radar del servicio secreto para ser arrestados”. Espera “que aquellos que lo planearon, y no solo los que lo hicieron, sean encontrados para que se envíe un mensaje de que estos actos no pueden quedar impunes”.
Nos brinda estas declaraciones pocas horas antes de que Masut Hakki Casin, asesor de seguridad y política exterior del presidente turco, declare en el plató de CNN: “El MIT lo encontrará. Os lo digo. No sé si el MIT lo echará a los peces o los tiburones, pero los traidores, al final, siempre reciben su merecido”.
En relación con los atentados a periodistas turcos, por parte de Erdogan, claro; no hay que olvidar dos cosas: primera que el tipo es un yihadista convencido y, segunda que , cómo Putin, es un delirante, puesto a revivir la » Gran Tuquia», es decir el Imperio Turco. Pero, más importante aún, es no olvidar qué Angela Merkel estuvo a punto de dejar entrar a la UE, cómo invitado de honor, a Erdogan y a sus 25 millones de musulmanes, entre ellos, seguro, unos cientos de miles de yihadistas. Otra más de las » picardias» qué Alemania obliga a aguantar a todos los europeos. Y todo por una mamada al presi useño de turno.
EL EJÉRCITO DE ISRAEL ASESINA A UNA PERIODISTA EN JENIN (CISJORDANIA OCUPADA) (VÍDEO)
https://canarias-semanal.org/art/32692/el-ejercito-de-israel-asesina-a-una-periodista-en-jenin-cisjordania-ocupada-video
COLOMBIA: EL CRIMEN QUE NO CESA.
Los grupos paramilitares afectos al gobierno colombiano, asesinaron el pasado fin de semana a una líder social de 65 años. Con este crimen ya alcanzan el número 64 de los líderes sociales asesinados en lo que va de año, sin que ello suscite el más mínimo escándalo en los grandes medios de comunicación occidentales.
Como suele ocurrir en Colombia, -el primer país latinoamericano cobijado bajo las siglas de la OTAN-, una vez más la versión que sobre los asesinatos proporcionan las autoridades colombianas no coinciden con la proporcionada con la de los vecinos y los familiares de la víctima .
Cualquier caso, las cifras nacionales de homicidios de luchadores sociales y defensores de los derechos humanos en Colombia son inasumibles. De acuerdo con los datos conocidos, este país ha registrado desde el pasado mes de enero, 64 personas asesinadas por su compromiso con tareas sociales de organización colectiva campesina. Sin embargo, estos hechos no son usualmente recogidos en la prensa occidental, de tal forma que la media de la ciudadanía europea asume con toda naturalidad la idea de que en Colombia ha existido y existe «una democracia que funciona», no teniendo esa misma estimación hacia Venezuela, un país en el que, según los más importantes medios de comunicación, hay una feroz dictadura que persigue duramente a su disidencia política
https://canarias-semanal.org/art/32656/colombia-el-crimen-que-no-cesa
SOS A LA LIBERTAD DE PRENSA EN ESPAÑA, David Bollero, Público.
…Seguimos padeciendo una Ley Mordaza para cuya derogación prometida este gobierno tan progresista no hace más que arrastrar los pies, lo mismo que para la eliminación de los delitos de expresión tan obsoletos e impropios de una democracia plena como las injurias a la Corona o a los sentimientos religiosos -que en el caso de España, prácticamente se restringe al catolicismo-.
Ningún palo en las ruedas hay tan grande como la concentración de medios y la precariedad en que vivimos los y las periodistas, habiéndose cronificado desde la crisis de 2008. El informe de RSF destaca el impacto negativo que ha tenido la propagación de los muros de pago en las ediciones digitales y la extraordinaria dificultad para crear medios independientes, para los que no existen ayudas.
Sin contrato y en régimen de autónomos -ya saben, los freelance-, los profesionales de la información están sometidos a mayores presiones, obligados en muchas ocasiones a poner en la balanza sus principios o llegar a fin de mes. El problema es que la materia con la que trabajan es la información y eso tiene un impacto directo en la ciudadanía, en la calidad democrática. El mayor problema en España para la calidad informativa ya no es tanto la seguridad o el contexto jurídico como esas presiones que dictan sobre qué informar y desde qué prisma, por no hablar de ese viraje hacia lo anecdótico, polémico y sensacionalista que atrae más visitas so pena de empobrecer la información.
RSF apunta, además, a otra de las grandes amenazas que corremos los y las periodistas en España: los llamados SLAPP (Strategic Lawsuits Against Public Participation), es decir, acciones judiciales abusivas interpuestas contra los periodistas con fines a menudo intimidatorios y por presunta revelación de secretos o delitos contra el honor. Hablando en plata, la extorsión judicial que ejercen los poderosos para evitar que los periodistas revelemos la realidad….
Edward Snwoden explica por qué la decisión del Tribunal Supremo británico de extraditar a Assange podría sentar un precedente extremadamente peligroso para la profesión del periodismo. Y el denunciante no perdona a todos los “periodistas” que han optado por condenar a Assange, cavando la tumba de su propia profesión.
https://insurgente.org/edward-snwoden-todo-va-de-maravilla/
El olvido mediático del periodista Pablo González, preso en un país de la UE (Insurgente.org)
Imaginen por un momento que Cuba o Venezuela hubiesen detenido, por actividades contrarevolucionarias, a un periodista español que trabajase para algún medio patrio. Es posible que los reportajes, entrevistas a familiares y hasta la cara del susodicho hubiese abierto los telediarios, que la presión del gobierno buscando su libertad a cambio de amenazas hasta en el terreno económico, constituiría caso para la UE, la ONU y cientos de personas en las calles hablando de las «dictaduras» contra la prensa libre.
Nada de eso ha ocurrido en el caso de Pablo González, un periodista vasco detenido en Polonia (país amigo y de la UE) al que se le impide ver abogados y familiares. La culpa debe ser de Putin, porque el gobierno de extrema derecha polaco dice que Pablo trabajaba para los rusos y ha ordenado mantener en secreto este arresto, y que así seguirá en prisión provisional hasta el 29 de mayo.
Los grandes medios nacionales afiliados a la Falsimedia ignoran el caso en nombre de la «libertad de prensa».