Cultura

¿Cómo lo has hecho, Carla Simón?

La directora catalana firma un nuevo prodigio: ‘Alcarràs’, el drama de una familia de agricultores atropellada por una transición energética mal entendida.

La familia de ‘Alcarrás’ ve cómo se acercan los camiones con las placas solares que pondrán en peligro su vida como agricultores. LLUÍS TUDELA

Cuenta Carla Simón que cuando recibió el Oso de Oro de Berlín por Alcarràs hubo miembros del jurado que se acercaron a ella y le preguntaron anonadados: «Pero… ¿cómo lo has hecho?». Y no eran cualquiera. Hablamos, nada más y nada menos, de gente como M. Night Shyamalan o Ryusuke Hamaguchi. Carla se ríe de la reacción: «Era para decir: “¿Yo? ¿Pero qué me estáis contando? ¡¿Cómo lo hacéis vosotros?!”». Y, sin embargo, a pesar de su modestia, la pregunta es pertinente: ¿cómo lo has hecho, Carla Simón?

Al parecer, todos en el jurado de Berlín se sorprendieron cuando, al final de la película, vieron apellidos diferentes en los títulos de crédito. Seguramente sabían que la directora había trabajado con actores no profesionales, pero no podían creer que esa familia que veían en la pantalla no lo fuera también en la vida real.

Cuando alguien tiene la habilidad de convertir una ficción en pura vida es imposible no ceder al pasmo. Y eso es lo que pasa con Alcarràs.

Lo que cuenta Carla Simón es el drama de una familia atropellada por una transición energética mal entendida. El Quimet, la Dolors y sus hijos ven con impotencia cómo les van a arrebatar sus tierras, arrendadas y cultivadas por los suyos durante generaciones, y van a arrancar sus melocotoneros para instalar paneles solares. No hay nada que ellos puedan hacer por impedirlo. Es el capitalismo, amigo. El capitalismo verde.

El naturalista Joaquín Araújo decía en una reciente entrevista que «cuando las informaciones sobre el cambio climático son tan rotundas, llegamos a la conclusión de que prácticamente habría que declarar sagrado hasta el último metro cuadrado que tenga hierba». Pero no es así como se está haciendo la necesaria descarbonización de la economía. «Estamos ocupando territorio, incluso el de magníficas dehesas, enclaves esteparios con especies únicas, para instalar granjas solares de cientos de hectáreas. ¡Pero si con cubrir la mitad de los tejados de España con placas solares ya tendríamos asegurado el autoabastecimiento!», añadía. Y de eso se trata, precisamente. De poder. De concentración de capital. De acaparamiento de recursos. Una minoría posee y una mayoría trabaja y paga. Nada nuevo bajo este sol limpio, verde y renovable.

Las personas de Alcarràs

Pero esos son los grandes conceptos, la macroeconomía, siempre tan abstracta. Luego están las personas, y es en ellas en las que Carla Simón pone el foco, con una delicadeza, con una ternura, con una empatía y con una verdad desarmantes. Y con rabia, por qué no decirlo, la rabia que corroe al Quimet y que arrasa emocionalmente a toda su familia y al espectador. El trabajo de todo el reparto es excepcional, pero el de Jordi Pujol Dolcet es un huracán.

La directora ya había demostrado que sabe tocar ese resorte íntimo y frágil que hace quebrarse al público. Lo hizo en Verano 1993 (2017), en la que contaba su propia historia de niña huérfana y perdida incrustada en una nueva familia. No cabe imaginar un debut más feliz: tres premios Goya, cinco Gaudí, dos Sant Jordi y cuatro Feroz. Esta vez vuelve al ámbito rural y familiar (su propia familia también cultiva melocotones) para hacer una película más coral pero no menos intensa. Su maestría le sirve para ir exponiendo y desarrollando los problemas (vitales, económicos, culturales, energéticos) por capas generacionales, desde el abuelo a la nieta pequeña, mostrando sus diferentes efectos y reacciones. El resultado, de una humanidad incontenible, es portentoso.

El campo sufre ya muchas tormentas. Unas viejas y otras nuevas. Está el pedrisco y está la sequía. Están los arrendamientos, cada día más caros, y el precio de la fruta, siempre menguante. Están finalmente los buitres, en forma de bancos, de terratenientes, de grandes supermercados o de fondos de inversión. Siempre estuvieron ahí. Son los que, sin dar un palo al agua, pretenden exprimir hasta la última gota de sudor del pequeño agricultor y del migrante sin papeles. Y cuando consumen el estrangulamiento les pegarán la patada para seguir haciendo lo que siempre han hecho: arrasar. Arrasar la naturaleza, arrasar derechos, arrasar familias. Nunca les faltaron excusas pero ahora tienen una difícilmente rebatible: el cambio climático. Es el negocio perfecto porque se articula, como cualquier chantaje, con forma de tenaza. O ponen sus placas (las suyas, no las tuyas, para tu consumo, o las de cualquier otro) o arderá el mundo.

John Steinbeck ya había contado esta historia. Lo hizo en Las uvas de la ira y otorgó a su infortunada familia protagonista la virtud de la dignidad. Carla Simón la narra con algo que es, si cabe, todavía más importante: el amor.

‘Alcarrás’ se estrena en cines el viernes 29 de abril.

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Comentarios
  1. Otro director comprometido que, como Carla Simón, destapa las miserias de estos tiempos.
    El director estadounidense Oliver Stone, ha dejado unas interesantes declaraciones en su paso por Barcelona para presentar el documental «JFK: caso revisado». No ha dudado en posicionarse claramente acerca de la guerra entre Rusia y Ucrania, tras la que sitúa a su país.
    Oliver Stone señala al imperialismo norteamericano como el verdadero enemigo:
    «a Estados Unidos lo único que le preocupa es seguir vendiendo armas tremendamente caras a regímenes con los que cooperamos porque de esta manera su economía crece sin parar».
    Mi país ha invertido mucho dinero en Ucrania. Los Estados Unidos trabajan en Ucrania desde hace muchos años. Ya el año 1949 dentro del Operation Mockingbird la CIA introdujo en la zona a ucranianos para desestabilizar la Unión Soviética. Muchos de los ucranianos eran antirrusos. Eran seguidores del fascismo y lucharon a favor de Hitler. Muchos ucranianos asesinaron judíos y gitanos. Hay un gran sentimiento antirruso en Ucrania. Un sentimiento que han reavivado los últimos presidentes: Petró Poroshenko y Volodímir Zelenski. Una vez más, los Estados Unidos han conseguido su objetivo: controlan Ucrania y por, extensión, controlan el mundo. De hecho, Ucrania no les interesa lo más mínimo, lo que quieren es hacer caer el actual régimen político ruso«.
    Sobre Vladimir Putin: me pareció una persona muy razonable, siempre abierto a la negociación. Desde la propaganda, los Estados Unidos somos especialistas en crear monstruos. Ya lo hicimos en el pasado con Saddam Hussein. Ahora también lo estamos haciendo con China y con la propaganda sobre el genocidio del pueblo uigur. He estado allí y la situación no es como nos lo han querido hacer creer. Han acusado a China de genocidio, de la misma manera que ahora están acusando a Rusia de lo mismo. Acusar a los otros de crímenes de guerra es una perversión del Código de Nuremgberg«.
    Desde una perspectiva más amplia, también critica el papel de la OTAN y Europa en el conflicto: «Recuerdo a la vieja Europa en que todo era mucho más diverso y siempre tomaba distancia respecto de los Estados Unidos. ¿Cuál es la relación de España o Francia con los Estados Unidos? ¿Sois el perro moviendo la cola o sois la cola del perro escondida entre las piernas?».
    Por último, se reafirma en su idea de que el imperialismo de EEUU ha matado a más personas que el terrorismo yihadista y sentencia que «Millones de personas han muerto por culpa de esta ideología (el imperialismo de EEUU), empezando por la guerra del Vietnam y podemos seguir por todas las muertes causadas por las dictaduras de Chile, Brasil o la guerra contra los países de centroamérica como Nicaragua, El Salvador, Guatemala… Los Estados Unidos han causado mucho dolor en todo el mundo«.
    (fuente: El Nacional)

  2. Acertadísimo artículo.
    El argumento me recuerda a EL OLIVO de la directora Itziar Bollain, otra mujer dotada de una gran sensibilidad.
    Hay algunas películas españolas que no tienen nada que envidiar al mejor cine internacional.
    Dicen que el buen cine es el que te hace pensar, el que te enseña.

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