Crónicas | Internacional
Una inflación desbocada ahoga los hogares en Turquía
El aceite de girasol, habitual en la cocina turca, ha aumentado su precio un 150% en los últimos seis meses
ESTAMBUL | Este mes, las panaderías de toda Turquía trabajan horas extra para producir un pan tradicional que se consume en millones de hogares durante el mes de Ramadán. Incluso las familias que no ayunan lo compran, atraídos por su sabor dulce y su textura esponjosa. Selin Öyküsü, panadero en un pequeño local del centro de Estambul, teme una caída de las ventas por la crisis económica que azota el país desde hace meses. La inflación ha escalado hasta el 61%, aunque algunos estudios independientes apuntan que el aumento de precios real podría ser el doble. “Este año las familias van a aprovechar hasta la última miga de pan. Comprarán menos cantidad pero es una necesidad diaria”, explica. El aumento de precios afecta también al pan de Ramadán, que es más pequeño que el año pasado y un 30% más caro. “Los precios suben a diario, desde la harina que compramos al aceite, la electricidad y el gas. Vamos ahogados”, lamenta Öyküsü.
Comercios y hogares han notado el aumento de precios no solo en los productos de consumo, también en la factura de la luz, el doble que el año pasado, igual que el precio de la gasolina. El Gobierno ha recortado los impuestos en la electricidad ante las protestas de miles de ciudadanos y comercios que cada vez tienen más problemas para pagar las facturas. El precio de muchos productos también se ha visto afectado por la caída de la lira turca, que ha perdido un 40% de su valor frente al euro en el último año. “Tenemos menos clientes. Intentamos ajustar los precios al máximo pero aún así llevamos tres meses con pérdidas. Si seguimos así, a finales de año me planteo cerrar la tienda”, explica Erdal, propietario de un colmado.
La rápida depreciación de la lira se debe a varias acciones tomadas por el Banco Central de Turquía bajo la presión del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que intenta imponer su visión particular de la economía. La entidad ha ido recortando los tipos de interés hasta el 14%, pese a que la inflación es cuatro veces superior. Es una decisión contraria a la mayoría de economistas, que recomiendan que los tipos de interés deben estar al mismo nivel o por encima de la inflación porque de lo contrario, los intereses pasan a estar en negativo.
Estas medidas han provocado un gran vaivén en el valor de la lira y, en consecuencia, un aumento de la inflación, debido a los materiales que Turquía importa para producir en varios sectores. “El problema actual es que no es solo una grave depreciación, la volatilidad de la lira es peor. Las empresas no tienen tiempo para reaccionar y ajustar los precios de venta. Además también afecta a la producción”, explica el economista Emre Deliveli. “Lo hemos visto con Apple en Turquía. Tuvieron que cerrar durante dos días porque no fueron capaces de ajustar los precios de venta por la volatilidad de la lira”, añade.
Varios economistas creen que el Gobierno quiere mantener una lira devaluada ante monedas extranjeras para incentivar las exportaciones y el turismo en el país. “El nuevo modelo económico no tiene sentido. Creen que las exportaciones turcas van a ser más competitivas y, en consecuencia, el déficit y la inflación se recuperarán”, explica Deliveli. “Esta teoría funciona en el papel pero no en la realidad. En Turquía importamos mucho para producir y si la lira cae, producir es más caro. Además muchas empresas tienen deuda en moneda extranjera y cada vez es más caro cubrir estas deudas”, detalla.
Sin embargo, los dos pilares de esta teoría, el turismo y las exportaciones, se han visto golpeados por la invasión en Ucrania. Turquía mantiene con Rusia y Ucrania vínculos comerciales en varios sectores y aunque es uno de los pocos países que no ha impuesto sanciones a Moscú, la guerra ha frenado un volumen comercial que asciende a los 40.000 millones de euros al año. La Asociación de Exportadores de textil de Estambul anunció que desde finales de febrero están perdiendo 200 millones de euros semanales por pedidos cancelados desde Ucrania y temen que si el conflicto se alarga más de mil millones de euros están en riesgo para la industria textil. El sector turístico también teme perder al principal país visitante, Rusia, con siete millones de turistas anuales y Ucrania, con más de dos millones.
Otro aspecto importante de sus relaciones comerciales es la dependencia turca del trigo y aceite de girasol de Ucrania y Rusia. Ambos países representan tres cuartas partes de las importaciones de trigo y todas sus importaciones de aceite de girasol.
El aceite de girasol, habitual en la cocina turca, ha aumentado su precio un 150% en los últimos seis meses, castigado por la inflación y el temor a los efectos de la guerra en las importaciones. “Muchas familias compran en los pequeños comercios vasos de aceite en lugar de comprar un litro. O compran tres o cuatro pañales individuales en lugar de un paquete en el supermercado”, describe Sevval Sener, miembro de la Red de Pobreza Profunda, una ONG que asiste a familias en el límite de la pobreza. Sener denuncia que de un año para otro los precios se han doblado y cuesta más asistir al número creciente de familias que piden ayuda. “Para cubrir las necesidades básicas mensuales de un hogar hacemos paquetes con vegetales, productos de higiene y pañales. En marzo de 2020 tenían un coste de 250 liras. El mismo paquete ahora cuesta 500 liras”, explica.
En diciembre, el Gobierno aplicó una subida del salario mínimo del 50%, una reforma que afectó a la mitad de los trabajadores de todo el país, según datos del sindicato DISK. La subida, aunque fue el mayor incremento en los últimos cincuenta años, no cubre el aumento de precios, que supera el 60% según cifras oficiales y más del 100% según estudios independientes. La merma de la capacidad adquisitiva de los trabajadores ha extendido los conflictos laborales en todo el país, con más de 60 huelgas vigentes en varios sectores.
En plena crisis algunas encuestas aseguran que el partido de Erdogan, el islamista AKP, podría perder las elecciones si se celebrasen ahora. Erdogan, por su parte, tiene poco margen para ganar unas presidenciales según el candidato que presenten las formaciones opositoras.
El grito «¡Gobierno dimite!» Es un eslogan cada vez más común en todo tipo de protestas, desde encuentros feministas a huelgas o manifestaciones por la subida de precios. La mayoría de encuentros son reprimidos por la policía con gases lacrimógenos y detenciones. “Desde que gobierna el AKP, discrepar es un delito. Especialmente porque ahora la situación se ha deteriorado mucho y tienen miedo a las protestas. Las reprimen de forma muy violenta”, explica Zübeyde Dizdar, miembro del Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP). “Esta crisis asusta mucho a los trabajadores, a las familias y a los jóvenes, que se empobrecen día tras día. Creo que la situación económica marcará todas las manifestaciones que veremos en un futuro próximo”, sentencia.
Ésta es el tipo de notícias qué deberían hacerse virales en toda Europa, en especial en los paises de la UE- OTAN. Para qué todos ellos se informen de lo qué les espera por seguir, ciegamente, las ordenes de Biden y su Reserva Federal, von der Layen, Burrell y Stoltenmberg. ¿ Y qué les espera? , casi nada: inflación galopante- mucho mayor del 150%- acompañada de caída de todas las actividades economicas, cierre de empresas, salto del paro y aumento drástico de la miseria. Todo por arrinconar, provocar y humillar, sin motivo alguno, al Loco Putin con la amenaza de la OTAN. Todo al mismo tiempo que aclaman y convierten en heroe y martir a un sionista amigote de neonazis, mentiroso y ultraracista cómo Zelenski. Es tiempo tambien qué, de una puta vez, todos los europeos se enteren de qué la miseria qué se les viene no es casual, no, nada de éso; todo está planificado para arrodillarles y así domesticarles totalmente por los zelenskis.