Sociedad

PorTodas y Vox en Castilla y León: un caso práctico

La entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León permite observar de manera clara lo que puede suponer un retroceso histórico en la lucha contra la violencia machista. ¿Actualizará ahora Mañueco la ley avanzada que estaba ultimando?

Mural en Ponferrada. ÁLVARO MINGUITO / PORTODAS

Hay una pintura en un muro de Ponferrada en el que se ve a una chica con una mochila, la concha del Camino de Santiago y un mensaje: «Stop a la violencia machista». La obra, que pretende concienciar a las personas que pasan por el albergue de la localidad leonesa, fue creada por el artista berciano Asier Vera. Y justo en una de las calles que desembocan en el consistorio, sobre el suelo, como en Hollywood, luce una placa dedicada a la dramaturga Laila Ripoll, que ha analizado en su obra los efectos de la violencia de género. Es julio de 2021. Por la ciudad acababan de pasar varias expertas en una nueva edición de la Universidad Feminista de Ponferrada.

Son algunos detalles de una de las historias documentadas en PorTodas, el proyecto de investigación impulsado por La Marea en el que analizamos, con la perspectiva que ofrece el tiempo, los crímenes machistas cometidos en 2014. 

En todos ellos analizamos qué ha sucedido hasta ahora. Y en todos ellos, a pesar de los errores detectados, comprobamos que, con más celeridad o menos, con más o menos eficacia, a lo largo de los años casi siempre se producen avances, especialmente en la legislación. La entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León, sin embargo, permite observar de manera clara lo que puede suponer un retroceso histórico en la lucha contra la violencia machista.

Sobre lo acontecido tras esta historia en concreto, referido a una mujer de 63 años cuyo feminicidio está registrado en las estadísticas oficiales y es negado aún hoy por algunas personas como un caso de violencia machista, la novedad más destacada en la Administración era la actualización de la ley de violencia de género, que estaba ultimando la Junta de Castilla y León, gobernada hasta hace solo unos días por el PP.

El texto del anteproyecto reconoce más formas de violencia, como la vicaria o las digitales, promueve una mejor y más efectiva detección y prevención de estas situaciones, y favorece una atención más universal. Durante su presentación, en septiembre del pasado año, la entonces consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Isabel Blanco, insistió en que la lucha contra la violencia de género es un compromiso personal del presidente Alfonso Fernández Mañueco y de todo el Ejecutivo autonómico, y recordó la importancia que tiene pasar de las palabras a los hechos.

Apenas medio año después, aunque Mañueco sigue siendo presidente y dice que la ley de violencia de género (vigente desde 2010) no se tocará, habrá que ver si los hechos no se quedan ahora en palabras. El vicepresidente de Castilla y León es ya Juan Gallardo, el líder de Vox en esta comunidad autónoma, y dice lo siguiente: «Vamos a tratar a todas las víctimas por igual, sean hombres o mujeres». No es ninguna novedad. Abascal y los dirigentes de su partido piden a diario la derogación de las leyes de violencia de género y, en ocasiones, llegan incluso a negarla.

De momento, Mañueco ya ha aceptado la imposición de Vox de crear una Ley de violencia intrafamiliar, que es, en el fondo, aceptar el discurso antifeminista de Vox. Pese a las estadísticas y el sentido común, que dicen lo contrario, ha llegado a justificar que ambas leyes son necesarias y complementarias. “Las dos normas son necesarias, las dos normas son compatibles y las dos normas son complementarias”, afirmó el dirigente del PP. ¿Qué ocurrirá entonces con la actualización de la ley? ¿Seguirá adelante? ¿En qué términos?

La confección de la norma, según explicaba la Junta antes de que la ultraderecha entrara en el Gobierno, se sustenta en tres pilares. El primero es la propia actualización de la propia norma para dar encaje en ella a la realidad social vigente. En segundo lugar, el texto incide en la prevención, detección y evaluación como herramientas fundamentales para avanzar en la lucha contra la violencia machista: “Tareas en las que implica al conjunto de la sociedad civil –para consolidar una cultura de rechazo hacia la violencia de género– y al propio agresor –al que convierte en destinatario de medidas de preventivas, de sensibilización y atención–”. Y el tercer pilar es la modificación de los modelos de atención a las mujeres víctimas, “al pasar de un enfoque exclusivamente asistencialista a otro más avanzado, que incluye el apoyo en los procesos para la recuperación de su autonomía personal y la restitución de sus derechos vulnerados”.

La violencia de género se define en esta norma como cualquier acto de violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de serlo, que tenga o pueda tener como resultado el daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico. –¿Suscribe Vox esta afirmación?– Se incluyen en esta denominación las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad –tanto si se produce en la vida pública, como en la privada–, comprendiendo las distintas formas de violencia física, psicológica, sexual y económica, que se producen en los ámbitos de la pareja, familiar, laboral y sociocomunitario.

El ámbito de aplicación de la norma en ese anteproyecto se extiende y, con ello, se amplía la protección a más personas. “Cita expresamente –dice un comunicado de la Junta– a mujeres trans, niñas y adolescentes en situación de violencia de género, pero también a los menores que se encuentren bajo su patria potestad o guarda y custodia, así como a los familiares, por consanguinidad o afinidad hasta el segundo grado inclusive, que convivan con ella. Bajo el paraguas de esta ley figuran también las mujeres castellanas y leonesas retornadas, que hayan sido víctimas de violencia de género en otro país”.

Aparte de la vicaria y la digital, la norma abarca también la llamada ‘violencia de segundo orden’, que incluye los actos de violencia física o psicológica, represalias, humillaciones y la persecución ejercidas sobre las personas que apoyan a quienes sufren la violencia de género, así como las acciones que impidan la prevención, detección, atención y recuperación de las víctimas.

Junto a ello, se regularía también por primera vez la violencia institucional, que comprende las acciones u omisiones que se realizan desde la administración pública con el fin de diferir, obstaculizar o impedir el acceso a derechos para una vida libre de violencia.

Es la primera vez que en los casos documentados en PorTodas, casi ocho años después de los feminicidios, encontramos un retroceso de este calibre, que, a su vez, contribuye a dar alas a una mentalidad contraria a los valores de igualdad aún vigentes en algunos sectores de la propia sociedad. No olvidemos tampoco que el caso Nevenka ocurrió aquí.

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Comentarios
  1. Adelina Jiménez: “Las mujeres que hemos sido pioneras hemos sido víctimas”
    Este 8 de abril, Día del Pueblo Gitano, hablamos con Adelina que allá por los años 60 tomó la decisión de hacer historia y convertirse en la primera maestra gitana del Estado español. Un orgullo que vino acompañado de muchos sacrificios, antigitanismo y del sentimiento de no pertenecer ni al mundo payo ni al gitano.
    Ella, ahora que disfruta de su jubilación, sirve de referente para las nuevas generaciones pero, ¿en quién se inspiró ella para dar el paso? Su abuela, la primera, que fue quién la crio y quién la animó para que fuera a la escuela y le leyera en voz alta los libros que devoraba y la segunda, su maestra.
    “A los 14 años cuando iba a terminar el certificado de estudios, yo miraba mucho a mi maestra. Me llamaba la atención y pensaba qué bien trabaja, qué guapa, pues yo seré maestra. Me gustaba porque a veces cuando ella salía a hacer algún encargo, me dejaban a mí para que me preocupara de todas las demás niñas y yo claro, me ponía contentísima. De ahí vino mi vocación”. Un ejemplo viviente de la importancia de tratar al alumnado desde la igualdad, la confianza y el cariño.
    “yo no estoy casada y no me he casado porque no he podido porque si he tenido algún pretendiente gitano lo primero que han querido es que dejara el trabajo”.
    Ella fue la primera maestra gitana pero como ella, muchas mujeres gitanas han roto moldes, estereotipos, mandatos contra los que lucharon para mantener su independencia sin renunciar a su gitaneidad.
    Escuchar a Adelina es escuchar cómo el patriarcado opera para marginar a las mujeres valientes que no se conforman con lo que les viene heredado. Y es que, con esta doble vida que decidió elegir como maestra gitana ha conseguido recopilar una buena ristra de anécdotas que no son otra cosa que ataques racistas y machistas, algunos de ellos incluyendo episodios de violencia física.
    Su relato es el de quien tiene que demostrar una y otra vez lo que vale, de cómo se normaliza el racismo y de cómo adaptarse a un mundo donde no se encaja.
    Además de las 250 leyes antigitanas que los diferentes reinos y administraciones han aprobado a lo largo de la historia y que deberían aparecer en los libros escolares, Adelina recuerda a su abuela y cómo vivió la Guerra Civil española, otro relato de aquel conflicto que tanto cuesta llevar a las aulas: “Ella pasó la guerra civil y me contaba muchas anécdotas. Por ejemplo, que cuando iban de pueblo en pueblo con caballerías y aparcaban en un pueblo y se ponían las mujeres a hacer la comida y que de pronto llegaba la Guardia Civil les hacían marchar, le daban una patada y les tiraban la comida. Mi abuela había vivido eso, y mis tías igual. Había mucho racismo”.
    https://arainfo.org/adelina-jimenez-las-mujeres-que-hemos-sido-pioneras-hemos-sido-victimas/

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