Sociedad
Alejandro Palomas: “Yo he sido el número X de una carpeta inmensa de un depredador terrible”
Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) vive en la montaña. Allí es donde escribe sus novelas, como Un país con tu nombre (Destino, 2021), la última de ellas. Con Un amor obtuvo el Premio Nadal en 2018. Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona y máster en Poesía por el New College de San Francisco, también realiza labores de traducción y participa en talleres de escritura.
El pasado 26 de enero denunció en la Cadena SER que fue abusado y violado por un fraile cuando era un niño en la escuela de La Salle de Premià de Mar. La Fiscalía de Mataró determinó, varios días después de esta entrevista, que los delitos habrían prescrito.
¿Por qué sintió que ahora era el momento?
Pues esta es una de las preguntas terribles que se le hace a la gente que pasa por esto. Y es una pregunta terrible porque sientes que te están cuestionando muchas cosas: el tiempo, la verdad. Tienes que justificarte. Yo estoy preparado para eso, pero hay mucha gente que no lo está, y esa es la pregunta que hace que mucha gente no lo diga, no lo cuente. Porque creen que no les van a creer, porque ha pasado tanto tiempo que piensas que igual van a tratar de buscar qué beneficio puedes sacar de esto por contarlo justo ahora.
Yo lo conté en un arrebato de verdad. No lo sé. Soy muy visceral, también es cierto. Si yo te digo que lo conté porque mi madre ya no estaba, te contaré solo una parte muy pequeña del porqué. Esto es como cuando alguien te pregunta por qué escribes una novela y no otra. Tú escribes una novela para descubrirlo, no lo sabes antes. Yo no sé todavía por qué en ese momento y por qué no antes cuando ha habido momentos en estos 45 años en los que he tenido muchas ganas de decirlo.
Pero, ¿sabes qué pasa? Que ahora, a posteriori, me he dado cuenta de que nunca me lo había dicho a mí mismo. Estas cosas, o las haces así, como gritando, o no te lo crees ni tú. De esto me estoy dando cuenta ahora y esto es lo que me está haciendo polvo en este momento, porque yo creía que lo tenía todo súper bien encajado, y me he dado cuenta de que no.
Cuando le propuse esta entrevista, temí hacerlo porque no sabía cómo iba a tratar el tema a la hora de plantear las preguntas. No sabía si iba a usar las palabras correctas, porque las preguntas pueden sonar a un cuestionamiento y no es así…
No te preocupes, no existe una forma de preguntar, no la vas a encontrar y nadie la va a encontrar nunca. Por eso siempre estáis en falso y yo lo entiendo muy bien, me pongo mucho en vuestro papel.
Admite que había pensado hacerlo público en otro momento pero no lo hizo justo por un motivo contrario a esto: “Me daba miedo que terminase con mi carrera de escritor, convertirme en ese que está sucio”. Tres semanas después de haberlo contado, ¿qué siente que ha supuesto hacerlo?
Esa es muy buena pregunta que todavía no me ha hecho nadie, así a posteriori. Entiendo que quizá no aparezca nunca más esta pregunta. ¿Por qué? Porque entiendo que dentro de poco dejaré de ser actualidad, porque así es el periodismo: hay mucho periodismo que trata la actualidad y muy poco que ahonde en la realidad. ¿Cómo me siento ahora? Pues mira, te voy a contar. Hace 10 días entré en contacto con James Rhodes y él me dijo una cosa que me ayudó mucho y que yo ahora siento también, y es la soledad del corredor de fondo. Siento que tengo mucho peso encima.
Yo creía que estaba preparado, y sí, lo estaba, pero he ido descubriendo cosas de mi relato que yo desconocía, que yo había bloqueado, había olvidado… Imágenes, preguntas… Y me he dado cuenta de que el relato que yo tenía era más profundo. He descubierto un subrelato, que creo que es el más interesante, y es el que todo el mundo debería conocer para saber de qué estamos hablando. Porque mucha gente no sabe de qué estamos hablando. Hay gente que te dice “ya han pasado 40 años, tío, supéralo”. Y está superado. El problema es que no hay nada que superar, el problema es que es una realidad con la que convives.
Cuando eres niño, las cosas te afectan de una manera totalmente distinta: la vulnerabilidad, la soledad delante de un adulto, la agresión, la desconfianza… todo eso crea un abecedario nuevo para un niño que se convierte en adulto y que ya no puedes despegar de ti. Estas tres semanas me han ayudado a ahondar en eso, y a sentir al niño. Yo no había vuelto a sentir al niño. Ahora estoy empezando a sentirlo y me da muchísima pena. Ayer me pegué toda la tarde llorando desconsolado porque me daba mucha pena ese niño, me doy mucha pena. En todos estos años nunca me he dado pena, no me he visto desde esa óptica. Entrar en contacto orgánico con el niño y desde la emoción, no lo había hecho nunca. Y ayer me di mucha pena, mucha. Mucha pena de lo que soy, de mis incapacidades… me vi como soy, y es terrible.
Acaba de relatar lo que ha supuesto para usted haberlo hecho público. Pero también ha supuesto algo para muchas personas que han decidido denunciar. ¿Se habría producido si usted, una persona con relevancia pública, no hubiese abierto camino?
No. Creo que no, y eso es lo triste de este asunto. Bendita la hora en que salí. Yo me he hecho esa misma pregunta y no creo que hubiese pasado esto y dudo también de que si yo desaparezco, esto también desaparezca. Eso me crea una responsabilidad que no sé si quiero llevar encima. Creo que es el momento de que políticos, el Gobierno y las instituciones se hagan cargo de esto y nos quiten este peso de encima. No tenemos que sobrellevar esto; y yo tampoco. Lo hago porque vivo en la desconfianza y creo que hay mucha gente que ya ha aparecido, y muchas más que van a aparecer, que han sufrido esta pesadilla y hay que escucharlas, entenderlas y hacer algo.
En cuanto al hermano en sí, para mí ha sido por un lado muy sanador, porque yo creía que nadie me iba a creer porque yo iba a ser el único. Pero yo he sido el número X de una carpeta inmensa de un depredador terrible. Esto me sitúa en un lugar en el que yo nunca imaginé que pudiera estar. Tú lees esto en los periódicos, lo ves en las noticias, pero no piensas que vayas a formar parte de una triste carpeta donde hay mogollón de nombres que han pasado por algo parecido con una sola persona.
¿Por qué en España se ha tardado tanto en abordar de una vez un tema que se conoce desde hace muchos años? ¿Cree que la Iglesia tiene todavía un poder demasiado grande?
Sí, exactamente. Podemos decorar y darle muchas vueltas al titular, pero ese es: la Iglesia sigue manejando todavía muchísimos hilos en el mundo. No quiero ni imaginar qué está ocurriendo en este momento en países de África, Asia o en Latinoamérica donde la Iglesia tiene tantísimo poder. No quiero ni imaginar las atrocidades. Nosotros estamos ahora empezando a sacar la cabeza. Claro que tiene un poder brutal, que es universal. Y estamos hablando de la Iglesia católica, pero hay muchas más y me gustaría saber qué pasa en otras. Nosotros tenemos esta, que es la mayoritaria, pero somos un país aconfesional y no sé por qué tenemos que tener esta dependencia de la Iglesia como si tuviese un status jurídico aparte, que escapa del brazo de la ley.
En la Iglesia hay disparidad de posiciones. El secretario general de la Conferencia Episcopal le quitó importancia a estas denuncias mientras que la Archidiócesis de Madrid apostó por investigar los casos. ¿Cómo valora estas diferencias?
En primer lugar, no entiendo a qué vienen las manifestaciones públicas de los distintos personajes. No sé para qué sirven, sinceramente. Yo lo que quiero es que esto se traduzca en cooperación con la investigación. Para mí la Iglesia es una gran desconocida. Yo entiendo desde el punto de vista laico o aconfesional que la Iglesia es una institución privada, una empresa privada, con sus distintos cargos, rangos y jerarquías. Como en toda empresa hay que sanearla y, si hay delincuentes, habrá que denunciarlos ante la ley. Entonces, que unos digan que sí hay que denunciar y otros digan que no, ya me parece extraño.
Que además haya ramas políticas que apoyen que no se denuncie, que digan que son “errores”, me parece que es una declaración de impunidad. Esto se hace cuando se ha mamado la impunidad y cuando se ha gestionado tu propia casa con total impunidad.
La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, dijo que todo esto es una “obsesión del sanchismo” que trata de “identificar a la Iglesia con el mal”. También ha hablado de “errores” para referirse a los casos de abusos. ¿Qué piensa cuando lee y escucha esto?
A mí, lo que pueda decir Isabel Díaz Ayuso no me importa, sinceramente. No le doy ningún valor; ella no tiene ningún valor. Todo el mundo puede opinar lo que todo el mundo quiera pero no creo que debamos darle ninguna importancia porque ella no tiene ninguna importancia en esto. No sé cuál será su futuro ni cuál es su pasado –y tiene unas cuantas residencias que revisar– pero debería preocuparse un poquito más de otras cosas; y medir un poco más lo que dice, por las sensibilidades de su propia gente, porque entiendo que dentro de las víctimas hay gente suya.
A nivel político, ¿qué espera de su denuncia y la de otras tantas personas como usted?
A nivel político, como todo en mi vida y en mi obra, quiero que se haga de lo íntimo algo universal. Que la pequeña piedra provoque grandes ondas en el agua y eso llegue a todas las orillas. Entiendo que este relato tiene que llegar; no solo el mío, sino el de todos, porque somos muchos y muchas. Atención a las mujeres, porque hay muchas que han sido abusadas. Es cierto que, en esa época, la enseñanza era masculina, pero después dejó de serlo y se siguieron cometiendo estas atrocidades.
Lo único que quiero es que no mientan. Yo soy muy de pedir mínimos porque a los máximos no vamos a llegar. Quiero que no nos mientan y no jueguen con nosotros como una bengala política que se van lanzando unos a otros. Esto es una cuestión de Estado, no es una cuestión menor que puede tratarse en un lateral. Es una cuestión de calado ético y moral. Creo que debe existir una comisión parlamentaria además de una comisión independiente, porque esto debe ser mostrado en sede parlamentaria. Estas personas con las que yo estoy en contacto quieren hablar y quieren hacerlo en sede parlamentaria. No queremos que nos escondan porque ya hemos vivido muy escondidos.
¿Qué necesitaría para ser reparado?
No lo sé. No sé cómo se cuantifica una vida vivida así. No lo sé. Creo que es algo personal y no se puede hablar de esto como colectivo, porque no existe un colectivo del dolor. Hay casos distintos y yo no lo sé. Ahora mismo estoy gestionando el momento y no sé cómo cuantificar, cómo medir… No sé cómo contar, yo que tenía un relato tan claro, estoy descubriendo cosas que no sabía.
Ha publicado publicado en redes sociales ataques personales que ha recibido. ¿Por qué cree que lo hacen?
No me lo he preguntado. He puesto dos ejemplos que ni siquiera son los peores. He intentado que sean los más demostrativos. El 10% de los mensajes son horribles y no he querido enseñarlos. Pero sí quiero que la gente se entere de que eso existe. Este tipo de odio quiero ser yo quien lo muestre. Porque por mucho que hayas sufrido en la vida, va a haber alguien que va a intentar castigarte.
¿Cómo valora el papel de la prensa a la hora de destapar abusos y violaciones en la Iglesia?
Conmigo han sido fantásticos todos, un flipe. Súper cuidadosos. Nadie ha intentado llevar la conversación a un terreno que no fuera honesto. Al revés. Es cierto que he tenido que decir que no a la mitad de las cosas porque no quería tomar una vía que llevase el tema a un sitio en el que no tiene que estar. He intentado ceñirme a informativos, a programas que sabía que me iban a tratar bien e iban a tratar el tema con la sensibilidad adecuada. En cuanto a la prensa en general, tenemos un problema. El periodismo lleva años sufriendo, y la prensa se nutre de la actualidad. Temo que este tema pase de no ser actualidad a no ser realidad y que tengamos que estar continuamente convirtiéndonos en actualidad. Eso es muy cansado; no puedo hacer eso ya, tengo que volver a mi vida, seguir con mis cosas, con mi literatura, que es lo que me salva.
¿Va a afectar a lo que escribe?
Todo lo que yo escribo es muy cercano a lo que soy. No hago ciencia ficción sino novelas sobre la vida y, obviamente, sí va a afectar. Tengo en mente algo en lo que no había pensado antes de que esto pasara y lo voy a llevar a cabo. Me hace muchísima ilusión porque es una obra completamente diferente a lo que he hecho. Pero va a ser una parte, va a ser algo dedicado a esto y a cómo yo entiendo que la sociedad necesita entender esto. Quiero escribir algo que se quede y que sirva a quien lo lea. Que sirva.
…La Iglesia ha logrado compensar en las aulas su declive en el púlpito. Las iglesias se vacían los domingos, pero su red escolar gana prestigio a base de competir en posición de ventaja con la pública. Creo que la posición de la Iglesia en el ámbito educativo ha sido desleal con la idea original de la concertada y que hoy en día es un factor clave en la explicación de los elevadísimos índices de segregación escolar que hay en España. En la práctica, la Iglesia está alineada con el discurso educativo del PP, Ciudadanos y Vox, el de la defensa de la «libertad de elección» de centro por parte de los padres, que es un eufemismo de «obligación del Estado» de pagar mi educación privada católica incluso cuando esta se aparta de los principios de igualdad consagrados en la Constitución, por ejemplo separando a niños y niñas. La educación en España necesita, bajo mi punto de vista, más igualdad y más cohesión en torno a lo público. ¿Cabe ahí la concertada? Sí, pero sujeta con fuerza a unos principios marcados por el Estado…
(SinPermiso: Angel Munárriz – El poder de la iglesia católica)
Mucho ánimo, todo el apoyo y muchas gracias por tu testimonio y tu lucha