Sociedad

La menopausia existe (también) en el trabajo

Algunas mujeres se ven incluso abocadas a dejar sus carreras cuando están en su mejor etapa profesional. El debate, con bastante recorrido en Reino Unido, está llegando con calma a Europa, donde aún gana el tabú en torno a este proceso vital.

Foto: Elvira Megías

A veces se solucionaría con un simple cambio en la oficina: un ventilador para aliviar los sofocos. Pero el tabú que aún existe en torno a la menopausia impide que se aborde y, por tanto, se adopten las medidas necesarias sobre un proceso vital que también existe y que afecta sobre todo a las mujeres por encima de los 50 años. Ese es, además, el grupo de edad de mayor crecimiento en el mercado laboral y, en muchas ocasiones, también la franja en la que algunas mujeres que han tenido hijos, que han recortado su jornada por cuidados y que han sufrido ya una brecha de género en su trabajo recuperan su carrera profesional.

Sin embargo, paradójicamente, los datos que diagnostican el problema –muy escasos aún y otra muestra de la invisibilidad del asunto– indican otro techo en esta etapa: el 59% de las mujeres entre 45 y 55 años con síntomas de menopausia asegura que tiene problemas en el trabajo, según una investigación del CIPD, el organismo profesional para el desarrollo de recursos humanos y personas, en Reino Unido. 

De aquellas que se vieron afectadas negativamente, casi dos tercios (el 65%) dijeron que tenían menos capacidad de concentración, más de la mitad (el 58%) aseguró que experimentaba más estrés; y también más de la mitad (el 52%) afirmó que tenía menos paciencia con los clientes y compañeros. Y no es un día, ni dos. La transición a la menopausia puede incluir una variedad de síntomas que, de media, duran cuatro años: sofocos, escalofríos, insomnio, sequedad vaginal, cambios en el estado de ánimo, aumento de peso, sudores nocturnos, períodos menstruales irregulares…

Debate en Europa

“Las mujeres de esta edad son el grupo de mayor crecimiento de la mano de obra, que representa el 11% de la fuerza laboral del G7. Como la población europea y mundial está envejeciendo, se espera que esta tendencia continúe y aumente”, explica la catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide y eurodiputada por el PSOE, Lina Gálvez, que acaba de lanzar una pregunta por escrito a la Comisión Europea sobre la necesidad de visibilizar la menopausia.

Desde su punto de vista, mientras la acción política relacionada con el envejecimiento de la población ha ganado importancia y se debate intensamente en la UE, la menopausia en general y sus efectos en el lugar de trabajo siguen estando ausentes en los discursos públicos y políticos, lo que abre la puerta a la desigualdad de trato y a la discriminación de las mujeres que pasan por ese proceso, lo han pasado o lo pasarán. “Desde el Parlamento Europeo estamos preguntando a la Comisión sobre la disponibilidad de datos acerca de la cuestión de la menopausia en el lugar de trabajo en Europa y también queremos promover el debate sobre posibles medidas para prevenir y combatir mejor la discriminación de las trabajadoras. Si algo es invisible es como si no existiera y no se puede legislar ni hacer política al respecto. Y eso es lo que ocurre con la menopausia”, insiste la eurodiputada.

Hace unos años, Diane Danzebrin tuvo que someterse a una histerectomía total, incluida la extirpación de sus ovarios. El desenlace fue una menopausia quirúrgica inmediata. Según su relato, no recibió información ni consejos sobre los posibles efectos de la cirugía. “Debido a la falta de información y apoyo adecuados, no recibí el tratamiento que necesitaba en el momento adecuado. Unos meses más tarde caí en una depresión, estuve muy cerca de acabar con mi propia vida. Tuve suerte. Tuve un esposo y una familia que me apoyaron y me brindaron la ayuda que necesitaba cuando no era capaz de hacerlo por mí misma”, describe Danzebrin.

Las impulsoras de la campaña lanzada en Reino Unido junto a la diputada Dawn Butler.

Su experiencia y la de otras mujeres la llevó a poner en marcha la campaña #MakeMenopauseMatter en Reino Unido en 2018, que continúa sumando apoyos a lo largo de los años. Entre las reivindicaciones, la formación obligatoria de los profesionales médicos es una prioridad, pero también la concienciación en el lugar de trabajo. “Algunas se ven obligadas a dejar su carrera por completo como resultado de sus síntomas. Apoyarlas para que permanezcan en el trabajo adoptando algunos ajustes simples es de sentido común. El gobierno y las empresas deben reconocer que la orientación sobre la menopausia en todos los lugares de trabajo es algo con lo que todos ganan”, añade Danzebrin. Y concluye con un dato: “La tasa de suicidios más alta en Reino Unido entre las mujeres se da en la franja de los 45 a los 54 años. La edad media de la menopausia es de 51 años”.

Según el citado estudio, casi un tercio de las mujeres encuestadas (el 30%) dijo que se había ausentado por enfermedad debido a sus síntomas, pero solo una cuarta parte de ellas se sintió capaz de contar la verdadera razón al gerente –lo que lleva también a la reflexión sobre quién ocupa mayoritariamente los puestos directivos–. ¿Por qué? En primer lugar, por privacidad; en segundo lugar, por vergüenza; y, en tercer lugar, porque consideraban que su gerente no las apoyaría.

La eurodiputada Gálvez cita una cuestión importante que incide en la invisibilidad: en la adolescencia, todo el mundo es consciente del cambio hormonal de las y los adolescentes salvo ellos mismos; y durante la menopausia, nadie es consciente de esos cambios excepto la propia mujer que los sufre, que además se los calla porque la madurez de las mujeres se vincula a decadencia. “Históricamente –prosigue–, las mujeres no hemos sido fines en nosotras mismas sino medios para los fines de otros, y los fines sexuales y reproductivos han sido y aún son centrales en nuestras culturas patriarcales”. 

Entre otras medidas, el CIPD recomienda dar a las mujeres una hora de inicio más tarde si se altera su patrón de sueño, proporcionar un ventilador de escritorio para ayudar con los sofocos, asegurarse de que las mujeres puedan tomar descansos regulares para sentirse cómodas y permitirles adaptar su uniforme para mejorar los niveles de comodidad. Acciones sencillas y baratas que solo requieren del conocimiento del problema y de la eliminación, por tanto, del tabú. “Los empleadores deben educar y capacitar a los gerentes para que estén informados y tengan confianza para tener conversaciones sensibles con el personal sobre sus síntomas y cualquier ajuste que pueda ser necesario”, sostiene el organismo.

Plan de estudios escolar 

Reino Unido es uno de los primeros países que está dando pasos adelante en la materia. En septiembre de 2020, tras el lanzamiento de la iniciativa de Danzebrin, el Gobierno incluyó la menopausia en el plan de estudios escolar en Inglaterra. “Continuamos haciendo campaña para que esto se adopte en el resto del Reino Unido (Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Hemos trabajado con varios grupos parlamentarios de todos los partidos en Westminster y los resultados de nuestro estudio sobre todas las facultades de Medicina del Reino Unido, que mostró que el 41% de ellas no enseñan sobre la menopausia, se utilizaron en un debate importante que finalmente condujo a la creación de un grupo de trabajo que se centrará en la menopausia”, explican desde el gabinete de la diputada laborista Dawn Butler.

En el equipo de Butler, que fue expulsada el pasado verano de la Cámara de los Comunes por acusar a Boris Johnson de mentir durante la pandemia, insisten en que actualmente se continúa trabajando en el Parlamento para adoptar medidas que ayuden a las mujeres en esta etapa en el ámbito laboral. “La iniciativa ha arrancado en los países de órbita anglosajona, tanto en Reino Unido como en Australia. Lo que estamos intentando ahora es traerlo también a la órbita de la UE y de los Estados miembros”, afirma Gálvez. En España aún hay muy poca información al respecto. 

La Asociacion Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), por ejemplo, no dispone actualmente de datos sobre el impacto de la menopausia en el trabajo, aunque asegura que la actual junta directiva ya ha empezado a trabajar sobre ello. “Durante décadas, la menopausia se ha entendido como un signo de decrepitud para las mujeres, una pérdida de fortaleza al finalizar su innata capacidad reproductiva. Se pensaba que tener la menopausia era signo de vejez. Sin embargo, hoy la mujer que ha pasado la menopausia puede encontrarse en la mejor época de su vida”, afirman desde la AEEM.

En los últimos 50 años, además, ha habido una progresiva incorporación de las mujeres en el mercado laboral: “Entonces no trabajaba fuera del hogar, tenía una labor centrada exclusivamente en la vida familiar y vivía este proceso de otra forma. Hoy el papel de la mujer es totalmente distinto, a esa edad muchas están en su mejor momento vital y es de esperar que pasen un largo periodo de tiempo en la etapa posmenopáusica”.

El pasado septiembre, el PSOE registró en el Congreso de los Diputados una Proposición no de Ley para promover políticas públicas centradas en la atención sanitaria. “Es un ámbito en el que aún hay mucho que hacer y que debe ir en paralelo al avance en el ámbito laboral”, añade Gálvez.

Iniciativas pioneras

La eurodiputada sostiene que limitar la menopausia a una esfera médica y privada y no abordarla como una cuestión laboral se traduce en una insuficiente protección de las trabajadoras y en la salida anticipada de las mujeres de los mercados laborales. Y se remite a datos de 2020 del Instituto Nacional de Estdísticas: “Mientras la brecha de empleo entre hombres y mujeres en España es de 11 puntos, en la población de 55 a 64, esta aumenta a casi 14 puntos, la más alta de los grupos por edad”.

Esta brecha, además, conlleva otras discriminaciones: “Un abandono temprano del mercado laboral aumenta el riesgo de dependencia económica, la pobreza y la exclusión social. Contribuye a la pérdida de conocimientos, capacidades y experiencia de las mujeres, y generan importantes pérdidas económicas para toda la sociedad ya que, desde 2001, en España las mujeres son mayoría frente a los hombres entre la población en edad de trabajar con educación secundaria y terciaria”, concluye Gálvez.

En la Administración pública, el Ayuntamiento de Sabadell ha aprobado por unanimidad una medida pionera consistente en un permiso de menstruación y menopausia de hasta 12 días al año para el personal que trabaja en el consistorio y en las empresas municipales. “Sufrir dolor durante la regla y la menopausia es un hecho que se ha normalizado socialmente, pero que no lo es y menos cuando impide el desarrollo normal de tu vida cotidiana”, dice la moción, propuesta por ERC. 

En ella se insta al Gobierno de Sabadell a trabajar para vehicular el acuerdo y llevarlo a la próxima mesa de negociación colectiva con el fin de que sea efectivo en el plazo de seis meses. También se pide incorporar una cláusula social en los concursos que haga el Ayuntamiento. Según informan desde el consistorio, el nuevo permiso aún no está en funcionamiento.

“No es solo una cuestión de las empresas, es un problema de toda la sociedad y como tal tiene que tener una solución común y política. Lo primero es que la menopausia no sea un tabú, algo vergonzante para las mujeres, de lo que no pueden, podemos hablar”, insiste Gálvez. 

La catedrática y eurodiputada considera que abordar los efectos físicos y psíquicos desde varias disciplinas es lo que permitirá el diseño de buenas leyes y políticas, guías de asesoramiento para las empresas y un compromiso de no discriminación: “Hay algunos antecedentes que sobre el papel van en la buena dirección y que parten precisamente del conocimiento sobre el problema y recabar información de las propias mujeres”. Se refiere, por ejemplo, a Vodafone, que el pasado año anunció el lanzamiento de un programa de capacitación y concienciación. La operadora calculó que la menopausia afecta a alrededor del 15% de su plantilla.

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