Cultura
Un minimalismo gigantesco
‘La ruleta de la fortuna y la fantasía’, ya disponible en plataformas, se compone de tres emocionantes historias protagonizadas por mujeres. Hamaguchi, también director de la aplaudida ‘Drive my car’, demuestra que está en la cima de su arte.
Las personas dedicadas a la dirección de cine suelen tener una época dorada en sus carreras. A unos inicios lógicamente balbucientes les sigue un periodo de madurez esplendoroso y después una decadencia con adorables destellos de genialidad. Hablamos de directores y directoras de marca mayor, claro. A juzgar por su producción en 2021, Ryûsuke Hamaguchi está sin duda en la cima de su arte. El año pasado ganó el premio especial del jurado en el Festival de Berlín por La ruleta de la fortuna y la fantasía y el premio al mejor guión en el Festival de Cannes por Drive my car. Galardones importantes pero quizás cortos a la hora de valorar con justicia la grandeza de estas dos películas.
La última de ellas ha sido nominada a cuatro Oscars, lo que da una idea de la rotundidad con la que Hamaguchi, un tímido artesano, un explorador de sentimientos, camina ya por las alfombras rojas de la industria. La otra, La ruleta de la fortuna y la fantasía, llega ahora a las plataformas y se trata de un emocional tríptico ejecutado con una belleza y una economía de medios desarmante. El cine, que es el arte más caro de todos, siempre nos sorprende con la misma lección recurrente: historias interesantes, un buen texto, bellas imágenes y música de Schumann. A Hamaguchi no le hace falta más para conmover.
Las protagonistas de sus tres relatos son mujeres enfrentadas, por azar, a un dilema vital y sentimental. Una estilista le cuenta a una amiga modelo que está empezando a salir con un hombre que parece maravilloso y ésta descubre, por la descripción que hace de él, que se trata de su exnovio. Otra intenta complacer a un amante y para ello trata de tenderle una trampa al profesor de literatura que lo humilló. El profesor es también un escritor de éxito y se verá enfrentado, en una escena sublime, al azaramiento que provoca su obra leída en voz alta.
En la narración final (una obra maestra de 40 minutos), dos mujeres maduras creen reconocerse por la calle como antiguas amigas del colegio, con la particularidad de que una fue el primer amor de la otra en esa época decisiva, para toda la vida, que es la adolescencia. Lo que maravilla es cómo Hamaguchi, simplemente poniendo a dos personas a hablar, puede provocar tal torrente de emociones. Su inclinación por Chéjov, que luego haría explícita en Drive my car, ya podía percibirse aquí.
Él dice que Cassavetes le cambió la vida, pero quienes están más presentes en La ruleta… son Rohmer (por el tema) y Ozu (por la forma de rodar y colocar la cámara). Todo es sosegado (no lento), melancólico y cercano. Desde los primeros planos hay algo que nos acerca a esos lugares y a esas personas. Es esa atmósfera de otoño en la gran ciudad, ese recuerdo amargo que ya no duele tanto, esa música que, inesperadamente, desencadena un llanto sano, que limpia. ¿Cómo de bueno hay que ser para evocar todo eso?
Puede que Hamaguchi haga formalmente un cine pequeño, sí, pero emocionalmente es un cine gigantesco.
‘La ruleta de la fortuna y la fantasía’ está disponible en las plataformas de Movistar y Filmin.