Internacional
El racismo: la batalla silenciosa en las fronteras de Polonia
Fiel a las tendencias conservadoras y guiada por la xenofobia, parte de la población polaca rechaza abiertamente la llegada de refugiados que no son blancos
En medio de una situación tan complicada como la que se está viviendo en Ucrania y en los países fronterizos, los bulos corren más deprisa incluso que el paso del tiempo y las actualizaciones constantes del desarrollo de la guerra. La dependienta de una tienda de fotografías cerca del centro de la ciudad de Przemysl, ubicada a unos 20 km de la frontera con Ucrania, cree que un grupo de personas con la piel oscura han cometido varios delitos como robos, intentos de violaciones o ataques con cuchillo. “Algunos de los que vienen son peligrosos, sobre todo para las chicas, pero nuestra gente nos protegerá”, escribe en polaco en el traductor del ordenador.
Al leer la pantalla, un cliente que acaba de entrar se introduce en la conversación casi como si fuera su deber y añade que el día anterior, la policía había perseguido a un grupo de ciudadanos que querían defender a la población polaca de los ataques de los extranjeros. “Si eres negro y puedes demostrar lo que estás haciendo aquí, no hay ningún problema, pero si no tienes carné de estudiante, no puedes demostrar lo que estás haciendo en Przemysl y estás cerca de una escuela… Mala señal”, comenta después de explicar convencido que un grupo de personas del Oriente Medio trataron de abusar el martes de unas niñas en la salida del colegio.
La versión de las dos personas de la tienda de fotos queda rápidamente desmontada al hablar con Marius Ciarka, oficial del cuerpo de policía de la ciudad, que asegura no se cometió delito alguno y que el ataque con cuchillo, los intentos de violaciones y los robos no son más que bulos. Sin embargo, la persecución con motivos raciales sí que fue real: Michael e Ivan, dos periodistas freelance de Alemania, comentan que durante la noche del martes varios hombres se acercaron a la estación de Przemysl a insultar y amenazar a algunos refugiados con motivos de discriminación racial. Olmo Blanco, fotoperiodista madrileño, lo vivió desde otra perspectiva: esa misma noche, un hombre les dijo desde el coche a él y a sus compañeros que al no tener rasgos polacos, podían correr peligro.
Otras personas notaron los estragos de dicho peligro en su propia piel: según el testimonio de una joven egipcia, recogido por el periódico The Guardian, el acoso comenzó pocas horas después del ocaso y culminó con una agresión a tres hombres de origen indio, mandando a uno de ellos al hospital. El cuerpo de policía local reaccionó persiguiendo al grupo de hooligans por las calles de Przemysl, donde pudimos presenciar la detención de uno de ellos en los alrededores de la estación.
No es un hecho aislado, ni un grupo de personas que conforma la excepción de un país inclusivo. Cuando preguntamos a la dependienta de una panadería en las inmediaciones de la estación de tren si todos los refugiados tienen la misma acogida entre los ciudadanos, niega sin pestañear. Acto seguido, señala una chaqueta negra, hace que no con el dedo y nos da a entender que los refugiados negros no son tan bienvenidos ni tienen las mismas facilidades que los demás. Al salir de la tienda, apostamos por buscar una visión joven y fresca y hablamos con dos chicas y un chico scouts que, con sus palabras, arrebatan la poca esperanza que uno pudiera tener: “Los refugiados blancos son completamente aceptados aquí y reciben muchísima ayuda”, dice una de las chicas sin ni siquiera responder cuando le preguntamos por aquellos que no son blancos.
Política polaca preocupante
Cuando decimos que estos hechos no son aislados ni puntuales es porque el mismo gobierno reproduce este esquema de pensamiento discriminatorio. El PiS (Ley y Justicia en polaco) está en el gobierno desde 2015 y volvió a ganar las elecciones en 2019 con el 45,38% de los votos, sobre todo gracias a las generosas subvenciones a la natalidad, la familia, la agricultura, la Iglesia y los jóvenes. Pero tras los suculentos cheques, el partido mantiene una retórica ultranacionalista y católica y unas fuertes políticas contra la inmigración, los derechos de la comunidad LGTBI, el feminismo y el aborto.
Ania, una ciudadana polaca que vive en un pequeño pueblo, explica que la población, cegada por el dinero que recibe, no es capaz de ver más allá. “Hace años, los doctores me dijeron que hubo complicaciones, que mi hija podría nacer con síndrome de Down y que tenía la opción de interrumpir el embarazo. Yo pude decidir, mi hija quizás no podrá hacerlo”, dice indignada.
Por otra parte, la coalición Lewica (izquierda en polaco) poco puede hacer por la vía institucional, puesto que tiene menos del 10% de representación parlamentaria. Así pues, tras huir de la guerra y dejar atrás sus vidas, al cruzar la frontera los refugiados racializados se ven obligados a enfrentarse a otra batalla que parece no tener final.
No me cabe duda que el » invento que es la UE » desde la integración sin ninguna exigencia democrática ni requisito alguno a países como Polonia o Bulgaria en cuestiones de derechos civiles y verdadera democracia ; aceleraran la desintegración del fiasco que también ha resultado ser el » apaño o invento fallido » que representa ser la UE .
Evidentemente las ultraderechuzas ; se frotan las manos con las opciones y oportunidades que se les presentan con dicho fracaso.
Salud.
Como decía Malcolm X, tened cuidado con los medios de comunicación porque si no vais a acabar defendiendo a los opresores.
La hipocresía de un “No a la guerra” que llega muy tarde
«Ahora, la gente del Donbass podrá salir de sus refugios y jugar en un parque con sus hijos, sin miedo a saltar por los aires, por primera vez en 8 años».
La guerra siempre es y será una mierda de ricos que pagan los pobres. Pero esta guerra ha destruido muchísimas vidas que os miran desde el olvido mientras tratáis de proteger a sus verdugos.
La hipocresía de un “No a la guerra” que llega muy tarde
(Artículo de Ramiro Gómez, miembro de la Brigada Rubén Ruiz Ibarruri y participante en la Caravana Antifascista de Banda Bassotti.)
Me pongo a escribir esto tratando de contener la rabia y la indignación que me producen las reacciones de la izquierda occidental y de la sociedad en general sobre el contraataque ruso contra Ucrania.
La verdad es que no espero gran cosa con esto. Tengo de sobra comprobado que no hay más ciego que el que no quiere ver, y que por mucho que todos repitáis mil veces que la tele manipula, seguís bailando al ritmo que os marcan desde los medios de masas de occidente.
Desde ayer he visto las redes sociales llenas de cartelitos de NO A LA GUERRA a los que habéis quitado los casi 20 años de telarañas desde la guerra de Irak.
Podría decir que esos mismos carteles han estado olvidados en el fondo del cajón de la infamia, mientras Israel masacraba Palestina. Mientras EE.UU. arrasaba Afganistán, o Libia, en bombardeos masivos que han causado la muerte de mas de 150.000 personas, incluyendo miles de niños. Muertes que EE.UU. se ha negado a investigar. Pero decir todo esto, sería demasiado fácil. Podría decir que cuando los medios os dijeron otra vez, que al igual que con Libia había que intervenir en Siria, os habéis mantenido callados mientras USA atacaba a un país soberano y saqueaba sus reservas de petróleo.
También podría decir que en lo que va de mes de febrero del 2022 , ha habido muertos en Palestina, en Damasco por bombardeos de Israel, al igual que en Yemen o en Somalia. Y vuestros cartelitos seguían olvidados.
También podría decir que las políticas occidentales han causado un genocidio constante en las aguas mediterráneas, pero seria poner en bandeja el que 4 caraculos me tachen de demagogia. Se ve que hay muertos que importan, y otros que no.
Ahora, Rusia, que lleva tiempo advirtiendo de que no permitiría que se le siguiese asediando y poniendo en peligro, se ha decidido a actuar. Evidentemente, lo hacen para proteger sus intereses y evitar que la OTAN siga armándose y rodeándola con misiles y tropas. No seré yo quien simpatice con Putin ni con la Rusia actual. Nada más lejos de la realidad. Pero me niego a participar de esta infamia poniendo el foco en Rusia. Me parece de estar completamente ciegos. En primer lugar porque estas consecuencias del enfrentamiento geoestratégico de grandes bloques tiene muchos responsables que llevan años bombardeando otras tierras y moviendo fichas para seguir extendiendo su dominio, y veo completamente legítimo que otros países que ven la que se les viene encima muevan también sus fichas.
Por otro lado, porque como ya digo, esta guerra que de pronto a todos os preocupa por que lo esta dictando el telediario, no ha empezado el 23 de febrero del 2022. Esta guerra lleva 8 años asesinando sin piedad a una población inocente mientras todos os poníais de perfil o mirabais para otro lado. Vuestros cartelitos de No a la guerra, llegan cruelmente muy tarde y al servicio indirecto de los intereses OTANistas.
Yo asumí todo el riesgo para acudir allí con mi corazón como escudo para parar las balas contra el pueblo. Pero en mi corazón están muchas personas a las que vi morir, muchos niños a los que vi llorar (y morir también), muchos ancianos que no merecían acabar sus vidas desmembrados o muertos de hambre y sed en sus escondites olvidados. Me debo a ellos, y me debo a la justicia.
Me gustaría acompañaros a los orfanatos que hemos visitado en Donbass, de niños que han quedado solos para siempre en una tierra destruida. Esos orfanatos de los que salí llorando de rabia y tristeza al ver cómo estaban acostumbrados con 5 años a tirarse al suelo hechos una bolita a una orden de la maestra para protegerse de las bombas. Y como día a día, esos niños han ido siendo diezmados.
Las guerras de potencias entras las que incluyo a Rusia deberían ser frenadas todas de inmediato. Los y las trabajadoras del mundo deberíamos estar unidos contra sus guerras, contra todas sus guerras, y contra los oligarcas de un lado y otro. Eso sería ideal. Obreros ucranianos y rusos expropiando a los oligarcas y construyendo un entorno de apoyo mutuo y solidaridad.
https://insurgente.org/la-hipocresia-de-un-no-a-la-guerra-que-llega-muy-tarde/