Cultura | Política

José Ovejero: “’El manifiesto comunista’ da la posibilidad de recuperar la fe en que se pueden cambiar las cosas”

El escritor José Ovejero publica una nueva traducción y edición de 'El manifiesto comunista', con un prólogo de la vicepresidenta Yolanda Díaz y comentarios de intelectuales como Marta Sanz, Santiago Alba Rico, Iván de la Nuez y Wendy Lynne Lee.

“Las condiciones de vida del proletariado son cada vez más homogéneas porque la maquinaria va difuminando las diferencias en el trabajo y los salarios se equiparan en todas partes a la baja”.
“El proletariado se recluta de entre todas las clases de la población porque sus habilidades se ven devaluadas por las nuevas formas de producción”.
“El obrero moderno, en lugar de elevarse con el progreso de la industria, se hunde cada vez más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El obrero se pauperiza, y la pauperización crece aún más deprisa que la población y la riqueza”
“Nos reprocháis, entonces, que queramos abolir una propiedad privada cuyo requisito imprescindible es que la aplastante mayoría de la sociedad no posea nada” 
Frases extraídas de El manifiesto comunista (Galaxia Gutenberg, 2021)

En 1848, dos jóvenes de 27 y 29 años, Karl Marx y Friedrich Engels respectivamente, escriben El manifiesto comunista, un panfleto que casi dos siglos después sigue influyendo a quienes defienden que la política debe ser una herramienta para mejorar las condiciones de vida de la mayoría social. Y también, cada día más, a los líderes políticos que azuzan el fantasma del marxismo y del comunismo para debilitar y desacreditar los Estados del bienestar y las democracias representativas. Como advirtieron en la primera página de su manifiesto los fundadores de la Liga de los comunistas en el siglo XIX: “Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en santa cacería contra ese fantasma”.

“Socialismo o libertad, comunismo o libertad, dicen algunos de los líderes más desvergonzados de nuestro panorama político para escamotear como prestidigitadores todas las medidas que han ido tomando en detrimento de la libertad y el bienestar de los ciudadanos. El Manifiesto es parte de una cultura política desde la que se ha luchado por disminuir los niveles de explotación de los más débiles por los más fuertes, de alcanzar una sociedad menos depredadora”, escribe el escritor José Ovejero en el prefacio de la nueva versión de El manifiesto comunista, que ha traducido y editado para Galaxia Gutenberg.

Un libro que incluye también los prefacios de las ediciones más importantes, incluidos el de Rosa Luxemburg y León Trotsky, así como comentarios y análisis de intelectuales actuales como Marta Sanz, Iván de la Nuez, Santiago Alba Rico, Wendy Lynne Lee y un prólogo de la vicepresidenta del Gobierno de España y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz

Conversamos con José Ovejero sobre la vigencia de este panfleto, la pertinencia de publicar una nueva edición en este momento, así como sobre los hallazgos que le ha aportado abordar una nueva traducción de la edición alemana de 1890, preparada por el propio Engels. 

En el prefacio con el que se abre esta edición, usted apunta que “El fantasma que recorre Europa es el de la ignorancia interesada”. ¿Es esta la razón por la que decide embarcarse en una nueva edición de El manifiesto comunista? ¿Por qué ahora?

Cuando me lo propusieron pensé que era un buen momento para retomar una conversación, que es lo que hace uno cuando reedita y traduce clásicos del pensamiento. Me parecía que esa conversación era muy pertinente porque desde determinados sectores de la sociedad hay una simplificación interesada y demonizadora de lo que es la izquierda, el marxismo y cualquier pensamiento que se oponga a las doctrinas hegemónicas, al capitalismo, o que quiera retocar muchos de sus rasgos. 

El manifiesto comunista da la posibilidad de recuperar la fe en que se pueden cambiar las cosas, en que hay un más allá del capitalismo, en que si nos unimos y tenemos un propósito podemos transformar el mundo; que no se trata de recuperar un pensamiento utópico, sino un pensamiento realista y práctico, con objetivos a corto y largo plazo. El entusiasmo y la fe que transmite El manifiesto comunista son muy importantes porque uno de los grandes logros del discurso dominante es habernos hecho perder la fe y la esperanza. 

«La valoración que hacen Marx y Engels de la situación de la mujer en el capitalismo se ha quedado anticuada»

Hay también una reivindicación de la aportación histórica que ha supuesto El manifiesto comunista, así como el pensamiento de Marx y Engels, sin los cuales no se entenderían muchos de los avances sociales de los que disfrutamos hoy ni nuestra manera de mirar el mundo. ¿Cómo siguen estando presentes en nuestras vidas sus propuestas?

Hemos asumido muchas de sus ideas como algo obvio. Lo ha hecho la izquierda, pero también la democracia cristiana, el Estado del bienestar… Esto no es una cosa de radicales ni de extremistas de izquierdas. El manifiesto comunista da un impulso, una dirección a la lucha obrera. Sin él y sin la Primera Internacional, los movimientos sindicales habrían tardado mucho más en desarrollarse. Tenemos que pensar que se escribió en 1848, una época en la que los obreros no pueden votar ni están representados en los Parlamentos, en la que los sindicatos están prohibidos… Cuando ahora se critica la vertiente violenta del manifiesto, tenemos que preguntarnos qué otra cosa se podía hacer entonces.  

De hecho, con el tiempo, Marx y Engels van matizando ese fervor revolucionario y viendo que hay otras posibilidades para avanzar en la lucha obrera. Y todos los avances logrados están hoy asumidos en nuestra vida cotidiana. A veces se dice que fue Bismarck quien introdujo la Seguridad Social, pero está documentado que no lo habría hecho si no hubiese sido por el miedo a la izquierda revolucionaria, a los sindicatos; si no hubiese habido un deseo de alejar a la clase obrera del marxismo.

Y, sin embargo, hay personas a las que cuando se les habla de marxismo se asustan o algo que me ha desconcertado muchísimo: me han llegado a decir que por qué somos tan benévolos con el marxismo y tan poco con el fascismo. Son cosas radicalmente distintas. Del fascismo nunca salió nada bueno, solo violencia, discriminación, exterminio. Por otro lado, ha habido utilizaciones aprovechadas del marxismo, que se desviaban de muchas de las ideas de Marx y Engels y que han provocado millones de muertos. Pero, también, ha salido buena parte de lo mejor que existe en nuestra sociedad. 

De hecho, también en su prefacio explica cómo Ortega y Gasset, que rechazaba la revolución, sostenía que sin su amenaza, las clases pudientes no habrían aceptado las reformas más básicas. Pero hoy no atisbamos esa capacidad de influencia. Lo hemos visto con la protesta de los trabajadores de los astilleros de Cádiz. La mayoría de la población, también perteneciente a la clase trabajadora, no se siente identificada con la lucha por sus derechos, incluido cuando la única forma que tienen de defenderlos es manifestándose en las calles. El capitalismo ha convencido a buena parte de los trabajadores y trabajadoras de que han de asumir su pobreza y explotación en silencio, con resignación. ¿Qué aporta a la autoestima de los trabajadores la lectura de El manifiesto comunista?

Una relectura hace redescubrir la conciencia de clase. Porque existe. Pero son los ricos los que tienen clara su conciencia de clase, los que son plenamente conscientes de a qué clase pertenecen y cuáles son sus intereses. A través de la llamada batalla cultural, mediante los medios de comunicación y una producción cultural interesada y dominada por ciertos intereses económicos, ha conseguido que la clase obrera, además de difuminarse, no se entienda como tal sino como clase media, perdiendo de vista sus intereses. También hay una parte de culpa que debe asumir la izquierda porque no ha sabido defenderlos en muchos casos. 

Hay una parte de la clase obrera que se siente abandonada en sus intereses económicos, y que ha redescubierto una cierta conciencia únicamente en cuestiones de identidad, de patriotismo, de identidad de género… El manifiesto comunista vuelve a poner sobre la mesa los intereses y las preocupaciones de la clase obrera que, por supuesto, no son las mismas que las de 1848. Pero, muchas de las cosas que dicen sus autores podrían aplicarse en la actualidad. Sin utilizar el término, hablan de globalización, de lo que significa esa expansión del capitalismo por todo el mundo; de la precarización, de lo que suponen las crisis recurrentes del capitalismo para la clase obrera, para los más desfavorecidos…  Es decir, todo esto sigue aquí, y deben seguir siendo las preocupaciones de los trabajadores y trabajadoras. 

Otro de los aspectos más vigentes del panfleto es el debate sobre la educación. Sus autores responden a la burguesía sosteniendo que no quieren apropiarse de la educación, sino arrebatársela a la clase dominante. Y en territorios como la Comunidad de Madrid, estamos viendo cómo sus dirigentes sostienen que educar en valores democráticos para la convivencia es adoctrinamiento. En ese sentido, la educación sigue siendo un tema central del debate ideológico.

Esa parte es una maravilla, un prodigio retórico en el que le responden a los burgueses que sí, que quieren acabar con la educación y la cultura burguesa porque lo que le ofrecen a los trabajadores no es ninguna de las dos cosas, sino adiestramiento. Y mucho más allá de la Comunidad de Madrid, podemos ver que hemos vuelto a esa idea de la educación y la cultura como adiestramiento, como preparación para el mercado laboral, lo cual es una contradicción porque ese mercado laboral es cada vez más pequeño. 

La evolución de los índices de paro es creciente desde hace años. Se dice que tenemos que preparar a nuestros hijos para un mercado laboral, para un mundo competitivo, y estamos acabando con la idea mucho más amplia de cultura, de educación, de formación, de realización -esa palabra que se ha pasado de moda-. Tendríamos que volver a Marx y Engels, y decir que efectivamente esa es la cultura con la que queremos acabar, y que queremos una cultura mucho más amplia, que sirva a la felicidad del ser humano y a la ampliación de sus recursos personales. 

José Ovejero en Madrid. ÁLVARO MINGUITO

Es interesante como plantea que al erradicar la dependencia de la clase obrera de la burguesía se acabaría con la prostitución de las mujeres. En cualquier caso, como usted señala en el prefacio y Wendy Lynne Lee desarrolla en su análisis, es necesaria una actualización en términos feministas del panfleto. En esta nueva lectura, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención del texto?

Precisamente que la valoración que hacen Marx y Engels de la situación de la mujer en el capitalismo se ha quedado anticuada. Una aproximación que, a su vez, están reivindicando ahora nuevos pensadores. Esa idea de que lo urgente es la revolución proletaria y que una vez que acabemos con el capitalismo se acabará con el resto de las opresiones, incluida la de la mujer. Ese discurso de que hay que dejar de lado las reivindicaciones por razón de raza, de género, de orientación sexual, porque son un estorbo para la auténtica lucha, que es la del proletariado en su conjunto. 

A mí me interesaba añadir la visión feminista marxista que viene a decir que el patriarcado es necesario para el capitalismo, pero que no depende exclusivamente de él, sino que existía antes y que, por tanto, es un tema que hay que abordar de manera diferenciada también.

De hecho, Engels volvió a abordar esta cuestión en su ensayo El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Recurre a las notas de Marx para estudiar el origen del patriarcado desde un punto de vista antropológico, pero eso no le lleva a una nueva reflexión sobre cómo hay que incluir las reivindicaciones de las mujeres en la lucha contra el capitalismo.  

Otro de los aspectos que más me llaman la atención es que en la primera parte de El manifiesto hay una exposición de eso que llamamos el materialismo histórico, que ha calado en nuestras sociedades mucho más de lo que pensamos. Por ejemplo, el hecho de que consideremos que la cultura no es algo que viene solo de la inspiración, sino también de las condiciones sociales en las que se produce dicha cultura. Que hayamos asumido que la historia de las sociedades es la de la lucha de clases, que la propiedad influye en las formas de concebir la historia, la producción cultural… Ver cómo ese panfleto tan criticado y condenado por mucha gente ha transformado radicalmente nuestra visión del mundo. También la de los no marxistas. 

«Los primeros horrorizados con lo ocurrido con su pensamiento serían Marx y Engels»

Otro de los puntos interesantes es cómo abordan la cuestión de la patria, un concepto del que se está reapropiando parte de la izquierda cuando defienden que la patria es la sanidad y la educación públicas, por ejemplo. En El manifiesto comunista, se sostiene que no existe patria para el proletariado, pero en su opinión, ¿cuál sería la visión contemporánea de Marx y Engels sobre esta cuestión? 

Marx y Engels evolucionaron mucho en su pensamiento porque escribieron El manifiesto cuando tenían menos de 30 años. Se ha utilizado mucho esa frase de “el obrero no tiene patria”, con la que querían decir que el proletariado está sometido a las mismas condiciones de explotación en todas partes y que, por tanto, lo que tiene sentido es que se unan y que se dejen de ideas nacionalistas y patrióticas. Pero después, se van dando cuenta de que la emancipación de la clase obrera de Inglaterra no iba a traer automáticamente la de irlandesa y que las reivindicaciones nacionales pueden ser un instrumento útil para la rebelión de los obreros. 

Por tanto, con el tiempo no fueron tan antinacionalistas y, además, hay que recordar que es un panfleto, de una gran calidad retórica, pero en el que las ideas están pocos desarrolladas. Para entenderlo en su totalidad, hay que ir a obras posteriores. 

El prólogo de Yolanda Díaz, que termina defendiendo que El manifiesto comunsita es una defensa de la democracia y la libertad, fue instrumentalizado por la ultraderecha mediática para acusarla de defender los crímenes del estalinismo; a usted le instaron a  traducir Mi lucha, entre otras lindezas, a las que contestó en un artículo en El País Pero ni Marx ni Engels son responsables del uso que se haya hecho de sus ideas para imponer dictaduras ni ejecutar genocidios. ¿En base a El manifiesto comunista, qué pensarían sus autores de lo que hizo con su propuesta Stalin?

Serían los primeros escandalizados y horrorizados porque tenían muy claro que, tras la revolución, tenía que venir una fase de reestructuración para pasar de un Estado burgués a uno proletario. La tendencia tenía que ser la desaparición del Estado una vez que se acabase la lucha de clases, pero lo que hizo la URSS fue una hipertrofia del Estado y, además, una hipertrofia dictatorial. 

Se ha citado mucho la idea de la dictadura del proletariado, pero ni Marx ni Engels estaban pensando en una dictadura como la concebimos hoy tras haber vivido la brutalidad del siglo XX, también la de las dictaduras comunistas. Su idea de la dictadura es una respuesta a lo que ellos consideran que es la dictadura burguesa, en la que el capitalismo tiene sus propias estructuras estatales, impone a los jueces, a toda la administración del Estado, que no permite votar a los obreros…

Y a esa dictadura es a la que oponen la dictadura proletaria para que el Estado se reestructure en sí mismo y también sus relaciones de propiedad, mientras responde ante el pueblo de todas las decisiones que toma.. Una vez que solo exista una clase social, habría que eliminar el Estado y ese poder. Todo eso desaparece en el estalinismo, en el maoísmo, así que los primeros horrorizados con lo ocurrido con su pensamiento serían Marx y Engels.

¿Cómo cree que debería concebirse, utilizarse, hoy El manifiesto comunista

Hay que utilizarlo como concienciación de lo que no ha cambiado, de por qué no ha cambiado y de quiénes son los perjudicados por esa falta de cambio. De cómo el capitalismo tiende a perpetuarse de una manera mucho más hábil y brutal de lo que creyeron Marx y Engels, y de cómo cualquier intento, no ya de revolución, sino incluso de algo mucho más pequeño como puede ser una rebelión, es socavada y aplastada de inmediato. Sin conocimiento no puede ocurrir nada y el problema es que llevamos mucho retraso, y están ganando porque, salvo pequeñas excepciones, tienen los medios de comunicación en sus manos, porque el discurso que se reproduce, sobre todo en épocas de crisis, es el discurso del capital. 

¿Hay otra creación clásica que le gustaría traducir y reeditar? 

Ahora mismo no me apetece porque soy escritor y, por distintas circunstancias, he traducido cuatro libros en los últimos dos años. Pero si volviese a tener ganas, me inclinaría por algún clásico del anarquismo, como La conquista del pan, de Kropotkin. Me interesaría ver cómo sería mantener un diálogo con el pensamiento anarquista, que quizás se ha quedado más fuera de la conversación política que el marxismo, y ver qué nos queda de aquel discurso. 

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Comentarios
  1. El prólogo que ha escrito Yolanda Díaz sobra porque ella prometió anular la reforma laboral del pp y lo único que ha hecho es poner parchecitos sin derogarla totalmente que es le hubiesen pedido Marx y engels.Sra Díaz no sea mentirosa y no debería haber mancillado los nombres de Marx y Engels escribiendo ese prólogo.

  2. «Si no es laica, no es educación»

    Me temo que esa es otra de esas estupideces «progres», vlaga la redundancia, que no hacen más que daño al mandar el mensaje que si es laica entonces ya podemos darnos por satisfechos.
    Durante siglos la mejor educación del mundo la dio la Iglesia y todavía universidades cristianas siguen teniendo niveles educativos en lo más alto. No caigamos en mantras simplones. La educación SI NO ES BUENA, no es educación. El laicismo no ha de ser siquiera una opción, en la escuela pública no se deben enseñar supersticiones privadas, pero cuidado con convertir ese objetivo en distracción de trilero mientras siguen degradando la calidad de la formación legislación tras legislación. Es de vergüenza que un bachiller del siglo XVII tuviese mejor formación, teniendo en cuenta el desarrollo cultural y científico de la época, que un universitario actual, que por desgracia suele ser un paleto que solo sabe lo de su carrera, una pieza que sirve para cumplir una función en la maquinaria productiva y ya.

    Por cierto que algo que sí habría que incluir en los planes de estudio el estudio de las religiones. Paradójicamente una buena educación laica debería incluir el estudio comparado, obviamente sin abordajes «mágicos» sino filosóficos, sociopolíticos e historiográficos, porque guste o no, las grandes religiones del mundo son parte importante del por qué el mundo actual es como es y cómo puede ser en el futuro próximo. Tenemos que saber cómo el protestantismo influyó en el pensamiento capitalista, cómo el confucianismo está influyendo en las políticas de China, qué diferencia hay entre sunníes, chiíes y demás grandes escisiones islámicas, etc. Es muy importante, incluso desde un posicionamiento laico o hasta directamente ateo.

  3. «La valoración que hacen Marx y Engels de la situación de la mujer en el capitalismo se ha quedado anticuada»

    Marx está demostrando que nunca perdió vigencia, que la socialdemocracia postmodernista, esa que encarna la sra. ministra del prólogo y sus fagocitadores de UP, no ha sido más que un «agente enemigo» capitalista con cara amable, una reedición del socialismo burgués que denunciaba Marx. Pero el marxismo efectivamente necesita unas «actualizaciones» importantes, y no precisamente para ablandarse aún más sino para afrontar en condiciones problemas como el de la cuestión nacional toda vez que tras siglo y medio largo, tras dos guerras mundiales, tras la realización de dos grandes experimentos socialistas y otros mucho pequeños, y tras la universalización del acceso a la información (que seguramente no es lo mismo que acceso al conocimiento, pero ese es otro tema), las identidades etnoculturales se han revelado incombustibles y un asunto a tratar en más profundidad y con más y mejores elementos de análisis que la balbuciente sociología y psicología del siglo XIX tenían a su alcance y despacharlo toscamente con la etiqueta de «alienación». Y a la visión del proletariado como una clase heroica dispuesta a los mayores sacrificios por su emancipación también hay que darle una vuelta.
    No, MyE no pudieron imaginar las consecuencias de los desplazamientos de «ejércitos de reserva» de docenas millones de personas ni que el capitalismo iba a recular un poco para aplacar a los trabajadores con algunas mejoras en la calidad de vida de manera que ya sí que tenían más cosas que perder aparte de sus cadenas.

    «la brutalidad del siglo XX, también la de las dictaduras comunistas»

    Hay mucho antisovietismo cutre, mucha ignorancia geopolítica, y mucho caído en la trampa propagandística anticomunista.
    Desde que en la década de los 2000 el gobierno ruso ha empezado a desclasificar algunos documentos secretos está saliendo la luz que estaba registrado con primoroso detalle a quién se detenía y reprimía, y que lo de las de docenas de millones, nada de nada. Hasta la CIA lo ha admitido.
    Así que yo no calificaría de tan terrible el autoritarismo estalinista como hace la gente que nunca pisó ni habló con uno solo de los millones de campesinos devenidos ingenieros, violinistas o simples electricistas pero con todas sus necesidades materiales cubiertas la URSS pero bien que se tragaba los relatos de los burgueses que huían de allí porque, eso es verdad, en Occidente ganaban mucho más y los derechos individuales estaban más permitidos (nadie con dos dedos de frente diría que la URSS era el Paraíso, pero que les pregunten a los de la Cañada Real si el «mundo libre» lo es). No es un «y tú más», es un decir que nuestra sociedades no tienen defectos menores de los que tenía la URSS o tiene China (concediéndoles el beneficio de la duda de que de verdad estén «camino al socialismo», que quizá es demasiado conceder, ya veremos cómo evoluciona ese sistema frankenstein que tienen), pero a diferencia de a los suyos, a nuestros defectos y nuestras brutalidades (¿sacar a palos si hace falta a gente de su casa porque se han quedado sin trabajo y no pueden seguir pagando la hipoteca o mandar tanquetas y mercenarios con placa a apalear a obreros del metal no es brutal?).
    Hagamos crítica incluso más mordaz hacia nuestros supeustos amigos que a nuestros enemigos, parafraseando a Marx, pero no crítica de brocha gorda y sobre todo, no compremos la propaganda que viene de EE.UU y satélites por crítica seria y veraz.

    «… un concepto del que se está reapropiando parte de la izquierda cuando defienden que la patria es la sanidad y la educación públicas»

    ¡Qué chorrada pueril es esa! Cuando Marx dice que hay que elevar a la clase obrera a clase nacional, ¿lo que quería decir era que hay que darle seguridad social? No, hay que recuperar la idea de que la patria es el solar común, la cultura común, el legado histórico, natural, artístico, etc, de todos los trabajadores, y que es más nuestra que de los cuatro que la explotan y la venden al mejor postor. Más José Díaz y menos Pablo Iglesias Turrión.

  4. Es peor sentirse inútil que estar explotado.
    En el siglo XX un obrero podía ir a la huelga. Ahora, con la automatización, los obreros son prescindibles. Ir a la huelga, ¿para qué? si nadie te necesita…
    Yuval Harari, Filósofo.

  5. LAS CIFRAS DE LA VEGÜENZA (Intermón-Oxfam)
    520.000 personas más en el umbral de la pobreza desde el inicio de la pandemia.
    48 millones de personas desplazadas en el mundo a día de hoy (máximo histórico)
    155 millones de personas en situación de hambre extrema, 20 millones más que en 2020.
    10.000 millones de dólares de beneficio para las 10 mayores empresas de alimentación y bebidas entre 2019 y 2020.
    51.000 millones de dólares más en gasto militar el último año, 6,5 veces más que la financiación requerida por Naciones Unidas en 2021 para acabar con el hambre en el mundo.
    413.000 millones de dólares de aumento en la fortuna de las 10 personas más ricas en el último año, cantidad suficiente para financiar 11 veces la asistencia humanitaria mundial.

  6. QUE EL PARLAMENTO EUROPEO EQUIPARE COMUNISMO CON NAZISMO ES PARA PONER LOS PELOS DE PUNTA, ¡paren, que yo me apeo de Europa. Paren; esta es la Europa fascio/capitalista que nos lleva directos al precipicio!
    ——————————————–
    «Vox pide cinco años a Alberto Cubero, concejal de ZeC por ‘delito de odio’ y ‘apología del comunismo’.
    ALBERTO CUBERO: SOY CULPABLE.
    Si ser antifascista es delito, soy culpable. Si ser comunista es delito, soy culpable. Y ya aviso, pienso reincidir toda mi vida.
    Una vez más el delito de odio se usa para proteger a los que odian y es que no se puede ser tolerante con los intolerantes.
    En la querella Vox nos acusa de un segundo delito, «apólogo del comunismo». Le fue fácil encontrar pruebas y aporta para ello en su querella publicaciones en mis redes sociales donde se evidencia mi afiliación al Partido Comunista de España y mis responsabilidades en el Partido. Sobre esta extemporánea acusación fundamenta el delito de odio, amparándose en la resolución del Parlamento europeo que equipara comunismo y nazismo.
    Creímos ingenuamente que esto sería motivo para el archivo de la querella, pero en la toma de declaración la propia fiscal nos preguntó sobre nuestra militancia comunista y el conocimiento que teníamos de la resolución del Parlamento europeo. Levantamos la voz, amenazamos con abandonar la sala si las preguntas continuaban en esa línea, se interrumpió unos minutos la declaración y hasta mi abogado me tuvo que preguntar cuando reanudamos la declaración si el PCE era un partido legal. Aquello parecía un Tribunal de Orden Público franquista más que un juzgado de una democracia.
    Y es que el franquismo no se rindió en este país, ni entregó las togas. Hoy la justicia es una tercera cámara que no emana de ninguna voluntad popular, pero que paraliza leyes que pongan en cuestión los privilegios de las élites, por mínimamente que sea. Una justicia que protege los privilegios y condena a quienes en las calles traten de luchar contra las injusticias como los 6 antifascistas de Zaragoza, llegando incluso a arrebatar el escaño como al compañero Alberto Rodríguez.
    Es momento de que la izquierda en cada una de nuestras palabras, de nuestras acciones, de nuestros gestos, denunciemos el carácter reaccionario y parcial de la justicia. De lo contrario la estaremos legitimando y por tanto anudando nuestra propia horca. Mientras tanto cabeza alta, con la misma firmeza y templanza que en Vallecas seguiremos plantándoles cara, en la calle, en las instituciones y ahora también en los juzgados.
    https://arainfo.org/soy-culpable/

  7. 9 de diciembre, día internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia. Como toda celebración ancla su fecha en momentos históricos. Un 9 de diciembre allá en 1905 Francia aprueba la ley de Separación de las Iglesias y el Estado estableciendo un procedimiento indispensable para la laicidad del mismo. Otro 9 de diciembre, esta vez en 1931, se aprueba la Constitución de la II República Española una de las más avanzadas de la época en lo que respecta a la construcción de un Estado Laico.
    ———————————
    Si no es laica, no es educación: formar ciudadanos, no feligreses.
    ¿el sistema educativo debe formar ciudadanos o feligreses? Esta es la cuestión, ¿por qué el estado tiene que ponerse de rodillas ante un grupo de presión o una institución, por fuerte que sea? Es más, ¿por qué hay que seguir con unos acuerdos con el Vaticano dando cobertura a este sector reaccionario?
    El sistema educativo está para transmitir conocimientos científicos, para enseñar a reflexionar al estudiantado, no cabe duda… y también para transmitir valores, pero en este caso no puede tratarse de valores de ningún sector particular, como es una corriente religiosa; los valores a transmitir tienen que estar orientados a facilitar la convivencia democrática y a fomentar los derechos humanos. Lo demás, sobra.
    Si queremos formar ciudadanos, que es lo que corresponde a una democracia, los dogmas no deben entrar en el sistema educativo, sino que deben ser impartidos en locales específicos para ello (parroquias y otros espacios). Así es como se respeta la libertad de conciencia y el derecho humano a formar las propias opciones y opiniones.
    (Pedro López – Público)

  8. Este domingo a las 12 hs desde el Ministerio de Sanidad hasta Sol, avanzando por la calle Atocha va a realizarse la Manifestación convocada por
    SALVEMOS LA ATENCION PRIMARIA , apoyada por 107 entidades y organizaciones, profesionales, sindicales y sociales.

  9. El 1 % de lo que llaman sociedad española «amachambra » casi un 1/4 de lo que llaman riqueza del país ( Españistan) , y un inmundo impresentable llamado d. Rodrigo Rata ( o Rato , o yo que se ) diría eso de : » ES EL MERCADO AMIGO » ; por no decir que es resultado de un gran engaño y por extensión ESTAFA ; llamada » Transición a la democracia de 1978 » . Ahí lo dejo .
    SPECIAL THANKS :
    » «GRACIASSSSSSSSSSSSSSS……… P$$$$$$$$$$$(—-)€€€€€€€€€€ , ya sabéis….

  10. ¿ES REALMENTE PROGRESISTA INCREMENTAR LA PRESIÓN FISCAL SOBRE LOS RICOS?
    ¿Por qué ha dejado de ser una prioridad social para algunos Partidos y Sindicatos «cambiar las bases» de la sociedad actual?
    Durante una buena parte de la Historia del Movimiento Obrero internacional, los trabajadores tuvieron siempre muy claro que su reivindicación fundamental como clase social no era otra que la de «expropiar a los los expropiadores». ¿Qué es lo que ha podido suceder durante estos años para que esta última demanda sea considerada ahora como «obsoleta» por parte de la izquierda sedicente y del «progresismo» hegemónico? ¿Ya no constituye una prioridad «cambiar de base» la sociedad actual como rezaba la letra de La Internacional? Y si así fuera, ¿en qué consisten hoy las prioridades socialmente reivindicativas para las organizaciones que dicen representar los intereses de los asalariados?
    La desigualdad entre ricos y pobres es la contradicción más evidente, profunda y total que se produce en sociedades como la nuestra, ubicadas en el marco del sistema capitalista. El hecho de que en determinadas circunstancias históricas, ello no sea claramente visible para una generación, o parte de ella, no descategoriza en absoluto la importancia de este fenómeno social.
    En una sociedad como la española, los propietarios de los medios de producción, es decir, los dueños de las industrias, de la tierra, de los bancos etc., reclaman y defienden con uñas y dientes el «sagrado derecho» que les asiste a disponer de la propiedad exclusiva de todos los productos generados en dichos medios de producción por los asalariados que ellos emplean.
    Durante una buena parte de la Historia del Movimiento Obrero internacional, los trabajadores tuvieron siempre muy claro que su reivindicación fundamental como clase social consistía en la expropiación de los expropiadores. O, dicho de otra forma, que mientras la burguesía continuara detentando el poder del Estado su condición de clase explotada no iba a cambiar.
    Sin embargo, en el curso de las décadas de los siglos XX y XXI, la jerarquía de las reivindicaciones económicas, políticas y sociales comenzaron a ser cambiadas sutilmente en el escalafón de las prioridades de la movilización social. Los Partidos y Sindicatos, que hasta entonces habían pretendido representar los intereses de las clases trabajadoras, empezaron a situar en el primer plano de sus preferencias un conjunto de reivindicaciones que distaban mucho de aquellas otras que hasta entonces habían constituido la médula de las demandas de los asalariados.
    https://canarias-semanal.org/art/31728/por-que-la-reivindicacion-de-incrementar-la-imposicion-fiscal-sobre-los-ricos-es-dudosamente-progresista

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