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Leonard Peltier: el indulto que no llega

Peltier está considerado como el preso político más antiguo de EEUU. Activista del Movimiento Indio Americano, lleva 44 años en prisión

Cartel en apoyo a la liberación de Leonard Peltier. KENNY / Licencia CC BY 2.0

Tiempo de reunificación familiar, pavo asado sobre la mesa y conmemoración de una festividad legendaria que todos los años se celebra en muchos hogares de Estados Unidos el último jueves de noviembre. Acción de Gracias ostenta para muchos una especial relevancia. En un país donde las Navidades pasan a un segundo plano para quienes no son católicos, la tradicional cena otoñal apela a los afectos y evoca un patriotismo supuestamente horizontal que remite al mito de la fundación nacional: el momento en que, según la fábula, los peregrinos recién llegados de Inglaterra compartieron sus viandas con una tribu de indios Wampagoags.

Junto a la comida, otras tradiciones más recientes han sido creadas, tal como el indulto presidencial que cada año se otorga a dos pavos criados en las mejores granjas. Ha sido el caso de Mantequilla de cacahuete y Gelatina, nombre de los dos agraciados a los que Biden ha perdonado la vida por su “apariencia, temperamento y estado de vacunación” –bromeó. A quien aún no le ha llegado el perdón es a Leonard Peltier, activista por los derechos de las personas indígenas y probablemente el preso político más antiguo de Estados Unidos, que acumula ya 44 años entre rejas, más de la mitad de su vida.

Peltier, militante del Movimiento Americano Indio (AIM), surgido en los años 60 al calor de las luchas por los Derechos Civiles, fue acusado de matar a dos agentes del FBI en 1975 durante un tiroteo que se produjo en la reserva aborigen de Pine Ridge, en Dakota del Sur. En aquella época centenas de activistas indígenas mantenían un pulso con el gobierno por el control de sus tierras y recursos naturales, hasta el punto de que la reserva se encontraba vigilada por paramilitares presuntamente asociados al ejecutivo, y no era raro que se produjeran masacres de los nativos. De hecho, más de 60 miembros de la comunidad fueron asesinados por estas fechas, sin que se hayan investigado los crímenes. Por el altercado en que se vio envuelto Peltier fueron condenados otros dos líderes de AIM, a los que se absolvió más tarde debido a que actuaron, según la sentencia, en defensa propia. Solo quedó Leonard Peltier a quien culpabilizar de los hechos, y así se hizo.

La condena que sigue cumpliendo responde a dos penas de cadena perpetua impuestas a pesar de que varios organismos internacionales han denunciado irregularidades importantes en el juicio y el mismo Peltier siempre ha mantenido su inocencia. Numerosas personalidades como Coretta Scott King -la esposa del asesinado Martin Luther King Jr.–, los Premios Nobel de la Paz Nelson Mandela, Rigoberta Menchú y el Dalai Lama entre otros, y hasta el Papa Francisco han solicitado el indulto para Peltier a lo largo de los años. Una petición que sigue activa entre numerosos representantes de las distintas naciones indígenas. Aunque algunos presidentes parecían favorables a su liberación, ninguno se atrevió a dar el paso y es muy probable que la última oportunidad esté en manos de Biden. 

En los últimos meses de su legislatura, Bill Clinton aseguró a varios periodistas que iba a estudiar el caso, pero acabó por no concederle la libertad después de que un grupo de 500 agentes del FBI se manifestara frente a la Casa Blanca. Años más tarde, ONGs como Amnistía Internacional, junto a personalidades como el cineasta Michael Moore, instaron a Obama a revisar los múltiples documentos que demuestran que Peltier no tuvo un juicio justo en los términos que dictamina la Constitución norteamericana, pero el expresidente afroamericano también se negó a liberarlo. Ahora que Biden ostenta el poder ejecutivo y se ha intentado granjear la confianza de miembros de las tribus originarias por iniciativas como el cierre de la expansión del oleoducto Keystone, que atravesaba tierras aborígenes de Estados Unidos y Canadá, algunos creen que hay esperanza para un hombre que sufre graves problemas de salud y ha cumplido ya 77 años.

Amnistía Internacional, que lleva décadas apoyando a Peltier, ha expresado en varios comunicados que no hay pruebas concluyentes que vinculen al activista con la muerte de los dos agentes, por lo que podría considerarse un preso político. Entre las anomalías que citan se encuentra la coacción de una testigo para que declarase haber visto a Peltier disparando a los oficiales –lo cual se utilizó para extraditarlo, pues huyó a Canadá tras el incidente– y, más tarde, cuando la testigo se retractó de sus palabras, la obstrucción de su testimonio en el juicio.

Por otra parte, la organización sostiene que un gran número de pruebas se ocultaron durante el proceso, incluyendo informes cruciales sobre la munición utilizada. Por si fuera poco, la Corte de Apelaciones que determinó que no se repitiese el juicio expresó en 1986 que había “evidencias (…) de conducta inadecuada por parte de algunos agentes del FBI”, y el juez que presidió la apelación, Gerald Heany, escribió años más tarde que las “tácticas inapropiadas” usadas en la repatriación merecerían revisitarse en una posible petición de clemencia. 

Recientemente, el Huffington Post publicó una carta de James Reynolds, fiscal encargado de mandar a Peltier a la cárcel, donde aseguraba que el activista indígena no tuvo un juicio justo. En la misiva, enviada a Joe Biden en julio, Reynolds alega: “no fuimos capaces de probar que el Sr. Peltier cometiera personalmente ningún delito en la reserva Pine Ridge” e insta al Presidente a concederle la amnistía por razones que van más allá de la legalidad corrompida: perdonar al activista ayudaría a mejorar la relación entre el gobierno y las comunidades nativas, tan conflictiva en la historia de Estados Unidos.

Y es que el racismo vigente en el país, que saltó a las portadas internacionales con la muerte de George Floyd a manos de la policía, ha estado presente desde el principio y de una manera transversal que no sólo afecta a la población negra. Con los indígenas, se trataba de “una política de exterminio” –declaró hace poco el abogado de Peltier, Kevin Sharp, consciente de que, si no lo provoca la firma de Biden, la única posibilidad de que el activista pise la calle sólo llegará en 2024, fecha en que podrá solicitar la libertad condicional, si no es demasiado tarde.

Mientras tanto, millones de familias se preparan para conmemorar la fraternidad de los primeros colonizadores para con los pueblos indios, alrededor de un pavo que, como el mismo Peltier, corrió menos suerte que los aclamados Mantequilla de cacahuete y Gelatina. 

Este artículo da seguimiento a un tema investigado por Magda Bandera para el número 10 de La Marea, publicado en noviembre de 2013. 

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Comentarios
  1. Una infamia más de la cuna de la «democracia» de la dictadura capitalista.
    De los invasores y destructores del mundo.

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