Cultura
Membrana | Bienvenidas a la literatura del siglo XXII
"Nos unen hilos invisibles que van mucho más allá que la cronología o la causalidad", escribe José Ovejero sobre 'Membrana', de Jorge Carrión.
Cuando intentamos resumir el contenido de una novela solemos hablar del argumento, es decir, hacer un compendio de los acontecimientos más significativos; de la trama, que equivale a hablar de cómo se ordenan y entrelazan dichos acontecimientos; y de los personajes que se ven envueltos en ellos. Hacer eso con Membrana iría a contrapelo de lo que es esta novela… o lo que sea.
Porque aquí el argumento –la creación de un museo de un siglo XXI ya terminado, no solo con objetos, obras de arte y productos tecnológicos de dicho siglo, también con los que han resultado fundamentales para llegar a él– es casi anecdótico; se trata de una idea interesante, sin duda, pero es solo el hilo a partir del cual construir la tela de araña, la red, la membrana que se despliega y crece a medida que avanzamos en la lectura; por otro lado, sería injusto hablar de una trama cuando hay tantas que se superponen y entrecruzan; y no diré que los personajes sean una excusa, pero desde luego no tienen el peso de las ideas que hormiguean por cada página.
Es cierto que en este libro se hace la descripción pormenorizada de un museo, que tardaremos mucho en saber quién lo ha construido, realizada por un «nosotras» que tampoco tendremos muy claro hasta muy tarde a quién o a qué abarca. Y que en dicho museo se traza la historia de la civilización y sus productos, desde la rueca hasta la computación cuántica, de los mitos a las máquinas abstractas de Duchamp, y de la construcción de un futuro que resulta tan verosímil como el pasado.
Pero también podríamos decir que Membrana habla principalmente de lo que nos hace humanos, y para ello tenemos que preguntarnos, como en el título de un docuserial que se muestra en el museo, ¿De qué hablamos cuando hablamos de humanidad? Lo que está claro es que para averiguarlo no basta con pensar en el individuo y sus rasgos constitutivos, porque ¿qué significa decir que somos individuos si, necesariamente, solo existimos conectados, si lo que somos solo lo somos porque nos relacionamos, comunicamos, nos expandimos y contraemos con otros? «Existir es influir sobre todo«, nos recuerdan las narradoras. Y también: «La mayoría de los seres vivos no se perciben como individuos, sino como enjambres o colonias».
La pregunta de qué nos hace humanos es también una forma de indagar en qué nos hace distintos de lo que nos rodea –las plantas, las moléculas, los minerales, la inteligencia artificial, los corales–, pero para ser completamente distintos tendríamos que estar completamente separados. Y no es así: nos unen hilos invisibles que van mucho más allá que la cronología o la causalidad, hace poco aprendimos también que estamos unidos en redes, porque solo somos nudos en una red; y ahora descubrimos que el tejido es mucho más denso de lo que imaginábamos, lo abarca todo a un nivel mucho más profundo y estrecho, la red no es red sino membrana, en la que todo sucede a la vez.
Es fascinante esta novela, o lo que sea. La cantidad de ideas que genera por página es apabullante, como lo es su originalidad, su manera de entrelazar reflexiones sobre el pasado y el presente, de usarlas para construir el mundo del futuro, que no es ciencia ficción, sino especulación bien fundada. Los abismos de la inteligencia artificial; el vértigo de la computación cuántica en la que algo puede ser a la vez sólido, líquido y gaseoso; las posibilidades que abre un mundo posthumano en el que se funden la carne y el algoritmo; la difícil situación de quienes se rebelan contra un mundo tan perfecto que lo humano puede resultar una interferencia nociva; si es preferible que la eliminación de un terrorista la decida una persona, tan limitada, tan emocional, o un algoritmo que maneja trillones de datos; qué sucede si la inteligencia artificial miente –recuerdos de HAL 9000–; cómo mantener la fe en la humanidad cuya historia es una sucesión de masacres; en qué consiste la originalidad cuando podemos hacer una copia perfecta, pongamos, de Las hilanderas de Velázquez; qué nos enseña sobre el ser humano la historia de Pinocho; ¿puede haber comunicación perfecta entre máquinas y seres humanos? ¿y entre máquinas?, es decir, ¿podemos acabar con la soledad?
Voy enlazando sin pensar mucho ideas y preguntas sugeridas en Membrana. Hay muchísimas más, y ni siquiera diría que estas sean las más importantes; quizá tampoco sean unas más importantes que otras, porque todas están relacionadas, no es posible responder a ninguna por separado. Pero, además de su construcción inteligente, de su carácter a la vez de ficción y de ensayo, de proponer una recreación literaria y una reflexión sobre arte, tecnología y ontología –todo es lo mismo, dirían las narradoras y añadirían: «nosotras nos entendemos»–, Membrana es también un objeto lúdico, una invitación a participar en un juego de referencias y asociaciones que van mucho más allá de lo narrado en el libro. Así que, además de sumergirnos en las cuestiones que plantea, que son las cuestiones cruciales de nuestra era, debemos hacer caso a las narradoras cuando nos dicen: «… juega, lector o espectadora, juega, espectadora o lector, no nos interpretes tan literalmente, abstráete, no nos leas tan en serio, o viceversa: follemos».
Membrana
Jorge Carrión
(Galaxia Gutenberg 2021)
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