Economía | Medio ambiente

Ioana Marinescu: “¿Queremos más cosas o más vida?”

El plan de esta economista y profesora de la Universidad de Pensilvania es un impuesto progresivo al carbono: los ricos, como contaminan más, pagarían más y financiarían una renta básica universal.

La economista y profesora de la Universidad del Pensilvania Ioana Marinescu. CHICAGO BOOTH REVIEW / YOUTUBE

Este es un fragmento de la entrevista publicada originalmente en Climática. Puedes leerla al completo aquí.

Ioana Marinescu (Bucarest, 1979) me recibe por Skype con su vitalidad habitual. «Hoy estoy trabajando en la oficina, lo prefiero a quedarme en casa». Desde la Universidad de Pensilvania, donde es profesora titular, desarrolla una labor imprescindible para comprender algo tan complejo y cambiante como el mercado laboral. Marinescu es economista, y entre sus áreas de especialización se encuentran cuestiones tan peliagudas como el salario mínimo, la implementación de una renta básica universal o incondicional (RBI) –que defiende con datos sólidos–, la concentración empresarial, el subsidio por desempleo o el impuesto al carbono.

Lejos de ser una académica de las que no bajan de la torre de marfil, Marinescu es una estrella en Twitter, donde comparte su investigación con quien quiera leerla, además de escribir asiduamente para el diario francés Libération y haber testificado varias veces en el Congreso de Estados Unidos y para distintos organismos federales.

De origen rumano, estudió primero en Francia, realizó su segundo doctorado en la London School of Economics y, antes de establecerse en Pensilvania, fue profesora de la Harry School of Public Policy, en la Universidad de Chicago. Esa trayectoria internacional se refleja también en su investigación, de la que hablamos hoy.

Hay un gran debate entre los defensores de la RBI. Muchos creen que no puede convivir con otras ayudas sociales, como la de la prestación por desempleo. ¿Usted qué opina?

Deje que le cuente un principio básico, y no estoy juzgando el importe sino el sistema. Se podría decir que las ayudas que están dirigidas a la clase baja y son básicamente en dinero o equivalentes (como los cupones de comida, o las ayudas al alquiler) se podrían reemplazar con una renta básica. Y, por supuesto, si no quieres que la gente pierda en ese trueque, la renta debería ser lo suficientemente alta. Pero hay otra categoría de programas, los que cumplen la función de un «seguro», que no se pueden sustituir, porque están diseñados para mantener tu nivel adquisitivo estable en momentos de shock, de sacudida económica. Por ejemplo: si alguien es de clase media y pierde el trabajo, la renta básica no es suficiente para continuar con su modo de vida, así que hace falta la prestación por desempleo. En otras palabras, la RBI no sirve como sustituto de programas que están ahí para estabilizar el consumo, para garantizar una seguridad en tus ingresos.

Al contrario de lo que mucha gente puede pensar, su investigación demuestra que la renta básica universal no destruye puestos de trabajo. ¿Podría explicar por qué?

Una preocupación general es que, si la gente recibe la RBI cuando no está trabajando, ésta actúa como incentivo para seguir así, en el paro. Ahora bien, quiero dejar claro que la renta básica está diseñada para que, incluso si trabajas, te la quedes. Es muy diferente de otras ayudas que, cuando superas cierto umbral de ingresos, las pierdes; la renta básica es mejor porque, independientemente de lo que ocurra, la mantienes, así que el efecto nunca sería: «Oh, no voy a trabajar porque me quitan la prestación». Simplemente, no te mueres de hambre, así que la necesidad de trabajar es menor pero, si trabajas, ganas más. Por eso puede tener cierto impacto negativo sobre el trabajo, aunque muy poco. Si vemos los estudios que se han hecho, el impacto es mínimo o no existe.

Una de sus propuestas para financiar la RBI es un impuesto al carbono. ¿Cómo?

Este impuesto es la herramienta favorita de los economistas para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Se podrían implementar otras regulaciones, como un tope de emisiones, pero el impuesto consigue lo mismo de una manera más flexible. Las empresas a las que les sea fácil reducir sus emisiones lo van a hacer, y muchísimo, para evitar pagar el impuesto. Para otras empresas no será tan fácil: según el tipo de negocio, elegirán pagar el impuesto. De esta manera se fomenta que las empresas que tengan facilidades reduzcan sus emisiones rápidamente y a las otras se les da tiempo para que se adapten. Si se opta por una medida fija para todo el mundo, las empresas que no puedan reducir emisiones de golpe tendrían problemas, y las otras se quedarían sin el incentivo para contaminar por debajo del límite obligatorio. Por eso el impuesto al carbono es tan eficiente. Ahora bien, ¿qué tiene que ver con la renta básica? El impuesto es muy atractivo en sí mismo, pero es que además produce estos ingresos que el gobierno puede usar y, lo que se está proponiendo es que se distribuya a partes iguales entre la gente en forma de «dividendos», que es básicamente una RBI.

Esto es muy útil porque sabemos que el precio de algunos productos va a subir, y es especialmente efectivo con la gente de clase baja, que va a estar mejor que antes. Sabemos que hay una correlación entre la huella de carbono y los ingresos; si eres más rico, tienes una casa grande que hay que calentar en invierno, haces vuelos transatlánticos, tienes dos coches, etc. Así que pagas más y recibes menos. Por eso es un impuesto progresivo. Los pobres gastan menos carbono, tienen una casa más pequeña, no tienen coche… Se quedarían con la renta básica y pagarían menos en impuestos. El Departamento del Tesoro realizó un estudio que demostraba que el 70% de la población saldría ganando con esta medida.

Hace poco se propuso en España acortar la semana laboral a cuatro días sin reducción de sueldo. ¿Es factible esta iniciativa?

Si se reduce el tiempo de trabajo pero se mantiene el sueldo, eso incrementa el precio de la mano de obra y podría disminuir el empleo, pero realmente depende del salario mínimo: de si los trabajadores están muy mal pagados, ése es un primer factor. El segundo factor es si la gente es capaz de ser tan productiva como antes, y yo lo veo casi imposible, pero sí que se puede ser bastante productivo trabajando un día menos. Por otra parte, puede conllevar algunas ventajas, como una reducción del daño medioambiental o un aumento del bienestar social, ya que la gente tendría tiempo para otras actividades.

¿Sabe? Es interesante, porque alguien como Keynes pensó que el tiempo de las jornadas laborales iba a disminuir; sin embargo, lo que parece haber ocurrido es que la gente ha preferido consumir más, quizá porque no se ha tenido en cuenta el coste medioambiental de esa producción. Pero, si lo pensamos, ¿queremos más cosas o más vida?, pues tal vez cambie nuestra noción de este intercambio. Quiero añadir que, para la gente de los países más ricos, ésta no debería ser una decisión difícil, nuestra vida material es bastante buena. Ahora bien, a nivel global es más complicado. Dile a los países pobres: «Si creces más, perjudicas el medioambiente». Es duro. Desde un enfoque que destaque la justicia social transnacional, deberíamos integrar las perspectivas de la gente que vive en los países más pobres, quienes, legítimamente, quieren elevar su nivel de vida e igualarlo al que tenemos en los países ricos.

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Comentarios
  1. ¡Acabemos con la era de los paraísos fiscales!
    La economía mundial está al servicio de un 1 % que acumula más riqueza que el 99% restante. La crisis de desigualdad extrema está alcanzando cotas insoportables y el entramado mundial de paraísos fiscales agrava esta desigualdad. Está permitiendo que una minoría privilegiada de grandes empresas y grandes fortunas muevan fácilmente su dinero para no pagar los impuestos que les corresponden.
    Si firmas nuestra petición exigiremos en tu nombre cambios para:
    Actualizar la lista negra española de paraísos fiscales, que incluya de forma automática los territorios del 0% y los de muy baja tributación.
    Romper con la opacidad de las sociedades offshore creando un registro público en España que alcance a los propietarios reales, finales y efectivos de todas las sociedades pantalla y cuentas bancarias.
    Acabar con la fuga de beneficios empresariales a paraísos fiscales y la infratributación de grandes empresas aplicando un mínimo efectivo que no esté por debajo del 21%, en línea con lo que los Estados Unidos están planteando y se está negociando en el G20.
    https://www.oxfamintermon.org/es/no-escaqueo-fiscal-no-paraisos-fiscales?utm_campaign=noalescaqueo_sap&utm_content=firmaenews&utm_medium=email&utm_source=sap&utm_term=cac

  2. Buena idea. Lo recaudado/robado se le da a los ecologistas/defiendepederastas para que se lo gasten en energías renovables/jets privados

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