Pensamiento
Techo de clase
Existe un techo de clase. Una reformulación del techo de cristal que sirve para impedir el acceso a quienes pertenecen a la clase obrera a lugares de representación, decisión y preeminencia social y laboral.
La clase es algo de lo que una persona no se puede despojar cuando ocupa entornos que no están habitados por los del mismo estrato. Se sale de casa sin pensar en ella, pero se le recuerda en cada proceso de la vida cotidiana al compartir espacio con quienes tienen una posición más privilegiada. La conciencia de clase no es un proceso interno, se nace sin ella aunque se sufre su ausencia, sino un advenimiento provocado por desprecios, conflictos, impedimentos del desempeño diario que hacen comprender que lo que ocurre no es por una situación individual, sino por una estructura clasista que tiene como objetivo poner más difícil el progreso a quienes vienen de unas capas sociales humildes. De la nuestra, de quienes nos rodean.
La clase está ausente en el debate público. No sus consecuencias ni sus implicaciones, que son constantes y empapan cada problema que se plantea. Es imposible no atisbarla en cada decisión, en cada estadística y debate, en cada mensaje que se lanza en la política, los medios o la publicidad. Está ahí, omnipresente, pero no se menciona. A la clase no se la nombra. Nunca aparece como causa estructural, no es nunca una parte de la ecuación, aunque la mayoría de las veces es la única que puede ayudar a resolver el problema, y siempre, siempre, es una variable importante en el modo de hallar la respuesta a la incógnita. Sin tener la extracción social como modo preferente de relacionarte con la vida no encontrarás el camino, no hay salida del laberinto cotidiano y colectivo que te determina por tu origen social. Así, entenderás Matrix. La clave de bóveda de tu existencia es adquirir conciencia de clase, después, aparece la clarividencia.
Existe un techo de clase. Una reformulación del techo de cristal que sirve para impedir el acceso a quienes pertenecen a la clase obrera a lugares de representación, decisión y preeminencia social y laboral. Los métodos de reproducción social son múltiples y derivados, pero se ejecutan de una manera que en las redes sociales tienen un nombre popular: las chupipandis. Es fácil distinguirlas, sus miembros se protegen entre ellos, solo se contestan entre sí, solo se citan unos a otros y no atienden a razones ideológicas o morales, lo único que les interesa es preservar su espacio de otros elementos. Este método de reproducción social es la norma de la burguesía, pero como toda representación del poder es copiada por aquellos tránsfugas que tienen como aspiración ocupar esos espacios vedados por clase. Imitan el comportamiento para intentar lograr un pase de oro. Hay tres elementos en este bucle de imposibilidad de ascenso: los burgueses, señores de la posición, los tránsfugas de clase, que no son más que traidores, y los orgullosos de su clase social humilde, que jamás podrán acceder a esas cúpulas exclusivas porque el pase exige renegar de los propios.
Corren tiempos en los que algunos tránsfugas solo miran por su propio futuro intentando disgregar a la izquierda para asegurarse una posición preeminente en los medios que se consoliden en esta primavera reaccionaria. Se han dado cuenta de que es necesario atizar a un hombre de paja que sirva a la reacción para recuperar el poder y que les deje lamer los platos tras el banquete. Para ello buscan establecer una dicotomía imposible que sirva de trampa para capturar a los que creen en la diversidad, la pluralidad y la ampliación de derechos de colectivos vulnerables como núcleo fundamental de las ideas de progreso. Se trata de dibujar dos continentes estancos que por un lado incluyan a los que defienden las cuestiones materiales y en otro las simbólicas, entendiendo por simbólicas aquellos derechos que sirvan para limar las desigualdades estructurales que se complementan con las de clase. El proceso persigue aislar y marginar a quienes creen que la defensa de los derechos humanos y de representación legal son tan materiales como la ampliación salarial o la protección sindical. Ni más ni menos, iguales, sobre todo para quien ve conculcados sus derechos.
Los tránsfugas de clase tienen una estrategia para ser aceptados por las cúpulas de poder haciéndose pasar por una izquierda materialista que en realidad solo se preocupa por reducir al absurdo la importancia de las cuestiones simbólicas y culturales que sirven como proceso performativo para la ampliación de derechos. La acción es burda, pero bien aceptada en las tribunas de decisión reaccionarias. Acusan de posmo a todo aquel que defiende la ampliación de los derechos de los colectivos históricamente oprimidos argumentando que eso es incompatible con una mirada de clase. Quienes consideran que la clase social no es contradictoria ni excluyente con asegurar los derechos LGTBI+ o de las mujeres saben que quien lo considera antagónico solo busca una salida individual al problema colectivo que el capitalismo tardío ha provocado en la clase trabajadora. En definitiva, el objetivo es trepar para llegar a esos lugares reservados para la clase dominante y después renegar de todo origen humilde. Abandonar la clase, ser un tránsfuga. Porque no tardarán en renegar de su origen cuando estén en esa burbuja que exige matar al padre. A su padre, su barrio, su clase, sus orígenes, su discurso y sus intereses que son los nuestros, los de nuestra clase.
El clasismo es uno de los modos en los que se disciplina al elemento discordante de clase en las burbujas de poder. Los que lo han vivido saben a lo que me refiero, los que no es porque es posible que pertenezcan a la clase dominante o no hayan tenido que compartir espacio con ella siendo de extracción humilde. Nadie que haya compartido espacio de trabajo, estudio o vital ha podido eludir ese desprecio que a veces es disimulado y otra descarnado.
Si algo es hegemónico en la sociedad occidental surgida tras el fin de la historia es la subjetividad burguesa. Ha empapado cada espacio de representación pública como una nana decadente, repetitiva y adormecedora. El desprecio de clase emana de diversas maneras, algunas más sutiles, las más, otras crudas, las menos, demoledoras y flagelantes. Reservadas para disciplinar. La condescendencia es el vehículo más habitual que suelen usar cuando alguien de extracción más baja suele perturbarles su espacio de privilegio. El ninguneo, hacer luz de gas, esa mirada por encima del hombro que sitúa de manera física el espacio moral que creen representar. Cuando no es suficiente y el sujeto a someter resiste, aparecen las subjetivaciones peyorativas basadas en el aspecto físico, la cultura, la actitud. El clasismo no tolera que alguien de extracción humilde trate como a un igual a otro de clase dominante, la voz alta, la altivez o el orgullo son vistos como impertinentes. Solo se permite un timbre alto al señor, la clase alta tiene carácter, la baja es chabacana. Si se nos recuerda que siempre debemos tener la cabeza alta es porque estamos acostumbrados a que nos la hayan querido tener gacha.
Al vivir de manera recurrente estos gestos despreciativos en tribunas públicas y espacios privados se está acostubrado a usarlos como una especie de aikido existencial. Ser consciente de la clase hace que se identifiquen con precisión esos comportamientos y se sea capaz de prevenirlos y usarlos contra el que los profiere. Porque existe ese techo de clase, duro y muy resistente, pero se puede romper de manera puntual, la mayoría de las veces de forma azarosa. Cuando se hace, cuando se consigue ocupar una posición de representatividad que no estaba destinada para los de la misma clase hay que utilizarla para quebrar esa barrera y que muchos más aprovechen esa ruptura para colonizar esos espacio de decisión burgueses. Hagámoslos añicos.
Dicen que el peor pecado es el orgullo. Por eso es que no tengo orgullo de clase. O tal vez lo tenga y no sepa que lo tengo. El caso es que nunca he sido envidioso, me ha dado igual que existan los ricos, y los muy ricos, allá ellos, jajajaja, pero sí que me han fastidiado mucho las injusticias; con esas no puedo.
A los ricos, lo digo con el corazón, les deseo lo mejor, y que paguen impuestos proporcionales a lo que ellos ganan, pero no les envidio; lo he pensado en serio, muy en serio, y no me cambiaría por ellos. A veces hasta me dan lástima, por como viven, sobre todo esos ni-ni, na-na, que han vivido siempre sin trabajar ni estudiar a costa de la riqueza de sus padres; que vidas más pobres, envueltos en dinero y sin una pizca de alma, empatía raciocinio, abducidos por las modas y el aburrimiento de tenerlo todo. A esos los compadezco, a mis 69 años mi vida es de todo me nos aburrida. Me encanta vivir sabiendo que lo poco que tengo me lo he ganado yo mismo con mi esfuerzo. Nadie me dio nada, nunca robé al prójimo, y nunca estafé a nadie, pero porque no me salía, porque me divertía trabajando, y en silencio reía y maldecía al explotador de turno que intentaba jod…rme.
Al final, siempre conseguía lo que me proponía. Ahora, jubilado, con las necesidades de la familia cubiertas…paso mi tiempo leyendo, estudiando, viajando por Internet, satisfaciendo mi curiosidad infinita; no me interesan los programas del corazón, ni las redes sociales, solo saber, aprender, acumular conocimientos, descubrir cosas nuevas…VIVIR.
ORGULLO DE CLASE. ¡HASTA SIEMPRE MARTIN ARNAL MUR!
(Victoria Trigo Bello)
Nombrar a Martín Arnal Mur es invocar la constancia elevada a la categoría de resistencia. Martín, natural de Angüés, supo desde joven que su vida no sería fácil. Pero, en realidad, lo más difícil para alguien como él habría sido ceder, doblegarse, renunciar a luchar contra el fascismo.
Hasta tiempos bien recientes, mantuvo el activismo a través de sus libros, dando testimonio de lo que fue una existencia entregada a defender y divulgar el espíritu de una rebeldía que mantuvo intacta hasta el final. Su biografía está llena de hitos de su beligerancia, de su envidiable lucidez, de su fraternal modo de participar en cuantos actos en defensa de la recuperación de la memoria le reclamaban. De extraordinaria vitalidad, subió a Puerto Viejo en varias ocasiones dentro de las Jornadas de la Bolsa de Bielsa y su presencia resultaba imprescindible allí donde tocaba hablar de episodios de maquis, de los peligros de la clandestinidad, de las esperanzas que debían mantenerse a veces como elemento casi único para la supervivencia física y moral. Hubiera cumplido cien años el próximo 12 de noviembre. Su legado coloca muy alto el listón de la oposición frente a cualquier modo de opresión o de mediocre denuncia de los abusos del capitalismo. Por eso, es difícil desear a Martín Arnal que descanse en paz, porque su paz no era la del descanso. La paz de Martín Arnal fue la de la colectividad, la insistencia y la solidaridad. La paz de Martín fue la de una conciencia que no se rindió jamás, que arengaba contra el silencio de los cobardes, que no se detenía ante ningún obstáculo.
Martín Arnal fue una persona íntegra, sin fisuras ni concesiones. La ancianidad no consiguió domarlo. Cabe agradecerle profundamente su compromiso, celebrar haber compartido con él conversaciones y momentos que hoy día son tan escasos como necesarios. Cabe despedirle pero no dejar que se vaya muy lejos.
Este compañero del alma, se nos ha ido en el otro lado de ese Pirineo que tantas veces cruzó y ayudó a cruzar con la sombra de la muerte clavada en el macuto. Intentaremos seguir la huella que este hombre irrepetible ha abierto en la dura nieve del conformismo y la superficialidad. Intentaremos que no caiga en el olvido su esfuerzo. Intentaremos ser dignos receptores de tu mensaje.
Hoy que hemos perdido a Martín Arnal, queda más distante y enriscada la libertad. Por eso toca caminar juntos, muy juntos hacia ella.
https://laboromniavincit2018.blogspot.com/2020/07/el-ascensor-social.html
En este blog hay una entrada sobre el «ascensor social». Bueno, sobre su inexistencia. Cita dos estudios, uno sobre Florencia y el otro sobre Inglaterra: los apellidos de quienes ocupan las élites son los mismos que en la Edad Media.
Jueves, 20 octubre, fallece un gran luchador de la clase obrera: MARTIN ARNAL MUR, EL ULTIMO MAQUIS DE ARAGON.
Libertario, colectivista agrario y guerrillero antifascista aragonés.
Martín Arnal ha seguido participando hasta el último momento en la difusión de sus ideas y era uno de los pocos testigos vivos de los tiempos de la guerra de 1936. El próximo 12 de noviembre hubiera cumplido 100 años.
El siempre decía: no fué una guerra civil, fué una guerra incivil.
Toda su vida fué una lucha. Adolescente, formó parte de la colectividad agraria de su pueblo Angüés (HU). El fascismo mató a dos de sus hermanos, él tuvo que huir a Francia y allí siguió luchando en la resistencia y en el maquis.
ARMHA: Martín paso por muchas vicisitudes, le tocó vivir tiempos crueles, intensos, difíciles y él, que tuvo un arma en la mano durante casi una década, lo que más te transmitía era humanidad.
Esa clase de humanidad es la que pocas veces se encuentra. Sobre todo en una persona que había perdido dos hermanos asesinados por la sublevación militar, que había vivido la Guerra de España, el exilio, la Segunda Guerra Mundial, y el Maquis. Con su vuelta a su pueblo, Angüés, siguió luchando por recuperar los restos de sus hermanos y por la justicia. Nunca rebló.
«Su cuerpo irá a la tierra o al fuego, pero su recuerdo, su humanidad y su lucha permanecerán intactas en nuestra memoria y perdurará en nosotros su ejemplo. Las montañas te servirán de colchón y el viento de sábana. No te olvidaremos», ha dicho CNT Uesca, «su sindicato y su casa», en un comunicado.
https://arainfo.org/fallece-martin-arnal-mur-libertario-colectivista-y-guerrillero-antifascista-aragones/
EN LA MISMA TIERRA, Vida y obra de Martin Arnal Mur
https://lamalatesta.net/videos/61451-en-la-misma-tierra.html
AQUELLAS PERSONAS IDEALISTAS QUE ASPIRAMOS A UN MUNDO CON VALORES Y JUSTICIA NUNCA TE OLVIDAREMOS MARTIN. TE PROMETO QUE SEGUIREMOS LUCHANDO POR EL Y TU ALLI EN TU NUEVO DESTINO SIGUE, POR FAVOR, INSPIRANDONOS Y ACOMPAÑANDONOS.
Es un objetivo concretamente determinado de de “la clase privilegiada” negar la existencia de esta diferencia y, en consecuencia la de los proletarios, como forma de evitar lo que Zizeck refiere cono “condensación metafórica” (sentimiento de clase que una a los diferentes grupos de que se constituye). La identidad como forma de unidad de grupo que aparece con la clase, el sentimiento de pertenencia que cohesiona y fortalece a los grupos más débiles, lo disuelven en esa idea de la clase media (“la clase de la no clase”), en la que pueden entrar todos, de trabajadores a potentados, como la “misma cosa” diluyendo la necesidad y la identidad. El objetivo es disolver las sensaciones subjetiva de grupo y deshacer el sentimiento de identidad de sus miembros, que desaparezca la clase como fuerza identitaria y fragmentarla una multiplicidad de colectividades si fuerza (jóvenes, mayores, mujeres, hombres, emigrantes, autóctonos, campesinos, urbanistas…etc.) que no puedan condensar sus comunes demandas bajo la idea de la clase en la que la práctica económica los sume con el antagonismo de la que impone esta estrategia (privilegio/desventaja –ni siquiera hay significante apropiado para el segundo significado).
El objetivo es el de la máxima griega del divide y vencerás en el que el poder (factico) de los pocos no pueda confrontar con el de la unidad de los más. Es una estrategia neoliberal que ya estaba presente en el final de la historia, como se comente en el artículo, perfectamente organizada, por Fikuyama, como la disolución de lo social en lo económico.
Muy interesante la lectura. Me pregunto, como estudiante de doctorado, hasta qué punto se pueda extrapolar el techo de clase a las relaciones entre profesores universitarios y sus estudiantes. Muchas veces el alumno debe agachar la cabeza ante una figura de autoridad moral e intelectual que, demasiadas veces, no es más sabio ni experimentado sobre el tema de investigación, pero sí tiene una posición social más alta (pienso que más estabilidad laboral y salario).
De combatir eso que llaman » clasismo» ( entre muchas otras inmundicias , ahora democráticas……. ); ya se encargan los golf@s impostores/as en eso que llaman : P$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$ ( — ) €€€€€€€€€€€€€€€€€€ ; ¿o ? noooooó ,ja,ja .
Salud.
Totalmente de acuerdo. Cada vez se habla con más naturalidad de la «brecha de género» y es algo de lo que me alegro sinceramente, porque es un éxito del movimiento feminista haber conseguido colocar ese importante condicionante social en la agenda pública. Por el contrario, no se habla y parece que incluso está mal visto hablar de la «brecha de clase», que sin embargo es una cruda realidad para tanta gente. Así como es absolutamente cierto que normalmente una mujer debe demostrar el doble o más que un hombre para conseguir un mismo estatus a nivel profesional, lo mismo puede decirse del hijo de una familia obrera frente al hijo de una familia acomodada. Obviamente, ambas brechas pueden llegar a oprimir simultáneamente a la misma persona (mujer y de clase obrera), en cuyo caso el techo ya no es de cristal, sino de hormigón puro. Conviene aquí recordar las teorías de la interseccionalidad de autoras como Patricia Hill Collins o Angela Davis…