Política | Sociedad

Catalunya como campo de batalla

"El independentismo catalán ha servido como excusa para catalizar un españolismo que ha compartido espacios, reivindicaciones y liderazgos asociativos con activistas y organizaciones nítidamente ultraderechistas", escribe Jordi Borrás en el libro 'De los neocón a los neonazis', editado por la Fundación Rosa Luxemburg.

Portada del capítulo 'Cataluña como campo de batalla', del libro 'De los neocón a los neonazis', editado por la Fundación Rosa Luxemburg.

Capítulo del libro ‘De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español’, editado por la Fundación Rosa Luxemburg. Consigue este libro como regalo de tu suscripción conjunta de La Marea y El Salto
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Difícilmente se puede abordar la cuestión de la extrema derecha en el Estado español sin tener en cuenta el papel que ha jugado Cataluña en este terreno. Primero, desde el punto de vista ideológico como centro importador y fábrica de ideas de extrema derecha; una extrema derecha que, excepto en contadas excepciones, ha venido asociada al españolismo radical. Y segundo, con el rol que le ha tocado vivir, como un campo de batalla convertido en la amenaza latente del desmembramiento del Estado. Y es que las reivindicaciones catalanistas históricamente han significado una amenaza para toda la transversalidad del nacionalismo español.

No es nada casual, entonces, que encontremos en Cataluña los primeros grupúsculos del Estado español que podemos clasificar como ultraderechistas, ligados precisamente al combate contra las reivindicaciones catalanistas desde un españolismo militante. Este sería el caso, por ejemplo, de la Liga Patriótica Española (LPE), una organización de corta trayectoria, nacida en 1918 en Barcelona y formada por nacionalistas intransigentes donde confluían carlistas urbanos, republicanos lerrouxistas, policías, militares y funcionarios del Estado. Con el recuerdo reciente de la pérdida de Cuba dos décadas antes, veían las reivindicaciones catalanistas como un enemigo a abatir con urgencia y, si era necesario, con grandes dosis de violencia.

Introducción y contexto

El reaccionarismo ante el catalanismo y la confluencia y convivencia de diferentes sectores ideológicos ante la amenaza de la «antiespaña» es un hilo conductor a lo largo del siglo XX y XXI que llega hasta nuestros días. Solo así se explica cómo el nacionalismo español ha actuado ante el llamado proceso independentista iniciado en Cataluña durante la segunda década del siglo XXI.

El independentismo catalán ha servido como excusa perfecta para catalizar un españolismo que ha compartido espacios, reivindicaciones y liderazgos asociativos con activistas y organizaciones nítidamente ultraderechistas, y otros donde han convergido los autodenominados partidos constitucionalistas y partidos y elementos destacables de la extrema derecha catalana. Este sería el caso de Sociedad Civil Catalana (SCC), una organización nacionalista española fundada en 2014 con el germen ideológico y asociativo de otra organización llamada Somatemps, nítidamente ultraderechista, de un españolismo exacerbado y desde donde salieron varios cofundadores e impulsores de SCC.

El primer presidente de Somatemps, Josep Ramon Bosch, que fue el primer presidente visible de SCC, fue una persona clave para unir sectores de una transversalidad relativa —algunos militantes del PSC-PSOE también formaron parte de los impulsores, pero el núcleo inicial de SCC básicamente incluía actores provenientes de la derecha y la extrema derecha— para ensayar un frente asociativo antiindependentista.

Así fue como SCC se presentó en público con cofundadores que provenían de la órbita socialista, como el vicepresidente Joaquim Coll, al lado de otros que habían transitado por Cs, como José Domingo, o por el PP y anteriormente por el falangismo, como es el caso del actual eurodiputado de Vox, Jorge Buxadé. Pero no solo esto; el peso de los intelectuales de extrema derecha ultracatólica como Javier Barraycoa (Comunión Tradicionalista Carlista, Somatemps, ahora en la órbita de Vox) también fue un aviso para navegantes.

Más alarmante fue descubrir que Josep Alsina, un antiguo militante del Partido Español Nacional Socialista (PENS) y también activista de Somatemps, fue impulsor de SCC cuando la entidad se estaba gestando. Al acto fundacional de SCC, celebrado en Barcelona en abril de 2014, asistieron, entre otros grupos y elementos de la ultraderecha, el presidente de Vox, Santiago Abascal, la cúpula dirigente de PxC del momento y los nacional-revolucionarios del Movimiento Social Republicano (MSR), que, incluso, según declaró Jordi de la Fuente, uno de sus miembros más destacados y actualmente en Vox, habrían tenido «un cierto peso en el acto de presentación» de la entidad.

Es también remarcable que en 2013 Bosch, poco antes de cofundar y presidir SCC, participó en un acto de exaltación del golpe de Estado del general Franco, organizado por la Fundación Nacional Francisco Franco. El mismo Bosch también fue descubierto alabando a Blas Piñar (el antiguo líder del partido posfranquista Fuerza Nueva) en las redes sociales y colgando vídeos de apología del nazismo y del franquismo desde un canal de YouTube y un perfil de Facebook bajo seudónimo, desde donde también insultaba y amenazaba a los independentistas.

La aparición de Vox no es casual, sino que es fruto de la combinación de varios factores entre los que encontramos la creación de un clima de tensión y la articulación, con Cataluña como trasfondo, de discursos ultranacionalistas por parte de PP, Cs y, en algunos casos, también el PSOE.

Jordi borrás

Así pues, SCC, a pesar de no poder ser clasificada como una entidad de extrema derecha, es el paradigma de esta confluencia que, bajo el paraguas del frente antiindependentista, ha reunido a partidos conservadores, de centroizquierda y organizaciones y activistas de las diversas expresiones de la variada sopa de letras de la extrema derecha española. Este patrón de relaciones y coincidencias no solo se dio en la gestación de la entidad, sino que también se ha visto en las manifestaciones impulsadas por esta asociación. Asimismo, durante el otoño de 2017, en las manifestaciones impulsadas por SCC en Barcelona —unos actos que recibieron la bendición de PP, Cs y PSOE— también se adhirieron una infinidad de partidos, asociaciones y organizaciones del amplio abanico que comprende la derecha radical españolista, que se nutre desde organizaciones xenófobas de derechas hasta de otras abiertamente neonazis. Así se evidenció, por ejemplo, cuando varios neonazis que participaban en una convocatoria de SCC cometieron varias agresiones racistas.

Estas confluencias y la falta de identificación de la extrema derecha también tienen su origen en la ausencia durante muchos años de un partido nítidamente ultraderechista en las instituciones españolas. El hecho de que desde la pérdida de representación en el Congreso español de Fuerza Nueva en 1982 hasta la irrupción de Vox —primero en las elecciones andaluzas en 2018 y el año siguiente en las del Congreso de los Diputados— no hubiera un partido que se pudiera clasificar nítidamente de extrema derecha ha provocado que durante más de tres décadas hubiera la falsa percepción, alimentada por la mayoría de medios de comunicación y el grueso de la clase política, de que no había la expresión de este nicho ideológico en España. Una idea falaz históricamente la habilidad y predilección por atizar el conflicto nacional con Cataluña para reforzarse y presentarse como actores necesarios para evitar la fragmentación del Estado.

En las políticas y discursos del PP y Cs sobre el llamado problema catalán están las claves para entender cómo la aparición de Vox no es casual, sino que es fruto de la combinación de varios factores entre los que encontramos algunos relevantes: la creación de un clima de tensión y la articulación, con Cataluña como trasfondo, de discursos ultranacionalistas por parte de PP, Cs y, en algunos casos, también el PSOE; el desgaste de décadas de alternancia bipartidista entre el PP y el PSOE; la crisis de credibilidad a raíz de los casos de corrupción aparecidos en el seno del PP y el sobredimensionamiento mediático que consiguió Vox cuando aún no tenía representación parlamentaria, gracias a erigirse como acusación popular contra los líderes independentistas acusados de sedición y rebelión por el referéndum independentista de 2017, durante el juicio que tuvo lugar en el Tribunal Supremo español.

Pero no solo se entiende la irrupción de Vox por hechos ajenos a su acción; la formación liderada por Santiago Abascal ha sido capaz de renovar y actualizar una extrema derecha anclada en el pasado, y en cierta medida esclava de la época franquista, para hacer de su partido una organización homologable con el resto de las formaciones de extrema derecha emergentes en Europa. No es casual que el primer candidato de Vox a unos comicios, las elecciones europeas de 2014, fuera el catalán Alejo Vidal-Quadras, al igual que el actual eurodiputado y cabeza de lista de la formación de Abascal a las últimas elecciones europeas es el catalán exfalangista Jorge Buxadé. El peso de Cataluña como motor ideológico de la extrema derecha es histórico. Organizaciones referentes como la neonazi CEDADE, los nacionalrevolucionarios del MSR o la implosión municipalista de la xenófoba PxC son algunos ejemplos. Todas estas son organizaciones nacidas y forjadas en Cataluña. La posición geoestratégica de Cataluña siempre ha facilitado el intercambio comercial, pero también la importación de ideas desde el otro lado de los Pirineos, y el panorama ultraderechista no ha sido una excepción.

«No solo españolistas»

No obstante, si la gran mayoría de partidos y organizaciones de extrema derecha que encontramos en Cataluña tienen en común su españolismo radical, también hay una minoría independentista que ha probado articularse de manera infructuosa desde hace décadas. Tanto las organizaciones actuales como las precedentes son organizaciones pequeñas, algunas de ellas virtuales y otras casi unipersonales. Por ello, en el apartado que les dedicamos más adelante en este documento solo nos hemos parado a estudiar aquellas que tienen un algo de envergadura y unos postulados ideológicos mínimamente trabajados.

Cabe señalar que tanto las redes sociales como un sentimiento de frustración en el seno del independentismo tras el referéndum de independencia de 2017 han ayudado a sobredimensionar algunos de los grupúsculos que conforman este espacio y a dotarlos de un discurso antipolítico que también es compartido por otras organizaciones diametralmente opuestas desde el punto de vista del eje derecha-izquierda.

En este apartado repasamos el diverso abanico de partidos, organizaciones, plataformas y entidades de todo el espectro de la extrema derecha que han tenido un peso mínimamente relevante durante el escenario abierto con el proceso independentista catalán y que podríamos encontrar durante la última década (2010-2020). Lo dividiremos en dos subapartados: los de carácter españolista —donde está la gran mayoría de estas organizaciones— y el independentista, en el que, si bien es marginal desde el punto de vista político, encontramos interesante citar algunos ejemplos. Algunas de estas organizaciones de ámbito estatal ya han sido referenciadas y definidas en otra sección de este informe, por lo que aquí nos centraremos en su actividad y discursos respecto a Cataluña y a la cuestión nacional.

Sigue leyendo el capítulo en formato digital en la web de la Fundación Rosa Luxemburg.

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Comentarios
  1. » ¿ El retorno del rey ? , y no va de Hobbies…………. » .
    Que reviente en los Emiratos y envíen sus nocivas cenizas a la taiga.

  2. El españolismo reaccionario ( por no llamarlos fascistas directamente ) continúa estando ahí desde el principio de todo este desastre que indudablemente es ; » la España democrática……….» .
    SPECIAL THANKS……….. : GOLFO Y TRAIDOR P$(–)€ .
    Salud.

  3. Mal comienzo para Catalonia sentarse a la mesa de negociaciones con un reino ilegítimo que no respeta su derecho a la autodeterminación y que lleva demasiado tiempo castigándola con una sistemática y antidemocrática represión.
    No obstante, y dado que desde que comenzó el Procés yo he procurado mostrarme siempre muy respetuoso con las decisiones tomadas por el pueblo catalán a través de sus instituciones políticas, les deseo lo mejor y me descubro por la loable paciencia, la envidiable perseverancia y la meritoria tenacidad que están demostrando ante la hipocresía desplegada por el cínico Estado español.
    El presidente de España ya ha aclarado, con la mayor contundencia que le ha sido posible expresar y a través de todos los medios que le dan chancha -que son contados pero poderosos-, que no está dispuesto a negociar con el separatismo catalán ningún tipo de independencia. Pedro Sánchez también ha dejado claro que no permitirá que en esta mesa de diálogo se atente contra la Excrementísima e Innegociabilisima «Unidad de la patria», la misma que heredamos del Criminalísimo Francisco Franco y que, cerca de medio siglo después de su extinción, sigue tan bien atada como en tiempos de la dictadura.
    Otro gallo cantaría si el gobierno español reconociera abiertamente, al comienzo de las negociaciones, la ignominiosa injusticia que está cometiendo contra el pueblo catalán y actuara en consecuencia. Si en vez de espadas y bastos, pintaran oros y copas, el tema principal que se plantearía en la reunión sería cómo va a subsanar el Estado español todo el daño que le ha hecho a Catalonia: los brutales apaleamientos de ciudadanos pacíficos que acudieron a votar en el referéndum del 1º de octubre, el acoso y las detenciones contra líderes independentistas, el despreciable chantaje de amenazar con agresiones al entorno familiar de los disidentes, el encarcelamiento y acusación de terrorismo contra miembros de las CDR bajo pruebas irrisorias, las torturas en comisaría que muchos jóvenes independentistas han denunciado… La lista de oprobios sería interminable….
    Tomás F. Ruiz)
    https://canarias-semanal.org/art/31308/cataluna-espana-una-mesa-de-dialogo-antagonica

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