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Las infinitas luchas de Luz Marina Bernal en Colombia
La defensora lleva desde 2008 buscando justicia por el asesinato de su hijo. Consiguió que el crimen fuera declarado de lesa humanidad y los militares están ahora en libertad, al amparo del nuevo sistema de justicia instaurado tras los Acuerdos de Paz. El próximo año se presenta a las elecciones.
Primero se vistió de negro. Falda larga. Camiseta ajustada. Alpargatas. Pelo cano y recogido por atrás en una trenza. Apenas un cinturón de rasete rosa y un bolso de tela hecho a mano rompían su atuendo de luto. También su mirada verdeazulada.
Luego comenzó a colocar enseres como parte de la escenografía. “Uno, dos, tres, por Leonardo”. Una fotografía, un traje, un oso de peluche, varios coches y una biblia. Sacaba los objetos del morral y los colocaba en el suelo. “Uno, dos, tres, por Leonardo”, repetía. Una vez que todo estuvo en su sitio, arrancó su discurso.
“Mi nombre es Luz Marina Bernal, madre de Fair Leonardo Porras Bernal, joven de 26 años desparecido el 8 de enero de 2008 por el Ejército nacional de Colombia”.
Después se acercó a los objetos de su hijo. La puesta en escena era estremecedora. Habló de él para que todo el mundo le conociera. “Esta era la ropa que tenía el 7 de enero de 2008 y a partir del 8 nunca más volví a saber nada de él”.
Así arrancó la primera lucha de Bernal: encontrar a su Fair Leonardo.
“¿Ustedes creen que un joven de 26 años, un niño en un cuerpo grande, que solamente su mentalidad pudo llegar hasta los ocho años, que nunca pudo aprender a leer ni a escribir ni a identificar el valor del dinero, podría llegar a ser el jefe de una organización narcoterrorista?”.
Porque esa fue la acusación que le arrojó un fiscal a Luz Marina Bernal cuando fue a recoger el cuerpo de su hijo, acribillado con 13 balazos, el 25 de septiembre de 2008. Apareció a cientos de kilómetros de donde había desaparecido, a cientos de kilómetros de donde su madre lo vio por última vez, en Soacha, una ciudad vecina a Bogotá.
Así comenzó la segunda lucha de Bernal: saber quién dio la orden.
El juicio por el asesinato de Fair Leonardo llegó en cinco años y fue uno de los primeros falsos positivos con condena. Bajo ese eufemismo se esconden los asesinatos de miles de jóvenes colombianos a manos del Ejército y que fueron presentados como bajas en combate en la lucha contra las guerrillas. El auge de estos homicidios coincidió con los Gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006 y 2006-2010).
La primera condena recayó sobre seis militares de diferente rango. Pero Bernal apeló porque quedaron absueltos de la acusación de concierto para delinquir: “Argumentábamos que eran más de 2.816 casos ocurridos y no solo el de Fair Leonardo”. Un año después, tras una nueva fase de su lucha contra la impunidad y por saber la verdad, las condenas fueron aumentadas y se declaró “el primer caso de falso positivo reconocido como crimen de lesa humanidad”.
Así dio inicio la lucha eterna y múltiple de Bernal.
“No estoy aquí solamente por crímenes de Estado, estoy aquí por desaparición forzada, tortura, masacres, genocidios, violaciones sexuales a mujeres, niñas, niños, adolescentes, reclutamiento de menores, desplazamientos y muchas cosas más. ¡Ay! mi pachamama, ¡cómo te han regado con sangre de inocentes! Gracias pachamama, por tener los restos de mi hijo dentro de tu vientre”.
Apoyo a las primeras líneas
El público que escuchaba a Luz Marina Bernal, quien fuera integrante del colectivo madres de Soacha, no era uno cualquiera. Convocados por la Fundación Nydia Erika Bautista para los derechos humanos, a su alrededor estaban varios de los y las jóvenes de las primeras líneas de Bogotá, las mismas que desde el inicio del paro el 28 de abril continúan en las calles denunciando la situación del país y enfrentándose a la policía con acciones que califican de autodefensa. “Ustedes pueden ayudarme para que en mi país no haya más violaciones de derechos humanos, porque hay más de nueve millones de víctimas. En este país necesitamos la verdad, que no haya más repetición. Necesitamos que haya una reparación integral y una justicia social”, los animaba Luz Marina Bernal una mañana de finales de agosto, poco antes de sentarse a hablar con La Marea.
La lucha de las familias de los llamados falsos positivos está más vigente que nunca en Colombia, allí donde la violencia de los actores armados, tanto oficiales (el Ejército y la policía) como no (paramilitares y grupos guerrilleros no desmovilizados además de otros nuevos recién surgidos) sigue marcando el ritmo de los días. Entre el 28 de abril, cuando se iniciaron el paro y las protestas, y el 21 de agosto, la campaña Defender la libertad es un asunto de todas, en la que participan varias organizaciones de derechos humanos, reportó 3.473 detenciones, 1.917 personas heridas, 1.619 denuncias de abuso y violencia policial y 87 homicidios cometidos por las fuerzas públicas.
Las lágrimas se cuelan en la intervención de Bernal. Las primeras líneas, entre medias dos generaciones, escuchan y aprenden desde el silencio. “Tenemos unos gobiernos fríos, indolentes, que no piensan en ustedes, que no piensan en un país y en un verdadero cambio. Unos dicen que no hay un conflicto armado interno, otros dicen que sí lo hay, pero no evitan las masacres. Yo sé que ustedes tienen razón en protestar, yo los he acompañado, pero hoy les pido, con toda mi alma, cuídense mucho. Están luchando por causas justas, pero tienen que organizarse, crear otras estrategias para que no puedan perder la vida”, les ruega la defensora. Bernal llora y nadie osa romper ese silencio humedecido.
La nueva justicia
La violencia sigue definiendo a Colombia, pero la situación ha cambiado radicalmente desde que asesinaron a Fair Leonardo Porras. Hace cinco años se firmaron los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo), una guerrilla ya desmovilizada de manera oficial, si bien continúan vigentes varias disidencias. “El caso de Fair Leonardo llegó prácticamente casi a un feliz término, pero los Acuerdos de Paz nos juegan una mala pasada”, afirma Bernal.
Se refiere a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), una institución surgida en el marco de la justicia transicional creada para juzgar los crímenes cometidos durante la guerra. Este organismo ha establecido en 6.402 los casos de falsos positivos que se produjeron en Colombia entre 2002 y 2008, la cifra oficial más elevada hasta ahora.
Lo que Bernal critica es una paradoja, cuenta, no contemplada en un principio: que los militares se puedan acoger a la JEP. “Cuando todos los militares empiezan a enlistarse para ingresar y decir su supuesta versión de verdad ante la JEP, lo que hace la Jurisdicción es dejar en libertad a todos los militares implicados en los crímenes de Estado. Me ha desmoralizado completamente porque la Jurisdicción no avisó a las víctimas de que los militares iban a quedar en libertad y eso puso en riesgo nuestra vida. Si los militares nos querían callar, divinamente pudieron habernos asesinados, lamenta muy enfada la defensora. Los datos del Ejército corroboran que el 95% de los uniformados que se sometieron a la JEP tienen el beneficio de libertad condicionada. “Según la JEP, su paradigma central son las víctimas. Pero en aplicación viene siendo algo imposible”, apunta por otro lado Alejandra Garzón, abogada de DH Colombia, Asociación Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de Colombia.
Los seis militares condenados por el asesinato de Fair Leonardo Porras a penas de unos 50 años cada uno están en la calle. “Lo que han hecho es acudir a la Jurisdicción Especial para la Paz a mentir, a decir lo mismo: que eran presionados por los de arriba. ¿Quiénes son los de arriba?”, se pregunta Bernal. Y ella misma se responde: Álvaro Uribe Vélez. El nombre del expresidente sale varias veces en la conversación con la defensora. Primero para recordar que el 7 de octubre de 2008 dijo “que los jóvenes de Soacha no fueron precisamente a coger café, sino con propósitos delincuenciales». «Todo un presidente de la República con el interés de estigmatizar y degradar el nombre de nuestros hijos”, lamenta. El líder político también es mencionado para denunciar que fue él quien desestructuró todo lo acordado en las conversaciones de paz de La Habana. Y para acusarle de “enseñarse con gente indígena, afro, campesina”. Bernal señala además que aún gobierna el país porque, asegura, el actual presidente, Iván Duque, “es un títere de Uribe”.
Candidata electoral
Las infinitas luchas de Bernal comenzaron en enero de 2008, pero no terminan nunca. El próximo año abren de hecho un nuevo capítulo. “No sé qué va a pasar de aquí en adelante, estoy muy enojada con las instituciones porque ellos no saben el dolor que una tiene que vivir día a día. Me mintieron, me ignoraron, me engañaron y hoy estoy con los brazos vacíos”, lamenta visiblemente enfadada. De semblante serio y con unos ojos que hipnotizan, Bernal cambia la falda larga por unos pantalones vaqueros. Su tono alcanza su punto más duro y severo cuando recuerda todos los asesinatos que ha habido en Colombia desde 2016, tanto de excombatientes de las FARC como de líderes y lideresas sociales: “Tenemos un gobierno que está desangrando al país”.
Así surgió la penúltima lucha de Bernal: alcanzar representatividad política.
Luz Marina Bernal camina “sola”. Hace ocho años, subraya, separó su andar del colectivo Madres de Soacha (Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá, MAFAPO). El motivo que narra: se negó a coger los 18 millones de pesos que Uribe dio a estas mujeres por cada criatura asesinada. “Como le dije a Uribe en una audiencia: ‘Primero soy mujer, segundo soy madre, tercero yo no parí un hijo ni para una guerra ni para venderlo a nadie. Y usted sí puso precio a nuestros hijos’. Yo como madre no tenía a mi hijo en venta”.
Luz Marina vive amenazada, pero eso no la hace retraerse ni dar un paso atrás. Al contrario. Sus luchas continúan en pie. Participará en las elecciones del próximo año dentro del Pacto Histórico, una coalición política y electoral de partidos de izquierda y movimientos sociales, liderada entre otros por Gustavo Petro, quien perdió las últimas elecciones presidenciales frente a Duque. No será la primera vez, pues ya lo hizo en 2018 y recibió el 0,3% de los votos de Soacha, requiebros del destino, donde Uribe pescó el 5,11% de apoyos. Ahora Bernal espera que el Pacto Histórico sume 50 senadores y 80 personas en la Cámara de Representantes: “Podemos aportar el nuevo cambio para las nuevas generaciones, para que ellas tengan la oportunidad de la educación y del trabajo digno”. Cierra su discurso con esperanza mientras, en la sala de al lado, una veintena de jóvenes primeras líneas reflexionan y discuten el camino que van a seguir.
«El terrorismo es la guerra de los pobres, la guerra es el terrorismo de los ricos»
Las razones que explican los homenajes al narcoterrorista Iván Duque como invitado de honor en la feria del libro de Madrid. (Angeles Maestro – Insurgente.org)
El domingo 12 de septiembre ha tenido lugar en Madrid, desde la puerta del Sol a la de Alcalá una manifestación que, convocada por organizaciones colombianas como Resistencia Madrid-Colombia o Por la vida, la paz y la justicia, ha reunido a más de dos mil personas para denunciar la invitación y la presencia del presidente de Colombia Ivan Duque, como invitado de honor en la Feria del Libro de Madrid.
Duque es el responsable directo del asesinato de más de 70 personas y de cientos de desaparecidos, cuyos cadáveres continúan apareciendo, durante el Paro Nacional convocado el pasado mes de abril contra la reforma tributaria que, impulsada por el Fondo Monetario Internacional, pretendía gravar productos de primera necesidad y servicios públicos básicos como el agua, la electricidad, el gas o la telefonía.
La brutalidad de la represión, llevada a cabo por la Policía Nacional, y especialmente por el Escuadrón Móvil Antidisturbios, provocó la denuncia en numerosas manifestaciones en todo el mundo, también en el Estado español y la condena del Comité Interamericano de Derechos Humanos a quien el Gobierno de Duque negó la entrada al país.
La manifestación mostró su indignación también por el anuncio realizado por el «gobierno progresista» de conceder la Gran Cruz de Isabel la Católica, responsable del mayor genocidio que ha conocido la historia contra los pueblo latinoamericanos, al jefe del gobierno de Colombia con vínculos directos con el narcotráfico y el paramilitarismo que está asesinando a centenares de líderes políticos, sindicales y del movimiento popular.
Tanto el silencio de los medios de comunicación ante la masacre cotidiana que vive el pueblo colombiano como la esperpéntica decisión de homenajear en Madrid a su mayor responsable en estos momentos, que une en un mismo hecho al PSOE y al PP con el silencio de Unidas Podemos, sería incomprensible si no atendemos a los hilos económicos que los mueven.
Los bancos y las grandes multinacionales españolas como Repsol, Naturgy – antes Gas Natural FENOSA o Agbar (Aguas de Barcelona), propietarias de los grandes medios de comunicación, han sido denunciadas en repetidas ocasiones por su utilización del narcotráfico y el paramilitarismo para el asesinato de líderes populares y para el desplazamiento masivo de comunidades que obstaculizaban su negocio. En los consejos de administración de estas empresas se sientan, con suculentos ingresos, una lista interminable de políticos y políticas de PSOE, PP o PNV.
La penetración del capital español en Colombia, y en otros países de América Latina y la relación de políticos españoles con el narcotráfico tiene una larga y sucia historia. Baste recordar la invitación a la celebración en Madrid de la victoria electoral de Felipe González en 1982 a los más famosos narcotraficantes colombianos en Madrid, como Pablo Escobar.
Marx escribió que el capitalismo llega al mundo chorreando sangre y lodo de la cabeza a los pies. El capital que saquea recursos naturales y empresas públicas lo hace efectivamente, mediante crímenes y sobornos. Nada de ello sería posible sin la complicidad criminal de los gobiernos.
Ni Acuerdo de Paz ni nada que se le parezca; en Colombia la vida de la gente del pueblo no vale nada. Solamente existe la paz para la oligarquía.
El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) denunció este miércoles (28/7) la perpetración de una nueva masacre, en esta ocasión en el departamento colombiano de Arauca.
Información facilitada por Indepaz pone en conocimiento que el hecho se produjo en el municipio de Puerto Rondón y dejó como resultado tres víctimas mortales, “tres hombres fueron asesinados de una misma familia, identificados como José Nelsón Ulejelo, Andrés Bustamante y Andrés Cabarca”, agregan.
Testigos aseguran que la masacre se perpetró en horas de la mañana en la vía del casco urbano de Puerto Rondón que comunica con las zonas de Marrero y Mata de Palma, localizados en Arauca.
En lo que va de año se contabilizan 59 masacres, así como el asesinato de 103 líderes sociales y 31 ex combatientes acogidos al proceso de paz.
Si contamos desde la firma de los Acuerdos de Paz en 2016 entre el Estado y las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército de Pueblo (FARC-EP), los y las asesinadas ascienden a 1.219 líderes sociales y 280 ex combatientes. (Insurgente.org)
Considero que Uribe Vélez ha sido el presidente más nefasto, cruel con los de abajo y lameculos del gran capital que ha tenido el Pueblo de Colombia.
Los militares asesinos obedecen y sirven al gobierno de la nación, los paramilitares se sabe que cuentan tácitamente con el apoyo del gobierno.
Los grupos guerrilleros que creyeron en la palabra dada por el gobierno y renunciaron a la lucha armada fueron víctimas de una trampa mortal. Los han ido asesinando de uno en uno después de los acuerdos de paz. Será por éso que los que quedan vuelven a reorganizarse.
El problema es que Colombia, cuya población parece ser que es mayoritariamente muy conservadora, está totalmente alineada con el capitalismo más salvaje. Ahí creo que radican todas las violencias e injusticias que se cometen generalmente con los más humildes, con los débiles.
De ahí creo que vienen todos los problemas.
Un giro a la solidaridad, a la justicia es necesario en todas esas demasiado conservadoras mentes.
Adelante Luz, aunque perdieras tu lucha ya es una victoria de la dignidad.