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Elecciones gatopardas alemanas
"Los analistas se centran en que Alemania ha votado al cambio pero seguirán gobernando los mismos", explica Jorge Trujillo
Este domingo 26 de septiembre en Alemania se celebró super domingo electoral: se elegía el o la nueva canciller, el parlamento (Bundestag), gobierno de la ciudad Estado de Berlín (Senat), los alcaldes de distrito (Bezirk) y se votaba el referéndum de expropiación de viviendas a grandes empresas. Tras 16 años en el poder, Angela Merkel dejaba la jefatura del gobierno de la primera potencia europea y los resultados aún no dejan claro quién será su sustituto. La líder germana, criada en la antigua RDA, ha gobernado durante cuatro legislaturas con un perfil muy frío, científico, negociador y tecnócrata y se va con una popularidad casi intacta. Angela Merkel sigue levantando muchas pasiones, tanto de admiración como de rechazo, dentro y fuera de Alemania. Dentro de las cosas que se le reconocen, Merkel ha sido la primera mujer canciller y la cara de esta potencia económica tras su reunificación. La ya mandataria en funciones se ha mantenido firme con el cordón sanitario contra la extrema derecha (AfD) y con la potencia económica que representa Alemania. Sin embargo, también ha sido la cara más rígida y fría de las políticas de austeridad y las políticas monetarias del euro que han empobrecido y recortado el estado de bienestar a los países del sur de Europa. “El fin de la era Merkel” es un podcast interesante para conocer más el papel y el legado de Merkel y el momento en el que entra la potencia europea.
Quien primero ha mencionado su intención de formar gobierno, tras los resultados del domingo, es el socialdemócrata, Olaf Scholz, que ganó las elecciones federales más ajustadas de Alemania con un 25,7%, haciendo del SPD el primer partido alemán. Sin embargo, justo detrás está la CDU-CSU con un 24,1%. Die Grünen (verdes), que hace semanas se veían como primeros o segundos, se llevaron una pequeña decepción pese a haber crecido en 5,8 puntos, obteniendo un 14,8% de los votos. Los liberales del FDP se quedaron con un 11,5%, AfD (extrema derecha), con 10,3%, y la izquierda, Die Linke, entra por los pelos con 4,9%, aunque no hayan alcanzado el mínimo para entrar en el Bundestag.
El sistema parlamentario alemán es bicameral, territorial y nacional/federal (Bundestag) aunque, a diferencia de España, aquí también se elige al presidente de la República o jefe de Estado. El alemán es una mezcla entre el sistema presidencialista y parlamentario. Hay dos votos para formar el Parlamento: por un lado, los votos por distritos (se elige a personas); y, por otro lado, los votos a partidos o listas (proporcionalidad para repartirse las curules en la cámara baja). El mínimo para tener representación está en el 5% o haber sacado al menos tres cargos electos directos (el caso de Die Linke en estas elecciones). La cámara de Berlín o Senat también es de doble voto, ya que es una ciudad Estado (sería como una comunidad autónoma en España).
El referéndum fue una de las votaciones más esperadas en la capital, ya que afecta a uno de los graves problemas de Berlín: la vivienda. La iniciativa, sacada adelante por Deutsche Wohnen & Co enteignen, ha obtenido un 56,4% de síes para la expropiación a las grandes inmobiliarias, obteniendo casi 1 millón cien mil votos. Sin duda, el éxito de participación es todo un llamado de atención, llegando al 75% (contando con que 1 ? 3 de la población de Berlín no pudo votar al no tener nacionalidad alemana). La remunicipalización en Berlín sería de 240.000 viviendas y esto sería un claro mensaje para toda Europa de cara al problema tan grave que se vive en todas las grandes ciudades. Pese a que las encuestas decían que el resultado sería muy ajustado, la ventaja ha sido muy clara, con solo un 39% de “noes”. Sin embargo, el Referéndum no es vinculante y todo debe encajar en el juego político del reparto de los partidos en el Senat de Berlín.
Que todo cambie para que todo siga igual
Todo cambia, porque ya no estará Angela Merkel cuando se forme el gobierno y porque su partido, la CDU-CSU, ha sacado el porcentaje más bajo de su historia y ya no es el primer partido alemán Pero el candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, ha ganado como “el más parecido a Merkel y a su gobierno”. El SPD ha estado en el gobierno desde hace varias legislaturas: Scholz es su ministro de finanzas y pese a tener algunos puntos de tintes más socioliberales y progresistas, se ha mantenido fiel a asuntos importantes en las políticas neoliberales. El SPD ganó con el candidato más oficialista y, por lo tanto, sea la coalición que sea, los cambios no serán muy profundos en ningún caso.
No nos deja de sorprender la llamada “ronda de elefantes», cuando la televisión pública alemana transmitió el debate entre candidatos sin los datos electorales cerrados. Los candidatos y candidatas ya transmitieron, en ese espacio mediático, sus intenciones de pactos. Scholz anunció que su objetivo es formar gobierno con la coalición “semáforo”, es decir, con el FDP (liberales) y Die Grünen (verdes). Esta puede ser la opción más viable en los análisis políticos y el sector mediático. Sin embargo, liberales y verdes deben sentarse a hablar de los puntos conflictivos, como algunos impuestos planteados para combatir el cambio climático, entre otros. Ya han anunciado que serán los primeros en negociar. Ni antes ni después de las elecciones se planteó la coalición con la Izquierda (Die Linke). Está claro que por su bajo porcentaje obtenido, pero durante la campaña se le apartó de todo el foco mediático (incluso en medios progresistas). Según comentaron los candidatos y candidatas, no habrá posibilidad de repetir la gran coalición (SPD y CDU-CSU), pero dejaron una pequeña puerta abierta a una emergencia, en el caso de no llegar a acuerdos.
La otra coalición que puede salir adelante es la propuesta por el democristiano Armin Laschet. El candidato conservador parte con una imagen algo dañada por sus polémicas apariciones y actuaciones públicas en los últimos meses. Y es que, para lo bueno y para lo malo, Alemania es un país donde las formas son muy importantes. La CDU ha planteado la coalición llamada “Jamaica”, donde los democristianos liderarían el gobierno, acordado con liberales y verdes. Así que la pelota está en el tejado de FDP y Die Grünen, quienes tienen las llaves de la gobernabilidad de la primera potencia europea y, por tanto, del peso pesado de Europa. Con todo, la incertidumbre sigue y se augura una larga negociación.
Unas elecciones agridulces
El primer triunfo agridulce fue para los verdes, quienes habían inflado sus expectativas y pese a ser uno de los decisivos. La cara de la candidata Annalena Baerbock en la “ronda de elefantes” era de una clara decepción. El suflé verde tiene una imagen más progresista de lo que realmente es. Die Grünen (verdes) crecen, entre otros factores, porque el tema ecológico está latente en toda Europa. Sin embargo, fue curioso ver cómo aliados de la derecha alemana, como el ex ministro del Partido Popular Jose Manuel Garcia-Margallo, reconoció su parecido con este partido en el programa “Hora 25” de la Ser. En el mismo espacio, dirigido por Aimar Bretos, la ex vicepresidenta socialista, Carmen Calvo, dijo que “el origen del Partido Verde alemán es totalmente aristocrático”. Margallo confesó su colaboración estrecha con líderes verdes alemanes y añadió que “salvo el ideario ecológico, el cual también hay coincidencias, es igual que yo y lejos de lo que defiende Pablo Iglesias (Unidas Podemos)”. Esto puede dejar a muchos asombrados en España pero es que Die Grünen tiene muchas sombras que no son precisamente progresistas. El partido ha intentado hacer una renovación de caras y ha recogido mucho voto útil joven, pero con todo, no dejan de plantear parches estéticos verdes y no cuestionan ni una coma del modelo económico que contamina y destruye el planeta. Tanto es así que uno de sus grandes líderes, Winfried Kretschmann, es aliado de la patronal automovilística alemana, donde gobierna, según explica el político español en la tertulia de radio. Esto viene siendo, en dos palabras, capitalismo verde.
Otra alegría, aunque agridulce, fue la bajada, aunque modesta, de la extrema derecha (AfD) que cayó un 2,6%. A pesar de esto, se va afianzando en Sajonia y Turingia (en el Este), donde hay más desigualdad, destrucción económica desde la reunificación y donde más han sufrido las políticas neoliberales de Merkel y la Unión Europea. La leve bajada se debe, entre otras cosas, a las guerras internas del partido extremista y que la campaña no se enfocó en la inmigración.
Para Die Linke (la izquierda), estas elecciones fueron un serio receso y eso se notaba en los ánimos de la militancia en la noche electoral. El partido pierde 4,3 puntos, obteniendo un 4,9% de votos. Sin embargo, entra en el Bundestag, ya que obtuvieron tres mandatos directos: Gregor Gysi que arrasó en Berlín-Treptow-Köpenick (con el 20% de ventaja), Gesine Lötzsch, que revalidó su mandato directo en Berlín-Lichtenberg (el sexto triunfo consecutivo) y Sören Pellmann, que repite desde el distrito Leipzig II. Los y las militantes de la izquierda consideran este último como “la resitencia antifascista” ya que la ciudad de Leipzig pertenece a Sajonia, estado donde ya AfD es el partido mas votado. Pese a que en las elecciones de Berlín puede que se repita el tripartito centro-izquierda, Die Linke perdió dos de sus distritos históricos: Berlín-Pankow y Berlín-Marzahn-Hellersdorf.
De los análisis que ya se oyen acerca de esta bajada, aseguran que luchas internas y de egos dentro del partido hicieron mella. Por un lado, sus candidatos, Janine Wissler y Dietmar Bartsch, eran poco conocidos. Pero la lucha de ego venía de la cara más visible de la organización política, Sahra Wagenknecht, que tenía su propia agenda y aparición mediática. Además, el voto útil ha quitado muchos votos al partido, ya que muchas personas se decidieron por Die Grünen o el SPD, al ser presentados por la prensa y el Statu quo como fuerzas políticas reales de gobierno. Dentro de la militancia, se criticaba que si Die Linke defendió en algunos momentos en campaña que eran la clave para gobernar con verdes y socialdemócratas, la gente optó por votar directamente sus socios que tenían más puntos en las encuestas.
El sabor más dulce de las elecciones vino con el triunfo del Referéndum de expropiación con un 56,4% de sies, fue el momento de alegría de la izquierda alemana. Die Linke fue el único partido que apoyó sin dudas la iniciativa de Deutsche Wohnen & Co enteignen pese a no haberse notado ni en las elecciones Federales ni locales. El millón y poco de votos se pueden perder porque sin mayor apoyo a la izquierda en el Senat de Berlín, la propuesta y el triunfo se puede quedar en el papel como una importante movilización y una expresión simbólica.
Del cordón sanitario a lo que deja Merkel
Merkel siempre mantuvo el cordón sanitario contra AfD, aunque una vez no se aplicó. Fue en las elecciones de Turingia por parte de la Unión Democristiana. Tal hecho generó grandes críticas y tuvo que intervenir la misma Merkel y le costó el cargo a la sucesora Annegret Kramp-Karrenbauer. El frente del cordón sanitario es muy amplio y en el que, a diferencia de España, se encuentra la Iglesia, que se manifiesta contra la extrema derecha. Decía Pablo Iglesias de Unidas Podemos, en la tertulia de La Ser, que “Vox es peor que AfD, porque la extrema derecha española sí reivindica la dictadura”, refiriéndose al régimen fascista de Franco y a la situación en España.
Las elecciones en Alemania nos confirman que este es todavía un país dividido y en el que aún existe un muro. Esta división es un reflejo de los errores de la reunificación, al ponerse una Alemania sobre la otra. El feudo de la extrema derecha son los estados del Este, aunque también lo son para la izquierda. A grandes rasgos, tiene que ver con la destrucción de la economía de la antigua RDA, donde se fomentaba mucho la imagen de la nación y el Estado protector.
Pese a que hubo una “desnazificación” potente en el antiguo país socialista, por simplificarlo, el partido AFD crece por la crisis que asoló estos estados y donde se destruyó toda la industria y el sistema público que garantizaba el trabajo, la vivienda y la seguridad a la gente. A esto se suma la sensación de abandono y el desencanto político, el aumento del euroescepticismo y los llamados a soluciones facilistas y racistas (especialmente contra los musulmanes). Todo esto fue calando en amplios sectores de la población alemana del Este que vota a la extrema derecha. En mejor detalle lo explica este interesante artículo de un militante antifascista español en Berlín.
La canciller Merkel se va tras una gestión potente de la pandemia, pero con problemas con la vacunación por el fuerte movimiento negacionista que azota la potencia europea. También queda pendiente la digitalización del país, que cuenta con una banda ancha en todo el país similar a la de Andalucía y cabe señalar que Alemania es un país donde el 10% de la población posee el 60% de la riqueza. La creciente precariedad, desigualdad y una especulación que limita el derecho a la vivienda son problemas que no se han intentado resolver. Con todo, para lo bueno y para lo malo, el papel de Angela Merkel marcará un antes y un después para Alemania y Europa.