Cultura
Agota Kristof vuelve a inquietarnos
Antonio Maestre reflexiona sobre 'Ayer', la novela de Agota Kristof publicada ahora en España: "Vuelve a sorprendernos y golpearnos con su estilo directo, duro, sin concesiones".
La sensación de quien termina la última página de El gran cuaderno, la primera de su trilogía Claus y Lucas, es de desasosiego, inquietud y desazón. Nada vuelve a ser igual, dejas de ser el que eras y quedas noqueado. Porque su escritura golpea. A veces duele y te deja con la sensación de querer leer más aunque sigas sufriendo; en cierto modo es adictivo, sabes que te hace daño pero lo quieres. La nueva novela de Agota Kristof no alcanza esos niveles de creación de dopamina, pero también es notable y digna de leerse.
Agota Kristof se fue de su país con 21 años, huyendo de Hungría tras la entrada de los tanques soviéticos en su país en 1956. Acabó en Suiza, con el desgarro de todo exiliado, para trabajar durante cinco años en una fábrica de relojes. Comenzó su carrera literaria con la poesía y la damaturgia, pero fue en la narrativa donde alcanzó la excelencia. Kristof tiene dentro el extrañamiento de quien tiene que escribir con un idioma ajeno y el trauma del exilio, una peculiaridad tosca que conforma una realidad profunda que también afectó a uno de nuestros escritores más destacables y desconocidos como es Agustín Gómez Arcos.
La autora de Claus y Lucas, la trilogía excepcional sobre dos niños gemelos de posguerra, vuelve a las letras españolas con la edición de Ayer, una novela publicada por primera vez en 1995, que vuelve a sorprendernos y golpearnos con su estilo directo, duro, sin concesiones, en ocasiones hasta grotesco y que narra como nadie la dureza de la vida de los más vulnerables.
Kristof explicita las condiciones terribles de la clase trabajadora pero sin mitificarla, dejando claro cómo la tremenda dureza de la vida modela las conciencias y las actuaciones hasta hacerlas convivir con la crueldad y la violencia para poder sobrevivir. La autora no te deja nunca empatizar con los personajes, pero te hace comprender sus actos crueles, a veces hasta justificarlos, poniéndote frente a frente con tu moral cuando comprendes, casi de forma inconfesable, hasta el crimen más horrible.
Ayer, el libro publicado la semana pasada en España, sigue la misma lógica literaria que Claus y Lucas. De hecho podría decirse que si no fuera porque no establece vinculación con los personajes podría tratarse de una vida paralela de la misma historia. Un hombre de clase obrera con problemas mentales por su propia condición, por la rutina de un trabajo alienante, intenta suicidarse y es tratado en una clínica psiquiátrica. Una vida atormentada que comenzó con el crimen cometido contra su madre, prostituta, y su padre, un maestro que la repudiaba, y que transcurre hasta una historia de amor perturbadora y que deja mal gusto. Una obra que va en la misma línea de la obra de la autora húngara, sin llegar al excepcional de su trilogía, pero que se une a la mejor tradición de su país y construye a la autora con un nivel equiparable al de Imre Kertesz, Magda Szabo o Sandor Marai.
La obra de Kristof en España se completó con las obras publicadas por Alpha Decay, como Da igual, los veinticinco cuentos despiadados, entre los que destaca su tremendo La muerte de un obrero, o su relato autobiográfico llamado La Analfabeta, que nos acerca a la propia dureza de la vida de la escritora magiar. No importa qué ni cómo, hay que leer a Agota Kristoff.