Sociedad
Del dolor al espectáculo: las dos realidades en torno al volcán
Entre el drama de miles de personas por la pérdida de sus casas, emerge también la 'felicidad' de quienes ven en directo el volcán.
LA PALMA // Intentar explicarle a una persona que lo que tiene, literalmente, ya no está. Intentar comprenderlo. Porque esa es la realidad que se está viviendo en La Palma. Ya son unas 6.000 –y subiendo– las personas evacuadas de distintos puntos de la isla tras la erupción el pasado domingo del volcán en Cumbre Vieja. Mucha de esa gente ha perdido sus casas –al menos 183, según el Gobierno–, que han desaparecido entre las lavas. También cultivos.
“Aunque somos conscientes de que vivimos en una isla volcánica, nadie está preparado para algo así”, explica Delio, psicólogo del servicio municipal del Ayuntamiento de El Paso. Él es uno de los profesionales que trabajará en la adaptación de las personas afectadas una vez hayan sido reubicadas. La incertidumbre, afirma, es un factor clave en toda esta situación.
“Nadie te prepara contra esto, y no puedes hacer nada para pararlo”, cuenta abatida Ángeles Fernández, concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de El Paso. Mientras habla, a las faldas de donde todo comenzó, el río de lava comienza a llevarse el colegio público Los Campitos, en la zona de El Paraíso. Tampoco sobrevive. “Hay vecinos que me han llamado para preguntarme cuándo pueden volver a su casa, y no me he atrevido a decirle que ya no hay casa, que está sepultada. Son momentos difíciles”, prosigue.
En las zonas más cercanas al volcán, el calor y el olor a dióxido de azufre es muy intenso. Las pocas infraestructuras y vehículos que aún quedan intactos están cubiertas por un manto negro fruto de la roca fundida que expulsa a más de 1.000 ºC este fenómeno de la naturaleza. Es realmente complicado no notar la influencia del volcán en cualquier forma y estado.
“Esto no es ningún tipo de espectáculo, es algo muy doloroso”, insiste la edil. Lo dice a propósito de un fenómeno complicado que se da estos días en la isla. Entre el drama de miles de personas, asustadas e indefensas por saber que pierden todo sin poder hacer nada, emerge un cierto sentimiento de felicidad de otras por asistir en directo a un momento histórico. “Lo llevo soñando desde pequeña”, ejemplifica a la perfección una mujer de unos cuarenta años mientras observa el volcán expulsar fuego, cenizas y gases sin parar. Las calles están llenas de gente como ella. Estas dos realidades son, ahora mismo, La Palma. En medio, las autoridades, que intentan evitar daños personales, objetivo logrado por ahora.
Las múltiples consecuencias del volcán
La preocupación se ha ido extendiendo por las zonas más próximas a la costa. Hasta allí llegará la lava, que avanza lentamente. Se esperaba que fuese en la tarde noche de ayer [por el lunes], pero esto no ocurrirá hasta dentro de unos cuantos días, explica un técnico del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) que trabaja sobre el terreno. Una vez en el agua, se crearán nubes tóxicas, lo que preocupa a especialistas y autoridades por las explosiones y emisión de gases nocivos que pueda generar. Por tierra y mar ya se han delimitado varias zonas. Además, hay una nueva boca, a 900 metros de la principal, y se han producido siete nuevos seísmos con magnitudes entre 2,3 y 3,8.
El de Cumbre Vieja es la primera erupción en España en tierra desde 1971. El último fue el de Teneguía, también en La Palma. El anterior, sostienen de manera unánime, fue más suave. Al menos así lo recuerdan quienes lo vivieron. “Vivir esto es una contradicción de emociones interna. Se junta lo mejor con lo peor”, narra Manuel, un vecino octogenario de El Paso que observa desde un banco cómo la nube de humo avanza imparable hacia el cielo.
Hasta ahora, todos los daños son materiales, lo que no le resta importancia al duelo y dolor de las personas afectadas. Sus hogares, sus recuerdos y sus pertenencias se marcharon sin esperarlo. “Se va toda una vida”, cuenta una mujer afectada que ha sido alojada en uno de los recursos habilitados. Como respuesta a este drama, el Gobierno de Canarias aprobará un decreto-ley para permitir a los damnificados por la erupción la construcción de viviendas con ayudas públicas. Se trata de una zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil, lo que equivale a zona catastrófica, defienden. «El objetivo es que se puedan reconstruir con la máxima inmediatez», anunció el presidente canario, Ángel Víctor Torres.
Fotos: Edu Robaina / Actualización 15.03 h.