Internacional

“Es incomprensible que los crímenes contra las mujeres se consideren menos graves que delitos como la corrupción”

El Parlamento Europeo ha aprobado una resolución para que la violencia de género sea tipificada como eurodelito. El PP se ha abstenido y Vox ha votado en contra. Charlamos con María Eugenia Rodríguez Palop.

María Eugenia Rodríguez Palop. Podemos / Parlamento Europeo

El terrorismo, la corrupción, la explotación sexual o el tráfico de drogas. Todos ellos entran dentro de la categoría de eurodelitos. Este jueves, el Parlamento Europeo votó a favor de una resolución para que la violencia de género también sea tipificada de esta manera. La propuesta recibió 427 votos a favor, 119 en contra y 140 abstenciones. Y como ya ocurriera hace unos días con otra propuesta para el reconocimiento de las uniones y familias LGTBI en Europa, el PP volvió a abstenerse en esta importante medida que afecta a las mujeres y Vox votó en contra. Una eurodiputada del PP, además, se sumó al rechazo de la ultraderecha.

«Nada nuevo bajo el sol. Si eres mujer, toma nota. Para según quién, tu vida vale menos», escribió la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop en una red social nada más conocerse el resultado de la votación. Con ella, vicepresidenta primera de la Comisión para los Derechos de la Mujer e Igualdad de Género (FEMM) del Parlamento Europeo, charlamos después sobre los detalles e implicaciones de la resolución.

¿Qué implica en la práctica que la violencia machista sea considerada eurodelito? ¿Por qué es importante este paso?

La violencia de género está reconocida y perseguida de forma muy desigual en los países de la Unión Europea, lo que genera grandes diferencias en las medidas de prevención, protección y en el acceso a la justicia. Incluir la violencia de género en la lista de eurodelitos permitiría establecer unas normas mínimas armonizadas para combatirla en todos los Estados miembros. Es incomprensible que los crímenes contra las mujeres se consideren menos graves que delitos como la corrupción o la delincuencia informática, que sí están incluidos en el artículo 83 y que por tanto se persiguen de forma más homogénea, coordinada y con más recursos a escala europea.

El camino que queda es largo. Tras el apoyo del Parlamento Europeo, la demanda llegará ahora al Consejo. Su composición hace muy difícil alcanzar un acuerdo en este sentido. Sabemos que países como Hungría y Polonia van a bloquearlo, como ya han bloqueado otros avances en materia de igualdad en el pasado. Pero la demanda del Parlamento es clara y el apoyo ha sido amplio. Seguiremos presionando hasta el final: no puede haber una disparidad tan amplia en la definición y persecución de los crímenes de género en la UE.

¿Cómo podría influir esta consideración en los países donde ni siquiera hay estadísticas oficiales de feminicidios?

Para que finalmente sea reconocido como eurodelito, primero necesitamos que el Consejo adopte esta decisión por unanimidad. Y como he dicho, hay países con gobiernos de extrema derecha que van a oponerse a toda costa. Polonia, por ejemplo, planea retirarse del Convenio de Estambul, y varios Estados de la UE se niegan a ratificarlo.

¿Por qué sería tan importante una medida de este tipo? Porque en la UE nos encontramos con numerosos obstáculos para conocer y atajar de forma efectiva la violencia de género. Uno de ellos es el que mencionas: el problema de las estadísticas. Para empezar, hay países en los que ni siquiera se contabilizan los feminicidios. Además, existen grandes diferencias en la definición de lo que se considera violencia de género: en algunos no existe ese concepto como tal y se utiliza el genérico “violencia doméstica”, y en otros ni siquiera se reconoce la violencia doméstica como delito. Así es imposible contar con datos comparados y fiables, y sin datos de calidad es muy difícil desarrollar políticas para combatirla.

La consideración de la violencia de género como eurodelito permitiría establecer, mediante una Directiva, normas mínimas relativas a su definición y a sus sanciones. Y eso, a su vez, tendría consecuencias beneficiosas a la hora de recopilar datos y hacer estudios comparados.

En el fondo, ¿por qué se ha tardado tanto en impulsar esta medida, por detrás de otros delitos que no tienen que ver con la vida de las personas, en contra de las mujeres?

Hay un eurodelito que sí está muy relacionado con la vida de las personas y que creo que es importante mencionar, y es el de la trata de seres humanos y la explotación sexual de mujeres, niñas y niños. En todo caso, es un hecho que los avances en materia de igualdad son lentos en la UE, en parte porque durante mucho tiempo nos hemos encontrado con países muy reticentes. Y esto no es exclusivo de la violencia machista: hay una directiva de igualdad de trato que lleva más de diez años bloqueada en el Consejo [desde 2008]. 

No obstante, el Parlamento Europeo, que es la única institución elegida directamente por la ciudadanía y que es, ahora mismo, la más progresista de las instituciones, tiene una postura firme en esta materia y lleva años pidiendo que se adopte una Directiva que aborde la violencia de género. Dicho esto, es preocupante el auge de la extrema derecha y su discurso de odio contra las mujeres. Un discurso que niega la violencia de género y la perspectiva de género y que trata, sin éxito, de invalidar décadas de trabajo por los derechos de las mujeres.

¿Cree que la pandemia ha influido en el retroceso de la lucha contra la violencia machista en general o ha sido una excusa más para no seguir avanzando?

Yo ampliaría la pregunta a más cuestiones relacionadas con los derechos de las mujeres: la pandemia ha acentuado desigualdades existentes en materia de brechas laborales y salariales, desequilibrio en el reparto de los cuidados, precariedad y falta de reconocimiento de muchas profesiones de primera línea que están feminizadas (enfermería, limpieza, atención a dependientes, escuelas infantiles, residencias…).

Respecto a tu pregunta, sí, la pandemia se ha empleado en ambos sentidos: como una excusa para no avanzar y como un escenario de incertidumbre y confusión perfecto para retroceder. Pensemos en Polonia, que restringió el derecho al aborto en mitad de la pandemia para prohibir, de facto, el acceso de las mujeres a una interrupción legal y segura del embarazo.

También ha influido negativamente en la lucha contra la violencia de género por la necesidad de introducir medidas dirigidas a garantizar la salud pública. Los confinamientos, por ejemplo, han dificultado el acceso a los servicios de atención. Y aquí, nuevamente, ha habido disparidad en la actuación de los países de la Unión Europea, destacando positivamente las medidas adoptadas en España. 

La crisis sanitaria también ha servido para sacar a la luz algunas deficiencias que habrá que analizar para mejorar las políticas públicas en esta materia, y para poner en valor el trabajo de los servicios de atención que han continuado su labor en condiciones difíciles y muchas veces precarias.

Según un estudio del Tribunal de Cuentas Europeo publicado el pasado mayo, la propia CE ha prestado escasa atención al análisis de género de las políticas y programas comunitarios y ha utilizado pocos datos e indicadores desglosados por sexo. ¿Qué se puede hacer de manera efectiva para solventar esto o qué se está haciendo?

Creo que la respuesta es sencilla, otra cosa es que haya voluntad política. Se tiene que transversalizar con seriedad la perspectiva de género en todas las políticas públicas de la UE, incluidas las presupuestarias. Es una cuestión prioritaria para la Comisión de Derechos de las Mujeres del Parlamento Europeo y hemos insistido mucho sobre ello en esta legislatura, especialmente en todo lo que se refiere a las medidas post-covid.  

Por destacar algún avance, por primera vez la integración de la perspectiva de género será una prioridad horizontal en el marco financiero plurianual 2021-2027 [el presupuesto a largo plazo de la UE], tras un acuerdo del Parlamento y del Consejo, por lo que cada propuesta legislativa y política deberá ir acompañada de evaluaciones de impacto y el seguimiento y evaluación de los programas deberá efectuarse con perspectiva de género.

«Es una trampa de la izquierda», dijo el otro día Javier Maroto en la Cadena SER cuando fue preguntado por la abstención del PP en la votación sobre el reconocimiento de las uniones y familias LGTBI en Europa. Esta vez el PP de Pablo Casado se ha vuelto a abstener. ¿Cómo valora esto?

Maroto miente y lo sabe, basta con revisar las listas de voto para comprobarlo. Socialistas, liberales, verdes, la izquierda y buena parte del Partido Popular Europeo votamos a favor de estos derechos. El voto sobre el eurodelito tampoco ha sido una sorpresa. Es el modus operandi habitual del PP en las votaciones sobre los derechos de las mujeres, incluidos los derechos sexuales y reproductivos. En este tipo de temas, los populares europeos suelen dividirse y el PP se decanta a menudo por el voto más reaccionario.

Sucedió también en la votación para bloquear el acceso de Hungría a los fondos europeos a raíz de las leyes homófobas promovidas por Viktor Orbán. El PP se abstuvo mientras la inmensa mayoría del PPE apoyó la resolución (sólo González Pons votó a favor también). Y con decisiones previas sobre el acceso al aborto legal en toda la UE, la misma historia.

¿Cree que habría que cambiar el discurso para intentar concienciar sobre la violencia machista en el punto en el que estamos? Porque vemos que no funciona, que los mensajes no llegan o no logran calar. ¿Cómo se puede combatir el discurso de la extrema derecha?

No lo creo. El discurso es el correcto y el abordaje normativo también, al menos en España. Dicho esto, hay muchas maneras de contrarrestar el discurso de la extrema derecha, destacando los datos, los hechos y las evidencias. También es importante que esa información llegue a la ciudadanía y ahí los medios de comunicación jugáis un rol esencial.

Además, hay que hacer mucha pedagogía desde el ámbito educativo, incorporando la perspectiva de género en las cuestiones teóricas y en las prácticas pedagógicas. Y hay que seguir incorporándola en las instituciones, evidenciando que las mujeres tenemos todo el derecho a ocupar espacios públicos que nos han negado, que no nos pueden inferiorizar o insivisibilizar y que, de hecho, es beneficioso que las mujeres ocupemos puestos de liderazgo, porque lo hacemos de forma transformadora.

Por último, hay que combatir las fake news y los discursos que desinforman y son engañosos, como ha ocurrido, por ejemplo, en el caso de Polonia y Hungría con el Convenio de Estambul, que ha sido atacado y manipulado por su supuesto “carácter ideológico”. Es una cuestión que también hemos denunciado desde el Parlamento Europeo. 

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