Internacional

Annalena Baerbock, la esperanza verde de Europa

Es la primera vez que la formación ecopacifista opta por presentar una candidatura en solitario para dirigir el país germano. Las elecciones se celebrarán el próximo 26 de septiembre.

Annalena Baerbock. Partido verde alemán

Ante el congreso del Partido Verde en enero de 2018, Annalena Baerbock dejó bien clara una cosa: “Hoy no estamos votando a la mujer que estará al lado de Robert”, advirtió a los delegados. Baerbock fue elegida como copresidenta junto con Robert Habeck, según la bicefalia mujer-hombre, establecido por los ecologistas y que hoy han adoptado hasta los socialdemócratas alemanes. Desde el principio se pensaba que la joven y poco conocida diputada iba a ser eclipsada por Habeck, un filósofo, escritor y tertuliano televisivo habitual, que había sido viceprimer ministro y ministro de Energía, Agricultura y Medio Rural en el gobierno de su Estado federal, Schleswig-Holstein.

Tres años después, Baerbock es la candidata de Los Verdes a la cancillería en las elecciones federales de este mes. Esto supone toda una revolución, porque es la primera vez que la formación ecopacifista opta por presentar una candidatura para dirigir el país. En el pasado, los verdes habían concurrido a las elecciones con un dúo bicéfalo, lo cual implicaba la renuncia a la ambición de ocupar la cancillería. Ni siquiera Joschka Fischer, vicecanciller en el gobierno de coalición con el socialdemócrata Gerhard Schröder, un macho alfa revolucionario de la vieja escuela, había sido candidato único del partido.

Curiosamente, el hecho de ser mujer persigue a Baerbock desde que esta y Habeck decidieron en abril que ella tendría mejores opciones de heredar la cancillería de Angela Merkel. El propio Habeck había alentado dicha teoría al admitir que el factor femenino fue importante a la hora de elegir entre ambos. Obviamente, tras el mandato de 16 años de la líder conservadora, nadie en Alemania, salvo los machistas más retrógrados, cuestiona que una mujer sea apta para liderar el país. Pero en todas las entrevistas, la líder verde debe explicar que no es la candidata simplemente por ser mujer.

Lo que pesa más en contra de Baerbock en opinión de parte del electorado es su joven edad de 40 años. La oposición y los medios critican, además, su escasa experiencia de gestión ya que solo ha sido diputada del Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, y copresidenta de su partido. Quizás para corregir esta idea, en junio la candidata presentó un libro sobre su vida y pensamiento. En él explica, entre otros, que de pequeña vivía en una casa con un amplio jardín con gallinas en un pueblo cerca de su ciudad natal, Hannover. También que convirtió el salto en trampolín en su deporte, en el que llegó al más alto nivel competitivo.

Además, Baerbock jugaba al fútbol, en equipos femeninos y en pachangas mixtas con chicos. Le sigue gustando el balompié, aunque es muy crítica con la concesión de los mundiales a países con déficit de derechos humanos, como Rusia y Catar. Hoy sigue teniendo un trampolín en su casa de Potsdam, la capital de Brandeburgo a las afueras de Berlín, donde vive con su marido y sus dos hijas.

Los padres de Annalena la llevaron a manifestaciones pacifistas y antinucleares, los dos movimientos a partir de los cuales nacieron Los Verdes. Estudió Política en Hamburgo e hizo un máster en Derecho Internacional en la prestigiosa London School of Economics. Durante ese periodo trabajó de periodista autónoma para el diario Hannoversche Allgemeine Zeitung. Entró en el partido verde en 2005 y pronto fue una de las portavoces en Asuntos Europeos. Copresidió la formación en Brandenburgo y finalmente entró en el Bundestag en 2013.

El medio ambiente siempre ha sido una de sus especialidades. Participó en la Cumbre del Clima de París, adonde se llevó a una de sus hijas, según cuenta en el libro. La lucha contra el cambio climático hoy goza de gran consenso entre los partidos alemanes, con excepción de la ultraderechista Alternativa para Alemania. De ahí que el reto de Baerbock sea convencer al electorado de que su partido es más consecuente que los demás en perseguir los objetivos de reducir emisiones y que tiene las mejores propuestas, mientras otros supuestamente se quedan en la retórica. 

“Si prometes un bosque, debes plantar árboles”, le dijo al banquillo de la gran coalición de Merkel en un debate parlamentario en mayo. Bajar emisiones sí, pero a ser posible sin demasiados sacrificios. Baerbock y los verdes lidian con la acusación de sectores conservadores y poderosos lobbies industriales de que su ecologismo arruinaría la economía y pondría en peligro puestos de trabajo. De ahí que la candidata asegure que sus recetas contra el cambio climático son factibles “sin poner en cuestión la economía de mercado”, como dijo en el congreso del partido que la confirmó como candidata con el 98,5% de los votos, el pasado junio. “Los mercados del futuro serán mercados neutros en emisiones, también la industria del automóvil”, afirmó.

Durante décadas, la gente asociaba a Los Verdes básicamente con el ecologismo. Sin embargo, para convencer al electorado de que se está preparado para dirigir una de las primeras potencias económicas del mundo hace falta algo más. Desde hace tiempo, el partido apuesta también por políticas sociales, como reforzar el Estado de bienestar o ponerle freno a los precios del alquiler.

Baerbock propone elevar el salario mínimo de los 9,50 euros por hora actuales a 12 euros. También reclama un mayor esfuerzo a nivel europeo para acoger las personas refugiadas, pero sin abrir las fronteras exteriores. Otra vez, hay que tener en mente el electorado de centro moderado que podría asustarse con una política de puertas abiertas.

La proclamación de esta mujer de 40 años como candidata a la cancillería en abril le dio un enorme empujón al partido en las encuestas, donde superó incluso a los democristianos de Merkel rozando el 30% de intención de voto. Desde aquella cima, los ecopacifistas han vuelto a bajar a un apoyo de alrededor del 20% que mantienen desde hace tiempo. Baerbock tuvo algún traspiés, como errores al detallar su currículum o haber declarado tarde ingresos extra ante el Parlamento. En su primer y último test electoral ante la gran cita con las urnas de septiembre, los verdes cosecharon un mero 5,9% en las elecciones de Sajonia-Anhalt de junio. Pero este pequeño Estado rural en Alemania del Este no es territorio fértil para los verdes, que suelen triunfar en las grandes ciudades.

Al ritmo que se desvanece la preocupación por la pandemia del coronavirus, vuelve a primer plano la crisis medioambiental y climática. A Baerbock le quedan ya pocos días para convencer al electorado alemán de que es la más apropiada para hacer frente a este desafío global.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios
  1. “sin poner en cuestión la economía de mercado” . Si es así, prefiero socialdemócrata. Para frenar el cambio climático con justicia social algo de la economía de mercado habrá que cuestionar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.