Pensamiento
Normalizar el odio al trabajo, politizar la ansiedad
La politización de la salud mental es una urgencia colectiva para la izquierda
La incertidumbre y la culpa vertebran la vida de la clase trabajadora de nuestro tiempo, tenga o no tenga trabajo. La precaridad de las relaciones laborales y la temporalidad, unidas a unos salarios exiguos, ahogan y machacan la estabilidad emocional de quienes se ven sometidos a la presión mediática, social y publicitaria de la vuelta al trabajo. La culpabilización al individuo por embriagarse de tristeza al sentir que no quiere volver al tajo y la patologización de una idea natural como ese rechazo a través de elementos como el síndrome posvacacional incrementan la presión social sobre quien de forma lógica y racional odia el trabajo. Ya es hora de normalizar ese odio a las rutinas de producción capitalista que someten y machacan a todo aquel que genera resistencias contra el hecho productivo y las lógicas capitalistas de explotación. Focalizar la ira hacia el lugar adecuado es el acto capital sobre el que giran los cambios revolucionarios.
La reincorporación al trabajo y a la rutina se produce de manera social, como un evento colectivo. Las ciudades vuelven a su proceder habitual, los barrios se normalizan y la opinión publicada y la publicidad nos ubican en ese periodo de reinstalación de la vida laboral tras el final de las vacaciones. Esto es común a todo el mundo, no importa que se tenga o no un trabajo al que reincorporarse, se está sometido a los mismos estímulos. Esa dinámica hace que la ansiedad por la propia situación laboral de quien está en el paro se acreciente y se vea arrastrado de nuevo a un incremento de la presión por no tener la suerte de encontrar una oportunidad laboral. Quien no tiene un empleo se siente decepcionado, ansioso y triste al asistir de manera abrumadora a la reincorporación de toda la sociedad a la labor y ver cómo conocidos o extraños consiguen nuevas oportunidades que a él se le niegan.
La ansiedad y el estrés en el mundo del trabajo posfordista son la tónica habitual, independientemente de que se tenga o no empleo. La salud mental en el capitalismo tardío se ha convertido en pandemia y la politización de las causas es imprescindible para afrontar e imaginar un futuro donde la relación con el trabajo sea menos tóxica. Muchas de las enfermedades mentales en nuestra sociedad están provocadas por un hábitat laboral donde la necesidad constante de producir, la hiperconexión y la autoexigencia provocan una sensación punzante de angustia que solo desaparece con medicación. Afrontar las causas sistémicas que provocan esas patologías tiene que ir más allá de la individualización del problema y de la mitigación farmocológica de la ausencia de producción de serotonina. Se deja de producir ese neurotransmisor, sí, pero el porqué es la respuesta que la izquierda necesita socializar para afrontar la politización de la salud mental como una de las banderas para un nuevo modernismo de izquierdas. No enfermas solo por tu genética, sino porque el ecosistema laboral y vital en el que te desarrollas crea unas condiciones que te hacen enfermar. La contaminación emocional del sistema capitalista creado tras el fin del fordismo es patológica, por eso tienes ansiedad, no te pasa por ser tú, no eres como estás. Esa angustia es colectiva.
Alejandra Pizarnik nos acerca al espíritu con el que afrontar la vuelta a una rutina antinatura e intuir las causas estructurales para politizar la salud mental: “Sentí que yo también había entrado en el engranaje absurdo del trabajo y de los papeles que me habían robado mi tiempo. Porque después de todo mi tiempo es mío y yo debiera ser dueña de gastarlo y malgastarlo según mis ganas. Quiero decir: me pase la mañana buscando papeles justificativos para que me dejen robarme el tiempo en paz. La verdad: trabajar para vivir es más idiota aún que vivir. Me pregunto quién inventó la expresión ‘ganarse la vida’ como sinónimo de trabajar. En dónde está ese idiota”.
La sobreexposición en las redes es otro factor de incremento de la ansiedad de quienes no tienen empleo. En verano tienen que ver las fotos y la felicidad de los que tenemos la suerte de disponer de unas vacaciones, de ocio y un descanso que ellos no pueden permitirse para, tras acabar agosto, verse bombardeados por la vuelta al trabajo mientras ellos siguen instalados en una rutina de hastío, miedo y dudas sobre su futuro. Siéntete mierda con libertad por tener que volver al trabajo o por no tenerlo, pero siendo consciente de que bajo ninguna circunstancia es tu responsabilidad ni tienes la culpa por sentirte así. Normalizar el odio al trabajo en presencia o en ausencia es un objetivo sano para el nuevo tiempo. Politizar esa ansiedad es una urgencia común, colectiva.
Creo que este como todos los textos de Antonio Maestre son ante todo muy honestos y eso no es poca cosa hoy. Pero en este no trasluce una estrategia de izquierda aunque ese sea el espíritu. Digo que se parece a una queja y ya está. No se supone que la izquierda debe lograr sindicalizar a los trabajadores? No es con la unión de los trabajadores y un sindicato fuerte que se pueden obtener mejoras laborales?
Trent :
PD :
Lo que deberías preguntarte es porque a la mascota de Florentino Pérez Mafia ( el 2º apellido » ficticio…» se lo pongo yo) ; el tal Antonio Ferreras ( el de + periodismo…) no le salen yagas o ampollas en la lengua después de lamer tantísimo culo , como lame diariamente.
Salud.
Siempre hay alguien que va con el paso cambiado ( o con el paso del resto de la formación….) y no se » pispa» ni tan siquiera de quien es quien en este podrido régimen , ¿ verdad Trent……? .
Salud.
No queremos tertulianos en La Marea. Vuelvete con ferreras a hacer sensacionalismo.