Internacional

Marte como geopolítica

"Si EEUU está volviendo a apostar por la carrera espacial no es por un afán humanístico: hay también no poco de propaganda nacional y mucho de geopolítica", analiza Manuel Ruiz Rico.

Imagen de Marte del 10 de febrero de 2021 tomada por la misión ‘Hope’ de los Emiratos Árabes. Agencia SINC/ MBRSC/UAE Space Agency

¿Serán estos años 20 los nuevos 60 del pasado siglo? La respuesta final la deben dar los historiadores con el paso de los años, pero hay similitudes inquietantes, al menos en EEUU: el año pasado se produjeron las protestas sociales más amplias desde aquellas lideradas, entre otros, por Martin Luther King; en 1961 John Fitzgerald Kennedy desalojaba a los republicanos de la Casa Blanca y se convertía en presidente del mismo modo que 60 años más tarde, el pasado enero, el también demócrata Joe Biden desalojó a Trump con un discurso que apela en parte al proyecto de derechos sociales iniciado con JFK.

Pero también aquellos años 60 fueron los de la carrera espacial, un fenómeno que está volviendo a reproducirse ahora –quién sabe si con otra guerra fría en versión débil como telón de fondo– hasta el punto de que febrero de 2021 quedará marcado como la fecha que consolida la comparación: en el plazo de una semana instrumentos espaciales de EEUU, China y Emiratos Árabes Unidos llegaron a Marte, un planeta al que Estados Unidos pretende llevar humanos en la década de los 30.

¿A qué tanta apuesta espacial y tanta inversión millonaria? Por supuesto, hay una motivación científico-tecnológica e incluso otra económica –al fin y al cabo gente como Musk y Bezos andan por ahí–. Pero si EEUU está volviendo a apostar por la carrera espacial no es por un afán humanístico: hay también no poco de propaganda nacional y mucho de geopolítica. Nada de esto es ningún misterio. 

El 30 de mayo del año pasado, Trump pronunciaba un discurso en Florida tras asistir al lanzamiento de la nueva lanzadera SpaceX, un proyecto entre la NASA y el multimillonario Elon Musk. Decía Trump: “Hoy nos reunimos no solo para celebrar el lanzamiento […] sino también el audaz y triunfante regreso de nuestra nación a las estrellas”. Esta es la parte de propaganda vinculada al machacón Make America Great Again de su campaña. Tras esto, añadía: “Somos la envidia del mundo y pronto aterrizaremos en Marte […] No se puede ser el número uno en la Tierra si se es el número dos en el espacio”. 

EEUU ha sido el primer país que ha logrado aterrizar en Marte, no solo con Perseverance: ya había llegado a Marte ocho veces desde las misiones Viking allá por los años 70. La sonda Esperanza de los Emiratos Árabes Unidos (fabricada en Colorado y lanzada desde Japón) solo pretende orbitar Marte. Y la china Tianwen-1 amartizó el pasado mayo. Así es como el espacio, como escenario de defensa, se convierte en un elemento más de la geopolítica y de la seguridad nacional de los países

Tras las administraciones de Clinton (más preocupada por expandir el capitalismo tras la caída de la URSS) y de George W. H. Bush (centrada en la lucha contra Al Qaeda y las guerras en el Golfo), EEUU empezó con Obama a renovar su apuesta espacial y Trump recogió su relevo. En 2010, el primer presidente negro del país anunciaba la cancelación de proyectos de la NASA pero para reforzar el de la nueva generación de lanzaderas con vistas a una misión humana a Marte para mediados de los años 30.

En 2017, Trump reestableció el Consejo Nacional Espacial y puso al mando a su vicepresidente Mike Pence, y ese mismo año la NASA inició su proyecto Artemis, que implicará llevar a lo largo de la década de los 20 a un hombre y una mujer a la Luna y establecer en ella una base permanente que sirva de escala intermedia para una misión tripulada a Marte en la siguiente década. El universo acaba siendo como la política: no hay espacios en blanco y todos los huecos se rellenan. Así que allá afuera, si uno decide no ocupar un espacio, lo hará su adversario, y de eso puede depender no solo su prestigio internacional sino el liderazgo –tecnológico y, por lo tanto, militar y económico– de ese país en el mundo.

El siglo pasado los rusos dieron el primer golpe cuando en octubre de 1957 lograron poner en órbita el satélite Sputnik: la vacuna rusa con ese nombre es otra cara, si bien más terrenal, de la batalla geopolítica que se libra estos días. En 1958, EEUU creó la NASA y acabó imponiéndose a la URSS con la llegada a la Luna en 1969. Medio siglo después, EEUU no quiere dejar que se le adelanten. No solo está en juego el conocimiento científico. Todos los países lo saben y por eso China es el otro protagonista de esta nueva carrera espacial y quién sabe si guerra fría con la que comienza el siglo XXI y que llevará a la humanidad a la Luna, a Marte y quién sabe dónde más.

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Comentarios
  1. ¿La carrera espacial un afán humanístico viniendo de la potencia más belicosa y letal del Planeta?
    No me hagáis reir.
    ¿Por qué no ponemos orden primero en nuestra casa y vivimos y dejamos vivir en paz a la Madre Naturaleza que la hemos llevado a la agonía y a los pueblos de la Tierra que hemos dejado patas arriba?, ¿no hay suficiente, que aún queremos perjudicar a otro Planeta? ¿no tenemos bastante con lo que hemos malmetido en éste?.
    Martin Luther King: «Hemos aprendido a surcar los mares como los peces y los cielos como los pájaros pero no hemos aprendido el sencillo arte de convivir como seres civilizados».
    Sea Kennedy, sea Trump o Biden todos los presidentes USA sirven a la dictadura del capital, no les llaméis demócratas. El capital es la dictadura más letal.

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