Cultura

‘Ama’, la vida como es

“Para mí el cine es una herramienta de militancia”, dice la directora Júlia de Paz Solvas. ‘Ama’, su cruda película sobre la maternidad, se apoya en la interpretación de una protagonista fuera de serie: Tamara Casellas.

Tamara Casellas y la niña Leire Marín en una escena de ‘Ama’. JUANMA BERNABEU

Los errores son pasajeros o definitivos dependiendo de tu clase social. Si eres joven y rico, tu gusto por la noche, las copas y las drogas serán solo «una época un poco loca». Si eres pobre, todo eso te hundirá. Encontrar un trabajo, incluso si este es muy precario, será muy difícil. Si además eres mujer, la tarea se convierte en algo prácticamente imposible. Eres una perdida. Punto.

Esa sería una de las lecturas, la puramente social, de Ama, el primer largo en solitario de Júlia de Paz Solvas tras la autoría coral de La filla d’algú (2019). Pero hay otras. Ama es también un estudio sobre el carácter, sobre la maternidad, sobre el desamparo y hasta sobre el turismo como motor económico de un país. Y quien sostiene todo el discurso sobre sus hombros, sobre su cuerpo desnudo, sobre un rostro que hipnotiza a la cámara, es la actriz Tamara Casellas. En el Festival de Málaga ganó la Biznaga de Plata a la mejor interpretación femenina. La película se alzó con el premio de la crítica.

Hay una expresión, pretendidamente aséptica pero con una enorme carga emocional, muy utilizada por quienes ya no tienen nada: «Estar en situación de calle». Eso es lo que le ocurre a Pepa, el personaje encarnado por Casellas. La amiga con la que comparte piso, harta de sus juergas y de que no se haga cargo de su hija, las echa a ambas. A partir de ahí comienza su periplo por las calles y las playas de Benidorm, repartiendo flyers de discoteca, intentando encontrar una habitación con la que pasar la noche con su hija.

Júlia de Paz Solvas demuestra una enorme destreza a la hora de retratar un lugar concebido para las vacaciones y la diversión en un espacio inhóspito, pero lo verdaderamente excepcional de su película es la objetividad con la que retrata a su protagonista. La lista de directores que han fracasado en su intento de hacer que el público empatice con un personaje que no se lo merece es larguísima. Ella lo ha conseguido. No sin esfuerzo.

“Es que Pepa es así. No la vamos a cambiar”

El guion acumuló muchas versiones hasta conseguir otorgarle el relieve exacto al personaje de Pepa. Y este no es complaciente con el espectador, no le da lo que, quizás por costumbre, ansía: una obvia y digerible historia de redención. «Nuria Dunjó [la coguionista] y yo hemos tenido que luchar mucho para que Pepa fuera como es. Nos decían: ‘¿No os dais cuenta de que va a caer muy mal?’. Y a nosotras nos daba igual. ‘Es que Pepa es así’, decíamos. ‘No la vamos a cambiar'», cuenta la directora abrazando a su arriesgada protagonista con todas las consecuencias.

El mundo (que vivimos) es más complicado que el cine (que amamos). Ese amor por el medio (seamos sinceros: ese amor por el cine americano) no debe servir de coartada cuando se trata de cine social, y Ama lo es. Lo es en sentido estricto, naturalista, sin concesiones. Así trabajan los grandes autores del género y así lo ha hecho Júlia de Paz, de sólo 25 años, otro caso prodigioso salido de la ESCAC. «Para mí el cine es una herramienta de militancia», afirma ella. «Milito porque en la realidad veo injusticias que me generan un sentimiento de rabia que me empuja a querer hablar de algo». Podría decirse que su Pepa es el reverso de la protagonista de Ladybird, Ladybird (1994), que era una mujer para la que los hijos son la razón última de su existencia. «Para mí Ken Loach es un referente total», admite la directora.

«La maternidad no la vive igual una mujer de clase alta que otra de una clase social inferior que tiene que trabajar mil horas para llevar algo de pasta a casa. La opresión tiene siempre un fuerte componente de clase», explica sobre el tema cardinal de su narración. «Yo no sé cuándo seré madre, ni siquiera sé si lo seré. Pero si lo soy no me gustaría tener que enfrentarme a la maternidad como lo han hecho mi mamá o mi abuela, con esas exigencias, con esas obligaciones. A mí me gustaría que hubiese un cambio y romper con este mito de la maternidad».

Su protagonista no es una excusa para disculpar a una mala madre, que seguramente lo es, sino, muy al contrario, su particular manera de «homenajear a las madres, de decirles: ‘Quitaos esta culpa, este peso que lleváis encima, porque lo estáis haciendo bien’. La maternidad no es algo blanco o negro. Son grises». Para salir bien parada ante el reto que suponen todos esos matices necesitaba una actriz fuera de serie. Y ahí es cuando entra en escena Tamara Casellas.

Tamara Casellas y Júlia de Paz, artífices de 'Ama'
Tamara Casellas (izq.) y Júlia de Paz Solvas, protagonista y directora de ‘Ama’. M.L.

Júlia y Tamara se conocieron cuando la directora «apenas tenía 18 años», cuenta la actriz. Ella interpretaba un papel secundario en una película en la que Júlia trabajaba como responsable de continuidad. Y aquella script becaria quedó impresionada por la actuación de Tamara en una escena especialmente violenta. A partir de entonces la llamó para sus proyectos de carrera en la ESCAC: los cortometrajes Fran (2016) y Ama (2019), germen precisamente del largo que ahora estrenan. El primero de ellos trataba sobre una chica con trastorno límite de la personalidad, otro personaje extremo. «A mí lo que me interesa es lo que se sale de la norma para darle voz», reconoce la cineasta. «A las personas con trastorno límite de la personalidad se les estigmatiza mucho, porque pasan de cero a cien muy rápidamente, se dejan llevar por la rabia, y se les pone la cruz también muy rápidamente». Algunos rasgos de aquel personaje problemático se encuentran también en la Pepa de Ama, «ese dejarse conducir por la rabia, ser muy emocional, muy impulsiva».

«Es un papelón», celebra Tamara Casellas. «Creo que una actriz no debe juzgar a sus personajes. Me han preguntado muchas veces cómo puedo interpretar a un personaje a quien, al principio, quieres odiar. Pero es que yo no la odio. Yo la agarro con fuerza, con cariño, y la amo. Parto de que en la vida todos nos equivocamos y nos decimos ‘tengo que cambiar algo, no puedo seguir dentro de esta rueda, tengo que mirar más allá, tengo que dejar de pensar sólo en mí’. Eso es lo que le ocurre a Pepa y lo que me enganchó de ella, su fragilidad y su vulnerabilidad».

A partir del premio obtenido en Málaga, el teléfono no para de sonar y las ofertas de trabajo se suceden. «Ahora tengo mucho más vértigo que antes», confiesa una actriz que, paradójicamente, da un recital de valentía en Ama. «Yo voy a seguir trabajando de la misma manera en que lo he hecho los últimos 15 años, pero ahora lo que pesan son las expectativas que hay sobre mí».

‘Ama’, en contacto con la realidad

Sobre la construcción del personaje, Casellas destaca el trabajo de campo que siempre ha hecho con su directora. «Para Fran nos entrevistamos con los jefes de psiquiatría de todos los hospitales de Barcelona», asegura. Con Ama fue más difícil. Sí hablaron con varias personas dedicadas a los servicios sociales, pero no hubo muchas madres como Pepa que se prestaran a hablar en primera persona.

A cambio, Tamara obtuvo por azar un testimonio valiosísimo: «Estaba rodando otro corto en Catalunya y coincidí con un chico en un hostal. Y como yo acabo hablando con todo el mundo le pregunté: ‘¿Tú de dónde eres?’. Pero no me contestaba. Y cuando le insistí me dijo: ‘No lo cuento mucho pero yo es que fui abandonado cuando tenía 7 años’. No me lo podía creer. Yo nunca había conocido a nadie que hubiera sido abandonado. Sus padres lo dejaron en el piso y no volvieron. Llegó a Catalunya andando, solo. En esa época estábamos trabajando en el personaje de Pepa y le pedimos que nos contara su historia. Una historia impresionante. Uno de los personajes de la película se llama Diego en honor a él. Curiosamente, ahora se dedica a construir refugios de madera. Es fuerte, ¿eh? Del abandono a construir refugios. Una persona maravillosa». Ese testimonio fue muy importante para componer la delicada relación entre la madre y la hija, interpretada por la niña Leire Marín.

La actriz cuenta que el gran miedo a la hora de hacer Ama no era que el público juzgase a su protagonista: «Porque la van a juzgar, eso es inevitable. Lo que temíamos era la calidad de ese juicio, que tú, como espectador, la odiases de tal manera que luego no fueses capaz de conectar con ella. Hubo versiones de guión más suaves, pero las desechamos. Había que ir a por todas. Si tú juzgas a tu vecina y ni siquiera sabes de dónde viene, por qué hace las cosas, ni qué referentes de vida tiene… Pues mostremos la vida como es».

«La gracia del cine está en la subjetividad, en lo que puede sugerir a cada persona a partir de su propia experiencia vital, de su ideología, de lo que sea. Si te cae mal, será por algo. Y si te cae bien, pues lo mismo», explica Júlia de Paz. Y añade: «Yo siempre he entendido a Pepa. Puedo estar de acuerdo o no en algunas decisiones que toma, pero entenderla, la entiendo. Si no, no podría defenderla».

‘Ama’ se estrena en cines el viernes 16 de julio.

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