Medio ambiente 2

De China a tu casa: el viaje del aire acondicionado

Calcular el impacto mediambiental del viaje que realiza el aparato de aire acondicionado depende de muchos factores, pero algunos estudios han hecho estimaciones.

Gráfico: Xavi Isern

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La historia de ninguna de las cosas que consumimos está completa sin conocer el viaje que ha hecho para llegar hasta nosotros. En el mundo globalizado en el que vivimos, este habrá sido probablemente un viaje de miles de kilómetros, especialmente si hablamos de productos complejos como los dispositivos electrónicos. En el caso de los aires acondicionados, como para otras tantas cosas, hay que mirar sobre todo a China.

Buena parte de los fabricantes de estos sistemas de refrigeración se concentran en la provincia de Guangdong, al sur del país, limítrofe con Hong Kong. Si nuestro dispositivo procede de ahí, es muy probable que haya salido del puerto de Shenzhen, el segundo más importante de China y tercero en el mundo, tras Shanghai y Singapur. No muy lejos están también los puertos de Guangzhou o Hong Kong, desde donde también podría haber sido cargado a un gran buque de contenedores para comenzar su viaje. Tras una travesía de entre 30 y 40 días en los que atravesaría el canal de Suez, probablemente llegue a Valencia, el puerto más importante de España. Nuestro aire acondicionado habrá recorrido entonces una distancia de unas 9.500 millas náuticas, unos 17.600 kilómetros. 

Desde el puerto, tendrá que ser distribuido por tierra hasta el punto de venta, supongamos Madrid.Otros 355 kilómetros que probablemente se recorran por carretera, ya que el transporte de mercancías por tren es minoritario en España y se centra en materiales siderúrgicos y materias primas a granel.

Y, por supuesto, aún quedarán los kilómetros extra desde el punto de venta a nuestro domicilio, esa última milla que ha sido señalada como la más contaminante de todas. Cuál será el impacto medioambiental de ese viaje dependerá de muchas cosas: el tamaño y el tipo de barco, el peso de la carga, el puerto de salida y de llegada, el tipo de combustible, la velocidad del barco y el medio de transporte elegido una vez desembarcada la mercancía, entre otros parámetros. 

Por ello, calcular la huella exacta de cada envío es prácticamente imposible, aunque algunos estudios han hecho estimaciones. Así, un estudio publicado en 2010 calculaba las emisiones medias de transportar una tonelada de carga desde China hasta Europa en unos 166,47 gramos por kilómetro en el caso de los contenedores –que es como lo haría nuestro aire acondicionado–, 3,67 gramos sin son materias primas a granel, 5,23 por los tanques de crudo y 44,63 por los cargamentos tipo roll on/roll off que suelen transportar vehículos y mercancías similares.

Otros estudios dan cifras diferentes según el método de cálculo utilizado, aunque todos coinciden, en líneas generales, en que los buques de contenedores son más contaminantes que sus otros compañeros marítimos como los tanques o los barcos a granel. Por tanto, transportar nuestros aires acondicionados supone más emisiones que, por ejemplo, una tonelada de trigo. Cada dispositivo de aire acondicionado pesa una media de entre 30 y 35 kilos, por lo que en una tonelada tendríamos unos 30 dispositivos.

Las estimaciones sobre emisiones del transporte también suelen considerar el comercio marítimo más eficiente que el transporte por carretera y, en algunos casos, incluso el ferroviario. Pero como ocurre con el aire acondicionado que llega a Madrid, rara vez el transporte marítimo sustituye por completo al terrestre.

El impacto medioambiental de este largo viaje ni termina cuando el aire acondicionado llega a destino, ni se limita a las emisiones. Así, los buques siguen produciendo emisiones aun cuando están atracados. Además, en este mundo globalizado, los flujos predominan en una dirección y en muchos casos no hay mercancía suficiente para que los barcos regresen de nuevo llenos, por mucho que mandemos buena parte de nuestros residuos de vuelta. Y al igual que ocurre con coches y camiones, los barcos también contaminan el aire que respiramos. Según Transport and Environment, los cruceros que llegan al puerto de Barcelona emiten entre 2 y 5 veces más óxido de azufre que todos los automóviles de la ciudad juntos. 

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