Sociedad
PorTodas | Andrea
Miquel asesinó a Andrea en Barcelona y luego se suicidó. Dos niñas y un niño quedaron huérfanos. El juicio por una denuncia quedó sin resolver.
Es un jueves cualquiera por la mañana en el barrio de Vilapicina de Barcelona. Junio está por acabar y, desde los patios de las escuelas, se escapan las risas y gritos de los niños y niñas, que apuran los últimos días de curso. A pesar de la alegría infantil, el día es gris. No termina de salir el sol, escondido tras un cielo encapotado. La sensación de embotamiento y bochorno crece a medida que nos acercamos al lugar exacto en el que el 10 de noviembre de 2014 un hombre mató a su expareja.
Andrea, de 42 años, fue asesinada por su exmarido. La golpeó hasta acabar con su vida y, a las pocas horas, el cuerpo de él, de Miquel, fue hallado inerte. Se suicidó: se hizo cortes por todo el cuerpo y murió desangrado. Estos hechos dejaron huérfanos a los tres hijos del matrimonio, que estaba en proceso de separación tras 18 años de unión. Fue una de las hijas (tenían dos niñas y un niño, de 10, 11 y 14 años) quien alertó a los Mossos d’Esquadra de que algo no iba bien, aunque lo hiciera casi sin darse cuenta.
Al volver de la escuela para comer, la pequeña se encontró una nota pegada a la puerta de su casa, que no abría, en la que se rogaba que no entraran y que llamaran a los Mossos. Entonces, se dirigió a un bar cercano a su casa, donde Andrea y Miquel desayunaban casi a diario y con cuyo dueño tenían una relación de amistad. “Cuando vino la niña, la sentamos en una de estas mesas del fondo. Ella estaba tranquila, jugando, pero a nosotros se nos pasó de todo por la cabeza. De todo, menos lo que acabó pasando”, recuerda Joan, regente del Café di Donatto.
Dos días después del asesinato, Miquel y Andrea tenían prevista una cita en los juzgados de –entonces llamados– violencia doméstica de Barcelona por una denuncia interpuesta el 3 de marzo de 2014. El juicio, obviamente, no se llegó a celebrar. Y la memoria de Andrea se ha ido esfumando con el paso de los años del barrio donde vivió sus últimos días.
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Esta es la nueva historia documentada en PorTodas, con texto de Sandra Vicente y fotografías de Kike Rincón. Ha sido imposible contactar con las familias a pesar de los múltiples intentos por distintas vías. Puedes leer la historia completa aquí.
Basta ya de violencia contra las mujeres, basta de asesinatos, hay que organizarse. Las personas que no respondemos a lo que el heteropatriarcado esperaría de nosotras tenemos que estar más organizadas, al menos tanto como la gente conservadora, que se reúne un rato todos los fines de semana en sus templos. En torno a una nueva religión atea/agnóstica, no dogmática, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ, lo conseguiríamos, y seguramente se formarían muchas comunidades. En infinito5.home.blog escribo sobre ella.