Sociedad

El Segura, un río sobreexplotado

Claves del avance de la desertificación, la contaminación del litoral murciano y la despoblación endémica de la Sierra de Segura. Esta misma semana hay manifestaciones por un nuevo trasvase.

El río Segura, a su paso por Los Gallegos (Albacete). V. F. C.

El agua se está agotando en la cuenca del río Segura. El exceso de consumo reiterado de sus recursos, combinado con los efectos del calentamiento global, ha provocado que el cauce que riega las tierras desde la Sierra de Cazorla hasta los campos de Cartagena languidezca a medida que avanza en su recorrido. En palabras de Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, “el índice de explotación de toda la cuenca está por encima del 200%”, y recuerda que, si exceptuamos los casos de Chipre y Malta, de todos los países y  cuencas europeas, la que mantiene un mayor estrés hídrico es la cuenca del Segura. 

De principio a fin, el trayecto del Segura está tensionado por una red de infraestructuras hidráulicas encaradas al abastecimiento de agua de los campos de regadío de Murcia. La Confederación Hidrográfica del Segura se ha dotado de una serie de pantanos, trasvases y perforaciones de nuevos pozos que han llevado al límite a todo el ecosistema alrededor de la cuenca. Esta semana hay previstas manifestaciones por un nuevo trasvase. Nos encontramos con un “modelo insostenible donde la demanda de agua excede con creces lo que es la capacidad de la propia cuenca y de los trasvases que están vinculados a ella”, según relata Stefan Nolte, técnico de la Plataforma en Defensa de las Fuentes de los Ríos Segura y Mundo.

Como consecuencia, la salud del río se deteriora a marchas forzadas. Las amenazas por la contaminación y la desertificación ya son una realidad, la despoblación de los entornos por los que desciende el Segura se agudiza y, todo, se suma a la futura escasez de agua por los efectos combinados con el cambio climático. Según Nolte, “es el momento de reconocer que tenemos un problema, que estamos regando muy por encima de nuestras posibilidades y apostar por el regadío tradicional, no industrial, que ha demostrado a lo largo de los siglos ser un modelo de sostenibilidad”.

El desierto que avanza por el Segura

En sus últimos kilómetros antes de adentrarse en Alicante y desembocar en el Mediterráneo, el río Segura zigzaguea entre los edificios de Murcia. En la sombra del calor de un mediodía de verano, Pedro Luengo, portavoz de Ecologistas en Acción de la región, recuerda que ha sido “en los últimos 40 años cuando ha habido una expansión del uso del regadío que no existía anteriormente”. 

La conversión de suelos de cultivo de secano a cultivos que necesitan grandes cantidades de agua “ha provocado un gran problema ambiental, ya que toda esa zona vierte a la laguna del mar Menor, una cuenca cerrada, donde todos los productos que tienen esos cultivos industriales, como son los nitratos, son arrastrados por las lluvias y llegan hasta la laguna, contaminando el agua y provocando un desequilibrio en su ecosistema”, afirma Pedro Luengo.

Los nitratos vertidos al Mar Menor, una laguna única en el Mediterráneo, alimentan a las algas y al fitoplancton, haciendo que se reproduzcan de tal manera que impiden que la luz llegue al fondo, donde se encuentra su pradera marina. Este proceso se conoce como eutrofización y se ha acentuado por la gran cantidad de regadío no regulado. De hecho, según calculó la Agencia de Naturalistas del Sureste, hay 10.000 hectáreas ilegales de regadío en el campo de Cartagena, una situación reconocida el pasado febrero por el Ministerio de Transición Ecológica.

La situación del mar Menor no es nueva ni genera una sorpresa. Quizás por la visibilidad patente de su deterioro, ha recibido mucha más atención que otro proceso provocado por la sobreexplotación de las aguas de la cuenca del río Segura, la desertificación. Rubén Vives, agricultor de secano en Abanilla, se postra bajo un sol que abrasa en las horas intermedias del día y, mientras señala un campo de frutales verde y frondoso en medio del secano, dice que “esto es la desertificación”. Contradiciendo lo que podríamos pensar, Vives explica que “siempre hay una confusión a nivel social cuando interpretan este tipo de paisajes áridos. Un paisaje puede ser árido y no estar deteriorado y no generar un proceso de desertificación”. 

Según la definición oficial de la misma Unión Europea, la desertificación es una forma de degradación del suelo en las tierras secas, como en el caso de Murcia, provocado por los procesos relacionados con el clima y las actividades humanas. Como consecuencia, surgen grandes problemas a medio plazo que afectan a las zonas secas, como la reducción en la producción de alimentos, la pérdida de fertilidad de los suelos o la menor calidad del agua. El enclave entre Murcia, Almería y Albacete es la región de Europa con un riesgo de desertificación más alto, que afecta al 90% de su territorio, según el Informe Especial que realizó el Tribunal de Cuentas Europeo el año 2018. En el global de España, al menos un 75% del territorio convive con el riesgo de desertificación, según cifras gubernamentales.

En el caso de Murcia, el proceso se ve acelerado por la presión urbanística y la conversión del territorio en uno de los viveros de Europa, cambiando totalmente su forma de agricultura. Y la mayor víctima es el río Segura, al que se exprime diariamente por encima de sus posibilidades. Julia Martínez, que es bióloga, apunta a lo siguiente: “El problema que supone la expansión insostenible de los regadíos, más allá de los regadíos tradicionales, es que estamos hablando directamente de regadíos industriales. Y esto está causando una sobreexplotación generalizada de los acuíferos, que son el principal síndrome de desertificación en España”. En una extensión al sur del continente con poco más de 11.000 km2, se exportan 2,5 millones de toneladas al año, según los informes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. De hecho, en una década, la región ha aumentado un 43,3% el volumen de sus exportaciones agrícolas, según la patronal murciana Proexport. Un modelo de gran productividad, pero que también ha llevado al secado de ríos como el Chícamo, al norte de la región de Murcia.

Como afirma el agricultor Rubén Vives delante de las plantaciones en medio del secano, “este tipo de regadío está totalmente desligado de los sistemas naturales o de los sistemas tradicionales de regadío. Y lo que hace falta aquí para mantenerlo son tuberías, trasvases o pozos y extraer el agua de otros sitios. El agua tiene un uso finalista en este regadío, no forma parte del ecosistema, y por tanto eso provoca más desertificación al tener que extraer más recursos de otros sitios”. El problema, como comenta Vives, es que “se interpreta que el regadío es un modelo económico muy productivo, dando a entender que eso genera una economía muy importante, sobre todo de exportación, y se traduce en puestos de trabajo. Pero todo lo que genera es precario, tanto por las condiciones de los jornaleros como en los efectos climáticos”. 

Desaparece el agua, desaparece la gente

Cuando el sol ya se desliza detrás de la Sierra de Segura en su vertiente manchega, Ramón empieza a descender por la ladera para hacer los últimos metros hasta el cobertizo con su ganado. “Los que aún vivimos aquí, queremos que esto no se acabe. Y si no nos hubiéramos juntado entre los regantes, ya se habrían llevado toda el agua para venderla”, dice rodeado de sus perros de pastura. Original de Vizcable, una pequeña aldea albaceteña entre valles, ha visto con sus ojos cómo se han ido desvaneciendo las riquezas de su entorno, entre ellas, la desaparición del paso del río Taibilla por su pueblo, uno de los afluentes del río Segura.

En Albacete, la sobreexplotación de la cuenca ha provocado un paisaje despoblado. A través de las canalizaciones subterráneas para facilitar el traslado del agua hacia el sistema de embalses que abastece Murcia, los pueblos se han ido vaciando de habitantes y de agua. Ramón Espinosa, con su ganado de más de 1.000 cabras, es uno de los pocos habitantes de Vizcable que después de emigrar volvió a sus orígenes. Aunque reconoce que la vida nunca fue fácil en un entorno rural, sin atención de las instituciones, recuerda cómo “antes el pueblo utilizaba los saltos de agua para producir la luz, pero entonces empezaron a meter el agua por los canales por donde desviaron el Taibilla y le pusieron un motor al molino”. Una situación que Ramón define como un negocio: “Eso es un negocio que en su día lo montaron los militares y sigue siendo una empresa, una empresa en la que vive muy bien mucha gente”, haciendo referencia al antiguo uso del agua en la base naval de Cartagena.

Río arriba, el paisaje conforme se remonta el Segura se va transformando y comienzan a aparecer los primeros árboles, sustituyendo a los matorrales. Los pinos y las sabinas cubren las laderas de la provincia de Albacete, desde Elche de la Sierra a Riópar. Serpenteante, la carretera va cruzando el Segura en varios puntos, a la vez que deja a su paso arroyos, afluentes y charcas que recuerdan el recurso natural más abundante y preciado de la zona: el agua. Pero hoy en día es un pequeño hilo de agua el que pasa por delante de la casa de José Espinosa. Entre los matorrales, casi como si ya no existiera, se esconde lo poco que queda del río Taibilla por su paso en Vizcable.

José Espinosa, habitante de Vizcable (Albacete).

Añorado, relata: “Aún me acuerdo que antes de hacer la presa, que la hicieron después de la guerra, de ver a conducciones de madera ahí por el río”, dice reposado en la silla de su salón. De hecho, nació en la misma casa donde sigue viviendo: “Cuando pasaba el río, entonces había más gente, estaba todo cultivado, todo, y había puentes de madera para cruzar, bigas grandes, porque iba buena cantidad de agua”. José Espinosa, siguiendo la rutina de los jueves, se levanta y sale a buscar el pan que traen dos veces por semana, no como antes, “cuando aprovechábamos el molino para hacerlo aquí en el pueblo”. Sin el agua, Vizcable se quedó sin infraestructuras.

Stefan Nolte, técnico de la Plataforma en Defensa de las Fuentes de los Ríos Segura y Mundo, relata que las intervenciones hidráulicas como las de Vizcabe “se deben a que se ha gestionado el agua desde una óptica muy murcianista”. Enfrente del portentoso nacimiento del río Mundo, remonta el inicio de este modelo a la dictadura de Primo de Rivera, cuando “con la construcción del embalse de la Fuensanta (Nerpio, Albacete) quedaron anegadas las mejores tierras de cultivo que tenía esta comarca, la de la Sierra de Segura. Aparte, al quedarse anegadas también impedían la comunicación entre diferentes municipios, porque las antiguas vías tradicionales quedaban completamente inundadas y en algunos casos no se hicieron las obras complementarias que se esperaban”. “Si, por un lado, siempre hay quien pierde las mejores tierras de cultivo, de otro lado se generan otras oportunidades económicas aguas abajo”, cosa que provoca la migración. 

Nolte, con el ruido de fondo del agua, pone como ejemplo el caso del río Taibilla, del cual el año 1945 “cogieron íntegramente el 100% del caudal y se lo llevaron para abastecer la base naval de Cartagena, y así se ha quedado”. Por lo tanto, “las aldeas que había en torno a él, sobre todo la aldea de Vizcable, perdieron su medio de vida. Básicamente, porque era una zona que gozaba de una industria rural importante, tenían varios molinos y batanes, y claro, ahí se transformaba parte del producto que había alrededor”. Hoy en día, en Vizcable solo quedan unos 50 habitantes de los 1.500 que tuvo décadas atrás.

Las alternativas arrinconadas

Entre helechos e higueras, Luis López se refresca las manos en una acequia mientras repite, “si es que esto es un lujo, para qué vamos a meterlo dentro de una tubería”. El agua baja pura de los manantiales desde lo alto del valle. Abajo, una estampa de oliveras centenarias e impolutas viste la montaña. Y justo en medio, con sus bancales y muros de piedra seca, se erige el pueblo de Letur. Es de los pocos municipios que mantiene una forma de riego puramente tradicional, sin bombeo de agua y con el aprovechamiento de los saltos de sus acequias. Se presentan como una alternativa al uso que se le da al agua por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura. De hecho, López destaca: “Lo básico es que no utilizamos agua que no salga de los manantiales y, además, no regamos ninguna zona nueva, toda el agua que sale de los manantiales la utilizamos en las acequias, que tienen siglos de antigüedad, y no se utiliza ninguna energía para el bombeo”. 

Los paisajes de Letur, de donde Luis López es el presidente de su comunidad de regantes, están marcados por el agua. Frondosos bosques de pinos y nogales, huerta sembrada en cada planicie y saltos de agua deslumbrantes. Una biodiversidad que López atribuye al riego por inundación, al que tradicionalmente se ha criticado por su escasa sostenibilidad: “En Letur, el agua se reparte por todo el valle y se aprovecha. No se desperdicia agua, por mucho que pongamos en una parcela demasiada agua, al final lo único que pasa es que se infiltra y da vida a fuentes que hay más abajo o sale por el arroyo y al final termina en el río Segura, siendo utilizada más abajo y haciendo florecer el paisaje que vemos”.

Si bien es verdad que hasta el momento han podido mantener su forma tradicional de regadío, las presiones en la cuenca hidrográfica del Segura para canalizar el agua para una finalidad de cultivo industrial son continuas. “La dichosa modernización, en la que se entuban las acequias como se ha hecho en otras zonas, hace desaparecer el encanto del pueblo. Pero no solo el encanto visual o auditivo, es que todo el medio ambiente desaparecería como lo conocemos. Todos esos paredones, todo el verdor que hay en el valle desaparecen. Lo vamos a seguir defendiendo tal y como como está”, dice Luis López. O como relata Práxedes Muñoz, antigua molinera del pueblo, “donde no hay agua no hay vida, y Letur sin agua, no es Letur”. Una afirmación que hacen a sabiendas de lo ocurrido en otras zonas de la cuenca, como en Vizcable.

A unos 120 kilómetros de Letur, en la vega del Segura cerca de El Esparragal, el trabajo empieza cuando sale el sol. Paco Navarro, agricultor y defensor de la huerta murciana, empieza a abrir el paso del riego levantando tablachos que inundan sus pequeños bancales de hortalizas. Utiliza el agua directamente del río, sin bombearla y de forma eficiente, dejando que la sobrante se infiltre de nuevo hacia el caudal fluvial. “Es un sistema de regadío de hace miles de años y si hasta día de hoy lo estamos usando no será porque es tan malo, ¿no? La pena es que no se ha seguido conservando y es una pena que esto no siga”, relata Navarro resignado mientras va guiando el agua con su azada.

Muy vinculado a lo que significa cultivar de forma sostenible, Paco Navarro se muestra partidario de recuperar los regadíos tradicionales por encima de los industriales, puesto que “aquí no se gasta luz, esto es una red hidráulica donde el agua funciona por su sistema de gravedad. El agua va sola sin ningún tipo de mecanismo. Es asombroso”. Una realidad que contrasta con el campo de Cartagena: “Donde riegan a goteo necesitan balsas, plástico, mangueras, luz, motores. Una serie de cosas que yo creo que no son sostenibles, ¿verdad?”. 

Sin embargo, los pequeños espacios que han seguido utilizando el agua de la cuenca del Segura siguiendo las prescripciones tradicionales, han quedado arrinconadas a excepciones y casos muy concretos. Luis López, desde las afueras de Letur, concluye preocupado: “La cuenca del Segura vive de los recursos naturales que tiene, pero a base de trasvases, de desaladoras y de vaciar acuíferos. Y en ese estado, cuando un acuífero se va vaciando, tienen que buscar otro acuífero del que sacar agua. Nosotros ahora ya estamos en la frontera, en la zona en la que están los ojos puestos para si necesitan agua, sacarla de aquí, porque ya no van quedando acuíferos sanos en la cuenca”.

Un río que necesita curas intensivas

Con sus 325 kilómetros, el río Segura riega pueblos como Letur y fincas extensas como las del campo de Cartagena. Nutre a la huerta tradicional murciana y a los campos de secano reconvertidos en regadío industrial. Con todo, su explotación actual “es una gestión absolutamente insostenible del agua, con impactos inmediatos y situaciones tan graves como el colapso ecológico de la laguna del mar Menor, la mayor laguna costera del Mediterráneo occidental”, explica Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Agua.

Según su opinión, no se pueden abordar los cambios hasta que se dé un vuelco al sistema actual: “Lo primero que tenemos que hacer es sacar el enfermo de la UCI, para poder plantear terapias alternativas. Ahora lo que tenemos es una situación en la que tenemos que reducir de forma drástica el sector económico que ahora mismo está agotando absolutamente todos los recursos, que es el regadío. Mientras no haya una reducción significativa de la superficie total de regadío en la demarcación del Segura, no tendremos agua que gestionar con un modelo diferente”.

Al otro extremo del curso fluvial, en medio del bosque rezumante de Riópar, Stefan Nolte recuerda que, además, hay que pensar en el efecto combinado con el cambio climático, “con el que se espera una reducción entre el 20% y el 40% de las precipitaciones anuales”. Por lo tanto, el río más sobreexplotado de Europa, el río Segura, necesita una “reconversión de la gestión enfocada al uso de energías que sí que tenemos, por ejemplo, el sol”, como recalca Martínez. 

El avance de la desertificación, y por lo tanto la pérdida de calidad de los suelos, la contaminación del litoral murciano y la despoblación endémica de la Sierra de Segura ya son un hecho. Para ello, Nolte afirma hay que mirar hacia atrás y “ver que es lo que ha funcionado” para tener un futuro. Sentado, tranquilo, mientras va brotando el agua en la fuente del nacimiento del río Mundo, reflexiona que hace falta una apuesta por “el regadío tradicional, el regadío histórico, porque ha demostrado a través de los siglos ser un modelo de sostenibilidad”. Al fin y al cabo, parece que no toda modernización tiene que ser obligatoria.

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Comentarios
  1. EL NEGOCIO DEL AGUA EN LA CUENCA DEL SEGURA.
    Una investigación sobre el mercado negro del agua, los regadíos ilegales, la especulación urbanística, y la contaminación.
    http://archivo-es.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/other/el-negocio-del-agua-en-la-cuen.pdf

    RECHAZAN LA PROPUESTA DE ETI PARA LA CUENCA DEL SEGURA..
    Consideran que este documento, previo al próximo Plan Hidrológico de la Cuenca del Segura, no es válido al no incluir medidas eficaces para alcanzar el buen estado ecológico del río Segura y resto de cauces, acuíferos y manantiales de la cuenca hidrográfica.
    El ETI también evita afrontar la insostenibilidad de los usos del agua en la cuenca del Segura, sus causas de fondo y los profundos cambios necesarios para adaptarnos a la realidad del cambio climático.
    · No se proponen medidas concretas para una mejora sustancial de los caudales ecológicos.
    · Sigue sin abordarse seriamente la contaminación difusa agraria por nitratos y pesticidas, no se contemplan Medidas Basadas en la Naturaleza para su reducción, ni se contempla aplicar el principio “Quien Contamina Paga” a los usuarios agrarios, de la misma forma que se aplica a los usuarios urbanos.
    · No se reconoce el crecimiento permanente de los regadíos intensivos ni sus impactos sobre los ríos, la sobreexplotación y contaminación de acuíferos, y la pérdida de manantiales.
    No se analiza el problema de los regadíos ilegales y no se prevén medidas contundentes para atajarlo. Es más, se sigue incluyendo la medida de “regularización de regadíos consolidados”, eufemismo de la legalización de regadíos ilegales.
    · No se prevén medidas concretas para proteger los regadíos tradicionales (huertas históricas) y su valioso patrimonio ambiental y cultural.
    · No se analizan las causas del fracaso del Plan de Defensa de Avenidas ni se priorizan las medidas más eficaces frente a las inundaciones, basadas en el respeto a las zonas inundables, la recuperación ambiental de los espacios fluviales, los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible y en zonas agrarias la inclusión de franjas de vegetación natural y medidas de conservación de suelos.
    En el caso del Mar Menor, no se reconoce el descontrol de las superficies de riego y usos del agua como la principal causa del aumento drástico de la contaminación agraria, origen de la crisis eutrófica y colapso ambiental de la laguna. Tampoco se prevén medidas contundentes, incluyendo el desmantelamiento de los regadíos ilegales, y la recuperación ambiental y revegetación de las ramblas y resto de cauces de la red de drenaje natural, esencial para reducir los nutrientes que alcanzan la laguna.
    No se analizan ni se proponen soluciones reales para la situación generalizada de desgobierno en materia de aguas en la cuenca del Segura: falta de control sobre pozos, extracciones y nuevas superficies de riego, falta de transparencia en la información y acceso ciudadano a los datos y decisiones sobre el agua, e insuficiente participación ciudadana y coordinación entre administraciones.
    Ante la realidad del cambio climático y la patente reducción de los recursos hídricos disponibles, que seguirá agravando los problemas señalados, Ecologistas en Acción reclama que el próximo Plan Hidrológico constituya una hoja de ruta para la transición hídrica en la cuenca del Segura, con el fin de adaptarnos a esta realidad. Para ello es imprescindible atajar y reducir las demandas, incluyendo la reducción de la insostenible superficie de regadío existente, el cual consume el 85 % de todo el agua disponible en la cuenca, así como devolver la salud a nuestros ríos, acuíferos y manantiales.
    https://www.ecologistasenaccion.org/159337/rechazan-la-propuesta-de-eti-para-la-cuenca-del-segura/

  2. Te equivocas. No es ojeriza. A los regentes de Nerpio, de donde sale el agua, la confederación nos ha dado ( que ya era nuestro hace miles de años) una explotación ridícula a 25 años, mientras que en Murcia se la llevan las grandes empresas .

  3. Aguas si para la región de Murcia pero no a costa dejar 5 km de un río totalmente seco me refiero al río de Taibilla..
    Rio que dejaron totalmente seco para llevárselo al Arsenal de Cartagena desde la Presa de la Toma hasta la aldea de vizcable dejando a su paso un paisaje totalmente desértico…
    O si no vete dirección Nerpio y cuando pases el sabinar qué pertenece a la región de Murcia ha uno 7 o 8 km en la vecina comunidad de Castilla la Mancha verás un cartel que pone parque cultural de Nerpio te coges ese carril a la derecha y pasaras cerca del pantano de Turrilla pará unos km más adelante encontrarte a tu derecha con la Presa de Toma qué es donde se llevan el agua de la región de Murcia te bajas del coche bajas al fondo del valle justamente dónde está el lecho del río totalmente seco porque encima de ti detrás está la presa de Tomá y empiezas ha caminar andando 5 km río abajo y me dices si hay algo de agua hasta la aldea de Vizcable por eso te digo amigo que agua sí pero no a costa de dejar un cauce totalmente seco yo no me niego a dejar la región de Murcia sin agua pero hay que empezar a pensar en alternativas para mitigar estos pedazos de desastres ecológicos…
    Hoy en días hay alternativas la única diferencia es la calidad de las aguas del Taibilla ya qué si estás aguas en vez de cogerlas en la Presa de Tomá se pudieran coger en el río Segura el problema desaparecería utilizando para ello las ya existentes enfarsestruturas dónde se cogería el 100% el volumen del Taibilla en el Azud de Ojos y siendo tratadas para el consumo humano en la depuradora de sierra de la Espada
    Y estamos ablando de unos centimos de más no de prohibir el consumo de tan rico elemento si no que haya un equilibrio donde antaño lo hubo y cómo tu ya sabes me refiero a los 5km dé río seco en el Taibilla…

  4. Vivo en Alicante, cerca de Murcia y Cartagena. En mi opinión es una vergüenza la sobreexplotación de la uso del agua para una industria de agricultura que no tiene ya nada que ver con huertas. Veo que hay mucho plásticos y muchos productos químicos.

  5. El que ha escrito el artículo parece que no ha pisado Murcia ni Albacete en su vida. El río Segura ha cambiado para muy bien en los últimos 20 años. Porque la peste, la espuma y la contaminación que llevaba el río ya no están. Pero bueno, todo sea por dejar a Murcia por los suelos… Dejaos ya esa ojeriza con una región trabajadora y emprendedora a pesar de todo y de todos

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