Crónicas | Economía
Jornadas laborales excesivas: enfermedades que no ves y causan muerte
Las cardiopatías isquémicas y los accidentes cerebrovasculares atribuidos a largas jornadas laborales causaron 745.194 muertes en 2016 en todo el mundo. El Plan España 2050 prevé reducirlas a las 35 horas semanales en tres décadas.
La protección y promoción de la seguridad y salud laborales incluye un factor muchas veces ignorado en las empresas: son, como comúnmente se conocen, las horas que se echan de más. Un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que la exposición a largas jornadas laborales (en torno a las 55 horas semanales) es algo frecuente y aumenta la mortalidad por enfermedades como la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares. «Proteger y promover la seguridad y la salud ocupacional de los trabajadores requiere intervenciones para reducir las largas horas de trabajo peligrosas», insisten las organizaciones.
El Plan España 2050, presentado este jueves por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también incide en la necesidad de reducir la jornada laboral. “A pesar de los muchos avances registrados desde 1980, España sigue teniendo hoy un nivel de productividad considerablemente inferior al de sus vecinos europeos. Esto significa que somos capaces de generar menos riqueza y oportunidades que otros países de nuestro entorno, algo que está comprometiendo el desarrollo de todo el país y que explica los menores salarios, las jornadas laborales más largas y la baja competitividad de muchas de nuestras empresas”, dice el documento resumen del plan.
Según el estudio de la OMS y la OIT, 488 millones de personas (un 8,9% de la población mundial) estuvieron expuestas a jornadas excesivas en 2016. La cifra ha ido aumentando paulatinamente un punto desde el año 2000. Los datos indican que las cardiopatías isquémicas y los accidentes cerebrovasculares atribuidos a estas largas jornadas causaron 745.194 muertes y restaron 23,3 millones de años en global a las personas (según la unidad de medida conocida como Daly: número de años perdidos debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura). Los porcentajes de muertes ascienden al 3,7% por cardiopatía isquémica y al 6,9% por accidente cerebrovascular.
Relación causal no visible
«Es lógico que nos escandalice que una persona que se suba a un andamio no lleve arnés. ¿Pero qué pasa con las horas extras? Pues que no son tan visibles a corto plazo, no vemos la relación causal entre ese trabajo de más y la enfermedad«, explica la profesora Carmen Botia, del Departamento de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide.
El problema de fondo, explica Botia, es considerar a los trabajadores como un recurso –y de hecho así se llama el departamento destinado a ello, Recursos Humanos– que tiene que estar absolutamente disponible y siendo productivo desde el minuto uno al comenzar su trabajo: «Sin tener en cuenta la otra parte, que somos seres humanos, que necesitamos descansar y vivir el tiempo de otra manera, y que tenemos necesidades humanas complejas que debemos hacer compatibles los diferentes tiempos, de empleo, de vida, de descanso y de cuidados, para poder disponer de nuestras capacidades humanas. Si no podemos desconectar, afectará a nuestra salud de una u otra forma», añade.
¿Y cuál es el proceso hasta padecer estas enfermedades que llegan sin que, en muchos casos, los propios trabajadores y trabajadoras sean conscientes de ello? El informe cita dos vías principales. Por un lado, a través de respuestas biológicas al estrés psicosocial: la liberación de hormonas del estrés excesivas debido al trabajo prolongado puede desencadenar desregulaciones funcionales en el sistema cardiovascular y lesiones estructurales. Y, por otro, a través de respuestas conductuales al estrés, que son factores de riesgo cardiovascular establecidos: el consumo de tabaco, el consumo nocivo de alcohol, una dieta poco saludable, la inactividad física y la alteración del sueño resultante.
De la ausencia de reloj al control horario exigido por los trabajadores
No es el primer estudio que evidencia las consecuencias nocivas que tiene para la salud realizar jornadas maratonianas. Y, aunque no se cumple en la mayoría de las ocasiones, distintas normas han ido regulando horarios razonables. La socióloga recuerda, por ejemplo, cómo con el primer trabajo industrial los patrones no ponían relojes en las fábricas y los obreros no tenían reloj: «Con ello, se les exigía más tiempo. Cuando se comienza a pagar por horas, llega la exigencia a los trabajadores para fichar. Lo que era una exigencia del patrón se vuelve una reivindicación obrera».
Es la medida, explica Botia, que ha puesto en marcha el Gobierno con el control horario: «Las empresas creen que es una responsabilidad burocrática más de todas las que se tienen que ocupar. Pero es algo que está destinado a proteger a los trabajadores, a garantizar que se cumplen sus derechos, que el tiempo sea explícito, que se cobre por él y que se acaben los abusos».
Como el mismo estudio cita, la primera norma internacional del trabajo, el Convenio sobre las horas de trabajo, de 1919, y otras legislaciones internacionales adoptadas desde entonces, promueven horas laborales limitadas. Existe un precedente interesante que regulaba incluso el tiempo para las temporadas de calor y de lluvia. «La jornada será de seis horas diarias y treinta y seis semanales, desde el primero de octubre hasta el 30 de marzo se repartirá de nueve a doce de la mañana y de una a cuatro de la tarde. En los meses de primero de abril a treinta de septiembre la jornada será de seis a doce de la mañana».
Así está redactado el artículo 6 del convenio colectivo firmado por la sección de albañiles del Sindicato Único de la Construcción (SUC) y la patronal de la industria el 26 de junio de 1936 en Sevilla, a menos de un mes del golpe de Estado franquista. El documento está recogido en uno de los primeros trabajos de investigación realizados por el grupo de memoria de GCT-A, que lo recuperó hace unos años tras la muerte de un trabajador en Morón de la Frontera (Sevilla) en plena ola de calor.
Jornadas más largas para los hombres
Antes de la pandemia, en 2019, los países renovaron su compromiso a la hora de garantizar límites máximos al tiempo de trabajo en la Declaración del centenario sobre el futuro del trabajo. La crisis climática será otro factor que habrá que tener en cuenta y, obviamente, la irrupción a bocajarro del teletrabajo. «Después de que el tiempo de trabajo promedio disminuyera constantemente durante la segunda mitad del siglo XX en la mayoría de los países, esta tendencia general a la baja cesó e incluso comenzó a revertirse en algunos países durante el siglo XXI. A medida que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación revolucionan el trabajo, se prevé que el tiempo laboral aumente aún más para algunas industrias», denuncia el informe.
Según los datos recogidos, la exposición a jornadas laborales excesivas afecta más a los hombres que a las mujeres (13,2% de los hombres frente al 4,5% de las mujeres). Y, por franja de edad, las personas más perjudicadas son las que tienen entre 35 y 44 años. ¿Qué lectura puede hacerse de ello? La profesora Botia aclara, con mucha cautela –»no lo he estudiado espefícamente»– una posible causa que desemboca, como en muchas otras brechas laborales, en los cuidados y la conciliación.
«Para los hombres puede ser más importante posicionarse en el mercado de trabajo e invertir más tiempo en ello. Y, además, puede coincidir con esa franja de edad. Las mujeres, en cambio, renuncian más que los hombres a sus carreras, se les sigue presionando para que el centro de sus vidas sean los cuidados. Y, cuando están desempeñando su trabajo remunerado, lo suelen hacer a costa de su descanso y de su tiempo personal, ya que siguen responsabilizándose de los cuidados y de la gestión del hogar, y a la vez, sus compañeros varones o las empresas no asumen que los cuidados sean también su responsabilidad«, explica.
Un informe publicado por el Instituto de la Mujer meses después de que el Gobierno decretara el confinamiento domiciliario volvía a corroborar esta realidad: las mujeres asumen la mayor parte del trabajo doméstico y el 70% de las tareas de cuidados en el ámbito privado. Además, a las dificultades habituales de conciliación se unió el cierre de colegios y el teletrabajo, dos hechos que aumentan la carga mental. Según el mismo estudio, numerosas mujeres no han podido seguir teletrabajando al tener que hacer frente a esta situación, en especial, en el caso de las familias monomarentales.
Precariedad, paro y teletrabajo
La OMS y la OIT advierten de que es probable que la población expuesta a este factor de riesgo ocupacional se expanda aún más. Y señala por qué: la precariedad, la incertidumbre, el teletrabajo y las ‘reglas’ del mercado laboral en general. «Las tasas elevadas de paro y el entorno de precariedad en aumento van presionando a la baja las condiciones de trabajo», señala Botia.
«Eso hace que además de las horas que se te exigen por contrato, tienes que echar más por la presión del desempleo y el miedo a caer en él, además de por la temporalidad, la precariedad. Ahora no puedes decir dejo este empleo y me busco otro. Y eso es una presión que recae sobre el trabajador y pierde, por tanto, sus derechos«, concluye.
El informe de la OMS y la OIT argumenta que la experiencia pasada ha demostrado que las horas de trabajo se incrementaron después de recesiones económicas. “Tales aumentos también pueden estar asociados con la pandemia de COVID-19”, añade. Por países, los aumentos han sido mayores en el sureste de Asia y el Pacífico occidental. España, según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ocupa el décimo puesto en la lista de países de la UE en los que más horas se trabaja, y el vigésimo de entre los 36 país de la OCDE, con 1.686 horas anuales frente a las 1.386 horas de Alemania. La media semanal en España es de 37,7 horas.
El tiempo, desde la política
Quien abrió el melón en política fue Más País, que incluyó en sus estatutos y en su programa electoral la reducción de la jornada semanal a cuatro días o 32 horas, sin pérdida de salario. “Con la jornada de 4 días (32h.) hemos abierto un auténtico debate de época. Eso siempre despierta polémicas, porque abre brecha. ¿De qué otra cosa más importante tiene que ocuparse la política que del tiempo de vida?”, resumió el líder de Más País, Íñigo Errejón, el pasado febrero en Twitter. “Trabajar más horas no es trabajar mejor”, añadió.
El Gobierno se comprometió entonces a estudiar la propuesta de Más Madrid con un proyecto piloto dotado con 50 millones de euros, destinado a empresas que quisieran mejorar la salud de los trabajadores y trabajadoras y, reducir, además, el impacto ambiental. El Ejecutivo, sin embargo, lo aplazó.
Ahora, el Plan España 2050 incluye una propuesta que consiste en rebajar de manera progresiva la jornada hasta las 35 horas. Se reduciría una hora por década. Es decir, 37 horas en 2030, 36 en 2040 y 35 en 2050. El documento se refiere también al envejecimiento demográfico: “Se estima que, de aquí a mediados de siglo, la población española de entre 16 y 64 años podría reducirse en 3,7 millones, situándose por debajo de los 27 millones (niveles de 1996), incluso si se logran mejoras en la tasa de natalidad y se integran a cientos de miles de inmigrantes cada año”.
«En ausencia de mejoras de productividad –sostiene el documento– esta contracción de la fuerza laboral podría hacer que nuestra economía se estancase entre 2023 y 2050, con un crecimiento anual del PIB de entre el 0,3% y el 1,1%, un crecimiento muy inferior al 2% que tuvimos entre 1996 y 2019, que nos alejaría todavía más de los países avanzados de Europa”.
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