Opinión

De piel, zuritas y miel

Gaza, Ceuta, los últimos movimientos del PSOE sobre los derechos de las personas trans, un youtuber liberal... Ignacio Pato escribe sobre algunas de las cosas que han pasado esta semana para terminar con Battiato y el amor como un sentimiento popular.

Una persona llega a Ceuta desde Marruecos a nado. REUTERS

Sabe amargo que una frontera abierta suene a ingenuidad. Dar por hecho que el otro siempre se va a aprovechar de ti con igual mecanismo que el que nos impide en otras situaciones pedir perdón sin justificaciones. Vivir validando la injusticia, siendo el verdugo con la excusa del miedo a ser la víctima. Ya es mala suerte que todos los “efectos llamada” sean para perjudicarte.

Como ocurre con Gaza, da miedo ver más y más imágenes de Ceuta. No por cobardía, sino por impotencia. Por miedo a que nazca piel dura, siempre con mejor fama que la mucho más ridiculizada, pero humana, piel fina. Vivimos en un país en el que a cada hijo de vecina se le exige excelencia académica y laboral, pero con gobiernos capaces de convertir las vidas migrantes en una burda arma arrojadiza y un elemento de chantaje al resto de la ciudadanía asumiendo los postulados más reaccionarios. Y cruelmente negligente a la hora de garantizar los derechos de esas personas aunque no se respeten en sus países de origen.

Se habla mucho de superioridad moral últimamente. Y poco de lo rentable que le sale a quien se empeña en demostrar la bajeza de la suya.

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La primavera le ha traído energías renovadas al PSOE. Ya no quiere ser el malo de la peli de la pandemia. El mensaje del partido es que lo que te pase no será por él. Completa su maniobra Loco Iván –como la de los submarinos soviéticos que giraban 180º para después recuperar su dirección original despistando a los radares– su negación de los derechos de las personas trans esta semana en el Congreso.

Son cuarenta años de toma de rehenes progresistas. No hay en esta tierra una generación de menos de 60 años golpeada por el desempleo, la emergencia habitacional, el racismo o las agresiones a su propia integridad física (¿es que no es, por cierto, más material que identitaria la existencia plena de una persona?) con la que ese partido no esté en deuda. 

Ningún “no se podía saber” construye nada y ni siquiera suele ser justo. El foco de pedir cuentas, mejor hacia quien maltrata.

Lo ha escrito mejor Alana Portero.

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Un youtuber liberal hace la enésima apelación a los cojones. Le escucho y ni siquiera sé qué tripa se le ha roto. Algo relacionado con la codicia y no con el cuidado de nadie o su propio día de mañana, entiendo. Benito Floro en el vestuario del Lleida vibes.

En otro vestuario, de la selección española hace mil años, entró un gerifalte franquista a exigir “cojones y españolía”. Pahíño, goleador y mito celtiña, se le rio en la cara. Se quedó sin ir al Mundial de Brasil ‘50.

Que el poderoso, el privilegiado, el ruin, cuando habla de cojones de lo que suele hablar es de ser un fascista por abajo y un recadero por arriba.

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Para el señorito Iván, “Paco el Bajo estaba mal porque no hacía por estar bien”. Es una frase de la escritora María Sánchez comentando la más que recomendable adaptación sonora de Los santos inocentes que Radio Nacional está emitiendo.

“No te dejes”, “si quieres, puedes”, “el hombre es voluntad”, dice también Iván. Al final, por encima de su cuerpo vuelan las zuritas. La vida, entonces sí, sigue.

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Algo que cuesta obviarle a este capitalismo salvaje es que, siendo sus puños dopados con nuestra energía tan incansables, haga pasar como triunfo el refugio. Que venda hacer el bichobola como elección y no como parada involuntaria, cuanto más pasajera mejor señal, forzada por la continua sensación de que, como decía la canción, hay algo aquí que va mal. 

Lo pienso mientras suena E ti vengo a cercare. En menos de cuatro minutos, Franco Battiato deja dicho que el amor puede nacer de mecánicas divinas, vale, pero que es un sentimiento popular. Que nos hace sentirnos especiales y a la vez nos iguala al resto de los enamorados en esa cualidad.

Que ojalá todo el mundo pueda probar la miel porque después de hacerlo es más difícil seguir siendo conformista.

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Comentarios
  1. Si a los políticos le interesaran, realmente, los derechos de los transexuales, no les obligarían a pagar impuestos.

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