Sociedad

“La prevención y medidas de seguridad deberían haber sido centrales. Y lo primero ha sido la supervivencia de la empresa”

La responsable de Salud Laboral de CCOO en Andalucía, Nuria Martínez Barco, reflexiona sobre el aumento de los accidentes laborales mortales.

Nuria Martínez Barco, secretaria de Salud Laboral y Condiciones de Trabajo de CCOO-A.

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que más de 2,7 millones de personas murieron en 2020 en todo el mundo como consecuencia de accidentes y enfermedades laborales. A esta cifra hay que sumar 7.000 muertes más de profesionales sanitarios que fallecieron por la pandemia. En total, el número de muertes por siniestralidad laboral superó en 2020 a todas las muertes por COVID. «Y no hablamos de ello porque los accidentes laborales los tenemos asumidos. Ese es el problema», reflexiona la secretaria de Salud Laboral de CCOO en Andalucía, Nuria Martínez Barco, que reflexiona sobre el aumento de las muertes en el trabajo.

Según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, en España se produjeron el pasado año 485.365 accidentes laborales con baja, un 23,6% menos que en 2019; sin baja, la cifra ascendió a 518.979, un 28,3% menos. No obstante, el número de accidentes mortales aumentó con respecto al año anterior: de 542 a 595.

¿Cómo valora el aumento de accidentes mortales?

Es algo inexlicacble porque hemos tenido meses de paralización. Y por esa paralización han bajado los accidentes en general, pero los mortales han subido y mucho. Esa es la lectura real. 

¿A qué cree que se debe?

En los momentos de crisis, la prevención es la última prioridad en muchas empresas. Se han vivido situaciones muy complicadas, donde no se atendía a la formación que había que realizar, ni se ha invertido en las medidas de protección necesarias. A la vez, ha habido un incremento de riesgos psicosociales, episodios de estrés por la pandemia y la inestabilidad. Y todo eso ha hecho que se incrementen este tipo de patologías. Es decir, esto ha supuesto un cóctel que termina siendo brutal para la salud de las personas. La prevención y las medidas de seguridad deberían haber sido centrales y ha ocurrido lo contrario; lo primero, la supervivencia de la empresa.

En Andalucía, además, tenemos empresas reincidentes. Por ejemplo, en Huelva, la Mina de Aguas Teñidas. [Desde su apertura, en 2007, los sindicatos recogen cinco muertes]. Ahora mismo, a las empresas les sale barato incumplir las medidas de seguridad. Si una persona muere y se sucede una serie de accidentes, entra en un programa de la Junta de prevención que las asesora. Pero no se incrementa ese control sobre el cumplimiento de las medidas que debería haber.

¿Hay un déficit en la inspección?

En Andalucía tenemos un inspector por cada 34.000 personas trabajadoras. Así es imposible controlar, inspeccionar y que las empresas sientan ese aliento en su cogote. En años anteriores, también ha habido muchos accidentes relacionados con personas que tienen poca antigüedad en el puesto de trabajo. Alrededor del 20% de los accidentes mortales eran de trabajadores de menos de un mes en el puesto. ¿Y por qué? Porque necesitas una formación que no te dan. Lo que se hace es firmar un certificado y vamos que nos vamos. Y, por otra parte, aun haciendo la formación bien, hay que realizar un acompañamiento. Además, influye que las personas que son más jóvenes tienen una falsa sensación de seguridad, piensan que no les va a tocar. Y no hay que olvidar que el empleo que se da en Andalucía es temporal. 

Hablamos de accidentes laborales. ¿Deberíamos hablar de negligencias empresariales en casos como el que ha ocurrido en Cornellà?

Los accidentes laborales están asumidos en la sociedad desgraciadamente. Son como un peaje que tienen que pasar un tanto por ciento, cuando ninguna muerte debe ser asumible, no tiene razón de ser. Y todos los cambios de terminología que vayan dirigidos a focalizar bien la atención están muy bien, pero más que un cambio debe haber una apuesta clara desde todos los ámbitos y, el más importante, el político. Parece que no se quiere molestar nunca a la parte empresarial. Desde la política se puede crear una concienciación social y poner en marcha recursos para la prevención.

¿Es insuficiente la legislación que tenemos?

La ley de prevención tiene más de 25 años. En principio sería válida si se hiciese una prevención real y no formal, es decir, de papeles. Ese es el problema, que las empresas se dedican a cumplir los papeles para que no les multen. Claro que necesita en muchos ámbitos desarrollo, como la salud laboral con perspectiva de género. Es precisa una actualización, pero también cumplirla.

¿Qué consecuencias genera en el entorno y en la familia un accidente laboral?

Las situaciones que se dan suelen ser muy dramáticas. Recuerdo un caso que tuvimos de un trabajador que murió con 29 o 30 años. La viuda decidió meterse en juicio contra la empresa. Y el juicio ha tardado 16 años. Eso es un tiempo que, si se une al dolor y al sufrimiento que tienen los familiares, es enorme. Y si ya la empresa se va de rositas, como ocurrió en este caso, es el remate. 

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