Opinión
¿Y ahora qué?
Peli de tarde imagina escenarios (im)posibles para la Comunidad de Madrid post 4-M.
El acto de entrega de la Gran Cruz del Orden del Dos de Mayo parecía presagiar lo que ocurriría en las elecciones celebradas dos días después. En él, el homenajeado Nacho Cano, que lucía una melena gris platino, ataviado con una enorme mascarilla y un abrigo largo, negro y lleno de botones e insignias doradas, devolvía con una reverencia su medalla al Arte y la Cultura a Isabel Díaz Ayuso, asegurando que nadie más que ella se la merecía. Esta escena parecía sacada de una distopía cinematográfica, en la que un representante de un planeta hace entrega de una condecoración, a modo de rendición, a una invasora que, tras vencer la batalla galáctica, se presenta a sí misma como una salvadora de aspecto dulce y benevolente. El contraplano: una ciudad en ruinas, arrasada y reducida a cenizas.
Dos días después, el contraplano desde el balcón de la sede del PP en Génova parecía diferente pero parte de la misma película: una muchedumbre exaltada celebraba la victoria de su lideresa como si la pandemia fuese un mal recuerdo, como si nunca hubiesen condenado las concentraciones del 8-M. Y todo ello hace que nos preguntemos: ¿y ahora qué? Cientos de sesudos artículos se han publicado y se publicarán analizando la victoria de Ayuso, la consolidación de la ultraderecha y los malos resultados de la izquierda, pero, como no quiero resultar reiterativo y tampoco soy sesudo sino siestudo, siguiendo la línea cinematográfica de la introducción de este artículo, utilizaré sinopsis de películas inventadas para especular sobre los (im)posibles escenarios que se nos presentan tras las elecciones en la Comunidad de Madrid.
El primero de ellos viene facilitado por la reciente noticia de que un cohete chino en órbita, descontrolado, impactará sobre la Tierra en algún momento, por lo que si esto ocurre y destruye, digamos, toda Europa, las dudas sobre el futuro se acabarían, porque no habría. Eso sí, sería una pena haber perdido tanto tiempo en esta extenuante campaña pudiendo haber estado amargados por otras cosas durante nuestros últimos días de vida.
Otra posibilidad más romántica sería que Ayuso y Almeida convocasen una rueda de prensa en la que declarasen que todo ese rollo de la libertad y los ex eran indirectas que se estaban enviando mutuamente y que por fin se habían decidido a manifestar sus sentimientos abiertamente. Él se arrodillaría, le pediría matrimonio delante de todos los presentes y se fugarían a una casita en Cornualles para comenzar allí una nueva vida alejada del ajetreo de Madrid, que en realidad odian, dejándole todo el petate a Toni Cantó. En la escena final, el cohete chino impacta sobre Europa arrasando con todo.
Pensando en clave de terror, Ayuso podría tomar como primera medida, conmemorativa de su victoria electoral, instaurar el 4 de mayo como día de la «libertad madrileña plena», una jornada en la que todo el mundo puede hacer lo que le venga en gana sin consecuencias penales, ni administrativas ni de ningún tipo. En la película, una familia deberá cruzar la ciudad, de Getafe a Alcobendas, para rescatar a la abuela, que vive sola en esa localidad, y lo harán sorteando toda serie de obstáculos y peligros. Cuando por fin se reúnen con ella, el cohete chino cae sobre Alcobendas.
Como última posibilidad, propongo lo siguiente: justo en el momento en el que Casado y Ayuso celebran en Génova la victoria electoral saludando a la muchedumbre, Gabilondo se despierta en su cama, con la frente empapada de un sudor frío. «Cariño, he tenido una pesadilla», le dice a su mujer, que aún duerme a su lado. Mira el despertador y comprueba que aún es 4 de mayo. Todo había sido un mal sueño. Se dirige a su colegio electoral y vota ilusionado (si es que ese término le puede ser aplicado). Al final de la jornada, la izquierda suma suficientes escaños y gobierna Madrid en coalición, para frustración de la ultraderecha, que se disuelve y desaparece. Pero, qué más dará, si finalmente el cohete que orbita descontrolado se termina estrellando sobre la Tierra.
FRENTE A LO QUE VIENE HAY UN NIVEL DE FRIVOLIDAD QUE EL PAIS NO SE PUEDE PERMITIR.
No se está percibiendo el enorme cambio que se va a dar en esta década y que la pandemia ha acelerado. El plan es volver a lo de siempre.
Hace falta paciencia para entender que las cosas están difíciles; pero que eso no nos puede llevar al derrotismo ni a la resignación.
Esta es la frase de época en Europa Occidental: ES LO QUE HAY.
Pero claro que hay alternativa. Se puede construir el mundo en función del dinero o en función de la gente. Se pueden construir sociedades, instituciones y empresas para que unos pocos ganen mucho dinero, o pensando que la gente tiene derecho a vivir en un estado decente. Ahora bien, no se van a dejar. Nadie renuncia a sus privilegios.
( Arnaldo Otegi, «Gara», 10/5/2021)
¡Qué maravilla!