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Dinero en el bolsillo

"La bajada de impuestos es otra de las propuestas trampa de la derecha", escribe nuestro socio Antonio Zugasti.

Dinero. BICANSKI / Licencia CC0

La bajada de impuestos es otra de las propuestas trampa de la derecha. Cuando la derecha habla de bajar impuestos, lo justifica poniendo por delante lo estupendo que es que los ciudadanos tengamos más dinero en el bolsillo. Pero los verdaderos motivos son otros. Para no dejarnos engañar, es necesario analizar, aunque sea muy brevemente, lo que supone realmente una bajada de impuestos.

En una economía capitalista, las desigualdades tienden a aumentar. Y llegan a ser verdaderamente escandalosas. Directivos de bancos y grandes empresas ganan miles de euros al año, mientras que hoy mucha gente no llega ni a ser mileurista. Por debajo quedan los que tienen que acudir a Cáritas o a comedores sociales, y por encima los Florentinos Pérez, Amancios Ortega y compañía.

Para tratar de paliar esas diferencias brutales, o para evitar un estallido social, gobiernos que buscan una cierta equidad han introducido un sistema de impuestos progresivos: no se trata solo de pagar proporcionalmente a lo que se ingresa, sino que las rentas más altas tienen que tributar en un porcentaje mayor. Por tanto, rebajar estos impuestos progresivos supone disminuir la capacidad del Estado para paliar esas enormes desigualdades económicas. O sea, que la disminución de impuestos tiende a mantener o aumentar la desigualdad.

La derecha oculta esta realidad celosamente y pone por delante que los ciudadanos tendremos más dinero en el bolsillo. Es el caramelo que ofrecen para que les voten pero, ¿qué encierra este caramelo? A un trabajador que gane 14.000 euros al año la rebaja de impuestos le va a suponer muy pocos euros, mientras que a una persona que ingrese 200.000 sí le va a suponer una cantidad muy respetable.

Por otro lado, la Hacienda Pública va a disponer de menos recursos. ¿En qué se va a notar? Desde luego, los políticos no se van a bajar el sueldo ni creo que vayan a disminuir mucho los gastos militares. La reducción se va a notar sobre todo en los servicios sociales, la sanidad y la educación. Tendremos interminables listas de espera en los hospitales, más pacientes por facultativo en la atención primaria y, por tanto, menos tiempo de atención por enfermo, pueblos sin médico…  Centros educativos más masificados, donde se concentra la inmensa mayoría de alumnos con cualquier tipo de dificultad, con menos docentes de apoyo y menos medios, atención a la dependencia al borde de la parálisis…

Eso es lo que nos cuesta llevar cuatro euros más en el bolsillo. A quienes les va a venir muy bien todo esto es a la sanidad y a los centros educativos privados. El deterioro de los centros públicos va a hacer que algunos, quizás muchos, se vayan a gastar ese dinero del bolsillo –y bastante más– en esos centros privados.

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