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El día más negro para Berlín en los últimos años

El pasado 15 de abril, el Constitucional alemán tiró abajo el Mietendeckel (tapa o tope que regulaba los alquileres de la ciudad Estado).

Recogida de firmas tras la decisión del Tribunal Constitucional alemán de tirar abajo la ley de regulación de alquileres. JORGE A. TRUJILLO

Jaime Martínez (Palencia) y Luis Sanz (Madrid) son militantes de Izquierda Unida exterior y activistas del Deutsche Wohnen & Co. Enteignen (Expropiar a Deutsche Wohnen y Cia.) en Berlín. El palentino está a punto de hacer cinco años en Alemania y trabaja para la Universidad de Berlín. El madrileño hace casi ocho años vino a la ciudad para estudiar filosofía. Con Jaime coincidimos primero en Estudiantes contra Bolonia en Salamanca (2008-09) y poco más de una década después coincidimos en un acto político, ya en Berlín. Luis, que trabajó como guía turístico, dirigió un tour histórico que hice en los tiempos en que la capital alemana era mi ciudad de visita.

Compartiendo espacios de migración y estando presentes en temas sociales y políticos, nos encontramos para hablar de la vivienda. Inevitablemente, siempre hacemos referencias, comentarios y comparaciones con la actualidad de nuestras dos realidades (española y alemana). Los dos activistas coinciden en que desde España se idealiza mucho a un país como Alemania, especialmente con la “eficiencia, que no es tal”. Sanz admite que lo hablan y debaten constantemente entre sus círculos y que también se tiende a “idealizar la migración (lo de nuevas experiencias y cambio de aires), pero que luego la realidad llega con mucha dureza”. Martínez resalta que la burocracia alemana y la poca digitalización lo hace “un país más (no tan diferente al resto) y más lento, con sus más y sus menos”. Otras de las cosas que les impactó fue el tema de la seguridad social, añade Sanz, con el asunto de los seguros privados. “Sí hay varios aspectos donde está muy presente el Estado de bienestar pero en otros como la salud, no tanto”, enfatiza. Sin embargo, el encuentro mantenido en varios momentos, tanto online como en persona, viene por un tema que preocupa a los berlineses (migrados o de nacimiento): la vivienda.

El pasado 15 de abril, el Constitucional alemán tiró abajo el Mietendeckel (tapa o tope que regulaba los alquileres de la ciudad Estado). Los dos han tenido diferentes experiencias a la hora de buscar vivienda, Jaime cree que “la sociedad alemana es muy clasista” y como él trabaja para la Universidad, no ha tenido “grandes problemas a la hora de encontrar piso”. Sin embargo, confiesa que durante tres meses tuvo visitas y búsquedas diarias sin parar. Luis ha tenido que cambiar siete veces en más de siete años viviendo en la ciudad. Y les comento mi experiencia: en más de dos años y medio, estoy viviendo en mi sexto piso.

Berlín es una ciudad en la que más del 80% vive de alquiler. Por eso, el potencial del movimiento de la vivienda y alquileres es importante para hacer presión. De ahí que se pudiese sacar la ley de regulación de los alquileres (Mietendeckel) en el Senado de Berlín por la presión de Die Linke (la izquierda) en el gobierno que mantiene con el SPD (Socialdemocracia) y Die Grünen (Los Verdes). La ley entró en vigor a finales del 2020 y las inmobiliarias y propietarios tuvieron que ajustar hacia abajo los precios abusivos que llevaban dándose en los últimos años. Sin embargo, los partidos conservadores y el lobby inmobiliario la recurrieron al constitucional hasta “el día más negro de Berlín de los ultimos años”, como reconoce la activista alemana Ingrid Huffman, de Deutsche Wohnen & Co. Enteignen (Expropiar a Deutsche Wohnen y Cia.), con quien también mantuvimos una conversación sobre el tema. El poder de las inmobiliarias es tan potente que, incluso, en la carta de información de rebaja del precio de alquiler muchas de ellas incluían la recomendación de guardar el dinero hasta el pronunciamiento del Tribunal porque, de declararse inconstitucional, el dinero descontado durante los meses de espera debía ser abonado por parte de los inquilinos e inquilinas. Y así sucedió.

 ¿Qué es el Mietendeckel?

Luis Sanz: Fue la regulación de alquileres que se logró con la presión de las movilizaciones. El precio se regulaba con un tope y lo hacían variar diferentes factores pero el máximo estaba en 10 euros el metro cuadrado. 

Jaime Martínez: Además, durante cinco años no se podía subir el precio del alquiler y con las reformas sólo se podía aumentar 1 euro el metro cuadrado. Si este era superior al euro, la administración pública lo cubría. Lo que es interesante añadir es que Die Linke, entre las tensiones con sus otros dos socios de gobierno, ha incentivado la movilización en la calle. Hace dos años hubo una manifestación multitudinaria y la izquierda estuvo organizando y movilizando. Esto es un ejemplo para el gobierno de coalición de España. Como decía Anguita: “Por más progresista que sea un gobierno se necesita una sociedad movilizada”. También te digo que mientras estuvo vigente la ley, conocimos varios casos de propietarios que cumplieron la ley pero otros que no. 

L. S.: En buena medida sí se cumplió durante estos meses aunque hubo algunos truquillos de los propietarios, pero ahora es desalentador lo que ha pasado. Los inquilinos deben devolver el dinero que no han pagado en estos meses y los precios, pues a subir de nuevo. La presión que se hizo durante estos meses también vino con la reducción de ceder pisos de alquiler por parte de las inmobiliarias. Incluso con todos los papeles y requisitos requeridos por estas, no alquilaban, culpando al gobierno de la ciudad por la ley que acabaron tirando abajo. 

J. M.: Una última cosa interesante de lo que fue esta ley fue que, una vez registrado por el inquilino y si no había recibido la bajada en su momento, la propia administración lo tramitaba todo. Un servicio público. Las críticas por ejemplo del Ministro Ábalos, que confunde las dos leyes en Berlín (Mietenspiegel y Mietpreisbremse), venían a decir que con la regulación habría poca oferta y se demostraría la poca eficacia de las medidas. Este problema de falta de vivienda en Berlín es endémico y viene de hace años, con la llegada de mucha gente a la ciudad, pero no tiene que ver con ninguna regulación. El gobierno de la ciudad Estado no ha renunciado a construir más y además, el partido de la izquierda tiene una política global de vivienda: construcción, regulación y expropiación. El problema es que no toda la construcción es vivienda social. 

¿Existen los desahucios en Berlín y Alemania? 

J. M.: Aunque aquí se protege más que en España, sí los hay. En especial lo que ha habido y habrán son los desahucios indirectos: se subirán de nuevo los alquileres y la gente se acabará yendo. No es exactamente como lo que sucede en España, que también, pero aquí está el «gegen verdrängung» (“contra los desahucios”), concepto que también se usa como desplazamiento de población. 

¿Qué ha significado tumbar esta ley? ¿Es un golpe para el movimiento por la vivienda?

I. H.: Es el día más negro en la vida de los berlineses en los últimos años. Más del 80% de la población vive en alquiler y esto toca a 1,5 millones de personas que, con la pandemia, se les agrava el problema. Los partidos y movimientos conservadores pedían apartar el dinero por si la ley era tumbada, cosa que sucedió. Pero mucha gente ha perdido ingresos por la actual coyuntura. Esto es una situación desastrosa en este momento. 

L. S.: Es un golpe duro para los inquilinos y encima pagar todo lo que se había descontado desde finales del año pasado. Es la peor noticia. De esta forma, el Constitucional entiende que los Lënder no tienen esta competencia para implantarlo, todo un hachazo a las competencias de un Estado federal. Pese a la mala noticia, lo que nos demuestra esto es que es una lucha que se debe hacer a nivel federal, de todo el país. En lo que incluye una visión global, se debe expropiar porque hay que generar acceso a la vivienda pública y es el instrumento más efectivo.

J. M.: Lo decía Luís, el primer golpe es para los y las inquilinas. Para el movimiento en el que estamos es un revulsivo para pedir la expropiación. Lo que ha puesto patente esta resolución, lo vemos por los medios, es la lucha ideológica profunda que se está dando entre la propiedad privada y el libre mercado frente a la regulación. En realidad la resolución no ha entrado en si se puede o no regular la propiedad privada y sacarle ese altísimo beneficio, sólo ha sido mera cuestión competencial. Hay que decirlo, porque la derecha en España ya ha empezado a usarlo, como Begoña Villacís que decía que la izquierda populista siempre promete cosas que no se pueden cumplir: intervenir la economía. Sin embargo, eso no es inconstitucional, es sólo una cuestión de competencia. Esto sí muestra el camino en España y Alemania que lo que se debe hacer es una ley de regulación estatal: como lo que está pasando dentro del gobierno de coalición de España, donde Unidas Podemos apuesta por esa ley en todo el Estado y la parte socialista tira más por la vivienda como bien de mercado. 

L. S.: Hay que aclarar que el Mietendeckel, que fue un respiro, surgió de la presión que había por la expropiación (prioritario para Die Linke). Los verdes y el SPD lo aceptaron para rebajar la tensión. Sin embargo, ahora tenemos lo contrario, si no se puede la regulación, la vía es la expropiación para un problema grave en la ciudad como lo es la de la vivienda. 

¿Ha aumentado el interés por firmar en pro de la expropiación desde la resolución del Constitucional? ¿Se está viendo el malestar desde el 15 de abril?  

I. H.: Tras esa gran manifestación, que se organizó en menos de 24 horas, nos dio la sensación de que mucha gente decía “ahora con mayor razón”. Siempre hemos dicho en la campaña que el Mietendeckel era por cinco años pero nuestra propuesta de socialización de la vivienda es para largo plazo. Esta sería una solución. Es cierto que nos dio un respiro pero desde el 15 de abril, ya ni eso. Y la situación va a empeorar. 

J. M.: En estas dos semanas hemos ido a recoger firmas con nuestros grupos de barrios y se nota que la gente está enfadada. Creo que se puede aprovechar ese malestar para algo constructivo. Antes la respuesta era: “pero si ya tenemos el Mietendeckel, ¿para qué expropiar?” pero, desde el día de la resolución, se ha notado más el interés y enfado general. 

L. S.: Existe también el camino de la desmotivación, ha sido muy duro y agotador. Pero en la manifestación también se nos acercaba gente a preguntar y a firmar directamente. Con lo duro que ha sido y está siendo, creo que se debe aprovechar esta situación para la campaña del referéndum de expropiación.

¿Ya se están notando los efectos de esa decisión?  

I. H.: Yo aún no conozco a nadie en primera persona, también porque la gente aún está en shock. Los consorcios inmobiliarios tienen que enviar primero una nota de pago para cobrar lo restante de los últimos cinco meses. La empresa Vonovia ha dicho que no cobraría ese dinero, por lo que sería 10 millones de euros. Yo aún no me creo que renuncien a esa cantidad. Vamos a ver hasta qué punto es vigente esta promesa. Deutsche Wohnen siempre ha dicho que cobrará. Pero lo deben notificar antes a sus inquilinos.

Deutsche Wohnen & Co. Enteignen (Expropiar a Deutsche Wohnen y Cia.) en Berlín

El movimiento que pide expropiar viviendas de la inmobiliaria Deutsche Wohnen, relacionadas con fondos de inversiones vinculados con la banca, ayudó a hacer presión por el Mietendeckel. Los activistas Jaime, Luis e Ingrid Hoffman coinciden que la ley fue un “respiro para los inquilinos”, pero no “solución del problema”. Con la activista alemana, nacida en la desaparecida RDA, nos encontramos en su pequeña pausa en su maratoniana jornada de recogida de firmas en el Volkspark Friedrichshain (el parque del pueblo de este distrito), tras el contacto con Jaime y Luis. Nos atiende con mascarilla, carpeta de firmas y un chaleco morado con el que se identifica el movimiento de expropiación. Hoffman nos cuenta que al principio eran solo Deutsche Wohnen enteignen pero, al enterarse de que otras personas sufrían los abusos de otras empresas, añadieron “& Co”, porque “ya teníamos logos y lemas diseñados”. “Cada colectivo añade la empresa de su vivienda & Co”, aclara la activista.

El movimiento debe recoger 175.000 firmas válidas en esta segunda fase que empezó el 26 de febrero. En la primera, para presentar la propuesta, debían entregar 20.000 (entregaron 75.000). Jaime Martínez nos comenta que las 175.000 deben ser válidas, estimando que algunas se repitan, que otras no son válidas al no estar empadronadas en la ciudad y otras, que considera “discriminatorias”, no lo sean por no tener la nacionalidad alemana. Calculan que se deben recoger unas 240.000 firmas para asegurar el mínimo requerido. La activista Hoffman participa cada dos semanas en la entrega quincenal de firmas para que estas se vayan contabilizando por parte de la administración, durante los meses hasta el 26 de junio. Pese al buen ritmo de recogida de firmas, como asegura Luis, insisten en que “se debe seguir apretando y no bajar la guardia”. Además de firmas, cada barrio se organiza para pegar carteles y dar a conocer el movimiento y el referéndum que se quiere hacer para la expropiación. Una vez aprobada por las autoridades electorales, llegando a los requisitos mínimos, el referéndum de expropiación se convocaría en las próximas elecciones federales y de Berlín del 26 de septiembre. El referéndum preguntaría si se expropia a inmobiliarias propietarias de más de 3.000 viviendas en la ciudad Estado. Para que salga adelante, debe obtenerse el 50% más uno de al menos el 25% del censo electoral.  

Como migrantes, nos toca este tema como a cualquier berlinés.  ¿Que se está haciendo para tener en cuenta estas voces?

J. M.: Debemos tener en cuenta que en Berlín, casi el 25% de la población somos inmigrantes sin nacionalidad. Aquí en Alemania se diferencia entre migración con y sin nacionalidad. Estamos intentando involucrar a estos colectivos migrantes mediante el “Right of the city for all” (derecho de la ciudad para todos). Luis lo ha defendido siempre en las reuniones de forma brillante: Eestaban en la periferia de la campaña al no verse interpelados”, pero la idea es incorporarlos a la movilización. No se les/nos niega el derecho a firmar aunque no sean válidas. Así, tampoco se incumple nada, porque debe ser la autoridad electoral la que debe desglosar por qué no son válidas pero nos aseguramos de entregar 240.000 de las 175.000 requeridas. Esto también mostrará el apoyo de personas que no podemos votar, pero nos vemos claramente afectos por los alquileres abusivos y el problema del acceso a la vivienda. Incluso más afectados porque los migrantes tenemos más problemas para acceder a la vivienda, por racismo pero también por temas burocráticos.

L. S.: No es sólo la campaña de cuantos berlineses no pueden votar, sino que también una denuncia de racismo y de problema generalizado de la vivienda en Berlín. El no poder votar es una descriminalización más dentro del sistema e incluso casos de alemanes con historia de migración que también son discriminados. Intentamos enlazar y mostrar una problemática global. Esto es un problema que sabemos que también pasa en España con los migrantes o los españoles hijos de migrantes. 

J. M.: Esta campaña es interesante porque también está tejiendo redes entre los colectivos migrantes para el futuro. Los migrantes somos parte de esta ciudad y también tenemos voz.

¿Qué tan activa es la migración española? ¿El idioma es un obstáculo para entrar en la campaña?

L. S.: Aquí tratamos de implicar a diferentes colectivos y grupos políticos sin que todo sea bajo el paraguas del alemán. Hemos traducido materiales en diferentes idiomas para llegar al mayor número de personas migradas posible. De hecho, estamos organizando un evento en las jornadas del 22 al 29 de mayo en el que haremos diferentes acciones por la vivienda y cada colectivo lo hará en el idioma que quiera. Nosotros y nosotras haremos uno en castellano para la comunidad española y latinoamericana. 

J. M.: Hay muchas colectividades españolas en Berlín, desde la Casa Vasca, El Casal Catalán, La Oficina Precaria y organizaciones políticas como Izquierda Unida, Podemos, la CUP. Pero los que más nos hemos involucrado en la campaña somos los que componemos Unidas Podemos, con diferentes grados y cada militante lo decide. Para IU es una de nuestras banderas, porque nos afecta y el interés está, en las redes sociales de los grupos de españoles cada día hay algo sobre el tema de la vivienda.

Jorge A. Trujillo es cooperativista de MásPúblico, cooperativa editora de lamarea.com

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