Opinión
Violación en grupo: los detalles importan
Noelia Adánez escribe sobre la serie Delhi Crime (Netflix): "La agresión de la joven estudiante en Munirka suele considerarse un punto de inflexión en la relación de la compleja sociedad india con el problema de las violencias contra las mujeres".
En marzo de 2019, Netflix estrenaba la serie Delhi Crime, creada, escrita y dirigida con un pulso artístico y un soporte documental impecables por el director canadiense Richie Metha. La serie narra la violación en grupo sufrida por una joven estudiante de fisioterapia de 23 años en diciembre de 2012. La mujer fue asaltada por un grupo de seis hombres en un autobús en el sur de Delhi. Los detalles de la agresión trascendieron y el caso conmocionó a la opinión pública hasta el punto de provocar manifestaciones y disturbios que se zanjaron con una reforma legislativa destinada a reforzar la protección de las víctimas de este tipo de violencias. Los violadores fueron detenidos. Uno de ellos se suicidó estando bajo custodia policial, cuatro fueron condenados a la pena capital y un sexto, menor de edad, pasó varios años en una prisión de menores.
La serie se centra en la agresión y posterior detención de los seis criminales; pone el foco en la trama política que hay detrás de la historia, en las condiciones en las que trabaja la policía, en el dolor de la víctima y en cómo conectó con una sociedad que convive con unos niveles de violencias de género difícilmente soportables.
Por las protestas que provocó, por la reforma legislativa a la que dio lugar y por la ola de denuncias que se desencadenó a partir de entonces, la agresión de la joven estudiante en Munirka suele considerarse un punto de inflexión en la relación de la compleja sociedad india con el problema de las violencias contra las mujeres.
¿Qué tuvo aquella agresión de particular?
Hay un momento en la serie en la que un oficial de policía pregunta a la investigadora principal –quien manifiesta desde el primer momento un especial interés en el caso– qué lo hace diferente de otros. Ella responde con un escueto: «¿Has visto cómo estaba la chica?».
La agresión sufrida fue brutal, pero no más brutal que otras, por la sencilla razón de que hay un punto a partir del cual la brutalidad ya no se escala ni es, por tanto, mesurable. Lo importante es que los detalles de esta agresión –a diferencia de otra– se conocieron porque la prensa contó lo sucedido y la narración fue –como se dice ahora– disruptiva. No fue la brutalidad en sí, sino la toma de conciencia de lo que en realidad hay detrás de una violación lo que conmocionó a la sociedad india.
Esta es la narración: la estudiante de Munirka fue penetrada vaginal y analmente por los seis asaltantes en un autobús en marcha, en la oscuridad de la noche. Según se desprende del parte médico, de la declaración de la mujer y del conductor del autobús –quien lideró la agresión y se empleó en ella con una saña particular– fue mordida en la cara y en distintos lugares del cuerpo, golpeada y penetrada vaginal y analmente con una barra de acero en cuyo extremo se había colocado un gancho que contribuyó a desgarrar a la víctima hasta el punto de dejar expedito el camino a su cavidad abdominal, desde donde se desprendieron sus intestinos hacia el exterior de su cuerpo. El hombre, además, se afanó en extraerlos introduciendo en la vagina desgarrada sus manos. La mujer fue, finalmente, arrojada a la carretera y, de no haber sido arrastrada hasta el arcén por su acompañante –que quedó neutralizado a golpes durante la agresión– habría sido atropellada por el autobús, que maniobró con la intención de regresar a Delhi sin dejar más rastro de lo sucedido que dos cadáveres desnudos e irreconocibles, anónimamente desfigurados sobre el asfalto. Las víctimas no murieron atropelladas, pero las heridas causadas a la mujer resultaron en lesiones incompatibles con la vida.
La toma de conciencia: la opinión pública tuvo, a través del conocimiento de estos detalles, acceso al mensaje que encubre todo acto de violencia sexual, a lo que en un artículo anterior llamábamos su “expresividad”. El cuerpo de la mujer es un instrumento, un lugar en el que inscribir un mensaje de odio, no (solo) hacia la mujer, sino (y sobre todo) hacia el conjunto de la sociedad.
Como cuenta el conductor del autobús en uno de los capítulos de Delhi Crime (no recuerdo exactamente en cuál, vean por favor la serie completa), el hecho de que la mujer y su acompañante –dos jóvenes estudiantes de clase media– tomaran el autobús de noche y se mostraran en público con una cercanía impropia, desató en él un ataque de ira. La intimidad de los jóvenes, su pertenencia a una clase social superior, su aparente independencia y libertad motivaron un ataque desmesurado en el que el «factor sexo» se reveló como lo que es en las violencias contra las mujeres: un catalizador del poder, un instrumento de venganza.
Es odio social en un contexto anómico en lo que al trato a las mujeres se refiere lo que motiva estas violencias. No es el sexo, es el odio surgido de la miseria, y la miseria nacida y arraigada en desigualdades profundas en las que el capitalismo y la pobreza extremas juegan un papel mucho más importante que las tradiciones.
En otro de los episodios de la serie, un policía que iba para maestro y demuestra tener una especial sensibilidad para entender el contexto social en el que se desarrolla su trabajo, le explica a un compañero que le inquiere, consternado, qué ha podido motivar algo así: «Es muy sencillo: la economía, la pobreza, la falta de estudios y el porno que cosifica a las mujeres … hacen estas barbaridades porque, después de todo, no tienen nada que perder».
* Otras formas de violencias contra las mujeres en India, sobre todo aquellas que tienen lugar en el ámbito de lo doméstico y que se relacionan de un modo particular con el incumplimiento de acuerdos de matrimonio, merecen otro tipo de análisis. Precisamente porque esto es así hablamos de “violencias” en plural. Este artículo se refiere a violencias sexuales perpetradas por agresores extraños a la víctima, a menudo en grupo.
** Desde 2012, la tasa de denuncias de agresiones sexuales ha crecido en India; hasta reportarse alrededor de 90 casos al día. Teniendo en cuenta el estigma que acompaña a este tipo de agresiones, podemos suponer que estamos allí, como en tantos otros lugares del planeta, ante la punta del iceberg.
“Las mujeres entre la izquierda europea y la derecha islámica” con Nazanin Armanian y Mimunt Hamido. 2 mujeres activistas y valientes.
Nazanin, en sus artículos, libros y conferencias desmitifica la situación de las mujeres en el mundo árabo-musulmán y denuncia el auge del fundamentalismo en todas las religiones.
Mimunt, al presenciar la expansión del islam político en Europa y el Magreb, empieza a crear grupos de debate feministas. Es vocal de la asociación MediterráneoSur (M’Sur) y coordinadora del blog NoNosTaparán (http://nonostaparan.org?), un foro de expresión de mujeres magrebíes.
https://laicismo.org/ya-puedes-ver-la-conferencia-las-mujeres-entre-la-izquierda-europea-y-la-derecha-islamica-con-nazanin-armanian-y-mimunt-hamido/244869