Opinión

Sobremesas contra el negacionismo, por Peli de Tarde

"Las posturas negacionistas van en contra de toda lógica, de la ciencia, de los expertos, de los estudios contrastados y en contra del cine de sobremesa".

Mando de televisión. PIXABAY

Son buenos tiempos para los negacionistas. Con la llegada de la pandemia, su presencia en los medios se ha disparado de forma desproporcionada. Esta misma semana, en una intervención en el Congreso, un diputado de Vox, uno de esos señores de Vox que nadie recuerda haber visto antes pero que aparecen de vez en cuando para decir alguna locura, restó importancia a los perjuicios que causa el cambio climático asegurando: «Que se caliente un poquito el planeta evitará muertes por frío». Días después, el otrora cantante y actor reconvertido en gurú de la conspiranoia, Miguel Bosé, aparecía en el programa de Jordi Évole, en horario de máxima audiencia, negando la existencia del coronavirus

Al escuchar estas cosas uno se pregunta si esos señores, con aspecto de disfrutar de unas buenas siestas los fines de semana, nunca han aprovechado las sobremesas para ver algunas de esas pelis de tarde de catástrofes que habitualmente emiten en La Sexta, de efectos especiales hechos con el paint y actuaciones de dudoso nivel. En estos films, que son un aprendizaje de vida, los científicos suelen avisar a las autoridades de que un desastre natural se aproxima, por ejemplo: el deshielo de los polos que causará graves inundaciones en gran parte de los continentes, una fisura en el núcleo del planeta que supondrá el fin de la especie humana o la amenaza del inminente impacto de un meteorito del tamaño de Texas (los estadounidenses suelen utilizar como unidad de medida para cosas gigantes al estado de Texas). Nadie los cree, son objeto de burla por parte de la población y de descrédito por parte de los gobernantes. Por suerte, su insistencia hace que todos recapaciten a tiempo y salven al mundo en el último minuto de película a cámara lenta. Con que los señores negacionistas interiorizasen desde sus sofás el mensaje de estos films, un esfuerzo mucho menor que el de tener que informarse de verdad sobre el tema negado, sería suficiente.

Pero esa actitud no es solo una cuestión individual, sino también institucional. Esta misma semana el gobierno de Japón anunciaba su intención de verter el agua contaminada de la central de Fukushima en el océano Pacífico, una medida duramente criticada por asociaciones ecologistas, pescadores y gobiernos como el de Corea del Sur, quienes alertaban del peligro que ello supondría. ¿No se dan cuenta los japoneses de que, además del desastre natural que causará dicha acción, están ignorando las advertencias de sus propias tradiciones cinematográficas? Godzilla es uno de los seres más icónicos de la cultura nipona del siglo XX, y precisamente se trata de un monstruo mutante que surge del mar como consecuencia de los efectos de la radiación. En el país del sol naciente parecen empeñados en convertir su existencia en realidad,  sin embargo, en mi humilde opinión basada en los films de catástrofes ya comentados, su creación supondría más perjuicios que beneficios para la sociedad. Criaturas de sobremesa como las Lavalántulas, las Pirañacondas o los Sharknados nunca son buena compañía, por lo que no deberíamos tentar a la suerte ni retar a la naturaleza.

Las posturas negacionistas van en contra de toda lógica, de la ciencia, de los expertos, de los estudios contrastados y en contra del cine de sobremesa. Unas veces, como parece ser el caso de Miguel Bosé, se basan en teorías conspiranoicas leídas en algún portal de la deep web que todos ignoramos pero en las que ellos creen firmemente. Otras, las que más, son una simple cuestión de egoísmo: esto me molesta, me impide hacer lo que yo quiero, coarta mi «libertad», por lo que prefiero negar su existencia y continuar haciendo lo que me plazca sin preocuparme por las consecuencias. Por ello, ante el negacionismo, pelitardismo.

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Comentarios
  1. Este artículo es un ejemplo de negacionismo periodístico. Negaciocionistas. Vaya parida de termino para englobar lo que a uno le de la gana. Iba a colaborar con el periódico. Desde luego ya no.

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