Crónicas | Sociedad
Twitter, ¿una red de odio? (1)
Analizamos con diferentes especialistas qué mensajes son los más prolíficos en Twitter y la evolución de la red social en los últimos años
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha sido una de las últimas personalidades públicas en anunciar su marcha de Twitter. En enero, lo hizo el pianista James Rhodes. El último día de 2020, la cantante Zahara abandonaba la parte más social de su presencia en la red del pajarito y aseguraba que la cuenta serviría únicamente para anunciar conciertos. Si miramos todavía más atrás, la influencer Aída Domènech, más conocida como Dulceida, y el actor Javier Ambrossi echaban el cierre en sus respectivos perfiles. Estos mismos días también ha anunciado su retirada de Twitter la periodista Cristina Fallarás.
Los motivos suelen ser similares. “Intoxicación” y “odio”, según Colau. Burlas e insultos, detallaba Fallarás en su explicación. Rhodes prefirió “las cosas más amigables” de Instagram y Zahara no aguantó “lo polarizado que está todo” y “el odio que se desprende en muchas interacciones”. Ambrossi, en solidaridad con Dulceida, denunció el “radicalismo” de determinadas opiniones que “rozan el peligro”.
Cabe preguntarse, pues, si la red social ha cambiado en los últimos años y si la polarización y el odio son la norma. Los especialistas consultados por lamarea.com no creen que exista un salto cuantitativo que haya sucedido en un momento concreto. Para Julián Macías, responsable de redes de Podemos y del canal Pandemia Digital, “en los últimos años ha crecido la polarización dialéctica y los mensajes de odio y las mentiras han aumentado en toda la conversación digital”.
Mariluz Congosto, doctora en Ingeniería telemática e investigadora de la propagación de mensajes en Twitter, señala 2017 como el momento en el que comienza a crecer la crispación poco a poco, aunque sostiene que “no hay un salto concreto” que se haya producido en los años más recientes.
Por su parte, el informático y especialista en redes sociales Marcelino Madrigal, si bien admite que “hay más odio” en la red, la percepción puede estar adulterada por la “burbuja” que suele formarse en Twitter: “Muchos vivimos ahí, en esa lucha continua, pero no todo el mundo está en esas dinámicas”, asegura el experto.
La monetización del odio
Una de las fórmulas del éxito en Twitter –que no la única– es el odio. “El contenido que provoca emociones de alta estimulación tiene más probabilidades de ser compartido. Las emociones positivas y negativas que se caracterizan por una alta estimulación (por ejemplo, asombro, ansiedad y rabia) están vinculadas positivamente a la viralidad, mientras que las emociones caracterizadas por una baja estimulación, como la tristeza, están negativamente vinculadas a la viralidad”, explica el periodista Andrew Marantz en su libro Antisocial, en el cual analiza la estrategia en redes de la extrema derecha.
Así, el odio es fácilmente transformable en capital social –online en este caso–, que se hace patente en forma de seguidores, retweets, citas o me gustas, mientras otros contenidos cercanos a otro tipo de emociones provocan un mayor “aturdimiento y parálisis”. De acuerdo con Marcelino Madrigal, “sentimientos como el odio se monetizan mucho mejor y mucho más rápido” en un contexto en el que la viralidad y el éxito digital son el objetivo de multitud de usuarios y usuarias.
A ello se le añade, según Macías, el crecimiento de cuentas falsas y automatizadas que tienen el poder de dirigir parte la conversación, y que, combinadas con un crecimiento de los mensajes de odio y de la mentira, han dado lugar a la situación actual. “En este tipo de uso y abuso, creo que la ultraderecha tiene un mayor peso, aunque no exclusivo”, explica el responsable de redes de Podemos.
Madrigal, por su parte, considera: “No hay ahora más odio por parte de la extrema derecha, simplemente lo que hay ahora son más usuarios de este tipo en la red, y por eso se les ve más. Pero también los hay en la izquierda, y yo los sufro todos los días: cuando analizo fenómenos de la extrema derecha y del negacionismo, me aplaudían del otro lado, y cuando encuentro a un grupo coordinado dentro de la izquierda y lo expongo, pues me atacan”, denuncia.
La investigadora Mariluz Congosto, aun reconociendo que los mensajes de odio provienen desde diferentes partes, asegura que “la agresividad de la derecha contra la izquierda es muy alta”, y utiliza en algunos casos mensajes machistas. Asimismo, sostiene que “la gran polarización” que trató de dividir a la red en dos llegó de la mano del independentismo catalán: “Era blanco o negro, o estabas en un bloque o en otro”.
Si bien las últimas personas en anunciar su marcha se enmarcan dentro de una ideología similar y han denunciado ataques por parte de adversarios ideológicos, en los últimos días se han sucedido casos de ataques por parte de otros sectores políticos. Así, el periodista Xabier Fortes denunció el 9 de abril, tras la entrevista al candidato de Unidas Podemos Serigne Mbayé, una “campaña acusatoria y difamante” iniciada por parte del secretario de Sociedad Civil y Movimiento Popular de Podemos Rafa Mayoral y amplificada por La Última Hora.
El escritor Javier Cercas –que no tiene perfile en Twitter–, tras una entrevista en la televisión pública catalana para promocionar su último libro, ha denunciado “un clima de acoso, intimidación, odio, guerracivilista” por parte del independentismo –en gran medida a través de la red social– y ha anunciado acciones legales: “En algún momento hay que decir basta y este ha sido el momento. Quieren que me vaya o que me calle. Intentan imponer un clima de intimidación, pero ni me callaré ni marcharé, porque esta es mi casa”, ha asegurado.
Twitter se frota las manos
El debate sobre los mecanismos de control que debe establecer la plataforma es recurrente. Mientras desde la izquierda se denuncia la permisividad que hay con determinados discursos, desde la derecha se critica la supuesta censura que existe en redes como WhatsApp, Facebook o Twitter, apelando a un presunto control por parte de sus adversarios políticos. Sin embargo, según Macías, “la realidad […] es que siempre les devuelven las cuentas” a determinados usuarios vinculados a la extrema derecha, si bien asegura que en el caso de la izquierda sí se han eliminado perfiles de manera silenciosa que “nunca más volvieron”.
A pesar de estos casos, los tres expertos consultados creen que Twitter se beneficia del aumento de la polarización en el seno de su plataforma, donde, en palabras del periodista Andrew Marantz, “se sobrerrepresenta la controversia”. Según Mariluz Congosto, “la red social no va a hacer nada porque iría en contra de su negocio. Twitter sabe que cuanto más lío mejor”. Así lo señala Madrigal, quien defiende que las modificaciones hechas por Twitter van en la línea de “hacer crecer la interacción, porque eso implica estar más tiempo ahí”. Por ello, ambos especialistas apuestan por la autorregulación de los usuarios sumado a una mejora en la moderación de la propia red, además del uso de determinadas herramientas como silenciar o bloquear a determinados usuarios o filtros para las respuestas.
Finalmente, Congosto pone el foco en los representantes públicos de la ciudadanía, a los que acusa en muchos casos de “echar gasolina al fuego” valiéndose de una estrategia “cortoplacista que no beneficia a nadie”. La propia Ada Colau reconoce su participación en “discusiones y peleas con adversarios políticos” que solo contribuye al “ruido y la confrontación estéril”. “El problema no es la herramienta, es el uso que le damos”, termina Madrigal.
No volvería a tener una cuenta de Twitter, jamás.
No ha habido ninguna otra Red social (la verdad es q era la única que usaba) donde haya perdido más mi tiempo, mis energías, etc y haya leído los mensajes más odiosos y repugnantes.
El triunfo absoluto de la derecha depende de los mass media y de su capacidad para tergiversar el lenguaje: llamar redes sociales a empresas privadas de mensajería instantánea es una barbaridad conceptual, pero ya nadie puede cambiar eso. Las tecnologías de la información y la comunicación en manos del gran capital han sido el arma secreta que a principios del siglo XXI ha conseguido la victoria definitiva del capital en la guerra de clases. Ojalá me equivoque.
¿Herramienta?, ¿qué herramienta?, en todo caso sería la herramienta del amo.
Twitter no es una red social, es una empresa y le va fenomenal tanto si se da de baja Ada Colau como si se queda a aguantar mecha. Se menciona en varias partes del artículo, pero el tono general que percibo es que se trata de una herramienta que hemos hecho entre todos y entre todos nos la estamos cargando. No se puede razonar en párrafos como los de Twitter, pero esa forma de ladrar está hasta fomentada por la propia empresa, y por supuesto hace caja con ello.