Los socios/as escriben
Carta de un lector, que luego fue suscriptor y ahora es cooperativista de La Marea
"Solo hace falta eso, que se conozca un poco más qué es La Marea y cómo se trabaja en ella, y seguro que así se alcanzaría la sostenibilidad sin problemas", reflexiona en esta carta Fernando Casarrubios.
FERNANDO GARCÍA-CASARRUBIOS *// Pues nada, aquí estoy, haciendo algo que dije que no haría: escribir un artículo. Siempre he pensado que cada uno a lo suyo, y lo mío no es escribir. Con los buenísimos profesionales que tenemos aquí, es un insulto. Espero se entienda la motivación y, quién sabe, igual hasta aprendo a escribir. La ocasión lo merece, porque creo que es importante que se sepa cuál es la visión de un lector de La Marea que pasa a ser suscriptor, que acaba por convertirse en socio de la cooperativa y que, finalmente, acaba por meterse hasta la cocina y termina siendo miembro del Consejo Rector. Y todo en menos de 3 años.
Lo mío con La Marea fue eso que llaman un flechazo a primera vista. Aún recuerdo el día que me paré en el quiosco de la Plaza San Francisco de Zaragoza para cotillear y buscar lecturas alternativas como tantas veces hacía a principios de verano. Y allí estaba ella. Me la llevé junto con otras lecturas y, en cuanto empecé a leer, pensé que no podía ser que existiese algo que yo creía que no existía. Artículos que me interesaban de verdad sobre cosas acerca de las que no se escriben demasiado, con una calidad más que buena, sin el pesado martilleo de las noticias repetidas y repetidas del día a día.
Y todo ello con mucho rigor, con autocrítica, con dudas, con humildad, con sinceridad… y sin ese tufillo existente en casi todo artículo que trata de venderte la moto de una ideología concreta. Era periodismo fresco, educativo, serio… y yo no me lo podía creer.
Enseguida me interesé y traté de saber más. De dónde salía esta gente, esa organización. Descubrí su código ético por el cual no aceptaban publicidad de bancos ni claudicaban ante presiones de partidos. Me enteré de que los periodistas que conformaban la redacción eran de una gran calidad. Por eso seguí comprando la revista, porque me encantaban los temas que leía. Todo era diferente y fresco… economía alternativa, modelos sostenibles, filosofía, análisis social, política crítica, análisis de los temas en detalle… Me suscribí enseguida.
Aquí debo contar que desde hacía unos años había decidido ponerme un reto anual, evitando ir deprisa y así no quemarme. Había tomado la decisión de ir cambiando poco a poco detalles de mi vida que no eran coherentes con lo que quería ver en el mundo. Así, fui abandonando los bancos tradicionales, las compañías de seguros, las compañías de luz, Internet, móvil, etc. Me pasé a empresas con fuertes códigos éticos demostrados, cooperativas… Me costaba encontrar estas empresa y por eso lo hacía poco a poco.
Empecé la transición a una vida con menos plásticos, a hacer gasto en las tiendas del barrio, a consumir lo menos posible por Internet… pequeñas cosas que voy revisando a medida que tengo más información. En ello no hay orgullo, ni presión.
Y en este punto vital fue cuando me encontré con La Marea, por lo que pensé que el siguiente paso lógico sería participar en algún proyecto interesante y dedicar parte de mi tiempo a ello. Y qué mejor que en una organización que me había enamorado y que edita un medio de comunicación de este tipo. Quería ayudar a poner voz a tantos problemas y hacerlo de una manera constructiva.
Por eso hice una llamada al número de teléfono que venía en la revista para interesarme sobre cómo podría entrar a formar parte de la cooperativa. Para mi sorpresa, la persona con la que empecé a hablar era, nada más y nada menos que la directora de la revista. Yo estaba emocionado. Pensé que era una suerte y un honor. Más tarde me enteré de que en esas fechas faltaba personal y era ella quien cogía las llamadas, para que se vaya viendo el percal.
“¿Pero sabes bien dónde te estás metiendo? ¿Lo has pensado bien?”, me dijo para mi sorpresa. No me lo podía creer. En todas las empresas cogen rápidamente tu dinero sin pensarlo y en esta me dicen que si lo he pensado bien. Están pensando en mí. Fue algo muy impactante y, con el tiempo, muy divertido. Enseguida me di cuenta de que esta situación era parte de la humildad, sinceridad y la forma de hacer las cosas de una manera diferente. Justo era lo que yo estaba buscando. No me lo pensé y entré.
Comencé a participar de forma activa en las asambleas, viajando a Madrid en el día. Me enteraba de los problemas que tiene sacar adelante un proyecto así, con falta de dinero, de gente y de tiempo. Tras las elecciones, entré a formar parte del Consejo Rector y a ayudar con parte del papeleo, a gestiones con los socios, búsqueda de ayudas, etc.
Mis sospechas se hicieron realidad cuando estuve dentro del engranaje. Qué buen producto se hacía, qué bien se trabajaba, cómo se cumplía a rajatabla con el código ético y se renunciaba a determinada publicidad… pero qué precio tan alto se está pagando. Qué poco se premia en esta sociedad la ética y el buen hacer. Es aquí donde vi que había un pescado que se mordía la cola: como no hay recursos, no puedes coger gente que se dedique a dar a conocer el producto, y como no se da a conocer, pues no hay recursos. Y solo hace falta eso, que se conozca un poco más qué es La Marea y cómo se trabaja ella, y seguro que así se alcanzaría la sostenibilidad sin problemas. Porque no nos engañemos, esto es lo único que se busca, ni más, ni menos: que los trabajadores cobren cada mes a tiempo, que no tengan que sudar sangre echando horas para sacar el trabajo y que se puedan sacar adelante sin sobresaltos los pequeños aunque muy grandes proyectos y buenas ideas que tienen.
Por eso escribo no como miembro del engranaje, sino como persona ajena al proyecto que fui hace muy muy poco, un proyecto que merece, por lo menos, ser sostenible. Y con muy poquito más lo conseguirá. Con unas cuantas suscripciones más, por ejemplo.
Esa es mi única pretensión y por eso he roto mi pacto de no escribir, para hacerte llegar las sensaciones y pensamientos que he tenido durante todo este proceso. Siempre he estado convencido de que existe muchísima gente como yo, que desea el cambio, que está en ese proceso de cambio o que quiere hacerlo. Que desea que existan iniciativas como esta. Que por supuesto no todo todo me gusta –sería un poco raro– pero que cree en la idea y en la manera con la que se aborda el trabajo, la intención, la honestidad de sus trabajadores… Un proyecto canalizador de parte de ese cambio, que merece seguir adelante.
Si has podido empatizar un poco, para mí, es suficiente.
Fernando García-Casarrubios es miembro del Consejo Rector de la Cooperativa MásPúblico, editora de La Marea.
Esto parece escrito por Miguel Lacambra…
Fernando García-casasrrubios,emocionante artículo de como sin darte cuenta te metiste en este»embrollo»»panal de abejas»…. como es la información,y de como hacerla llegar y que sea posible,(lector,subcritor, cooperativista),es de envidia, envidiable, atreverse a dar un paso tan arriesgado (ya te lo dijo la directora).
Desde los inicios de este medio apoye y continuó apoyando a hacer posible la distribución y que se conozca «La marea», como suscriptor,(breve tiempo como lector mensual, por cuestiones que no son ajenas,ecomicas…..)
Infinidad de ocasiones pensé dar el paso a cooperativista, pero siempre tengo una Cosa u otra que me lo impide,y esque en estos tiempos tan extraños (mas de 10años)de crisis,depresion económica, crack,… mí apoyo aparte de suscriptor es compartir atraves de redes sociales, Facebook, Telegram,waashapp, correo electrónico,regalar suscriciones,
Bueno os dejo que me esperan para una entrevista de trabajo.